lunes, 21 de febrero de 2011

Queridos camaradas

Silencio. Van doscientos treinta muertos en Libia y la familia Gadafi amenaza con más represión aún, pero en Twitter, en Facebook, en los comentarios de las noticias que hablan de la masacre hay silencio. El clamor cibernético de cuando la calle ardía en El Cairo o en Túnez ahora se torna en mirar hacia otro lado. ¿Se ha cansado la Red de las revoluciones árabes? ¿Estamos preparados solo para celebrar las historias incruentas y con final feliz, y una revuelta sangrienta como la que está ocurriendo en Trípoli y Bengasi nos hace apartar la vista incómodos? ¿No será acaso que no nos gusta que a las revoluciones se las conteste con revoluciones? Puede que esa sea la clave: Un doble rasero de quienes sólo entienden la historia desde postulados maniqueos y para quienes, pese a todo, señores como Muamar al Gadafi entran aún en la categoría de quienes hay que reivindicar porque históricamente se han opuesto al imperialismo estadounidense. Importa menos que se trate de otro militar golpista, otro tirano que ha machacado sin piedad cualquier amago de oposición, otro corrupto cuya familia ha vaciado las arcas de su país, igual que -con matices- Mubarak, Ben Ali, Bouteflika o Mohammed VI. No tienen el glamour de los internautas de la Plaza Tahrir quienes contra este tirano y su familia de ladrones se dejan la vida acribillados por las ametralladoras y los morteros de los sicarios del régimen y por unos militares menos complacientes que los egipcios ¿Es por eso que casi todos callan?
Es curioso lo de Gadafi. Su imagen de reyezuelo medieval pasado por el botox y la cirugía, a diferencia de Mubarak, no provoca rechazo entre internautas, izquierdistas de salón y medios de comunicación altermundistas -algunos de los cuales, los muy zoquetes, siguen con la cantinela de que estas son revueltas orquestadas por la CIA-; y como ocurrió con Mubarak y Ben Ali antes de que su derrocamiento fuera un hecho consumado, él también ha contado en los últimos años -cuando cambió petróleo y gas por perdón- con la complicidad de los gobiernos occidentales.
Pascual Serrano hablaba de la conversión del régimen libio de paria a amigo citando los elogios del Wall Street Journal: "El coronel Muamar al Gadafi está al frente de una vasta reforma económica en su país reduciendo considerablemente la burocracia estatal, privatizando activos". Qué suerte la de Gadafi, querido por el sistema, tolerado y hasta aplaudido por los antisistema.

Telesur, la televisón panamericana promovida por Hugo Chávez -un modelo de credibilidad según el propio Pascual Serrano, que fue destacado asesor en ella- hablaba este domingo de las revueltas árabes y lo hacía con muy distinto rasero según de cuál se trate: En Libia son "manifestaciones a favor y en contra del régimen", en Bahrein "fuerte represión". Ya a la hora de escribir esto han cambiado los titulares y hacen referencia a los centenares de muertos pero queda una velada crítica a los manifestantes, unos vándalos que "incendiaron varias sedes locales de los comités revolucionarios, así como también unos siete vehículos policiales y han quemado neumáticos en diversos puntos de la ciudad, incluyendo en el aeropuerto de Bengasi, que se vio obligado a cerrar después de que un grupo de protestantes entrase a las instalaciones". Telesur habla de "choques violentos" como si hubiera equilibrio de fuerzas, no habla de represión por parte del dictador a quien Hugo Chávez regaló la espada de Bolívar.
Es cierto que como tanto ha denunciado Pascual Serrano hay una trama de intereses políticos, económicos y mediáticos que sesgan sitemáticamente cualquier información relativa a los regímenes de Cuba, Venezuela o Bolivia, otorgando a las informaciones un espacio muy superior a la relevancia real de esos pequeños países, propagando tópicos -el empeño en llamar dictador a un Hugo Chávez que, guste o no, ha ganado limpiamente todas las elecciones a las que se ha presentado- y amplificando las informaciones que hablaban de censuras y recorte de derechos muy parecidas a las que gobiernos democráticos europeos y amigos de estos realizan sin pudor sin que hatya más que unos cuantos Anonymous o Wikileaks dispuestos a leerles la cartilla. Y también es cierto que desde gran parte la izquierda se niega, se justifica o se silencia el pisoteo a los derechos cívicos, la tentación totalitaria, la retórica y la conducta cuartelera que se impone en esos mismos países, sus alianzas con regímenes tan impresentables como el de Muamar al Gadafi o el de Mahmud Ahmaninejad. El argumento es tan simple como que si eres enemigo de los Estados Unidos eres mi amigo.

