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lunes, 27 de noviembre de 2017

El polígono de tiro de Scaramanga




Al principio de El hombre de la pistola de oro (The man with the golden gun. Guy Hamilton, 1974), la novena película de James Bond y una de las más logradas de la saga, encontramos al asesino Francisco Scaramanga, interpretado por Christopher Lee, que se entrena en un extraño polígono de tiro construido en una isla secreta de su propiedad y en el que un juego de espejos contrapuestos, figuras que representan a posibles rivales, obstáculos físicos y efectos ópticos sirven para generar confusión, ocultarse y agazaparse frente a cualquier enemigo aunque también puede distraerte para que dispares al blanco inadecuado. Al final de la cinta. el mismo complejo de trampas y engaños será el escenario del combate a muerte entre Scaramanga y el agente 007 (Roger Moore).
Veo claras similitudes entre aquella trama de engañifas, subjetividades que retuercen la realidad y artilugios para nublarla con lo que está ocurriendo en Cataluña en los últimos meses o, más exactamente, con las interpretaciones que le damos a la cuestión, a las conclusiones que extraemos y a las informaciones sobre ella, siempre interesadas, que nos ofrecen medios de comunicación, redes sociales (esas madrigueras de cuñados que son los grupos de guasap, los falsos perfiles de tuiter) y políticos de todo signo. Entre tanta niebla (artificial) se agazapan los gorilas.

Cuando los independentistas se lanzaron a convocar la consulta del 1 de octubre todos, salvo los creyentes  en las promesas del govern y la CUP  y en la fábula de una república libre, próspera y europea - dos millones, milloncejo arriba o milloncejo abajo, según el ábaco de la Generalitat, no son pocos crédulos- sabíamos que aquel referéndum era una pantomima sin garantías, validez legal ni capacidad para modificar la realidad. Por tanto, como ya opiné antes, lo más inteligente hubiera sido dejar a los conversos y los no tantos participar en su encuesta -inefectiva y tan poco fiable como las de Metroscopia para El País- y que luego los independentistas de corazón, al sentirse engañados, hubieran pedido cuentas a quienes les mintieron y les dijeron que las empresas harían cola para entrar en la nueva Cataluña,esa patria ideal donde sólo sobraban los cenizos y feixistes como Serrat, Coixet o Frutos. Pero, en lugar de eso, quienes gobiernan el Estado decidieron enviar lo que a ojos de muchos fue una invasión policial - las cargas, los golpes y los heridos en las portadas de todo el mundo se convirtieron en la nueva imagen de la marca España y son la verdadera causa de la caída del turismo en Cataluña durante el mes de octubre-, sacar las banderas conservadas en alcanfor del nacionalismo español y de paso resucitar a una ultraderecha agresiva que creíamos desactivada o en todo caso camuflada en los escaños de Ciudadanos y en algunos del PP.

La república de los ocho segundos
En este juego de espejos y espejismos lo siguiente fue el discurso del 10 de octubre ante el Parlament en el que Carles Puigdemont dijo asumir el mandato del pueblo de Cataluña expresado en referendum de convertirse en un Estado independiente en forma de república y acto seguido pidió al Parlament que suspendiera los efectos de dicho mandato. Acto seguido no hubo votación alguna. Desde luego está más claro que las aguas de Barcelona -y tanto como las del Canal de Isabel II- para quien lo quiera ver que no hubo declaración de independencia. Estuvo de más el intercambio entre presidentes de cartas, preguntas con amenaza implicita y respuestas ambiguas que siguió. Aquella interminable tarde y noche de envites y capitulaciones, con Uuus y Ooos entre los congregados en el Parc de la Ciutadella esperando el advenimiento e la república culminó en la firma por los independentistas de un documento que noera más que una declaración de intenciones, un compromiso de caminar hacia la independencia. Sin embargo, bastante más tarde se ha conocido que aquel 10 de octubre el Gobierno, ante la contingencia de un posible atrincheramiento de independentistas en la sede del Parlament, tenía preparada una intervención armada al más puro estilo Hollywood (ver  www.elplural.com/cataluna/2017/11/13/asi-querian-detener-puigdemont-300-marines-desde-el-aire-y-las-alcantarillas) ¡demasiadas películas de Stallone y de Seagal! Dos semanas después y tras un amago por parte del president de convocar elecciones como le pedía cualquiera con dos dedos de frente, el Parlament aprobó la declaración unilateral de independencia que nunca existió. La presidenta engañó a los suyos y a los contrarios: la declaración firmada en la noche del día 10 se recogió en una exposición de motivos que no tiene efectos jurídicos, mientras que lo que aprobaron los 72 diputados de Junts Pel Si y la CUP fue el articulado que instaba al Govern a aplicar la denominada Llei de Transitoriedad: no hubo DUI por ningún lado, la bandera monárquica siguió ondeando en Sant Jaume y la decisión no se publicó en boletín oficial alguno. Fue un fake más (ver www.gurusblog.com/archives/no-ha-habido-declaracion-unilateral-de-independencia-the-fake-dui/28/10/2017/).

Sin embargo, puesto que el gobierno de Mariano Rajoy y la mayoría de medios de comunicación estatales dieron por hecho que sí hubo tal DUI, se procedío a cumplir la amenaza de suspender la autonomía catalana; aunque Rajoy contó para ello con el apoyo del PSOE y el entusiasmo impaciente de Ciudadanos para poner en marcha el artículo 155 de la Constitución no los necesitó, pues la tramitación de dicho artículo en el Senado -cámara que controla absolutamente gracias a una ley electoral injusta- fue al menos tan irregular como la aprobación de las leyes de referendum y transitoriedad los días 6 y 7 de septiembre en el Parlament de Cataluña. Entre el 21 y el 27 de septiembre, cuenta una senadora de designación autonómica, se cometieron toda clase de desmanes en el Senado: Se empezó a tramitar incluso antes del Consejo de Ministros, sin pasar por la Junta de Portavoces lo que se sometía a votación y sin dar tiempo a la oposición de presentar alegación ni modificación alguna; una imposición  de la mayoríaen toda regla como la que permitió Carme Forcadell mes y medio antes en Barcelona.

Forcadell fue el objeto de otro bulo que circuló por las redes sociales y algún digital: tras pasar un día en la cárcel por orden de la Audiencia Nacional y salir bajo fianza, ante el magistrado del Supremo la presidenta del Parlament disuelto declaró que aceptaba la realidad de la aplicación del 155, pero en ningún momento dijo estar arrepentida ni renegó del soberanismo, como sí se decía en una versión manipulada del auto judicial del 10 de noviembre que se publicó en Libertad Digital y circuló por las redes y que eminentes tuiteros como el economista ultraliberal José Carlos Díez creyeron y ayudaron a difundir.

Marta en ocasiones ve muertos
Otra especialista en espejismos y cortinas de humo ha resultado ser la dirigente de ERC Marta Rovira, quien se sacó de la manga, como han acabado reconociendo sus propios correligionarios que antes la creían a pies juntillas, que el gobierno central había amenazado con llenar las calles de sangre. Lo preocupante es que la candidata que en ocasiones ve muertos será una más que probable consellera, e incluso presidenta, del próximo govern. Sorpresas te da la vida, y más aún cuando se camina sobre arenas tan resbaladizas: a la lista de marxistas (de Groucho) se ha unido últimamente el autodeclarado president en el exilio. Después de defender contra viento, marea y razón que nadie negaría la europeidad de una república independiente catalana, a la que nadie negaría su lugar entre los estados de la Unión, le bastó con hacer el ridículo entre los compatriotas de Tintín y ser tomado a mofa en las cancillerías europeas para convertirse de la noche a la mañana en un furibundo eurófobo que plantea a los catalanes un referéndum -otro más- sobre la continidad en la Europa comunitaria: un catalexit o algo así. ¿Cuál será la próxima maniobra de distracción de camino al frenopático? ¿desgajarse físicamente de la Península Ibérica al estilo de La balsa de piedra de Saramago?

