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viernes, 20 de octubre de 2017

Tratado del mal gobierno



En épocas remotas -existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- 
se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre 
tanto en lo físico como en lo psíquico.
Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente -era un hecho objetivo que los hijos de "buena estirpe" superaban a los demás-
han sido confirmados más adelante por la ciencia:
desde que Mendel formulara sus famosa "Leyes"
nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual,
no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación.
(Mariano Rajoy Brey,
diputado de Alianza Popular en el Parlamento gallego
Faro de Vigo, 1983)

"Incompatibilidades, fijación de horarios rígidos, impuestos -cada vez mayores y más progresivos-. igualdad de retribuciones... En ellas no se atiende a criterios de eficacia, responsabilidad,capacidad, conocimientos, méritos, iniciativa y habilidad. Sólo importa la igualdad, el fin al que se subordinan todos los medios". Esto también decía un Rajoy de veintiocho años y desde entonces no parece haber cambiado mucho su discurso sobre la estirpe (eso de la esencial desigualdad de los seres humanos, que los divide entre superioes e inferiores es una idea antigua que está detrás de alguna que otra guerra y persecución) y no me extrañaría que el presidente del gobierno español durante los últimos seis años aspire a que a su retiro el rey le premie con un título nobiliario con el que inaugurar su propia estirpe aristocrática -¿no lo consiguió Suárez?-. A tenor de lo que le escuchamos el pasado 3 de octubre, Felipe VI le otorgará gustoso ese honor -otra cosa es que nosotros lleguemos a ver la retirada de Rajoy-. Adonde es seguro que el pontevedrés non grato en su ciudad y sus reprobados gobiernos pasarán es a la borgiana Historia Universal de la Infamia. Todos ellos han estado redactando incansables un grueso tratado del mal gobernar.

Por proximidad en el tiempo y por gravedad he de referirme a la cuestión catalana como el más claro ejemplo de lo que no se debe hacer desde el Consejo de Ministros y que los gabinetes presididos por Mariano Rajoy han hecho. Lo del pasado 1 de octubre (el ridículo del referendum supuestamente desmantelado -no se votará, decían-, la represión, la catalanofobia) fue narrado de muy distinta forma en los medios de comunización extranjeros y unos cuantos digitales de aquí de como lo hizo la mayor parte de la prensa española seria. También es casi imposible encontrar una versión no sesgada de lo ocurrido inmediatamente antes (unos brutales atentados terroristas que fueron utilizados políticamente por unos y otros y con mala fe desde un Ministerio del Interior que recurrió a la policía política creada por Fernández Díaz  para boicotear y difamar a la Policía Autonómica, calles tomadas, detenciones y citaciones) y lo que vino inmediatamente después (las diferentes interpretaciones de lo ocurrido, la guerra de banderas, la declaración de independencia con freno y marcha atrás, la respuesta de Moncloa, lenta y blanda para algunos como Ciudadanos y El Mundo, una fuga de empresas lógica ante el despropósito  y el delirio independentista que está siendo incentivada por el Ministerio de Economía y magnificada por los medios de comunicación del establishment unionista, las llamadas al diálogo en los oídos de sordos, las amenazas gangsteriles de Babyface Casado- Incluso hay algún lunático iluminado. deseoso de ver los tanques entrando por la Diagonal, para quien Mariano Rajoy y su prensa -¡La Sexta, Cuatro y RTVE!- conspiran con el independentismo para romper España. ¡Es tan tierno Federico!.
Hostias como panes
En Madrid los partidos de orden (PP, PSOE y C's) se han puesto las orejeras y han decidido intervenir Cataluña sin que les importe lo que diga su president (no hace falta ser Hércules Poirot para deducir de su última epístola a los genoveses que no puede haber declarado la independencia quien advierte que la declarará si no hay diálogo). Nos da igual lo que diga un señor que está fuera de la ley, declararon a coro Martínez-Maillo, Girauta y Ábalos (Apoyaremos cualquier cosa que el gobierno decida hacer, sea lo que sea, declaró Rivera con adhesión inquebrantable). Hablando se entiende la gente, vamos.

Parece que en España no hay hoy otro asunto que Cataluña, pero Mariano Rajoy lleva seis años al timón y antes estuvo otros siete al frente de la oposición más irresponsable y vandálica que pueda tener un país democrático, y en todo este tiempo mirando pasar las nubes y pronunciando frases incomprensibles para salir en los memes, de Cataluña sólo le interesaba lo que publicaba el Marca sobre el Barça, mientras sus asesores en la Moncloa y en los medios amigos avivaban el fuego de Cataluña para producir humo tras el que esconder corruptelas, recortes y mala gestión.

Las verduras de la escalivada

Emplear el secesionismo catalán como cortina de humo no es una practica exclusiva de Mariano Rajoy, su gobierno y su partido. Artur Mas, el político que nunca creyó en la independencia -ese concepto anticuado y oxidado, decía hace quince años-,un buen día,  cuando se veía en apuros por los registros en las sedes de su partido, los procedimientos judiciales del 3% y la impopularidad de sus recortes, se fijó en las multitudes que llenaban las calles cada Diada y mentalmente tradujo el número de asistentes en votos. Como Saulo al caer del caballo, Artur vio la luz de la independencia. Este concepto se convirtío en el principal y único de sus programas electorales. Aún así en las elecciones de 2012 le salió el tiro por la culata: pocos se creyeron la súbita conversión de un hijo, nieto y bisnieto de la vieja burguesía catalanista, esa de fábricas textiles, torres en Pedralbes y somatenes. De modo que se alió con sus rivales naturales de Esquerra Republicana, hizo con la extrema izquierda independentista un pacto de no agresión tan chocante como el de Molotov y Von Ribbentrop en 1939 y otorgó a las siguientes autonómicas un autoproclamado caracter plebiscitario. Ni aún así ganó el presunto plebiscito; así que, para garantizar para su partido las altas cotas de poder que estaba acostumbrado a disfrutar, tuvo que refundarlo y rebautizarlo y él mismo sacrificarse: el independentista converso Mas cedió el protagonismo al independentista de cuna Puigdemont que pilota el Procès hacia la separación dirigido como un títere por un par de colectivos a los que no ha elegido nadie (Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural) y prisionero de unos gamberretes con indigestión de trotskismo y ultranacionalismo a la kosovar (la CUP,  cuyo idioma no es el catalán ni el castellano, sino la okupación, la algarada y la quema de banderas y fotos). La habilidad de tan excéntrica alianza ha estado en lograr que millones de catalanes compren la quimera de una república independiente próspera, europea, reconocida por todo el orbe y que camina sin lastres hacia la felicidad.

¡Ojo!.aún hay más verduras en la escalivada, porque en la otra trinchera también aviva el fuego alguna asociación de guardias civiles -la Unificada- que desdoran la labor de esos compañeros suyos que vigilan y detienen a los corruptos, fiscales y jueces a quienes la palabra independencia les suena a swahili y un grupo de catalanes a quienes tampoco ha votado nadie y piensan que para representar a la sociedad civil basta con bautizarse como Sociedad Civil. Estos otros no electos gritan que quieren dejar de ser la mayoría silenciosa, aunque nunca han demostrado ser la mayoría. Su Puigdemont a prisión de hace dos domingos me recuerda tanto a aquel Tarancón al paredón de hace cuarenta años. Puede que la historia no se repita pero rima.

Aquellos maravillosos años

Hasta el párrafo anterior me he estado refiriendo al Nuevo Testamento  de esta historia (Los hechos de los gobiernos de Rajoy, a los que volveré), pero para entender la actual crisis de Estado hay que retrotraerse aún más.  En el haber de Mariano Rajoy constará siempre haber encendido la mecha del polvorín. En el principio estaba él: En 2007 el Govern presidido por Pasqual Maragall presentó una amplia reforma del Estatut de autonomía aprobada mayoritariamente en el Parlament y ampliamente refrendado por el pueblo catalán. El Congreso de los Diputados también le dio el visto bueno tras una rebaja bipartidista de su graduación que el infame Alfonso Guerra calificó de cepillao. No era bastante para un PP insaciable que surfeó sobre una ola de catalanofobia en el resto de España (el primer boicot al cava, por ejemplo) con la que abrío el camino a su mayoría absoluta (como siempre se trataba de ganar votos minando la estabilidad y la paz). El propio líder de la oposición salió a la calle y sus fieles le ayudaron a reunir cuatro millones de firmas (no sé si la cifra tiene la fiabilidad
 del recuento de votos en la consulta del 1 de octubre), con las que apoyó un recurso de inconstitucionalidad. Los plazos del Tribunal Constitucional son los que son y en 2010 llegó la sentencia que de un texto con amplio refrendo democrático eliminaba fueros que sí permanecen -y con manga más ancha incluso- en otros estatutos de autonomía reformados como los de Andalucía y Valencia. Por tanto Cataluña lleva siete años con un Estatut recortado y siendo menos autónoma que otras comunidades que se consideran nacionalidades históricas. Y todo gracias a un registrador de la propiedad pontevedrés y a  jueces de su misma pasta.

Tiempo de gobernar

Arreciaba la -hasta ahora- última crisis del capitalismo cuando Mariano Rajoy llegó al Palacio de la Moncloa gozando de una amplia y cómoda mayoría absoluta en el Parlamento, mayoría de la que apenas necesitó alardear, pues durante su primer mandato recurrió a menudo al decreto ley. Con la economía del país hundida por culpa del hundimiento financiero global y el estallido de la burbuja inmobiliaria local, era imprescindible una intervención económica internacional (a la que el ejecutivo socialista anterior ya había abierto las puertas). Aunque en el entorno gubernamental y sus altavoces mediáticos la palabra rescate fue proscrita, la inyección de dinero a la Banca española alcanzó una cifra que puede ir de 40.000 a 60.000 millones de euros que supuestamente no iba a repercutir en los contribuyentes pero que seguirá saliendo de nuestros bolsillos durante décadas. La salida del pozo, hundida la construcción, fue encomendada a otro monocultivo, el turismo, y el país de albañiles se convirtio en un país de camareros, mal pagados, con contratos precarios y a menudo fraudulentos (que no pueden sostener el sistema de pensiones) y sin apenas derechos laborales. La Reforma Laboral de 2012 legalizó un nuevo esclavismo. La otra hormona del crecimiento económico. (empleada en distinta escala, por todos los gobiernos desde Felipe González) fue la privatización de casi todo: AENA, los ferrocarriles, la seguridad de las prisiones, además de los sucesivos intentos de privatizar la salud púbica (la Justicia tumbó a medias algunas decisiones en las comunidades de Madrid y Valencia, pero siguen adelante practicas privatizadoras como las del gobierno nacionalista catalán y el socialista de Andalucía). Los canarios no podrán olvidar las prospecciones petrolíferas de Repsol impuestas a la fuerza por el entonces ministro Soria, ni los tarraconenses los terremotos causados por el almacén de gas por cuyo abandono ahora tenemos todos que indemnizar ¡! a ACS.
Se salió de la recesión, sí, y aseguran que hemos dejado atrás la crisis. Esto último es más que discutible, pues no hay milagro económico; detrás de las relumbrantes cifras de las que cada primero de mes alardean el portavoz del gobierno y la ministra de empleo, lo que hay son salarios y pensiones que prácticamente no suben y pierden poder adquisitivo, niños que van al cole sin desayunar y trabajadores que saben bien lo que es la pobreza.

 No todas las calamidades de estos seis años han sido económicas. Sin querer hacer una crónica exhaustiva de estos tiempos, recordemos tan solo que también han estado la LOMCE  de Wert, que subvenciona escuelas segregadas y españoliza a los niños catalanes (se me olvidaba que los que adoctrinan son los independentistas), la Ley mordaza y la policía patriótica de Fernández Díaz y, lo más vistoso de todo, la corrupción que todo lo pringa.

El humo ciega tus ojos

La cuestión catalana sirve ahora para que se olviden estas cosas como perfecta cortina, pero antes era precisamente lo que Mariano Rajoy quería que pasara a la desmemoria colectiva ¿cómo? no haciendo nada: ha pasado seis años arrellanado en su despacho confiado de que la gente se olvidaría de los tiempos en que el entonces opositor en jefe se dedico a aventar la catalanofobia por los secanos de España para arrancar votos, apoyado por la fuerza manipuladora de TVE y los medios de comunicación controlados por la vicepresidenta, la que da y quita licencias de emisión y publicidad institucional (especialmente los medios del grupo Planeta, teledirigidos por el siniestro Mauricio Casals desde el vestíbulo del Palace, y, en menor medida, Mediaset, más interesada en la telerrealidad y el chafardeo). Esta coraza le protegió cuando salió a la luz que cobraba sobresueldos, que su partido está financiado irregularmente mediante comisiones y reforma sus sedes con dinero negro. ¿le seguirá sirviendo? Es probable, si hasta en los espacios deportivos de Antena 3 y La Sexta se habla más de Cataluña que de fútbol.

El milagro de la multiplicación de los independentistas

¡A por ellos, oe!
¿Panes y peces? Eso es calderilla, cosa de principiantes. En seis años de gobierno Mariano Rajoy ha conseguido lo que ningún nacionalista catalán pudo en la historia de la democracia: llenar las calles y las instituciones de independentistas. Cuando él llegó al poder sólo podía considerarse independentistas a once diputados del Parlament; ahora son 72 y tienen la mayoría.

El juego de la gallina

El problema no estaba en el 1 de octubre, una encuesta sin validez que habría pasado sin pena ni gloria ni consecuencias si desde Madrid no se hubiera respondido con sobreactuación, violencia e invocando a un patriotismo herido. Si había que intervenir en Cataluña para restaurar la legalidad debió ser después del 7 de septiembre, cuando en el Parlament esa mayoría independentista no sólo atropelló la Ley sino el propio reglamento parlamentario. Pero entonces ¿para que quería el gobierno central el famoso artículo 155 y la convocatoria electoral anticipada? A Rajoy le traen al fresco unas elecciones catalanas donde sabe que su partido, en el peor de los casos, quedaría reducido a fuerza extraparlamentaria y, en el mejor, se quedaría como estaba. Además unas elecciones entonces, tras el juego tramposo de los independentistas, eran terreno abonado para los partidarios del diálogo y los equidistantes.

Información ¿deportiva?
De la desidia que confiaba en las soluciones mágicas, el presidente del gobierno de España pirómano, cuando el mundo miraba a Cataluña, se vistió de bombero, pero ya había quemado todos los puentes e inutilizado los extintores. Sólo le quedaban la fiscalía (la misma que se chivaba a sus correligionarios corruptos cuando la UCO iba a por ellos: Sánchez-Maza, Catalá y otras ilustrísimas), las porras y las balas de goma (por cierto, prohibidas en Cataluña), Policía y Guardia Civil desplegadas  de forma tan desproporcionada como demuestra un ejemplo muy reciente: La Administración central ha enviado seiscientos efectivos a apagar el fuego en Galicia; a encenderlo en Cataluña envió diez mil. Al comprobar que nadie se creía su disfraz de apagafuegos, Rajoy volvió a encender el mechero y los suyos enarbolaron la bandera borbónica animando a la Policía a los sones de Manolo Escobar (ignorando que su "Y viva España" lo cantó primero una señora alemana) y el "¡A por ellos, oe!". Su más reciente paso hacia el precipicio (por el que no caerá él; nos precipitará a todos) ha sido cargarse la separación de poderes presionando para encarcelar a líderes independentistas y acosar al major de los Mossos, añadiendo gasolina al fuego (el mundo abertzale sabía cuán útil le era tener presos dispersos por todo el territorio para enarbolar sus fotos en manifestaciones. Todo nacionalismo necesita sus víctimas).

Es cierto que otras partes (independentistas y neutrales) pecan de una ingenuidad infinita creyendo que, escandalizada por las fotos de violencia policial en las portadas, Europa acudirá rauda a salvar a una Cataluña golpeada. Esa misma Europa que teme que las brasas del incendio catalán se expandan a Flandes, Córcega y otros territorios insurrectos. La misma a la que no preocupa tanto que la xenofobia y el fascismo florezcan en su seno. La misma que calumnia a las oenegés que salvan vidas en el Mediterraneo diciendo que fomentan una invasión migratoria (el ministro de Rajoy José Ignacio Zoido puso su voz a esa mentira), la Unión Europea que creó y financia matones libios que atacan a esos cooperantes.

Cálculo electoral

Claro, a Mariano Rajoy no le interesaban elecciones y calma cuando más necesaria era (haber intervenido para calmar las cosas después del despropósito parlamentario del 7 de septiembre). La paz no da votos y él no dialoga con quienes no son de la "buena estirpe". Los desprecia intelectualmente. Es mejor servirse de ellos ahora para destruirlos electoralmente después. Sabe que el seguidismo es la tumba del PSOE y que la gente no compra la equidistancia y la indefinición en que está Podemos. Los datos estadisticos de que dispone Rajoy señalan que alimentar el ultranacionalismo español le permitirá recuperar el apoyo de la extrema derecha -la militante y la sociológica cuñadil- que su anterior inactividad le ha hecho perder; así hace el camino a recuperar la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales.

Azuzando los odios territoriales Mariano Rajoy, a quien le importan un bledo Cataluña y España, logra que no se hable de sus corruptelas y su mala administración, pero nos lleva hacia el abismo. Gracias a la irresponsabilidad de nuestro presidente y de los gobiernos del Partido Popular, Cataluña y España están más alejadas que nunca y el terreno de juego tan arrasado que no hay otra solución , ni cercana ni lejana, que un referendum pactado, algo que tampoco quieren Ciudadanos ni los socialistas. Estamos viendo que estos últimos (para ésto no te votò la militancia, Pedro) no están por la única solución sensata para que Cataluña siga siendo parte de España: sacar al actual presidente de la Moncloa.

Los políticos con amplitud de miras y vocación de servicio son la excepción: los mediocres abundan en todo el mundo. En España los malos políticos son la norma. Un escritor poco sospechoso de progresismo, Arturo Pérez-Reverte, describía un país de bravos soldados con mandos torpes y codiciosos al servicio de gobernantes corruptos donde el mal gobierno, más que una práctica, es una tradición y una costumbre. No lo pudo expresar mejor el anónimo autor del Cantar de Mio Cid:

 Dios que buen vassallo si oviesse buen señor







domingo, 19 de febrero de 2017

Miseria moral

Una víctima del terrorismo al frente de una manifestación
por los presos
 El día en que ETA anuncia el abandono de la violencia, Bittori acude a la tumba de su marido el Txato, asesinado por el terrorismo, para contarle que ha decidido volver a la casa donde vivieron y donde la acosaron antes y después de aquel atentado que destrozó su familia. Se pregunta si podrá convivir con los acosadores. Así comienza Patria, la novena novela del donostiarra Fernando Aramburu, fenómeno de ventas y de crìtica en la España -y en la Euskadi- de 2016, cinco años después de aquella derrota -a medias si quieren- del terrorismo en nuestro país. La extensa y emocionante historia de ficción -con una base dolorosamente real- termina con la petición de perdón de un exterrorista y la concesión de ese perdón por parte de una víctima. A mediados de enero de 2017 la viuda de una víctima de ETA estuvo en la cabecera de la manifestación anual por los derechos de los presos y su acercamiento al País Vasco; hasta el diario La Razón informó de eso, aunque lo hiciera a su estilo. ¿un final feliz? Si se parece algo a eso será muy a pesar de alguna -bastante- gente.

El éxito de la obra, sobre todo en el País Vasco, cuando el terrorismo prácticamente no aparece entre las preocupaciones de la población, tiene una explicación que no gustará a los interesados en mantener a la sociedad en guardia permanente y en mentar la bicha siempre que puede -el miedo siempre da votos-: a los vascos y al resto de españoles les aburre la insistencia con las cuentas pendientes -entrega de las armas, disolución-, pero no es cierto que miren para otro lado por no ver un pasado que les avergüenza de silencio, degradación de una sociedad  y reacción tardía ante tanta sangre derramada; por el contrario hay demanda de memoria y de Historia -con mayúscula-, como hay esperanza. Se puede, tal vez se debe, perdonar, pero olvidar jamás.

Que en España ha habido utilización política del terrorismo etarra por parte de las fuerzas de la derecha es una verdad incontestable pero ya sabida; el problema es que sigan manteniendo el mismo discurso cinco años después de la derrota de ETA, una derrota que tienen la desfachatez de negar que se haya producido porque sería reconocer que se logró durante el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero, para ellos un títere de los terroristas -
Así eran las manifestaciones
de la AVT y  los compis de Rajoy
zETApe
se leía en sus pancartas-. Pero esa derrota, política, policial, judicial y dialéctica, tuvo lugar sin que esa banda asesina lograra uno solo de sus objetivos. Desde que llegó el poder Mariano Rajoy su gobierno y su partido se han dedicado a ocultarlo. El hoy presidente ya no encabeza manifestaciones y deja en manos de otros -el PP de Aznar y Mayor Oreja, el insignificante partido Vox, los medios controlados por Pedro J. Ramírez,  Federico Jiménez LosantosEduardo Inda o Julio Ariza- el discurso de que ETA no está derrotada porque la izquierda abertzale está de nuevo en las instituciones con Bildu, olvidando -¿?- que si lo está es legalizada por el Tribunal Constitucional porque en sus estatutos actuales rechaza explícitamente el terrorismo. Hace muy pocos meses, justo cuando se cumplían cinco años de la declaración de abandono de la violencia tuvimos que asistir a una pinza de hipocresía: el PP y Bildu se unieron en el Congreso para impedir una declaración unánime sobre el fin de ETA. Será que Dios los cría y ellos se juntan. Hace dos años a la entonces presidenta del PP Arantza Quiroga le costó duras críticas de los más contumaces y a la postre el puesto sus tímidos esfuerzos por acercarse al entendimiento. Su sucesora se anduvo con pies de plomo y volvió a la línea dura mejor vista en Génova, 13.

El gobierno actual oculta que el anterior logró el fin de la violencia porque si no lo hiciera tendría dificultades para explicar la actitud obstruccionista que Rajoy y los suyos mantuvieron entre 2004 y 2011 frente a cualquier intento de hablar de paz por parte de los gobiernos de entonces, Mariano Rajoy ostentaba por esos años la titularidad como jefe de una oposición que también ejercían como poderes fácticos El Mundo -el inventor de todas las conspiraciones-, la COPE, Intereconomía, la Conferencia Episcopal, la organización criminal Manos Limpias y la AVT de Francisco José Alcaraz. Volveré con esta última.

Pintada enalteciendo a los matones de Alsasua
En Patria Fernando Aramburu habla con dureza de los años de plomo en que Euskadi y la democracia española sufrieron en mayor medida que padeció el franquismo en sus estertores, y también del vacío de una sociedad  embrutecida en torno a víctimas, fuerzas de seguridad y sus familias -Alsasua aún hoy-. El novelista también habla de abusos policiales y guerra sucia pero no justifica ni explica con ellos el terrorismo y a los vascos que no comulgaban con él, el fanatismo que se contagiaba y penetraba en las familias. Su opción es la justicia. no la equidistancia, que sí lo era para Julio Medem en La pelota vasca (2003). Allí se situaban al mismo nivel el sufrimiento de las familias de asesinados que las molestias que sufren los familiares de etarras presos por tener que trasladarse a la otra punta de España para una visita. En nada de eso cae otro documental, El fin de ETA (Justin Webster, 2016), donde ese proceso final lo cuentan sus protagonistas -Jesús Eguiguren, Arnaldo Otegi. Baltasar Garzón, Alfredo Pérez Rubalcaba, algún responsable de Información de la Guardia Civil...- y están otras voces que no podían faltar -víctimas, antiguos etarras, el lehendakari Urkullu, el PP...

Tan bienintencionado como cobarde y fallido, el otro documental que cito, La pelota vasca, incluía una distinción planteada por el expresidente del PNV Xabier arzalluz en un raro momento de lucidez: no es lo mismo víctimas que asociaciones de víctimas. Por aquel entonces la AVT de Francisco José Alcaraz predicaba sus verdades desde la FAES, los púlpitos de la COPE o las páginas lisérgicas del semanario Alba. La conducta de Alcaraz y los suyos o de la Asociación Dignidad y Justicia de Daniel Portero, obsesionados con ser poderes fácticos, les deslegitimó para representar el dolor de tantos. Por eso a la derecha española le es recomendable la novela de Fernando Aramburu, igual que hoy le es imprescindible reconocer que el terrorismo se acabó hace cinco años con Rodríguez Zapatero, a pesar de las obstrucciones y el sabotaje con que esa misma derecha escribió una de las páginas más mezquinas de los cuarenta años de democracia española.


lunes, 31 de octubre de 2016

Las escopetas nacionales

Mariano Rajoy entrevistado en TVE 


Mariano Rajoy revalidado con la rendición incondicional de un PSOE domesticado por sus tradicionales nannies -PRISA, el bunker financiero de Bruselas, la gran banca, las empresas del Ibex 35...- que ha olvidado en pocos días su último y tímido amago de contestación -exigir una radio televisión pública despolitizada- mientras el Consejo de Informativos de RTVE daba cuenta del nuevo trimestre de manipulación y censura que ha precedido a la reelección. Su lista de denuncias es escalofriante -esos tertulianos que intentan criminalizar a víctimas de violación, las descalificaciones y mentiras contra rivales políticos del gobierno, el  ocultamiento de los escándalos de éste-, pero en los últimos meses se han podido ver otras muestras de un periodismo adocenado de servicio de orden que recurre gustoso a eufemismos y trampas verbales del gusto el poder. Fue el caso del presentador de Los Desayunos de TVE que llamó Centro de Acogida al Centro de Internamiento de Extranjeros -¿Campo de Detención no sería más exacto?- de Aluche donde se produjo una revuelta el 18 de octubre. Y en la misna casa la purga de profesionales desafectos es continua y creciente. Ya desde la misma llegada de Rajoy al gobierno a finales de 2011 se produjo la decapitación de los responsables de informativos de la etapa anterior y la toma de los puestos directivos y de control por gente procedente de TeleMadrid, COPE y La Razón que llegaron con la ideología puesta e historiales de denuncias por manipulación al servicio del Partido Popular y su gobierno. Desde  entonces las listas negras de profesionales desafectos crecen sin cesar.¿Desea algo más el señorito? es la frase más oída en cualquier cortijo, y RTVE es uno de ellos.

José Antonio Sánchez,
presidente de RTVE
También la mayoría de las radiotelevisiones autonómicas y municipales son cortijos de los ejecutivos regionales o locales que las crean y mantienen; yo, que he trabajado en una de las primeras, puedo atestiguarlo; en mayor o menor medida, pues no es igual el grado de control y manipulación, TeleMadrid, TV3, Canal 9, Castilla-La Mancha y Canal Sur son casos sonados; también por experiencia sé que aquí son más los casos d autocensura que de censura de arriba abajo; y eso ocurre porque los periodistas olvidan la valiosa máxima de que tu jefe es más tonto que tú y siempre se la puedes colar y tiemblan temerosos ante aquel infausto el que se mueve no sale en la foto - ni en la próxima lista electoral- que explica tanta abstención en la investidura del pasado sábado.

José Antonio Álvarez Gundín,
actual director de informativos de RTVE
Y si esto ocurre en los medios públicos audiovisuales, en los privados son las audiencias y la publicidad que éstas atraen los quemarcan de qué y cómo se informa; en España con el agravante de la excesiva y nociva concentración de la que el Parlamento Europeo ha alertado: el duopolio formado en la práctica por Mediaset y A3 Media obtiene el 86 por ciento de los ingresos publicitarios de toda la radio y la televisión en España. Pero aquí sólo lo ha denunciado un matrimonio de conveniencia de la extrema derecha -Intereconomía, Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos a través de la organización criminal Manos Limpias-, y no en nombre de la pluralidad sino de conseguir una porción mayor del pastel.

Julio Somoano,
jefe de informativos
de RTVE 2012-2014
Y si no hablamos solo del ámbito audiovisual, sino de la generalidad de los medios, la información no puede ser libre en una prensa muy debilitada por la crisis económica y sobreendeudada cuyos consejos de administración han caído en manos de un poder financiero aliado con el político y los grandes conglomerados del Ibex 35, y  de  -sobre todo las televisiones- las compañías de telecomunicaciones. Así el consejo de administración de Unidad Editorial está controlado por la banca italiana y en el de PRISA se sientan el Santander y Bancaixa. Es cosa sabida que en la prensa española no se informa de conflictos laborales en El Corte Inglés, de las tropelías globalizadas de Inditex, pero tampoco ningún medio español ha contado que por dos años consecutivos el banco de los Botín no superó las pruebas de estrés en los Estados Unidos. Fue significtivo ver como todos los diarios nacionales de un buen día de enero de 2015 compartieron la misma portada: una publicidad a toda página del Santander. El mundo de la comunicación ya no es el propietario de los medios; son otros los dueños.

En cuanto al grupo que preside Juan Luis Cebrián, la presión de los poderes económicos y políticos presentes en su consejo, tan interesados en la continuidad de las políticas de la derecha en el gobierno, se ensañó tanto en las posturas contrarias a la abstención de los socialistas y la figura de su entonces secretario general Pedro Sánchez que el exministro Josep Borrell tuvo que contestar en la SER a los virulentos y ofensivos editoriales de El País clamando que al secretario general del PSOE no lo podía destituir el presidente de PRISA -¡Vaya si podia!, y provocó en la redacción del diario una rebelión deontológica -que acabó en simple pataleo-  contra dicha línea editorial.

La dependencia de la publicidad privada es algo históricamente común en la prensa, pero no lo era tanto en democracia la actual dependencia excesiva de la publicidad institucional. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría -esa que los viernes decide a su antojo a qué periodistas de su agrado dar la palabra en la rueda de prensa que sigue al Consejo de Ministros- dedica el resto de la semana laborable a distribuir a discreción ayudas publicitarias favoreciendo generosamente a los medios más dóciles a los intereses de Moncloa y los ministerios.

Y así hemos llegado a la situación de esta segunda era Rajoy que nace, con unos medios de comunicación que han pasado de ser un cuarto poder o contrapoder a una extensión del poder. Poco importa si la titularidad es pública o privada. la información en la España de hoy es coto privado de caza.



jueves, 12 de mayo de 2016

El fango

¿Qué es corrupción? ¡Y tú me lo preguntas!... Pitorreos aparte, ese fenómeno que tanto nos preocupa según las encuestas y que tan poco cuesta según las urnas se podría definir de muy diversas formas según nos convenga, pero para no liarnos y que no nos líen lo mejor sería acogernos a la amplia definición que hace la Comisión Europea: "cualquier abuso de poder para obtener réditos privados", Esto nos sirve tanto para la mordida que es una costumbre sistémica en muchos países de los denominados en vías de desarrollo -si te roban o extorsionan en algunos Estados terminados en tan es muy probable que lo hagan policías, militares o funcionarios aduaneros- como para nuestras corruptelas políticas, institucionales o institucionalizadas: otorgar trabajos y facilitar negocios a cambio de comisiones, financiar organizaciones irregularmente, colocar a personas afines no capacitadas para cubrir un puesto, ocultar bienes o ganancias al Fisco o tener dinero, posesiones o empresas en paraísos fiscales, sobre todo si se ocupa un cargo público. Todo ello es indudablemente inmoral, pero puede ser ilegal o no serlo. Todo ello es corrupción y en la España de hoy nos llega hasta el cuello.

La he llamado corrupción política porque casi siempre se da en ese ámbito y sus cercanías y relacionada con la financiación ordinaria de los partidos, la extraordinaria de las campañas electorales y la gestión de los fondos públicos en lo tres niveles de la Administración, central, autonómica y local. Contra lo que pretenden determinados patriotas partidarios de la recentralización y sus palmeros mediáticos, las autonomías son el nivel menos corrupto de estos tres y es en el ámbito local donde se dan más irregularidades, pues la competencia urbanística y buena parte de la contratación pública corresponde a los ayuntamientos, estrangulados económicamente por el Estado desde la última modificación del Régimen local, y las diputaciones son el reino del nombramiento a dedo de expertos y asesores. El coste de la corrupción en España asciende nada menos que a un veinte por cierto del PIB y es cierto que la mayor porción cuantitativa de ese pastel -mordidas y contrataciones irregulares- se detrae en las administraciones menores, pero las llamadas manzanas podridas -policías sobornados, viajes particulares pagados con dinero público, mal uso de tarjetas- se dan sobre todo en la Admivistración del Estado y grandes empresas públicas y las cuantías defraudadas son menores.

Para calibrar la magnitud del problema nos encontramos con un obstáculo: en España la corrupción es una percepción social que aumenta en periodos de crisis y que no existe como delito. Los delitos tipificados que claramente implican corrupción -tráfico de influencias, cohecho, malversación y prevaricación, que a menudo aparecen juntos. Otras corruptelas como el amiguismo, el dedazo o la financiación ilegal - han quedado impunes o se han eternizado en los juzgados, pues en la legislatura presidida por Mariano Rajoy menos del cuarenta por ciento han llegado a sentencia, lo que no quiere decir condena.

Al hablar de corrupción solemos referirnos  a un lodazal en el que exclusivamente chapotean la política y el empresariado -algún responsable sindical también-. Como a falta de datos oficiales solo podemos saber de ella a través de los medios de comunicación, obviamos los corporativismos delmundo periodístico y el dicho de que entre bomberos no nos pisamos la manguera, pero el fango también cubre a algunos periodistas y los medios que les emplean por sus conexiones y complicidades políticas y comerciales. Era vox pópuli la retroalimentación simbiotica entre los gobiernos de Felipe González y el grupo Prisa. Estos días nos enteramos de que el expresidente ha favorecido los negocios del iraní Massoud Zandi con Juan Luis Cebrián para explotar minas en África. González llegó a grabar un vídeo presntando como emprendedor modelo al iraní, que ha llevado a la ruina a toda empresa en la que ha puesto el pie. Por otro lado cuando los llamados Papeles de Panamá han revelado los negocios petrolíferos del presidente de PRISA y el desvío de sus ganancias a paraísos fiscales, Cebián la ha emprendido a demandas a los mensajeros y ha depurado a quienes han osado referirse a sus componendas desde dentro de su imperio. Más fango mediático: el que expanden las filtraciones y montajes policiales dirigidos por el Ministerio del Interior y voceados por el digital OK Diario y su director.

Se cumplen cinco años desde que el movimiento ciudadano del 15-M tomó las plazas públicas, y algunos de los escándalos contra los que entonces reaccionó una parte de la población española siguen sin sentencia en los tribunales. El caso Nóos sienta en el banquillo, cinco años después, a la hermana y el cuñado del rey, pero el caso Gürtel de apropiación de fondos públicos con la cooperación necesaria de altos cargos y todo un partido político, que estalló hace ya siete años, ni siquiera ha llegado a juício oral. Una exministra del gobierno Rajoy, el yerno del expresidente Aznar y todos los tesoreros del Partido Popular están en el ajo, pero eso no implica más diligencia y sí más obstáculos. En lo que sí se han implicado órganos judiciales ha sido en silenciar toda esta corrupción y frenar cualquier tentativa de castigo y de cambio. Hemos visto a la Fiscalía y la Abogacía del Estado defendiendo a algunos presuntos corruptos -caso Noos-, a los responsables del reparto de causas dejando a otros en manos de jueces afines -caso Gürtel-. Nos queda por hasta dónde llega la Justicia en los nuevos escándalos aparecidos en los últimos meses -ayuuntamientos de Granada y Valencia, diputaciones valencianas, EREs, PSdGa, Operación Púnica, registro del PP de Madrid... el territorio de la corrupción se ampía a diario y el fango llega tan arriba que perdemos la visión y la perspectiva. De momento nos encontranos que el Tribunal Constitucional solo sirve para amenazar e impedir que se exprese la voluntad popular y que la Audiencia Nacional actúa como la heredera que es del Tribunal de Orden Público ((TOP) franquista y se emplea a fondo en perseguir y castigar la protesta y la desobediencia, sea la grabación de una carga policial o la actuación de unos peligrosos titiriteros.





jueves, 19 de noviembre de 2015

La matraca de siempre


Tras la elección de Margaret Thatcher como primera ministra del Reino Unido en la primavera de 1979, el desempleo se triplicó, después de que ya ocurriera lo mismo -también con la inflación- durante el trienio anterior liderado -es un decir- por el laborista James Callahan. En el caso de la Iron lady, hasta 1982 el paro paso de 1,2 millones a 3,6 millones de personas, y se mantuvo por encima de los tres millones hasta 1986. A lo largo del mismo periodo de la revolución conservadora, el número de parados de larga duración aumentó hasta superar el millón de personas. Se calculó que había treinta y cinco personas compitiendo por cada vacante. Durante este periodo también se reemplazó el empleo a tiempo completo por trabajos a tiempo parcial y cursos universitarios -muchos igualmente a tiempo parcial- que supuestamente servirían para reconvertir la mano de obra, con el fin de situarla a la altura de los requisitos del nuevo orden económico.  A lo largo de este periodo las estadisticas gubernamentales se politizaron más que nunca; con veintinueve cambios en la forma de calcular las cifras de desempleo se consiguió que, en la práctica, fuese imposible establecer el total real. Cientos de millares de personas desaparecieron de las listas del paro, con lo cual cada vez era más difícil acceder a subsidios y, además, sólo se contabilizaba como auténticos parados a quienes los percibían, en lugar de contabilizar a todos los solicitantes ¿les suena?
(datos extraídos de la novela de Irvine Welsh Skagboys -Ramdom House 2012, Anagrama 2014-).

La cartilla del paro británica
(la célebre UB40)
Cada vez que las derechas, con toda su carga intrínseca de ultraliberalismo económico y monetarismo, acceden al poder político -el económico siempre lo han manejado-  lo hacen con la promesa, el compromiso, el leitmotiv o la cantinela de que sólo sus fórmulas económicas y [anti]sociales rueden sacar al afortunado país que les vote del caos y la ruina en que lo dejaron las izquierdas.

El citado ejemplo histórico del thatcherismo demuestra que una y otra vez la prepotencia y la autoconfianza de estos alumnos y herederos de  la Escuela de Chicago se estrella de bruces con la terca realidad. Claro que cuando el inevitable fracaso queda patente, queda el recurso de falsear las cifras, como en la Gran Bretaña de Maggie, o de culpar a una herencia recibida muy difícil de asumir, igual que en la España de Mariano. Ellos no tienen la culpa de que la realidad sea tan irredenta y no se amolde a sus infalibles recetas. Aún hay muchos -también en nuestro país- que se tragan y repiten como papagayos el cuento de que, si las limpias de corrupción, las derechas son más eficaces, al menos en la gestión económica. Citan el milagro de la era Aznar olvidando, o ignorando, la privatización de empresas públicas regaladas a amiguetes o aquella nefanda Ley del Suelo que convirtió toda tierra en urbanizable dando lugar a la burbuja inmobiliaria.

Está todo meridianamente explicado en el documental de Michael Winterbottom La doctrina del shock (The shock doctrine, 2009) y en el libro homónimo de Naomi Klein que lo inspira (2007).

Los partidarios de esa carnicería económica y social siguen firmes en sus mandamientos: desregulación de las relaciones laborales, fobia e implacable persecución a los sindicatos, férreo control de salariosy prestaciones, privatización de empresas, externalizacion y recorte sistemático de los servicios sociales, promoción de los planes de pensiones, sanidad y enseñanza privadas, adelgasamiento del estado hasta el extremo que sólo le quede aliento suficiente para subvencionar y salvar a la libre empresa, derogar cualquier obstáculo a la libre competencia salvo el monopolio y el oligopolio privados. Su santoral lo forman entre otros Margaret Thatcher, Henry Merrit Paulson -secretario del Tesoro de Richard Nixon y George W. Bush- y el psiquiatra Ewen McGregor, pero su dios supremo e infalible es Milton Friedman, un Nobel de Economía tan merecido como el de la Paz de Henry Kissinger.

En la España de hoy, además de las políticas del gobierno Rajoy -las adoptadas al dictado de la troika y las de iniciativa propia-, tenemos bastantes ejemplos de estos hartibles que, a través de medios de comunicación que les pagan generosamente, ejercen de modernos evangelistas del capitalismo sin domesticar, todo su santoral y sus páginas de Linkedin: Daniel LacalleJuan Ramón RalloCarlos Rodríguez Braun... Dios los confunda aún más. Se les llena la boca con la palabra libertad: libertad para despedir. libertad para competir pagando sueldos sudasiáticos, libertad de matricular a los niños en caros colegios privados sostenidos con dinero público, libertad de no pagar impuestos e irse de rositas, Libertad Digital... y dale con la misma matraca.













domingo, 1 de noviembre de 2015

Cada día quedan menos (un holocausto alpujarreño)

Órgiva y El Carrizal hoy
Cuando la democracia  y la paz -o los sucedáneos de cada momento- han sido la norma y el entorno durante buena parte de nuestras vidas, el exterminio de toda una famila es una posibilidad que sólo concebimos unida a remotas guerras servidas por los telediarios o al equivocado fatalismo con que asistimos a los accidentes en carretera. Raranente están preparadas nuestras mentes para asumir la sistemática tala de un árbol familiar por causa de las ideas de quienes lo formaron.

Antonio López era electricista en Lanjarón; en febrero de 1936 fue elegido alcalde por el Partido Socialista. El 11 de agosto los rebeldes franquistas se llevaron a Antonio y dos de sus siete hijos junto a muchos de sus vecinos. Le obligaron a ver morir a Felix y Antonio, aquellos dos hijos, antes de fusilarle y sepultar su recuerdo junto a sus cuerpos fríos en el barranco del Carrizal. Unas semanas antes otro de sus hijos, Miguel, había sido asesinado en Torvizcón. La rabia homicida de los vencedores no se sació y persiguió a la familia hasta que seis años después de acabada la Guerra Civil otro hijo de Antonio, José María, fue acribillado a balazos en las tapias del cementerio de San José de Granada. Los asesinos robaron sus vidas y también sus pobres pertenencias: su pequeño taller de Lanjarón fue saqueado. Algunos de los muertos dejaron hijos, y al frente de la familia quedó la valerosa Dolores Mingorance, que tras sufrir años de prisión se fue consumiendo lentamente. Maribel, su nieta, cuenta que cuando murió Dolores no llegaba al metro de altura, encorvada bajo el peso del holocausto familiar. De pena no se puede morif -decía- si yo he sobrevivido al asesinato de un marido y cuatro hijos.

Los López Mingorance
De los hijos del matrimonio López Mingorance sólo una hija, Purificación, asistió al  cambio de siglo. Aunque residía en Barcelona, cada Día de Difuntos no faltaba para colocar unas flores en la cruz que a finales de 1975, cuando desapareció el principal sostén de aquella sanguinaria tiranía, lo que quedaba de la familia erigió en El Carrizal. Lo hizo hasta 2006, pues falleció en mayo de 2007. Cada día quedan menos. Con ella en el modesto homenaje siempre estaba su sobrina Maribel, cuyos recuerdos son los que durante décadas le han transmitido en voz baja lo supervivientes y cuya voz se quiebra con el recuerdo de su madre Isabel, que ni siquiera tuvo tiempo para acudir al humilde homenaje anual: apenas sobrevivió al franquismo. Maribel y su tía fueron los primeros familiares de los muertos del Carrizal que presentaron una denuncia en los juzgados. Pedían lo elemental: que se busque e identifique a los suyos si es posible o que al menos un hito más perdurable que su pobre cruz sometida a los vientos impida que quienes allí yacen sean sepultados por segunda vez. Sospechaban que la construcción de la autovía Granada-Motril y los diques de Rules sacaron a la luz restos y los hallazgos se silenciaron con tierra y hormigón como a veves ha ocurrido con los restos arqueológicos, en siniestra equiparación entre una vasija romana y una vida aniquilada. Hasta la fecha nadie ha dado explicaciones sobre los efectos -¿daños?- colaterales de esas obras, ya terminadas.

El barranco del Carrizal, donde yace lo mejor de la Alpujarra, guarda, siempre según estimaciones, unos cuatro mil cuerpos, muchos hoy cubiertos por olivares y tierras de labor, entre víctimas de la comarca y otras de la Desbandá de Málaga. Las instituciones andaluzas se comprometieron a impulsar la búsqueda e identificación de los represaliados de la Guerra Civil cuando lo soliciten los familiares; de eso se ha hecho bien poco, y menos desde que el gobierno Rajoy puso en en vía muerta la Ley de Memoria Histórica. Al menos este año la Junta de Andalucía señalizó  el barranco como Lugar de Memoria e instaló un monumento conmemorativo en el lugar de la vieja cruz, que unos vándalos pintarrajearon: ¡ROJOS NO!.

Peor han sonado los insultos a los muertos escupidos recientemente por cargos del Partido Popular:   el senador Villarrubias asegurando que no quedan más fosas que descubrir, o las barbaridades que les han costado sendas demandas a Pablo Casado y Rafael Hernando...  Puedo entender a Javier Cercas cuando en su reciente El impostor califica el término memoria histórica como un oxímoron porque -dice- mientras la memoria es individual y subjetiva la Historia es colectiva y aspira a ser objetiva. De acuerdo, pero los recuerdos, el dolor y los sentimientos de un individuo o individuos pueden ser más importantes que toda la Historia.

A aquellos individuos, los López Mingorance, sus parientes y sus vecinos, les queda poco más que las viejas fotos; las he visto, son rostros de miradas serenas, no feroces, pero que acusan a un régimen de muerte y terror que nos gobernó durante interminables décadas y al que sólo se puede sepultar enterrando el olvido, dejando que las tumbas cuenten su historia.

Actualización de un artículo publicado el Granada Hoy en octubre de 2003





domingo, 11 de octubre de 2015

Tres meses son una eternidad

La del 20 de diciembre ha sido una fecha escogida con pretendida astucia por Rajoy y sus muchachos para las elecciones generales. Saben que esa fecha encontrará a medio país viajando para pasar las fiestas con sus familias y al otro medio con la cabeza ocupada en lotería y gambas, no en papeletas y urnas; y saben que una alta abstención les beneficia, pues sólo el voto que busca pasar página a estos olvidables cuatro años se movilizará.  Hoy, a toro pasado, ante la incomprensión que el gobierno con el partido y los medios de comunicación que lo sostienen han mostrado ante lo ocurrido en Cataluña hace unas semanas, no podemos sino concluir que las generales debían haber coincidido con aquella cosa autonómico/plebiscitaria.  Cabe entender el terror de los populares a que entonces les hubiera ocurrido lo mismo en el conjunto de España: darse un gran batacazo y ser sobrepasados de lejos por Ciudadanos, pero deberíamos preguntarnos junto a Suso del Toro si podemos aguantar hasta finales de diciembre bajo la bota de un gobierno irresponsable esclavo de un españolismo interesado y sectario sobre el que se aupó a la Moncloa e incapaz del más mínimo gesto de diálogo.

A estas alturas lo único que podría salvar los muebles del PP - o precipitar el hundimiento, quién sabe- sería que Rodrigo Rato entrara en prisión antes de las elecciones. Vale que ver a un exvicepresidente y exdelfín de Aznar no dará buena imágen pero una fuga estilo Luis Roldán sería para ellos una catástrofe que podría costarles el puesto  a los ministros de Interior, Hacienda, Justicia y a la postre la Moncloa y las mamandurrias asociadas a todo el partido; antes corrían a despegarse de la pringosa sombra de Bárcenas, pero con Rato es diferente: casi nadie puede desvincularse y siguen sin faltar los elogios a su legado económico, incluso desde el actual gobierno y su claque mediática. Sólo en ésta última parece confiar el ejecutivo presidido por el gallego tranquilo. El primer movimiento sería levantar un muro de contención mediática junto a la Conferencia Episcopal; el segundo contar para la causa con ABC -más leído que La Razón- sin consultar al resto del grupo Vocento; y el tercero prodigar las apariciones simpáticas en parte del grupo A3Media. La Sexta, Cuatro,El País, buena parte de la prensa digital y, según el día, El Mundo siguen considerados territorio hostil. Respondiendo a la pregunta retórica de Del Toro, no, no podemos aguantar. Así las cosas tres meses -ya poco más de dos- son una eternidad.

domingo, 19 de abril de 2015

El agente naranja

Que el naranja es el color de moda no hay quien lo dude. Los responsables forman un partido político llamado Ciudadanos -antes el pequeño partido catalán Ciutadans, conocido sobre todo por sus cruzadas contra la inmersión lingüística y en favor de la escolarización en español (castellano para catalanes y latinoamericanos), poco más-; lo son ellos y unos medios de comunicación encandilados por todo lo nuevo y ávidos de explotar la telegenia de su líder Albert Rivera -es raro que aún no se haya cambiado a Alberto, como Vidal Quadras pasó de Alex a Alejo cuando se hizo habitual en Intereconomía- para sus rentabilísimas tertulias políticas. Apoyados en el acriticismo general de esos medios, los Rivera boys cultivan una imagen de centrismo que les está dando muy buenos resultados en las encuestas y en las recientes elecciones andaluzas. 

El ascenso de esta marea naranja parece imparable; ya casi todos hablan de Ciudadanos como elemento químico imprescindible en futuras fórmulas poselectorales, pero los analistas no van más allá de vaticinar que servirán para apuntalar mayorías absolutas para el Partido Popular -yo ni siquiera auguraría mayorías relativas para los muchachos de Rajoy- y los más audaces se atreven a calificarlos como la marca blanca del PP. Ya se han publicado datos sobre el pasado de Rivera -ya lo han pillado con el carrito...- entre los cachorros del PP, pero nadie osa mirar más hacia la derecha. Yo no hablaría de marea sino de un auténtico agente naranja con tanto efecto herbicida y desfoliante en la política española como el utilizado por los militares estadounidenses contra las cosechas y selvas vietnamitas. No es marca blanca del Partido Popular una fuerza que lo está adelantando por la derecha, y como pruebas tenemos sus propuestas recentralizadoras de la  administración y las ideas aportadas por su fichaje estrella, el economista ultraliberal Luis Garicano, algunas no tan nuevas -la apuesta por el Ave ya la criticó Izquierda Unida por social y ambientalmente dañina-, y otras abiertamente escandalosas, como la de la igualación del IVA, que gravaría de manera semejante productos de primera necesidad y de lujo. Este nuevo agente naranja está incluso aprovechándose de los efectos secundarios que provoca en los demás;  para su crecimiento exponencial se comporta como un ave carroñera alimentándose de los despojos de UPyD, que las hambrientas hienas del PP también codician. Algunos han calificado a Rivera como el candidato del Ibex-35; de momento el Wall Street Journal lo colma de elogios. Es para desconfiar ¿no creen?

Vídeo: Depeche Mode - Agent orange

miércoles, 31 de diciembre de 2014

La estrategia del cangrejo



No sé si el cangrejo es una metáfora adecuada para la involución. Basta observar a este humilde crustáceo para comprobar que el cangrejo camina de lado, no hacia atrás, como sí lo hace nuestra democracia en manos del gobierno de Mariano Rajoy. El año que termina y éste que comienza están siendo pródigos en la apertura de puertas a las tinieblas de un pasado que creíamos superado. Una información de eldiario.es ofrecía hace unos días un amplio listado de normas nuevas y viejunas destinadas a sumir este país en un abismo de derechos perdidos  y libertades recortadas. 

Fray Jorge Fernández Díaz
Nos las prometíamos muy felices con la defenestración de Alberto Ruiz Gallardón y su reforma de la Ley del aborto, pero olvidávamos que su sucesor prepara ya un duro retoque en lo referente a las chicas de 16 y 17 años. En principio puede parecernos razonable que una menor de edad  necesite autorización paterna para una dedcisión tan importante pero, al margen del drama que se viva en cada caso, por un lado está la petición de la ONU en sentido contrario y por otro se trata de una medida innecesaria cuando nueve de cada diez menores que han pedido interrumpir su embarazo lo hicieron acompañadas por sus padres. La citada in formación continúa enumerando barbaridades que el gobierno ha sacado adelante o ha incluido en su agenda: por ejemplo, la nueva Ley de enjuiciamiento criminal permitirá a la policía intervenir teléfonos particulares sin autorización judicial en casos urgentes. Lo mismo regirá para las comunicaciones postales y por correo electrónico. La ya aprobada Ley de seguridad ciudadana abunda en ejemplos de políticas represivas y contra la disidencia; el gobierno del Partido Popular no duda en falsear datos sobre conflictividad para buscar justificación a esta norma sin demanda ciudadana; así esta ley mordaza establece multas exorbitantes por evitar desahucios, realizar escraches o participar en manifestaciones no autorizadas; este mismo engendro legal legaliza la devolución en caliente de los inmigrantes que crucen ilegalmente las fronteras españolas.

