Aquella famosa canción de Los Bravos que daba título a la película que protagonizaba el conjunto yeyé en 1967 -Los chicos con las chicas- nunca tuvo menos razón que en la política parlamentaria de esta naciente legislatura surgida de las elecciones generales del pasado 26 de junio. Está plenamente en vigor la Ley de Educación dejada en herencia por el exministro José Ignacio Wert -hoy disfrutando de su romántico y bien pagado retiro parisino-, esa que consagra que sean generosamente subvencionados colegios e institutos religiosos y privados en general aunque segreguen al alumnado según sexos -aquel viejuno los niños con los niños y las niñas con las niñas-; y dentro del Palacio de las Cortes todo se clarifica: las derechas con las derechas y las izquierdas contra las izquierdas dándose de bofetadas o poniéndose zancadillas; a eso debían referirse Mariano Rajoy y su amiga y protegida Ana Pastor al hablar de normalidad y estabilidad.
Lo vimos en la mismísima apertura de la legislatura y elección de la Mesa del Congreso: Ciudadanos, el partido de la regeneración, ha caído rápidamente en la red tendida por lo peor del PP a cambio de migajas -puestos en la mesa que ni siquiera le correspondían-. También los nacionalistas vascos y catalanes han demostrado ser gente de orden -es decir, de derechas de toda la vida-; las veleidades independentistas de algunos no deberían llamar a nadie a engaño. En cuanto a las izquierdas, en la misma votación Podemos ha decidido tropezar en la misma piedra de las manos llenas de sangre y el no me sale de ahí de las investiduras fallidas de Pedro Sánchez sacándose de la manga un candidato a tercera autoridad del país -Domenech- que sólo servía para otorgar al PP el control sobre todos los poderes del Estado ¿será eso la transversalidad?
Lo ocurrido en la primera sesión de la legislatura no es más que un reflejo de algunas actitudes vistas durante la primera ronda de conversaciones para lograr una investidura y posterior gobierno, planteadas por el presidente en funciones como un plebiscito de adhesión inquebrantable a su egregia persona y sus catastróficas políticas. Don Alberto -acabará castellanizando el nombre como Alex/Alejo Vidal Quadras- Rivera (dónde dije digo digo Diego) ha logrado que incluso en la dirección de los populares hayan alucinado con que un secretario general que en los debates electorales soltaba sapos y culebras contra Rajoy ahora le tienda alfombra roja hacia la presidencia -en forma de abstención, dicen- sin pedirles nada a cambio, ni regeneración, ni Ley Wert, ni ley Mordaza, ni cambios en la reforma laboral, ni esa nueva ley electoral por la que suspiran, ni la cabeza del ministro de Interior y Grabaciones Fernández Díaz ni la de Montoro el amnistiador de amiguetes. Sin duda lo próximo será un marcial ¡Señor, sí señor. A las órdenes de Su Excelencia!. Lo previsible, y yo diría que deseable, es que si esto acaba en unas terceras elecciones, su vergonzosa conducta lleve a Ciudadanos tras los pasos de UPyD y acabe en el limbo de la irrelevancia extraparlamentaria con tantos escaños como PACMA. Si finalmente hay que sacar de nuevo las urnas a los colegios ya puedo oír a la claque mediática del Régimen: toda la culpa será del PSOE por enrocarse en el bloqueo y el No es no ¡pretenden que los socialistas digan amén a la LOMCE y a la reforma laboral del trabajo basura y los sueldos de hambre!. Espero que hayan aprendido algo de su error de haber pactado con Rivera un programa liberal.
Así las cosas el único lugar donde estar será la oposición y fuera de los consenso impuestos por la gente de orden.
Así las cosas el único lugar donde estar será la oposición y fuera de los consenso impuestos por la gente de orden.