Resulta realmente penoso que en medios de comunicación, tertulias y charlas familiares la historia de la reciente constitución del Congreso de los Diputados la cuenten unas rastas y un bebé. Luego se escandalizarán si el respetable prefiere estar pendiente de los necios de Gran Hermano VIP, que a buen seguro se entretienen en cosas más interesantes que los opinadores de turno, y con éstos estalla el alboroto - y el alborozo- en Twitter y Facebook. La verdad es que sus mismísimas señorías colaboraron a propósito en el triste espectáculo no pensando en lo qué dirá la posteridad de su obra sino en lo que dirán las inmediatas tertulias televisivas y redes sociales sobre sus proclamas y gestos más histriónicos y sobre sus indumentarias. Por eso el aspecto de todos respondió a lo que se esperaba de ellos, a juego con la imagen pública proyectada en el subconsciente colectivo a través de las cámaras de televisión: Cada cual con su uniforme. No busquen una corbata entre los de Podemos ni unas rastas entre los diputados electos por el Partido Popular. Hablando de cabelleras, la veterana -¿viejuna?- Celia Villalobos estuvo bastante cegata buscando piojos en cabezas rivales cuando entre sus propias filas tenía una enorme ladilla llamada Pedro Gómez de la Serna, claro que este ectoparásito iba tan elegante y formal... Días después leo a la derecha mediática -este concepto empieza a ser redundante- llevarse las manos a su repeinada cabeza porque Pablo Iglesias haya ironizado sobre el abrigo de pieles que con orgullo patricio lucía una periodista del digital de Pedro J. Ramírez. ¡Basta de mariconadas, Pablo! Yo le habría rociado el abrigo con espray rojo. Los opinadores también se escandalizaron con que los socialistas prestaran votos a los independentistas catalanes para que tuvieran voz en el Senado. ¡Pero si éstos defienden un referendum de autodeterminación y el cierre de dicho estercolero! No puedo estar más de acuerdo con ambas cosas.
No sé si es más divertido o deprimente escuchar ahora a quienes antes de las elecciones reclamaban el fin del bipartidismo que, sintiendo vértigo e incertidumbre ante un panorama más abierto, piden la vuelta al anterior statu quo en forma de gran coalición; a favor de ésta maniobran los ancianos de la tribu socialista -González, Rubalcaba, Ibarra-, barones territoriales que deben sus sillones a Podemos -García Page, Fernández Vara, Puig- y algunos medios que nunca lo han disimulado -El País-. Incluso Europa advierte a la izquierda de que no juegue con el fuego de los grandes intereses económicos de siempre si no quiere probar el mismo jarabe de palo que Tsipras.
Han calado en gran parte de la opinión pública los mensajes apocalípticos esparcidos desde ABC, El Mundo o TVE que vaticinan que si toca poder Podemos o un contubernio de izquierdas se desatará un Armagedón comunista y bolivariano de expropiaciones que ríase usted de la Lubianka. En cambio también hay voces que piden al Partido Socialista de Pedro Sánchez que no se deje atraer por cantos de sirena que hablan de responsabilidad queriendo decir sumisión; y las hay tanto fuera como dentro de sus filas; no todo está perdido.
-"Pedro, tú serás presidente y yo vicepresidente de Piedradura" Pero Pablo, ¿qué hacemos con Betty y Wilma?" -"Pues serán ministras" |
-"No me llega la camisa al cuerpo" |
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