 En otro orden de cosas se establece que si te metes en un marrón en el extranjero los gastos de repatriación correrán por tu cuenta cuando te hayas saltado la lista de riesgos asumibles y regiones recomendables para viajar que publica el Ministerio de asuntos exteriores; es decir, que si te secuestran en México o pillas el ébola en Sierra Leona, tú te las apañas; no haber ido o haber contratado un seguro privado de viajes. Acercándonos a asuntos más relacionados con la moral tenemos la entrada en vigor de la LOMCE consagra la religión como asignatura evalable y apoya a los centros privados que segregan a niños y niñas.  La Ley de parques nacionales que hemos heredado del exministro Arias Cañete consagra la puesta de los espacios protegidos a disposición de los particulares aficionados ala caza, actividad que, como se sabe, es muy querida por las élites políticas y económicas. La nueva Ley de propiedad intelectual, inspirada por los grandes grupos mediáticos nos ha dejado sin las noticias de Google, al imponer un canon obligatorio inasumible por un servicio gratuito y sin publicidad. El gobierno que dejó morir de inanición económica la Ley de memoria histórica cuando beneficiaba a los rojos  sufraga la búsqueda, traslado e inhumación en España de los voluntarios franquistas de la División Azul que desaparecieron en la antigua URSS, adonde acudieron a batallar a las órdenes de Hitler.
Así vieron a la División Azul los cromos de la época
Además la nueva Ley de reproducción asistida excluye explícitamente a lesbianas y mujeres solteras. Tampoco en lo económico este gobierno de la recuperación y el fin de la crisis está dispuesto a darnos alegrías, aunque se acerquen elecciones por partida doble: El IVA se mantiene como está, inuyendo ese IVA cultural del 21% que estrangula nuestras industrias creativa y del espectáculo; toca privatizar AENA y engrosar el gasto público asumiendo el rescate de las autopistas de peaje ruinosas; en definitiva, que si estos merluzos -ya hemos visto que como símil no sirve cangrejos- nos pillaron en crisis, ahora nos llevan a las más elevadas cimas de la miseria y la involución. Librarnos de ellos, siempre por vías pacíficas y democráticas, es una prioridad.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hagamos mucho ruido para que no se oiga lo que dice la gente (Nuevo homenaje a Cataluña, y a Canarias ya que pasaba por allí)

Se me recriminará opinar a toro pasado, no hablar hasta varios días después de lo ocurrido el 9 de noviembre, pero creo que no tenía por qué hacerlo. No soy catalán, ni residente ni en la diáspora, ni estoy en las filas de los poderosos que podían -debían- sentirse aludidos. Creo que lo sucedido el domingo en Cataluña fue una fiesta de participación aunque no se parecía ni de lejos a lo que debía haber sido: un referéndum con todas las de la ley como el de Escocia hace unas semanas y como los realizados antes en Québec, con todas sus consecuencias jurídicas. Pero la intransigencia de un poder central que esgrimía la Constitución y el statu quo  de 1978 como si fueran tablas de la Ley -y con ese poder me refiero al bipartito, que tanto monta...- impidió que fuera así, apoyados en esa cámara de horrores que es el Tribunal Constitucional, perros cancerberos del inmovilismo de las leyes nombrados por los partidos que las dictaron.

Y si unos con sus amenazas y su legalismo a ultranza negaron a la ciudadanía catalana su derecho a decidir su futuro, desde la otra trinchera, con tal de salvar la cara, lo redujeron a una pantomima sin más valor que el simbólico y sin garantías, simple derecho al pataleo. Todos han intoxicado con mentiras y medias verdades: desde el nacionalismo español identificando el ansia de decidir con el independentismo -con ello alimentaban al segundo, pero eso lo negarán y lo interpretarán como daño colateral-; obvian así que cabían posicionamientos personales como el de Duran i Lleida y como el de la veterana Mercè Bel. Ambos son pruebas de que la doble pregunta y la variedad de opciones hacían al referéndum catalán más democrático que el escocés. Cuando el president Lluis Companys proclamó el stat Catalá lo inscribía dentro de una República Federal Española que nunca existió, fíjense si había alternativas diferentes,  Desde el otro lado se utilizó el victimismo, el agravio y el Espanya ens roba.

En los
dos bandos se trataba de hacer ruido, ruido nacionalista para silenciar el paro, los recortes y los Pujoles, y ruido españolista para que no se constate la corrupción y la descomposición de un régimen moribundo. Mucho me temo que todo este ruido no ha cambiado nada. Como días antes, días después se sigue dinamitando cualquier posible avance. El govern de la Generalitat no sabe por donde tirar y agita el espantajo de unas elecciones adelantadas en las que triunfará la secesión -yo no tengo nada claro que las fuerzas independentistas sumen una mayoría suficiente que además deje de lado la lucha de clases-; mientras tanto una fiscalía dirigida desde el poder prepara acciones punitivas contra el president y los consellers al igual que las fuerzas de la Una, Grande y Libre -UPyD, ciutadan's, Vox, sectores del PP y la prensa heredera de El Alcázar- se quejan de que la policía no se incautara de las urnas y de que los tanques no entraran por la Diagonal -antes Avenida del Generalísimo-. Su actitud se asemeja a la de los protagonistas del único incidente del 9-N, los neofascistas encapuchados que entraron en un centro de votación de Girona para destrozar urnas y papeletas. Yestá también el caso de Canarias, donde el gobierno de Rajoy y los jueces guardianes de las esencias se han lanzado en tromba para impedir que la ciudadanía decida entre su modelo turístico y ambiental y las prospecciones petrolíferas promovidas por Repsol y su ministro amaestrado. ¿Por qué tanto miedo a la gente y a que ésta se exprese libremente? Ya se está impartiendo formación al ejército para sofocar revueltas ciudadanas,  pero a algunos no les basta ¡donde se ponga una guerra civil como Dios manda!

lunes, 20 de octubre de 2014

Aviso a los tres cerditos: Llegará san Martín

Miguel Blesa, Rodrigo Rato e Idelfonso Sánchez Barcoj han tenido que pasar por la Audiencia Nacional esta semana como presuntos ideólogos del escándaloso sistema de sobresueldos mediante tarjetas de crédito opacas otorgado a directivos y consejeros de Caja Madrid, hoy integrada en Bankia. Los dos primeros salieron del juzgado con la obligación de abonar millonarias fianzas civiles e incertidumbre sobre su futuro penal. Rato además une su clara reprobación social a su probable expulsión vergonzosa de un partido para el que sigue siendo un totem.


Dicen que la venganza se sirve fría ¿pero tanto? Los partidos y formaciones tocados por el escándalo se están tomando con muchísima calma la adopción de medidas de castigo. Y en casos como éste considero más efectivos los ajustes de cuentas y las  vendettas que esperar a que actúe la justicia de los hombres. Hasta ahora la impunidad y la sensación de disfrutarla ha sido lo que más ha alimentado la ambición de corruptos y cleptócratas. No creo mucho en el refrán que dice que a cada cerdo llega su san Martín, porque la experiencia nos muestra que no siempre es así, pero confío en que a estos tres cerditos y a los otros ochenta como ellos el lobo los encontrará; soplará, soplará, y sus casas, palacios y búnkeres derribará.

Video: El Pecho de Andy - Llegará octubre