Elagente Cipollino contra Cospedal
Hay que volver a tratar del gobierno central del Partido Popular. Del mismo modo que tras los atentados del 11-M montó de inmediato una teoría de la conspiración sobre la autoría de los ataques que más le convenía y entonces el diario El Mundo fue el altavoz de la conspiranoia, ahora ha imaginado  unos malos aún más esperpénticos detrás del independentismo catalán y esta vez con la inestimable ayuda de El País: una trama de hackers rusos y venezolanos. Renovarse en la mentira o morir. Primero salieron con el cuento los ministros Méndez de Vigo y Cospedal; después el mismísimo presidente Rajoy le vendió la moto a Carlos Herrera en una forma tan enrevesada que haría palidecer de envidia a Antonio Ozores.Putin, Maduro y Puigdemont, armados con sus ipads, conspirando contra el Occidente cristiano; sólo falta Espectra!- y la ministra de Defensa se tragó la broma en directo de unos humoristas rusos según la cual el president en fuga era el agente secreto Cipollino al servicio del Krenlim. Esta chusca colección de despropósitos me recuerda mucho al disparatado argumento de una película estrenada ¡con notable éxito comercial! en plena era Reagan, Amanecer rojo (Red dawn. John Milius, 1984): Aprovechando que los verdes pacifistas gobiernan Alemania y han dejado Europa desarmada ante el expansionismo rojo, tropas soviéticas, cubanas y ¡nicaragüenses! invaden los Estados Unidos para implantar el comounismo in the home of the brave and the land of the free.
Ciberputin contra la unidad de España
De tal manera se han creído su propia mentira que el presidente la ha planteado en las comunidades europeas-¡horror,









*Algo ha sido modificado en la política de compartir enlaces de Google que me ha impedido enlazar algunas noticias sobre los temas tratados. He incluido entre paréntesis y en cursiva las direcciones de esas noticias para copiar y pegar en el navegador,

viernes, 20 de octubre de 2017

Tratado del mal gobierno



En épocas remotas -existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- 
se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre 
tanto en lo físico como en lo psíquico.
Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente -era un hecho objetivo que los hijos de "buena estirpe" superaban a los demás-
han sido confirmados más adelante por la ciencia:
desde que Mendel formulara sus famosa "Leyes"
nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual,
no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación.
(Mariano Rajoy Brey,
diputado de Alianza Popular en el Parlamento gallego
Faro de Vigo, 1983)

"Incompatibilidades, fijación de horarios rígidos, impuestos -cada vez mayores y más progresivos-. igualdad de retribuciones... En ellas no se atiende a criterios de eficacia, responsabilidad,capacidad, conocimientos, méritos, iniciativa y habilidad. Sólo importa la igualdad, el fin al que se subordinan todos los medios". Esto también decía un Rajoy de veintiocho años y desde entonces no parece haber cambiado mucho su discurso sobre la estirpe (eso de la esencial desigualdad de los seres humanos, que los divide entre superioes e inferiores es una idea antigua que está detrás de alguna que otra guerra y persecución) y no me extrañaría que el presidente del gobierno español durante los últimos seis años aspire a que a su retiro el rey le premie con un título nobiliario con el que inaugurar su propia estirpe aristocrática -¿no lo consiguió Suárez?-. A tenor de lo que le escuchamos el pasado 3 de octubre, Felipe VI le otorgará gustoso ese honor -otra cosa es que nosotros lleguemos a ver la retirada de Rajoy-. Adonde es seguro que el pontevedrés non grato en su ciudad y sus reprobados gobiernos pasarán es a la borgiana Historia Universal de la Infamia. Todos ellos han estado redactando incansables un grueso tratado del mal gobernar.

Por proximidad en el tiempo y por gravedad he de referirme a la cuestión catalana como el más claro ejemplo de lo que no se debe hacer desde el Consejo de Ministros y que los gabinetes presididos por Mariano Rajoy han hecho. Lo del pasado 1 de octubre (el ridículo del referendum supuestamente desmantelado -no se votará, decían-, la represión, la catalanofobia) fue narrado de muy distinta forma en los medios de comunización extranjeros y unos cuantos digitales de aquí de como lo hizo la mayor parte de la prensa española seria. También es casi imposible encontrar una versión no sesgada de lo ocurrido inmediatamente antes (unos brutales atentados terroristas que fueron utilizados políticamente por unos y otros y con mala fe desde un Ministerio del Interior que recurrió a la policía política creada por Fernández Díaz  para boicotear y difamar a la Policía Autonómica, calles tomadas, detenciones y citaciones) y lo que vino inmediatamente después (las diferentes interpretaciones de lo ocurrido, la guerra de banderas, la declaración de independencia con freno y marcha atrás, la respuesta de Moncloa, lenta y blanda para algunos como Ciudadanos y El Mundo, una fuga de empresas lógica ante el despropósito  y el delirio independentista que está siendo incentivada por el Ministerio de Economía y magnificada por los medios de comunicación del establishment unionista, las llamadas al diálogo en los oídos de sordos, las amenazas gangsteriles de Babyface Casado- Incluso hay algún lunático iluminado. deseoso de ver los tanques entrando por la Diagonal, para quien Mariano Rajoy y su prensa -¡La Sexta, Cuatro y RTVE!- conspiran con el independentismo para romper España. ¡Es tan tierno Federico!.
Hostias como panes
En Madrid los partidos de orden (PP, PSOE y C's) se han puesto las orejeras y han decidido intervenir Cataluña sin que les importe lo que diga su president (no hace falta ser Hércules Poirot para deducir de su última epístola a los genoveses que no puede haber declarado la independencia quien advierte que la declarará si no hay diálogo). Nos da igual lo que diga un señor que está fuera de la ley, declararon a coro Martínez-Maillo, Girauta y Ábalos (Apoyaremos cualquier cosa que el gobierno decida hacer, sea lo que sea, declaró Rivera con adhesión inquebrantable). Hablando se entiende la gente, vamos.

Parece que en España no hay hoy otro asunto que Cataluña, pero Mariano Rajoy lleva seis años al timón y antes estuvo otros siete al frente de la oposición más irresponsable y vandálica que pueda tener un país democrático, y en todo este tiempo mirando pasar las nubes y pronunciando frases incomprensibles para salir en los memes, de Cataluña sólo le interesaba lo que publicaba el Marca sobre el Barça, mientras sus asesores en la Moncloa y en los medios amigos avivaban el fuego de Cataluña para producir humo tras el que esconder corruptelas, recortes y mala gestión.

Las verduras de la escalivada

Emplear el secesionismo catalán como cortina de humo no es una practica exclusiva de Mariano Rajoy, su gobierno y su partido. Artur Mas, el político que nunca creyó en la independencia -ese concepto anticuado y oxidado, decía hace quince años-,un buen día,  cuando se veía en apuros por los registros en las sedes de su partido, los procedimientos judiciales del 3% y la impopularidad de sus recortes, se fijó en las multitudes que llenaban las calles cada Diada y mentalmente tradujo el número de asistentes en votos. Como Saulo al caer del caballo, Artur vio la luz de la independencia. Este concepto se convirtío en el principal y único de sus programas electorales. Aún así en las elecciones de 2012 le salió el tiro por la culata: pocos se creyeron la súbita conversión de un hijo, nieto y bisnieto de la vieja burguesía catalanista, esa de fábricas textiles, torres en Pedralbes y somatenes. De modo que se alió con sus rivales naturales de Esquerra Republicana, hizo con la extrema izquierda independentista un pacto de no agresión tan chocante como el de Molotov y Von Ribbentrop en 1939 y otorgó a las siguientes autonómicas un autoproclamado caracter plebiscitario. Ni aún así ganó el presunto plebiscito; así que, para garantizar para su partido las altas cotas de poder que estaba acostumbrado a disfrutar, tuvo que refundarlo y rebautizarlo y él mismo sacrificarse: el independentista converso Mas cedió el protagonismo al independentista de cuna Puigdemont que pilota el Procès hacia la separación dirigido como un títere por un par de colectivos a los que no ha elegido nadie (Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural) y prisionero de unos gamberretes con indigestión de trotskismo y ultranacionalismo a la kosovar (la CUP,  cuyo idioma no es el catalán ni el castellano, sino la okupación, la algarada y la quema de banderas y fotos). La habilidad de tan excéntrica alianza ha estado en lograr que millones de catalanes compren la quimera de una república independiente próspera, europea, reconocida por todo el orbe y que camina sin lastres hacia la felicidad.

