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sábado, 13 de enero de 2018

El norte indomable



En octubre de 2016 el vendedor ambulante de pescado Mouhcine Fikri, de 31 años, murió en Alhucemas triturado por un camión de la basura cuando intentaba recuperar la mercancía que le había confiscado la policía, pez espada cuya captura está prohibida en esa época del año. Su muerte, que recuerda a la inmolación del vendedor tunecino Mohamed Bouazizi a finales de 2010 que desató la primavera árabe meses después, provocó en Alhucemas cierres de comercios y manifestaciones que se extendieron a otras ciudades como Casablanca, Fez, Tánger, Nador, Marrakech, Uchda, Agadir y Rabat. Pero no estamos ante otra revuelta nacional democratizadora como aquella. Ésta. que más de un año después se mantiene, aun siendo también una demanda de más democracia, nace y se concentra en el Rif, una región con zonas montañosas y zonas verdes del norte de África, con costa en el Mediterráneo, que abarca desde la región de Yebala hasta Kebdana (Nador) en la frontera con Argelia. Se trata de una región tradicionalmente aislada y desfavorecida. Sus habitantes son bereberes, también llamados agmaziges, aunque esta etnia, la más antigua y numerosa del norte de África, muy anterior a las invasiones árabes, se extiende desde el desierto egipcio hasta el Atlántico y en el pasado llegó a Canarias, pues eran agmaziges los habitantes autóctonos de las islas, los desaparecidos guanches. Algunos lingüistas emparentan el idioma bereber con otras lenguas no menos extrañas como el euskera y el turco, aunque no parece muy creíble porque la norteafricana sí es una lengua de origen indoeuropeo, en concreto de la rama camítica. La rebeldía y la protesta son actitudes y comportamientos naturales en esta tierra, por eso da tanto miedo en Rabat y cuando el Rif se levanta tiembla el trono de Marruecos. Hablaré de esta revuelta rifeña del siglo XXI  cuyas raíces no están en la muerte de un vendedor ambulante hace quince meses, sino en el agravio, el abandono y la represión que viene sufriendo esta región desde al menos el siglo XIX, por no remontarnos más atrás pues esto no es un ensayo histórico.

En las manifestaciones de Alhucemas y otras ciudades rifeñas no suele verse una sola bandera de Marruecos. Sin embargo, abundan los símbolos amaziges. También aparecen, aunque mucho menos, los emblemas de la República del Rif (1921-1926), fundada por Muhammad Ibn 'Abd el-Karim El-Khattabi (Abdelkrim) tras aplastar a los colonialistas españoles en Annual. Viendo esas banderas, podría pensarse que los manifestantes aspiran a la autodeterminación o a la separación respecto al reino de Marruecos pero, de hecho, la palabra separatista es considerada un insulto por los rifeños. Identidad, tierra y lengua son las tres columnas sobre las que se asienta el orgullo bereber y según Nasser Zafzafi, el desempleado devenido activista que, casi involuntariamente, lidera este movimiento de indignados (lo que le ha costado convertirse en preso político), sus reivindicaciones no deberían hacer temblar al Estado marroquí: son sociales, económicas y culturales, porque se trata de decir basta a “una política de marginación, discriminación y vulneración sistemática de los derechos humanos” del Estado respecto al Rif 

Abdelkrim fue una estrella internacional
en la prensa de su época
Lo que históricamente ha alimentado la rebeldía rifeña es el sentimiento de humillación de los más débiles ante las tropelías del Estado, lo que en el árabe dialectal marroquí se conoce como la hogra, un concepto que, por miedo al contagio, aterroriza a los medios españoles bienpensantes. Vale que hay zonas de Marruecos más pobres y con menos inversión de fuera que el Rif pero “allá ellos sí quieren seguir siendo sumisos y vivir en la Edad Media”, dicen representantes destacados de estas protestas. Probablemente lo que explica tanta ira acumulada está en la historia del Rif: Entre 1921 y 1927 el Ejército español empleó en el Rif gases asfixiantes prohibidos, entre ellos el gas mostaza. Casi un siglo después, la mayor parte de  enfermos de cáncer atendidos hoy en día en el hospital de oncología de Rabat proceden de la misma zona bombardeada por la aviación española. Precisamente la construcción de un hospital oncológico en el norte del país es una de las peticiones de los indignados.

Cada vez que se trata de aplacar los disturbios rifeños, los españoles, franceses o los marroquíes lo han hecho a través de guerras sucias y de una represión brutal. En 1958, tras la independencia de Marruecos, las provincias del Rif se sublevaron contra el monarca Mohamed V. El entonces príncipe Mulay Hassan, padre del actual rey, se encontraba al mando de las fuerzas armadas y desde un helicóptero dirigió la represión en la que Hassan usó napalm. Los muertos se calculan en ocho mil. Convertido ya en rey, Hassan II volvió a aplastar otra rebelión rifeña en 1984. Se trataba de las revueltas del pan, que habían comenzado tres años antes, movilizaciones y huelgas contra la escasez y la carestía de los productos básicos (a la crisis económica internacional se había unido un elevado gasto militar del Estado, sufragado mediante la presión fiscal y los recortes, para hacer frente a la guerra del Sáhara). La respuesta del régimen marroquí fue utilizar del aparato policial y judicial para perseguir y acabar con toda amenaza que pudiera venir de la oposición política. Para ello no se dudó en emplear contra la población civil artillería, tanques, helicópteros y ametralladoras, todo valía para sofocar las manifestaciones. Uno de los protagonistas de aquellas revueltas dice de las de ahora “Nosotros le plantamos cara a Hassan II en los años ochenta. Pero no conseguimos nada. Estos chicos del Hirak (Movimiento), sin embargo, son más inteligentes que nosotros porque piden cosas concretas que llegan al pueblo: un hospital, una universidad. Nosotros andábamos perdidos con causas internacionales y también en discusiones teóricas como la Guerra Fría, la teoría del socialismo o cómo tenía que ser la relación entre los sindicatos y los partidos. Pedíamos también la independencia de Palestina, pero estos chavales reclaman soluciones a los problemas del día a día”.