La amenaza amarilla

La cita anterior de Wall Street Journal sirve para definir el compadreo de décadas entre las democracias occidentales y los tiranos de todo color que sirven sus intereses geoestratégicos o cuya pujanza es una amenaza que conviene tener de tu lado. El mito de la amenaza amarilla que simbolizaban las viejas películas de Fu Manchú -cuando lo oriental se vuelve tecnológicamente superior y, por tanto amenazador- ha sido convenientemente acallado cuando una potencia oriental, China naturalmente, se torna en inagotable fuente de negocios y más aún si, como está sucediendo desde el comienzo de la actual crisis económica, sus dirigentes se están convirtiendo en los dueños de nuestros bancos y empresas empleando la especulación más salvaje, convertidos en los temidos inversores buitre. Vemos como el Partido Comunista Chino se ha convertido en el mayor broker mundial, y no parece preocuparnos que si logran manejar resortes clave del poder económico mundial suyo será también el poder político. Tampoco Facebook ni Twitter se paran en la represión feroz con la que el régimen chino ha recibido un tímido amago de protesta en apoyo de la revolución egipcia. De nuevo echo mano de Pascual Serrano para retratar la complicidad de parte de la izquierda española y europea con un régimen que, dejémonos de bobadas, hoy representa lo peor del comunismo: burocracia, represión, delación, tortura y muerte; y lo peor del capitalismo: desigualdad, especulación, demolición de los sitemas públicos de educación y sanidad, insostenibilidad ambiental... Dice Serrano lo contrario, que "China está introduciendo cambios que, por profundos que parezcan, no modifican sustancialmente el caracter socialista del sistema" -pues sí que está irreconocible ese socialismo, casi como el español-; y se queja de un doble rasero que busca crear alarma sobre el poderío económico chino. Motivos para la alarma debe haber teniendo en cuenta lo que los medios occidentales jamás denuncian de China; como el propio Serrano reconoce, en este caso acertadamente, aquí no se habla de "la explotación acrecentada de los trabajadores, los despidos masivos, la disminución de los salarios, la privatización de empresas públicas, el deficiente gasto del Estado en sanidad, educación o seguridad social o su productividad desenfrenada irrespetuosa con la naturaleza y la salud. Quizás porque los beneficiarios de esas condiciones son los consumidores occidentales que logran acceder a productos made in China a precios reducidos". Prueba de esto es el baboso y complaciente reportaje que el Informe Semanal de TVE dedicó este sábado a la inversión china en España acorde con la cálida acogida al viceprimer ministro de China, Li Keqiang, cuando recientemente llegó a España cargado de yuanes para invertir. Parece que no queremos darnos cuenta de que la expansión de China, que ignora toda responsabilidad ética en el desarrollo, conlleva la universalización de esa falta de valores y de esas condiciones de explotación. Otro caso más de régimen insostenible que por motivos diferentes provoca complicidades en el sistema y en muchos de quienes reniegan del sistema. Son viejos camaradas y muchos aún piensan que les debemos un respeto.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un momento de gloria... y otro de vergüenza


No, los Premios Grammy no han cambiado, siguen siendo la misma celebración de una industria musical que en vano se resiste a morir por su propia estupidez, una apoteosis de la mediocridad, una exaltación de la música más acomodaticia y banal y del star system que la rodea. Pero a veces, muy raras veces, suena la flauta y ¡zas! surge un momento de gloria. Ocurrió en la gala de anoche y la sorpresa no fue ni el premio a la estupenda Esperanza Spalding o el reconocimiento a The Suburbs de Arcade Fire como incontestable disco del año. Eso no pasa de agradables excepciones a la regla. Lo increíble estuvo en una de las actuaciones programadas para la gala: Un Bob Dylan pletórico fue la guinda de un show a tres bandas que unió a los fantásticos Mumford and Sons (una especie de Arcade Fire hillbillies), los interesantes Avett Brothers y al propio Dylan con un festivo "Maggie's Farm". Y vaya si el experimento funcionó. Ocho minutos de gloria y diversión campestre.

Pero para que veáis que esto no implica ninguna esperanza de que los Grammy vayan a cambiar a mejor, el ejemplo negativo lo dio Cee Lo Green. Lo que podía haber sido una divertidísima marcianada con la interpretación de su genial Fuck You junto a Gwyneth Paltrow y los Muppets (Los Teleñecos), se quedó en una muestra de cómo los artistas pasan por el aro del conservadurismo y la censura. Los cantantes hicieron una versión clean evitando en todo momento pronunciar el políticamente incorrecto estribillo. Fuck You, Grammies!!

35 formas de dejar a tu amante (y 35 razones para dejarlo para otro día)

Ante la cada día más extendida, empalagosa y odiosa manía de celebrar el 14 de febrero y el inmenso negocio que genera -llevo un mes recibiendo spams vendiéndome escapadas y cenas de San Valentín, he decidido contratacar con este playlist -lo podéis encontrar también en Spotify- en el que, parafraseando el conocido tema de Paul Simon "50 ways to leave your lover" -también incluido aquí- recopilo 35 temas de desamor, despecho, abandono, divorcio, que te jodan y vete a tomar por... Un chute de insulina para tan azucarado día.

Hay tres Dylans,
uno de ellos en versión de Them, comenzando por el contundente "It Ain't Me Babe", seguido de la que podría ser su versión femenina, nada menos que "Yo no soy esa" de Mari Trini. Sigue una secuencia que pasa por el deterioro de las relaciones, los reproches, ser abandonado, mandar al cuerno al otro, llamarle de todo menos bonito, ser capaz de sobrevivir sin ella o él, y hacérse el firme propósito de no volver a caer.



Pero, no, no soy tan despiadado. Para compensar, o por aquello del ying y el yang y otras chorradas new age, también os traigo el reverso de la lista, porque al fin y al cabo una parte muy importante de mis canciones favoritas son canciones de amor. Ahí va la selección, -aquí en Spotify- que, por supuesto, también abre Bob Dylan. En Spotify, las versiones originales, aunque aquí podéis ver vídeos muy jugosos.




Sueño con serpientes

Silvio Rodríguez - Sueño con serpientes
La canción de Silvio Rodríguez da vueltas en mi cabeza desde que en Andalucía se habla de reptiles que, como en las viejas novelas de buscadores de tesoros, silban alrededor de un botín, el hurtado al millón de parados andaluces. Un exdirector general lo llamó fondo de reptiles, dinero ponzoñoso que te pagaba la prejubilación sin jamás haber pisado la empresa que te hacía pensionista de por vida.

Por las rendijas del sistema, mayores cuanto más se deteriora éste, se cuelan cientos de culebras a las que se debe un favor, o que simplemente pertenecen a una casta a la que no se deja tirada. Saurios a quienes se busca teta libre en la vaca de la Administración Pública, ofidios reptando de un cargo a otro, arrastrándose por la perversa maquinaria que inventa puestos, patronatos y fundaciones a medida para cobijar a quienes llevan décadas sin otro oficio que la política, incluso para que las crías de las serpientes no sepan lo que es el paro que afecta a la mitad de los jóvenes andaluces o los trabajos basura de los que malvive la otra mitad.
La mato y aparece una mayor”, cantaba Silvio. Cada nueva infección diagnosticada al moribundo es fruto de la anterior. El escándalo de Mercasevilla gangrena órganos vitales del PSOE andaluz; pero el monstruo ha engendrado otro mayor sacando a la luz esa manteca reptílica robada a quienes peor lo pasan. Y en el entramado de las falsas prejubilaciones, ¿quiénes se retratan junto al gobierno socialista?: Los sindicatos mayoritarios, colaboradores necesarios y accionistas de la rapiña. Así se conecta esta plaga de reptiles con otra, la que ha tomado al asalto la función pública, primero con la externalización, las administraciones paralelas como la mejor herramienta del clientelismo. Después vino la reforma por la que los cuadros con mayor perfil político acceden cómodamente al funcionariado obviando la meritocracia. Desde años atrás asistimos en empresas públicas con pedigrí a la consolidación laboral por paquetes de centenares de individuos que nunca pasaron una criba de méritos o formación. PSOE, CC.OO. y UGT han querido ser amas de llaves en la entrada y salida al codiciado tesoro de un sueldo de por vida.

Al soldado que agoniza en el campo de batalla todo se le vuelven gusanos. Andalucía asiste a un estertor, un fin de época, una descomposición total del régimen que confundió lo oficial con lo real, la política con el usufructo del Poder, la responsabilidad que éste implica con el derecho a ejercerlo. Así se ha alimentado este nudo de víboras, que por primera vez es llamado por su nombre: A una de las serpientes el resentimiento le ha hecho hablar con crudeza de otros reptiles. El Poder, ciego y en descomposición, responde con circunloquios y paráfrasis. Es un uróboros condenado a devorarse a sí mismo por la cola.