¡Ojo!.aún hay más verduras en la escalivada, porque en la otra trinchera también aviva el fuego alguna asociación de guardias civiles -la Unificada- que desdoran la labor de esos compañeros suyos que vigilan y detienen a los corruptos, fiscales y jueces a quienes la palabra independencia les suena a swahili y un grupo de catalanes a quienes tampoco ha votado nadie y piensan que para representar a la sociedad civil basta con bautizarse como Sociedad Civil. Estos otros no electos gritan que quieren dejar de ser la mayoría silenciosa, aunque nunca han demostrado ser la mayoría. Su Puigdemont a prisión de hace dos domingos me recuerda tanto a aquel Tarancón al paredón de hace cuarenta años. Puede que la historia no se repita pero rima.

Aquellos maravillosos años

Hasta el párrafo anterior me he estado refiriendo al Nuevo Testamento  de esta historia (Los hechos de los gobiernos de Rajoy, a los que volveré), pero para entender la actual crisis de Estado hay que retrotraerse aún más.  En el haber de Mariano Rajoy constará siempre haber encendido la mecha del polvorín. En el principio estaba él: En 2007 el Govern presidido por Pasqual Maragall presentó una amplia reforma del Estatut de autonomía aprobada mayoritariamente en el Parlament y ampliamente refrendado por el pueblo catalán. El Congreso de los Diputados también le dio el visto bueno tras una rebaja bipartidista de su graduación que el infame Alfonso Guerra calificó de cepillao. No era bastante para un PP insaciable que surfeó sobre una ola de catalanofobia en el resto de España (el primer boicot al cava, por ejemplo) con la que abrío el camino a su mayoría absoluta (como siempre se trataba de ganar votos minando la estabilidad y la paz). El propio líder de la oposición salió a la calle y sus fieles le ayudaron a reunir cuatro millones de firmas (no sé si la cifra tiene la fiabilidad
 del recuento de votos en la consulta del 1 de octubre), con las que apoyó un recurso de inconstitucionalidad. Los plazos del Tribunal Constitucional son los que son y en 2010 llegó la sentencia que de un texto con amplio refrendo democrático eliminaba fueros que sí permanecen -y con manga más ancha incluso- en otros estatutos de autonomía reformados como los de Andalucía y Valencia. Por tanto Cataluña lleva siete años con un Estatut recortado y siendo menos autónoma que otras comunidades que se consideran nacionalidades históricas. Y todo gracias a un registrador de la propiedad pontevedrés y a  jueces de su misma pasta.

Tiempo de gobernar

Arreciaba la -hasta ahora- última crisis del capitalismo cuando Mariano Rajoy llegó al Palacio de la Moncloa gozando de una amplia y cómoda mayoría absoluta en el Parlamento, mayoría de la que apenas necesitó alardear, pues durante su primer mandato recurrió a menudo al decreto ley. Con la economía del país hundida por culpa del hundimiento financiero global y el estallido de la burbuja inmobiliaria local, era imprescindible una intervención económica internacional (a la que el ejecutivo socialista anterior ya había abierto las puertas). Aunque en el entorno gubernamental y sus altavoces mediáticos la palabra rescate fue proscrita, la inyección de dinero a la Banca española alcanzó una cifra que puede ir de 40.000 a 60.000 millones de euros que supuestamente no iba a repercutir en los contribuyentes pero que seguirá saliendo de nuestros bolsillos durante décadas. La salida del pozo, hundida la construcción, fue encomendada a otro monocultivo, el turismo, y el país de albañiles se convirtio en un país de camareros, mal pagados, con contratos precarios y a menudo fraudulentos (que no pueden sostener el sistema de pensiones) y sin apenas derechos laborales. La Reforma Laboral de 2012 legalizó un nuevo esclavismo. La otra hormona del crecimiento económico. (empleada en distinta escala, por todos los gobiernos desde Felipe González) fue la privatización de casi todo: AENA, los ferrocarriles, la seguridad de las prisiones, además de los sucesivos intentos de privatizar la salud púbica (la Justicia tumbó a medias algunas decisiones en las comunidades de Madrid y Valencia, pero siguen adelante practicas privatizadoras como las del gobierno nacionalista catalán y el socialista de Andalucía). Los canarios no podrán olvidar las prospecciones petrolíferas de Repsol impuestas a la fuerza por el entonces ministro Soria, ni los tarraconenses los terremotos causados por el almacén de gas por cuyo abandono ahora tenemos todos que indemnizar ¡! a ACS.
Se salió de la recesión, sí, y aseguran que hemos dejado atrás la crisis. Esto último es más que discutible, pues no hay milagro económico; detrás de las relumbrantes cifras de las que cada primero de mes alardean el portavoz del gobierno y la ministra de empleo, lo que hay son salarios y pensiones que prácticamente no suben y pierden poder adquisitivo, niños que van al cole sin desayunar y trabajadores que saben bien lo que es la pobreza.

 No todas las calamidades de estos seis años han sido económicas. Sin querer hacer una crónica exhaustiva de estos tiempos, recordemos tan solo que también han estado la LOMCE  de Wert, que subvenciona escuelas segregadas y españoliza a los niños catalanes (se me olvidaba que los que adoctrinan son los independentistas), la Ley mordaza y la policía patriótica de Fernández Díaz y, lo más vistoso de todo, la corrupción que todo lo pringa.

El humo ciega tus ojos

La cuestión catalana sirve ahora para que se olviden estas cosas como perfecta cortina, pero antes era precisamente lo que Mariano Rajoy quería que pasara a la desmemoria colectiva ¿cómo? no haciendo nada: ha pasado seis años arrellanado en su despacho confiado de que la gente se olvidaría de los tiempos en que el entonces opositor en jefe se dedico a aventar la catalanofobia por los secanos de España para arrancar votos, apoyado por la fuerza manipuladora de TVE y los medios de comunicación controlados por la vicepresidenta, la que da y quita licencias de emisión y publicidad institucional (especialmente los medios del grupo Planeta, teledirigidos por el siniestro Mauricio Casals desde el vestíbulo del Palace, y, en menor medida, Mediaset, más interesada en la telerrealidad y el chafardeo). Esta coraza le protegió cuando salió a la luz que cobraba sobresueldos, que su partido está financiado irregularmente mediante comisiones y reforma sus sedes con dinero negro. ¿le seguirá sirviendo? Es probable, si hasta en los espacios deportivos de Antena 3 y La Sexta se habla más de Cataluña que de fútbol.

El milagro de la multiplicación de los independentistas

¡A por ellos, oe!
¿Panes y peces? Eso es calderilla, cosa de principiantes. En seis años de gobierno Mariano Rajoy ha conseguido lo que ningún nacionalista catalán pudo en la historia de la democracia: llenar las calles y las instituciones de independentistas. Cuando él llegó al poder sólo podía considerarse independentistas a once diputados del Parlament; ahora son 72 y tienen la mayoría.

El juego de la gallina

El problema no estaba en el 1 de octubre, una encuesta sin validez que habría pasado sin pena ni gloria ni consecuencias si desde Madrid no se hubiera respondido con sobreactuación, violencia e invocando a un patriotismo herido. Si había que intervenir en Cataluña para restaurar la legalidad debió ser después del 7 de septiembre, cuando en el Parlament esa mayoría independentista no sólo atropelló la Ley sino el propio reglamento parlamentario. Pero entonces ¿para que quería el gobierno central el famoso artículo 155 y la convocatoria electoral anticipada? A Rajoy le traen al fresco unas elecciones catalanas donde sabe que su partido, en el peor de los casos, quedaría reducido a fuerza extraparlamentaria y, en el mejor, se quedaría como estaba. Además unas elecciones entonces, tras el juego tramposo de los independentistas, eran terreno abonado para los partidarios del diálogo y los equidistantes.

Información ¿deportiva?
De la desidia que confiaba en las soluciones mágicas, el presidente del gobierno de España pirómano, cuando el mundo miraba a Cataluña, se vistió de bombero, pero ya había quemado todos los puentes e inutilizado los extintores. Sólo le quedaban la fiscalía (la misma que se chivaba a sus correligionarios corruptos cuando la UCO iba a por ellos: Sánchez-Maza, Catalá y otras ilustrísimas), las porras y las balas de goma (por cierto, prohibidas en Cataluña), Policía y Guardia Civil desplegadas  de forma tan desproporcionada como demuestra un ejemplo muy reciente: La Administración central ha enviado seiscientos efectivos a apagar el fuego en Galicia; a encenderlo en Cataluña envió diez mil. Al comprobar que nadie se creía su disfraz de apagafuegos, Rajoy volvió a encender el mechero y los suyos enarbolaron la bandera borbónica animando a la Policía a los sones de Manolo Escobar (ignorando que su "Y viva España" lo cantó primero una señora alemana) y el "¡A por ellos, oe!". Su más reciente paso hacia el precipicio (por el que no caerá él; nos precipitará a todos) ha sido cargarse la separación de poderes presionando para encarcelar a líderes independentistas y acosar al major de los Mossos, añadiendo gasolina al fuego (el mundo abertzale sabía cuán útil le era tener presos dispersos por todo el territorio para enarbolar sus fotos en manifestaciones. Todo nacionalismo necesita sus víctimas).

Es cierto que otras partes (independentistas y neutrales) pecan de una ingenuidad infinita creyendo que, escandalizada por las fotos de violencia policial en las portadas, Europa acudirá rauda a salvar a una Cataluña golpeada. Esa misma Europa que teme que las brasas del incendio catalán se expandan a Flandes, Córcega y otros territorios insurrectos. La misma a la que no preocupa tanto que la xenofobia y el fascismo florezcan en su seno. La misma que calumnia a las oenegés que salvan vidas en el Mediterraneo diciendo que fomentan una invasión migratoria (el ministro de Rajoy José Ignacio Zoido puso su voz a esa mentira), la Unión Europea que creó y financia matones libios que atacan a esos cooperantes.

Cálculo electoral

Claro, a Mariano Rajoy no le interesaban elecciones y calma cuando más necesaria era (haber intervenido para calmar las cosas después del despropósito parlamentario del 7 de septiembre). La paz no da votos y él no dialoga con quienes no son de la "buena estirpe". Los desprecia intelectualmente. Es mejor servirse de ellos ahora para destruirlos electoralmente después. Sabe que el seguidismo es la tumba del PSOE y que la gente no compra la equidistancia y la indefinición en que está Podemos. Los datos estadisticos de que dispone Rajoy señalan que alimentar el ultranacionalismo español le permitirá recuperar el apoyo de la extrema derecha -la militante y la sociológica cuñadil- que su anterior inactividad le ha hecho perder; así hace el camino a recuperar la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales.

Azuzando los odios territoriales Mariano Rajoy, a quien le importan un bledo Cataluña y España, logra que no se hable de sus corruptelas y su mala administración, pero nos lleva hacia el abismo. Gracias a la irresponsabilidad de nuestro presidente y de los gobiernos del Partido Popular, Cataluña y España están más alejadas que nunca y el terreno de juego tan arrasado que no hay otra solución , ni cercana ni lejana, que un referendum pactado, algo que tampoco quieren Ciudadanos ni los socialistas. Estamos viendo que estos últimos (para ésto no te votò la militancia, Pedro) no están por la única solución sensata para que Cataluña siga siendo parte de España: sacar al actual presidente de la Moncloa.

Los políticos con amplitud de miras y vocación de servicio son la excepción: los mediocres abundan en todo el mundo. En España los malos políticos son la norma. Un escritor poco sospechoso de progresismo, Arturo Pérez-Reverte, describía un país de bravos soldados con mandos torpes y codiciosos al servicio de gobernantes corruptos donde el mal gobierno, más que una práctica, es una tradición y una costumbre. No lo pudo expresar mejor el anónimo autor del Cantar de Mio Cid:

 Dios que buen vassallo si oviesse buen señor







lunes, 21 de agosto de 2017

Berlín a vista de ángel (30 años sobrevolando Tiergarten)



Se cumplen ahora treinta años desde que el jurado del festival de Cannes otorgara su premio al mejor director a  Wim Wenders por El cielo sobre Berlín. Con justicia este alemán nacido en 1945 es una de las figuras más controvertidas del cine europeo -y no únicamente: también ha rodado en y para los Estados Unidos-: ha sido capaz de lomejor y de lo peor. Aunque desde mi propio punto de vista  uno de los momentos más inspirados de su filmografía es esta historia de ángeles que vacilan entre su espiritualidad y la carnalidad mientras insuflan su aliento protector sobre los hombres y enfrentan la realidad y los cambios de una ciudad en cuyo asfalto, cuyas piedras y cuyos rincones se contiene la historia de Europa. No todos estarán de acuerdo conmigo.

Dos ángeles guardianes, Cassiel y Damiel, tienen asignada la ciudad de Berlin, con el Muro aún en pie dividiéndola en dos. Están allí desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sin poder cambiar el curso de los acontecimientos, llenos de compasión e impotencia, intentando insuflar esperanza a los humanos que ven más perdidos, pero no siempre consiguiéndolo. Son invisibles, aunque no para los niños, que aún se hacen preguntas que los adultos han dejado de cuestionar, y algunos adultos sencillos. Son testigos de la torturada historia de la ciudad y espías de las historias y pensamientos cotidianos de sus gentes; hasta que a uno de ellos se le ocurre enamorarse y sacrifica su inmortalidad por una joven trapecista y por el derecho a sentir como los humanos.

El cine debe intentar otra vez serle útil a los hombres, dijo Wim Wenders con ocasión del estreno de Der Himmel Über Berlin (estrenada en español como El Cielo sobre Berlín y también como Las Alas del Deseo), una pelìcula que lleva al extremo su cuestionamiento del lenguaje cinematográfico y de la narración tradicional apuntado en El estado de las cosas (Der stand der dinge, 1982). La presencia de una trapecista como desencadenante del amor y el deseo humano no es una metáfora casual: El Cielo sobre Berlín fue un salto mortal sin red, por el riesgo permanente de que se rompiera el equilibrio entre documento, fábula, reflexión filosófica y observación sensual de la realidad, y por el empleo de un texto volunariamente literario con imágenes al mismo tiempo inverosímiles y metafóricas. La permanente amenaza es caer en la pedantería y la vacuidad, un umbral que Wenders traspsa en algunas de sus obras de los años 90 y 2000. Sin embargo en aquella ocasión se mantuvo el justo equilibrio y El Cielo sobre Berlín se convirtió en un film tan insólito como embriagador.

Uno de los grandes misterios de esta historia creada por Wenders y el poeta y novelista Peter Handke es que sabe ser a la vez profundamente optimista y muy triste.

Vemos al comenzar la película a un ángel -Damiel, interpretado por Bruno Gantz- contemplando la ciudad de Berlín desde la estatua dorada de Niké que corona la Siegessäule o columna de la Victoria de Tiergarten. Sus alas se diluyen para que pueda caminar por las calles berlinesas y escuchar los pensamientos de los mortales. Daniel, inmortal y carente de entidad física, está intrigado por el mundo material y finito, desea lo terrenal, los placeres y los dolores de los humanos.