Hassan II nunca visitó el Rif y condenó a la región a la pobreza más profunda. La única salida fue la producción de hachís y la emigración. En 1999 llegó al trono su hijo, Mohamed VI, y decidió emprender su primer viaje oficial a Alhucemas, pero durante su época como príncipe heredero en el norte sólo era visto montado en motos de agua en las exclusivas playas de Kabila.

Noches de Alhucemas
De nada ha servido prohibir las manifestaciones y encarcelar incluso a los periodistas que las cubren; los rifeños no han parado de salir a la calle, pero la mayor crisis del reinado de Mohamed V ha acercado más a los gobiernos español y marroquí: el CNI están ayudando al gobierno que preside Saadeddine Othmani a identificar los apoyos que los rebeldes reciben desde España. El Rif siempre ha sido un quebradero de cabeza para ambos reinos ¿por qué creen que cuando Marruecos dice reclamar Ceuta y Melilla lo hace con la boca pequeña? Ambas ciudades históricamente ocupadas por Españas y en concreto el comercio y el contrabando con ellas son válvulas de escape imprescindibles para que no estalle la olla a presión rifeña, En cambio la monarquía alauita no tolera que se dude de la marroquinidad del Sáhara Occidental: aunque el nacionalismo liderado por el Frente Polisario tiene una imagen más cool y atrae a famosos y familias españolas solidarias con sus niños, es débil, carece de aliados potentes y está desperdigado. El Rif es una roca.

Desde que Mohamed V visitaba la Alhambra y departía amigablemente con el general Franco hasta que los borbones y los alauíes se tratan cariñossamente de primos, la derecha española y su prensa han exaltado una amistad, a veces inventada y siempre interesada entre los dos reinos separados por el Estrecho con la que no han podido ni la guerra de Ifni ni la marcha Verde ni la guerrita de Perejil. Por eso sus cabeceras tratan de desprestigiar y difamar las protestas rifeñas atribuyéndole una violencia que nunca han ejercido, pero, por mucho que les duela, el Hirak sigue vivo e incluso podría extenderse al resto de un país cuyo rey  y cuyo gobierno no puede seguir ni un minuto más sin mirar a su indomable norte.




viernes, 28 de abril de 2017

No es el fin del mundo


Náufragos y derrotados: Así se ven los franceses hoy...
Hace unos meses, tras autodescartarse el todavía presidente francés Holland para competir por un segundo mandato, casi todo el mundo daba por cosa hecha el retorno de Nicolas Sarkozy al palacio del Elíseo, pero el marido de Carla Bruni ni siquiera fue capaz de ganar las primarias de su partido, aún así el que se presentó con mayor número de avales. Hoy, tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebrada el pasado 23 de abril. el panorama no podría verse más distinto. El miedo es libre y entiendo perfectamente que los inmigrantes en Francia y los musulmanes de ese país sientan algo más que inquietud ante la posibilidad de que el próximo o pròxima inquilino del Elíseo se apellide Le Pen, pero ¿es tan fiero el león como lo pintan? ¿son precisamente ellos quienes deberían sentirse más inquietos? ¿puede ser el millonario Macron el antídoto contra la serpiente Marine?

...y así se ve Marine
 Es cierto que el Frente Nacional obtiene buenos resultados en zonas de Francia que antaño tuvieron una importante actividad industrial o minera y que llevan lustros sufriendo cierres de empresas, como Trump en los Estados Unidos; son las zonas donde con razón reina el cabreo con las consecuencias negativas de la globalización en el empleo y las condiciones de vida de los trabajadores; y es cierto que la preferencia para los nacionales del Front National se parece al America first de Trump. Pero el parecido con el actual presidente estadounidense no va mucho más allá: cuando nos referimos a Marine no hablamos de un multimillonario antisocial de turbio pasado emocional y psíquicamente inestable, que se jacta de no pagar impuestos y es incapaz de deslindar las obligaciones institucionales de los intereses económicos personales y familiares como sí es Donald. El neoyorquino llegó a la Casa Blanca con un discurso contra las élites, pero él mismo es élite; sin embargo Le Pen se ha rodeado de un equipo de jóvenes y brillantes universitarios que recuerda el núcleo del que nació Podemos. Como ella, Trump propone el proteccionismo económico y un poco de proteccionismo puede ser bueno mientras no derive en autarquía. