domingo, 7 de septiembre de 2008

Último artículo publicado en Granada Hoy

Tocanarices

A los halcones ultraliberales les encanta meter miedo. En tiempos de crisis desempolvan los viejos remedios que tantas veces nos han recetado por nuestro bien. Vuelven a tocarnos las narices con lo de trabajar más y cobrar menos para que el sistema funcione. Lo disfrazan de alta economía descalificando por demagógico y simplista el discurso económico clásico de la izquierda, siendo el suyo infinitamente más inmovilista y maniqueo. ¿Dije halcones? Son mochuelos que fanfarronean como un quebrantahuesos; la verdadera bestia parda es quien les emplea, las corporaciones del saqueo global que suelen identificarse con iniciales, igual que los rateros capturados. La Reserva Federal de los Estados Unidos, por ejemplo, esa que nacionaliza las hipotecarias inyectando billones de dólares en dinero público para su salvación –por su bien, no como el malvado Hugo Chávez que cuando nacionaliza el botín de los Botín acude a viejas recetas que ya se demostraron fracasadas-. Para esa Reserva Federal trabaja en los ratos libres el decano de la Facultad de Económicas de Granada, Santiago Carbó, que el pasado viernes nos amargó el desayuno a muchos mirándonos con sus rasgos de rapaz nocturna desde los periódicos y sentenciando que si la economía española quiere ser competitiva conviene que se incremente la jornada laboral.

Uno reconoce que al decano las 65 horas semanales de pico y pala le vendrían muy bien para rebajar su prominente barriguita, pero servidor y quienes comentaron conmigo sus declaraciones coincidimos en responderle que va a ser que no; que la calidad de vida, que la máxima de trabajar para vivir y no al contrario no se negocia en nombre de una competitividad por la que uno nunca ve sudar a los de las iniciales. Por mucho analista
tocanarices que nos venga una vez más con que “hay que vigilar el crecimiento de los salarios” –la cita también es de Carbó-. ¿Y se creen modernos estos neocon? Son recetas ya aplicadas y fracasadas, además de mentirosas pues el peso de las rentas empresariales en el PIB, el llamado excedente bruto de explotación, es el más alto de la década. Los beneficios patronales se nos llevan el 42% de la tarta nacional. ¿Son los salarios o la jornada laboral alimento de la inflación, el paro y la crisis? A otro perro con ese hueso.

La osadía de los
tocanarices
ultraliberales no conoce límites a la hora de culparnos por querer comer todos los días. Copan las tertulias, saltan como un resorte con sus viejas recetas, su abaratamiento de despidos, su flexiblidad. Su discurso es añoso pero se atreven a llamarnos trasnochados a quienes disentimos. Sabido es que el mensaje acaba calando entre los pusilánimes que nos gobiernan, así que es tarea de la gente corriente el ahuyentar a tanto mochuelo, y pasar de largo por las páginas de Economía a la hora del desayuno.

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