Damiel busca ser un ángel caído y encuentra a una mujer que ilumina su búsqueda, una trapecista de circo que maniobra vestida de ángel. En ella las alas son ficticias, un disfraz. El ángel se convertirá en humano para ser un extranjero junto a ella. La trapecista, una apátrida solitaria, ama Berlín porque en esta ciudad se siente siempre desterrada, pero todo le es familiar aquí, incluso cuando el circo cierra y ella queda de nuevo sin rumbo.

Paralelamente en la Biblioteca de Berlín la efigie de ojos vacíos de Homero, símbolo universal del cronista y que, en su inocencia, puede ver a los ángeles que la pueblan, intenta en vano dar forma a una epopeya de la paz, convertirla en el presente asumiendo las heridas del pasado. El propio Muro representa el pasado. Reflexiona sobre el Ángel de la Historia representado en un cuadro de Paul Klee: está condenado a contemplar eternamente los horrores y la destrucción del pasado como una única e interminable catástrofe, lo que le impide volver la mirada al futuro. Abandonado entre las ruinas de una ciudad rota por el Muro, busca inútilmente la plaza de Postdam, los cafés  y todos los lugares destruidos por la guerra.


El ángel encontrará un inesperado aliado en el actor nortemericano Peter Falk -enormemente popular por supersonaje del dsastrado detective Colombo en una serie de televisión de los años setenta-. Falk se interpreta a símismo como la estrella de una película sobre los últimos días del nazismo que se rueda en un antiguo búnker berlinés; pero el actor acabará revelando a Damiel su condición de antiguo ángel que, como muchos otros, decidió ser humano, lo que confirma al protagonista que no ha tomado un camino equivocado y su sueño de carnalidad es posible. Falk animará al ángel a buscar el encuentro con la trapecista, para la redención de ambos, y a descubrir por sí mismo qué le aguarda en su nueva vida mortal.

Lo irrepetible condena al infierno la imitación. El Cielo sobre Berlín se convirtió en manos de Hollywood en City of angels (Brad Silberling, 1998). El remake, protagonizado por Nicolas Cage, es un absoluto despropósito. Descargado de toda sustancia, los guionistas convierten el asunto de los ángeles quedesean ser humanos en una absurda comedia romántica a la medida de la reina del género, Meg Ryan, y donde en el original había reflexión ponen bobería new-age. Lo malo es que no es mucho mejor el regreso de Wim Wenders al tema, los personajes y los lugares de El Cielo sobre Berlín cinco años después para volver a reflexionar sobre Europa a la luz de la nueva coyuntura tras la reunificación alemana. Con un título que parece sacado de Barrio Sesamo, la secuela ¡Tan lejos, tan cerca! (In weiter ferne, so nah!, 1993) contiene todos los vicios que caben en la obra del cineasta alemán, y caben bastantes. Aunque en 1987 Wenders no podía imaginar qué poco durarían el Muro y la partición de la ciudad, El Cielo sobre Berlín, una obra completa en sí misma, terminaba con un Continuara..,  y la historia de Cassiel, el otro ángel guardián, no había sido contada. No nos perdíamos nada: un autohomenaje lleno de pedantería que no redimen las breves apariciones de algunos grandes nombres del cine e incluso celebridades como Lou Reed y Mijail Gorbachov. El mensaje buenrollista de este último sobre la paz mundial me recordó desagradablemente a otra infausta secuela de obra maestra: 2010, Odisea dos (2010: The year we make contact. Peter Hyams, 1984).
La Postdamerplatz, entonces y ahora

Los malos remakes y secuelas no malograron ni ocultaron lo evidente: En 1987 Wim Wenders describió como nadie la ciudad que reúne todas las cicatrices de la historia europea, poco antes de que esa misma ciudad volviera a nacer con el derribo del muro y la reunificación. Con la perspectiva d unos pocos años después El Cielo  sobre Berlín cobró una dimensión enteramente diferente, como si aquel Ángel de la Historia hubiera mirado por primera vez al futuro. Pero es la mirada llena de comprensión y ternura hacia los individuos de Wenders y Handke -esos ángeles que escuchan atentos los pensamientos, sufrimientos y quejas de los transeuntes, esa desterrada que quiere ver rostros- lo que evita que los acontecimientos históricos, por trascendentes que sean, entierren la vigencia de la fábula. A ratos manejan conceptos peligrosamente elevados para que en una obra cinematográfica se puedan desplegar sin la máscara de la metáfora y aun así salen airosos de lo que podría haber sido un monumental ridículo -para algunos críticos lo es-. Hay, naturalmente, espacio para la alegoría: toda una idea de Europa y su historia reciente, pero también hay lírica, metafísica, incluso teología,al desnudo, sin avergonzarse de buscar la trascendencia. Todo ello, sumado a la elegantísima puesta en escena, a la hermosa fotografía-en blanco y negro y en color, según andemos entre ángeles o mortales-, dotando de atemporalidad a una fábula muy de su tiempo, y sumado a la fascinación que producen todas sus imá genes, da como resultado una de las películas más conmovedoras y necesarias del moderno cine europeo.


El Cielo sobre Berlín
título original: Der Himmel Über Berlin
República Federal Alemama-Francia, 1987
Producción: Wim Wenders y Anatole Dauman
Dirección: Wim Wenders
Guión: Wim Wenders y Peter Handke
Fotografía (B/N y Color): Henri Alekan
Dirección artística: Heidi Ludi
Música: Jürgen Knieper
Intérpretes: Bruno Gantz, Otto Sander, Peter Falk, Solveig Dommartin
,  Curt Bois y Teresa Harder










viernes, 28 de abril de 2017

No es el fin del mundo


Náufragos y derrotados: Así se ven los franceses hoy...
Hace unos meses, tras autodescartarse el todavía presidente francés Holland para competir por un segundo mandato, casi todo el mundo daba por cosa hecha el retorno de Nicolas Sarkozy al palacio del Elíseo, pero el marido de Carla Bruni ni siquiera fue capaz de ganar las primarias de su partido, aún así el que se presentó con mayor número de avales. Hoy, tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebrada el pasado 23 de abril. el panorama no podría verse más distinto. El miedo es libre y entiendo perfectamente que los inmigrantes en Francia y los musulmanes de ese país sientan algo más que inquietud ante la posibilidad de que el próximo o pròxima inquilino del Elíseo se apellide Le Pen, pero ¿es tan fiero el león como lo pintan? ¿son precisamente ellos quienes deberían sentirse más inquietos? ¿puede ser el millonario Macron el antídoto contra la serpiente Marine?

...y así se ve Marine
 Es cierto que el Frente Nacional obtiene buenos resultados en zonas de Francia que antaño tuvieron una importante actividad industrial o minera y que llevan lustros sufriendo cierres de empresas, como Trump en los Estados Unidos; son las zonas donde con razón reina el cabreo con las consecuencias negativas de la globalización en el empleo y las condiciones de vida de los trabajadores; y es cierto que la preferencia para los nacionales del Front National se parece al America first de Trump. Pero el parecido con el actual presidente estadounidense no va mucho más allá: cuando nos referimos a Marine no hablamos de un multimillonario antisocial de turbio pasado emocional y psíquicamente inestable, que se jacta de no pagar impuestos y es incapaz de deslindar las obligaciones institucionales de los intereses económicos personales y familiares como sí es Donald. El neoyorquino llegó a la Casa Blanca con un discurso contra las élites, pero él mismo es élite; sin embargo Le Pen se ha rodeado de un equipo de jóvenes y brillantes universitarios que recuerda el núcleo del que nació Podemos. Como ella, Trump propone el proteccionismo económico y un poco de proteccionismo puede ser bueno mientras no derive en autarquía. Hay una atractiva diferencia en el programa del Frente Nacional para 2017: pide el establecimiento de fronteras para los productos que compitan deslealmente en materia de salarios, condiciones laborales y reglas medioambientales y la nacionalización de empresas energéticas estratégicas y algunos bancos  ¿dónde hay que firmar eso?

Al referirse a Marine Le Pen y su partido incluso los más sesudos medios de comunicación occidentales no dudan en hablar de ultraderecha, un término que, en su caso y en la actualidad, se me antoja excesivo y un tanto desviado. Yo lo describiría como un populismo nacionalista o un nacionalismo populista -tanto monta- que anda sobrado de un mensaje falso y simplista que en otras longitudes geográficas -las latitudes son similares- han ayudado a extender los informativos de la Fox estadounidense y los tabloides británicos: los inmigrantes son los culpables de los problemas de las clases populares en asuntos como el paro, los recortes de servicios sociales y la inseguridad ciudadana.

Muchos se escandalizan de que esto esté ocurriendo en el país identificado con las luces de la Ilustración, la toma popular de La Bastilla y mayo del 68, pero olvidan sombras como el Terror revolucionario, Vichy y el colaboracionismo con Hitler  o la demagogia maoista que contaminó a lumbreras como Jean-Luc Godard y Jean-Paul Sartre. No es tan difícil de entender estudiando un poco de Historia Contemporánea. También olvidan que no es una novedad que el Frente Nacional sea el primer partido de Francia: ya lo fue en las Europeas de 2014.

La foto que Marine quisiera borrar
Marine Le Pen heredó la presidencia del Frente Nacional en 2011, con la intención de sacar a ese partido de la marginación política y terminar con su imagen de fuerza diabólica a la que no cabía acercarse bajo ninguna circunstancia. Además del imprescindible rejuvenecimiento de los cuadros dirigentes eliminó la retórica e imaginería fascistas, lo hizo  más tolerante en cuestiones de sexualidad y formas de vida, defendiendo los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Lo siguiente fue expulsar del frente nacional a su padre por seguir negando el Holocausto -esto no es un pecado menor: en su reciente película Negación (Denial, 2016) Mick Jackson equipara el negacionismo con la justificación y defensa de los autores e impulsores del genocidio-, pero le queda mucho para presentable: Marine debe enfrentarse a lo que en psicoanálisis se llama matar al padre. No hablo de un parricidio, claro, pero debe hacer más creíble su golpe de timón social rompiendo con un pasado demasiado reciente en el que a Jean-Marie no se le escuchaban críticas al capitalismo neoliberal y,  al contrario, quería reducir el peso del estado en la vida económica,  rebajar los impuestos que, según decía, asfixiaban a las empresas y  reformar una legislación laboral que calificaba de "rígida"; pero también hay que oirla condenar y renegar de una tradición ultraconservadora francesa de más de un siglo, que arranca desde el antisemitismo del affaire Dreyfuss durante la Tercera República y pasa por el colaboracionismo, el mariscal Petain arrodillado ante Hitler y el terrorismo de la OAS. Renunciar al apellido paterno habría sido otra opción bienvenida.

La islamofobia que caracteriza al mensaje de Marine Le Pen es absolutamente impresentable, como lo es identificar musulmanes con crimen y terror y proponer que los cristianos  tengan preferencia para entrar en Europa. algo que he oido a algún prelado y algún político en España y a algunos gobernantes en Hungría, Eslovaquia y Polonia. Respecto a lo primero, son los propios terroristas de Dáesh y Al Qaeda quienes invocan el nombre de Alá al cometer sus crímenes; por otro lado, no menos repugnante que la islamofobia es que una autodenominada Policía de la Sharía actúe impunemente en las  noches de algunas ciudades europeas con importante presencia de inmigrantes amedrentando a jóvenes y sobre todo a chicas que no vistan con el debido decoro, consuman alcohol o desafíen cualquier otro precepto coránico. Sin ir mucho más lejos, en España el centroizquierda, cuando ha gobernado, ha preferido introducir la enseñanza del islam y otras doctrinas en las clases, como hace el centroderecha con el catolicismo, a dejar la enseñanza de la religión fuera del ámbito educativo, como aconseja un sano laicismo.
  
Francia es un país con crisis de autoestima desde que dejó de ser el país de la grandeur: La solución de las élites francesas fue convertir a su país en la locomotora de la construcción europea,  pero alemania se hizo demasiado poderosa tras su reunificación. ahora los franceses se sienten unos segundones incluso en la Unión. Marine Le Pen tiene razón al decir que la unión europea es un Titanic que ya ha chocado con el iceberg; en su seno no hay salvación posible. El triunfo del no en los referéndum francés y holandés sobre la Constitución Europea demostró que no todos nos tragábamos la cantinela sobre las bondades de un modo de construcción europea que ahora es percibido como dañino por millones de sus supuestos beneficiarios. La prometida Europa social, humanista y solidaria ha terminado siendo capitalista a ultranza y cruel con los débiles, los que ya están dentro y los que llaman a su puerta,. una Europa dura para los que viven de su trabajo e ideal para los que manejan el dinero.
Pero las élites del centroizquierda y el centroderecha siguen haciendo oídos sordos.



¿Susto o muerte? 

Hasta que la primera vuelta le expulsó de la partida, muchos daban por seguro finalista al corrupto François Fillon; el republicano acabó por copiar lo peor del programa del Front National -cierre de fronteras, islamofobia- y lo peor del no-partido centrista En Marche! -ultraliberalismo económico, sumisión entusiasta a la Europa de los mercados-
Si por un momento dejamos a un lado la cuestión inmigratoria y nos centramos en la económica y social,  Macron, el Albert Rivera francés, no resiste la comparación -algunos trabajadores ya le han plantado cara-. Marine habla de defender las pensiones y la jornada laboral semanal de 35 horas y mantener la contratación pública, él de despedir a más de un millón de empleados públicos y de recortes, recortes, recortes... Como ministro de Economía en el gobierno de Vals, Macron redactó la reforma laboral que sacó a la calle a sindicatos y trabajadores indignados y que Le Pen -y no sólo ella- quiere ahora derogar. Las bolsas y la Banca estarían encantadas con su victoria el 7 de mayo.

Como cuando en 2002 los partidos decidieron unir fuerzas en torno al poco presentable Jacques Chirac frente a Jean-Marie Le Pen, ahora centroderecha y centroizquierda piden el voto para Macron para evitar que la hija de Le Pen llegue a la presidencia. Me pregunto si harían lo mismo si el finalista fuera Fillon y me temo que la respuesta es sí. En su más reciente novela, Sumisión, Michelle Houllebec plantea cómo sería Francia tras las elecciones presidenciales de 2022, cuando todas las fuerzas políticas a excepción del Frente Nacional han aupado al Eliseo a un candidato islamista para evitar que Marine Le Pen fuera presidenta.

Mélenchon: ¿oportunidad desperdiciada?
El candidato de la izquierda Jean-Luc Mélenchon en todo momento ha carecido del apoyo de los socialistas gobernantes porque a los partidos socialistas les da miedo el socialismo; ha caído en la primera eliminatoria pero se ha desmarcado del cuasi unánime cordón sanitario y ha pedido a los integrantes del movimiento que le apoya, la Francia Insumisa, que decidan, sin consignas desde arriba, qué hacer en la segunda vuelta. Si la decisión es el voto el blanco o la abstención, Mélenchon será acusado de cómplice del fascismo. El diario oficial del establishment español ha corrido a proclamar que Mélenchon y Le Pen son lo mismo y muchos corean el bulo.

En el populismo -para el sistema dominante en la Europa del siglo XXI ser populista equivale a ser luterano en la España de los Austrias- y en las posiciones críticas hacia la Unión Europea dicen basar la supuesta similitud de los programas. Pero lo que dice Mélenchon es Esta Europa la cambiamos o la dejamos, que es bien distinto.

Cuando el año pasado el fantasma Trump se convirtió en una amenaza corpórea en los Estados Unidos, el Partido Demócrata se equivocó de plano oponiéndole una candidata que era puro establishment como Hillary Clinton, cuando sólo un verdadero progresista como Bernie Sanders hubiera podido plantar cara a Trump con posibilidades de victoria.

Las radicales son las únicas respuestas creíbles para las víctimas de la mundialización: unas clases medias que desde la crisis de 2008 en Occidente se han proletarizado y un proletariado que se ha visto condenado al paro, la precariedad y la pobreza, opuestas a unas élites egoistas.

En Fancia y en buena parte de Europa el sistema sólo tolera en sus márgenes movimientos de protesta, pero tiembla cuando barrunta que puedan alcanzar el poder. Por desgracia los franceses no pueden enmendar el haber dejado fuera de juego a Mélenchon y su Francia Insumisa el 23 de abril, pero ¡quién dijo miedo? Si después del 7 de mayo Marine Le Pen ocupa el Eliseo, no sera una buena noticia, pero tampoco se acaba el mundo.




jueves, 24 de marzo de 2016

Las coordenadas de Idomeni



41°07′21″N 22°30′38″E son las coordenadas GPS exactas, de latitud y longitud, donde se localiza el campo de refugiados de Idomeni, en el municipio griego de Peonia, según las he encontrado en Google Maps después de mucho buscar.  Los medios de comunicación ofrecen multitud de imágenes -al parecer no las suficientes para que nos demos por enterados- de lo que The Guardian ha llamado la mayor favela de Europa, una vetusta parada de tren de la línea Salónica-Belgrado al noroeste de Grecia cerrada desde que la República de Macedonia, siguiendo el ejemplo de otros países balcánicos, cerró su frontera con el país de la Unión Europea en cuyas costas e islas, según cifras de Acnur, cerca de cuatrocientas mil personas, incluidas familias enteras, desembarcaron en 2015 huyendo de la guerra civil Siria y otros conflictos enquistados. El nombre del lugar, hoy un vertedero tóxico, donde se hacinan unas cuarenta y cinco mil personas con o sin frágiles tiendas de lona, bajo una lluvia inclemente, bañados en el cansancio, la suciedad, y las enfermedades, braceando sin resuello en la desesperación. El  nombre del lugar tiene resonancias míticas. Idomeneo fue supuestamente un rey de Creta pretendiente de Helena de Troya al que Mozart hizo protagonizar una famosa ópera. Hoy el nombre no sugiere nada histórico ni mitológico, sino un gran insulto y una bofetada a los valores europeos y a los derechos humanos más básicos.


Dicen que toda situación mala es susceptible de empeorar. Y en Idomenei esto se está cumpliendo. Todo empeora en progresión geométrica desde que dos mil personas intentan atravesar a pie un río semihelado hacia Macedonia y son recibidos por alambradas, concertinas y por militares y policías que les obligan a regresar a Grecia. Que la miseria, las colas en espera de comida y medicinas se han multiplicado lo saben mejor que nadie los médicos que llegan entre ellos: antes de llegar al campamento desconocían la expresión emergencia de salud pública. Crecen como la espuma los casos de fiebre, neumonía, septicemia, crisis nerviosa y brotes psicóticos. Es lógico que se pregunten qué delito han cometido. Escapando de la destrucción, la tiranía y la muerte buscaban la Europa de la paz y la libertad y se han encontrado en la Grecia de la ocupación nazi.

A aquel momento histórico y a las deportaciones de la Gran Guerra anterior, la de 1914, nos retrotrae contemplar incrédulos cómo la Unión Europea llega a un acuerdo con el gobierno islamista de Turquía para expulsar a ese país a los refugiados que están en nuestro territorio a cambio de allanar a tan poco fiable aliado el camino de entrada al selecto club. Aseguran que Turquía es un lugar seguro para ellos, sin tener en cuenta que allí su destino son nuevos campos, más parecidos a los de concentración y prisioneros de otros tiempos, ni la ambigua relación del gobierno y el ejército turco con el Dáesh.
Pareciera que mientras mirábamos a otro lado hubieran derogado la Carta Universal y la Convención Europea de los Derechos Humanos sin que nos enterásemos, porque, pese a lo que digan los políticos del club, este acuerdo es ilegal, no me cabe duda. Así lo denuncian las Naciones Unidas y Acnur se niega a participar en las expulsiones.

Por si algo les -nos- faltaba, además los refugiados se han convertido en banco de pesca que llena las redes del populismo xenófobo. Sn argumento electoral para la Alianza por Alemania, los tabloides británicos o las soflamas de Donald Trump. Incluso en nuestras calles he oído relacionarlos indirectamente con los recientes atentados de París y Bruselas. Insensatamente argumentan: Es que los yihadistas es cuelan camuflados entre los refugiados ¡Bobos!, pero si los terroristas de noviembre y marzo eran franceses y belgas de pura cepa; si los condenados por el 11-M en Madrid eran marroquíes y españoles; si ninguno de los kamikazes de Nueva York y Washington tuvo que seguir sinuosas rutas como esta pobre gente.

De momento esto es lo que hay: ignorados, anónimos, hundidos en el cieno,confinados a páginas pares interiores, han de contemplar cómo su destino y su futuro es el de mercancía que llena contenedores y se decide en despachos enmoquetados y en salas de juntas bien calefactadas donde nadie sabría situar ni de forma aproximada las coordenadas geográficas del campo, del cementerio de Idomenei.







martes, 26 de enero de 2016

Sudar sangre (un acuerdo de oposición)




Resulta realmente penoso que en medios de comunicación, tertulias y charlas familiares la historia de la reciente constitución del Congreso de los Diputados la cuenten unas rastas y un bebé. Luego se escandalizarán si el respetable prefiere estar pendiente de los necios de Gran Hermano VIP, que a buen seguro se entretienen en cosas más interesantes que los opinadores de turno, y con éstos estalla el alboroto - y el alborozo- en Twitter y Facebook. La verdad es que sus mismísimas señorías colaboraron a propósito en el triste espectáculo no pensando en lo qué dirá la posteridad de su obra sino en lo que dirán las inmediatas tertulias televisivas y redes sociales sobre sus proclamas y gestos más histriónicos y sobre sus indumentarias. Por eso el aspecto de todos respondió a lo que se esperaba de ellos, a juego con la imagen pública proyectada  en el subconsciente colectivo a través de las cámaras de televisión: Cada cual con su uniforme. No busquen una corbata entre los de Podemos ni unas rastas entre los diputados electos por el Partido Popular. Hablando de cabelleras, la veterana -¿viejuna?- Celia Villalobos estuvo bastante cegata buscando piojos en cabezas rivales cuando entre sus propias filas tenía una enorme ladilla llamada Pedro Gómez de la Serna, claro que este ectoparásito iba tan elegante y formal... Días después leo a la derecha mediática -este concepto empieza a ser redundante- llevarse las manos a su repeinada cabeza porque Pablo Iglesias haya ironizado sobre el abrigo de pieles que  con orgullo patricio lucía una periodista del digital de Pedro J. Ramírez. ¡Basta de mariconadas, Pablo! Yo le habría rociado el abrigo con espray rojo. Los opinadores también se escandalizaron con que los socialistas prestaran votos a los independentistas catalanes para que tuvieran voz en el Senado. ¡Pero si éstos defienden un referendum de autodeterminación y el cierre de dicho estercolero! No puedo estar más de acuerdo con ambas cosas.

No sé si es más divertido o deprimente escuchar ahora a quienes antes de las elecciones reclamaban el fin del bipartidismo que, sintiendo vértigo e incertidumbre ante un panorama más abierto, piden la vuelta al anterior statu quo en forma de gran coalición; a favor de ésta maniobran los ancianos de la tribu socialista -González, Rubalcaba, Ibarra-, barones territoriales que deben sus sillones a Podemos -García Page, Fernández Vara, Puig- y algunos medios que nunca lo han disimulado -El País-. Incluso Europa advierte a la izquierda de que no juegue con el fuego de los grandes intereses económicos  de siempre si no quiere probar el mismo jarabe de palo que Tsipras.

Han calado en gran parte de la opinión pública los mensajes apocalípticos esparcidos desde ABC, El Mundo o TVE que vaticinan que si toca poder Podemos o un contubernio de izquierdas se desatará un Armagedón comunista y bolivariano de expropiaciones que ríase usted de la Lubianka. En cambio también hay voces que piden al Partido Socialista de Pedro Sánchez que no se deje atraer por cantos de sirena que hablan de responsabilidad queriendo decir sumisión; y las hay tanto fuera como dentro de sus filas; no todo está perdido.

-"Pedro, tú serás presidente y yo vicepresidente de Piedradura"
Pero Pablo, ¿qué hacemos con Betty y Wilma?"
-"Pues serán ministras"
Todo parece haber dado un vuelco desde que el pasado viernes Mariano Rajoy dio la espantada y renunció a presentarse a la investidura -por ahora, dijo-. Fue entonces cuando apareció Pablo Iglesias reclamando para sí la vicepresidencia y varios ministerios para los suyos -¿y dos huevos duros?-. De modo que se trataba de despachos y coches oficiales.

-"No me llega la camisa al cuerpo"
Se ha quitado del medio Rajoy -¿por ahora?- y de momento se ha puesto sordina a a la reclamación podemita de una jaula de grillos de grupos parlamentarios que acaparara más minutos ante los focos -el periodista Miguel Angel Aguilar se mostró en televisión partidario de dárselos "para que se ahorquen con su propia soga" dijo, y recordó que cuando tuvo mayoría absoluta el PSOE renunció a sus grupos catalán y vasco porque tener las voces dispersas era contraproducente-. Y ahora los partidos a la izquierda del PP -casi todos- andan enfrascados en lograr un acuerdo de gobierno que se me antoja inoperante con una mayoría de bloqueo en contra en el Senado. Y digo yo: ¿no sería más realista pactar un gran acuerdo de oposición que también incluya a Ciudadanos cuando los populares se desprendan de ese obstáculo que, también para ellos mismos, es Mariano Rajoy? Pienso en la idea de dejar gobernar a un PP con otra cara que no podrá engañar a nadie pero que deberá sudar sangre con el Parlamento en contra -como ahora Maduro en Venezuela-. Esa oposición deberá mantenerse unida para imponer la derogarción de la LOMCE, la reforma laboral y la Ley de Seguridad Ciudadana, sustituir la presidencia de RTVE y aprobar la Ley 25 de emergencia social presentada por Podemos, además de aprobar una reforma fiscal para incrementar los ingresos y se pueda cumplir con el equilibriopresupuestario que exige Europa sin más recortes. No dudo de que los partidos nuevos se pondrán de acuerdo en reformar la Ley Electoral y evitar que PSOE y PP vuelvan a repartirse los jueces del Constitucional y el Supremo. La reforma de la Constitución -que no se puede ni debe hacer de espaldas a los populares- deberá esperar un momento más propicio. poco tiempo porque este gobierno sólo duraría hasta que no pueda aprobar los presupuestos de 2017 y tenga que cinvocar nuevas elecciones; en un momento inmejorable porque previsiblemente será cuando un partido ya doblemente imputado deba sentarse en el banquillo, y eso en las urnas se paga caro. Hasta entonces, paciencia los unos y a sudar sangre los otros.




domingo, 19 de julio de 2015

Γειά Εὐρώπη! (Adiós a esta Europa)



¿No queríais Europa? ¡Pues comed Europa! le grita ahora a los pensionistas y parados griegos Wolfgang Schäuble
Schäuble, el nuevo vampiro de Dusseldorf
aupándose 
en su silla de ruedas y coreado por el resto de mercachifles europeos y sus palmeros en portadas, noticiarios y tertulias variadas, igualito que hace ochenta años caciques y señoritos españoles reprochaban a sus hambrientos jornaleros y gañanes que hubieran votado para traer una república y además pretendiesen comer todos los días. En la mitología griega, Zeus, disfrazado de toro blanco, se acercó a Europa, mujer fenicia, y la raptó. Se la llevó a Creta. En la realidad moderna, Europa, transformada en mujer aria, ha raptado al toro griego rojo y se lo ha llevado a Bruselas. Si Atenas inventó la democracia, Europa inventó la moneda única. Y todos hemos aprendido una lección: la democracia está bien para la mitología, pero con el euro no se juega. Hace unos días el propio ministro alemán de finanzas invitaba al gobierno griego a abandonar el euro y emitir pagarés con los que abonar las pensiones y los sueldos públicos. El Propio  Schäuble fue el paladín de unas condiciones impuestas a Grecia que el premio Nobel de Economía Paul Krugman atacó como el punto final del proyecto europeo.

Las ruinas pueden ser hermosas
Ignacio Escolar recuerda en un artículo
que en la obra de Shakespeare El mercader de Venecia el prestamista Shylock exige el pago de la deuda con una libra de carne del cuerpo del mercader Antonio, y ahora  el Eurogrupo exige a Grecia pagar con su propia carne deudas que empezaron siendo mayoritariamente privadas. Según el Código Penal español, es delito de terrorismo desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo. No decía, pues, ninguna boutade el exministro Varoufakis cuando en una entrevista habló directamente de terrorismo al calificar las actuaciones de la antigua troika para con Grecia. Tendría aires de rock star pero ha sido de los pocos que ha permanecido fiel al contundente oxi que el pueblo griego dio en referéndum, mientras la gran mayoría de sus compañeros parlamentarios apoyaba la rendición incondicional de Tsipras -tan parecida a la de Japón en 1945- y la traición a la voluntad popular; lo llaman -en alemán- realpolitik ¿no? Encima este harakiri nacional puede quedar en un brindis al sol si alguno de los parlamentos de los demás estados miembros no aprueba -como parece probable, pues los parlamentarios piensan ante todo en sus electores, a quienes prometieron impartir austeridad a paladas- el tercer rescate -del que, como con el primero y el segundo, no llegará un céntimo a ciudadanía y empresariado griegos, sino a los acreedores, sean bancos o estados- porque no se fian de esos rojos antisistema y que en todo caso  se hará a cambio de bajada de pensiones, subida de IVA, subordinación de las relaciones laborales a la ley de la selva y un recorte en gastos de defensa que cuando nos tocó en España no se aplicó a la compra de armas sino a los sueldos y la manutención de la tropa y el mantenimiento de material e instalaciones.

Tsipras y Krugman
Aunque hay economistas que auguran un negro futuro para los griegos fuera del euro -lo que intenta evitar la genuflexión de Syriza y el Parlamento de Atenas-,otros -de nuevo Krugman- creen que es lo mejor que le puede pasar a un país que ya ha pagado los costes de salir del euro y ahora quedan los beneficios. La propia entrada en la moneda común fue un negocio para potencias como Alemania y su banca a costa de Grecia, como lo fue para el fondo buitre Goldman Sachs, que obtuvo una millonada de dinero público griego por ayudar a los gobiernos de Nueva Democracia y el PASOK a falsear las cuentas del país. Yo mismo hace siete años, en mitad de la era ZP, escribía sobre las escasas ventajas y los muchos inconvenientes que tenía, y tiene, la permanencia en este club de divisa única y obligatoria. Por entonces no sabía qué iba a ocurrir con aquella malhadada Constitución Europea pero lo veía venir como vino dos años después la implantación en España de un protectorado del Bundesbank y un califato de la austeridad que forzaron incluso cambios contitucionales no avalados por el pueblo. Ahora esta Europa ha ordenado, y el gobierno y el Parlamento griego ha obedecido, que nos cuadremos y gritemos a coro ¡A sus órdenes, mi capital! Y si estás por la dignidad te equiparan a Marine Le Pen y el UKIP, como si el orgullo de pueblo y de país fuera patrimonio de la de recha nacionalista.Lo que yo pienso es que si esta es la alternativa, Grecia primero y nosotros detrás: sayonara euro, hasta luego Lucas.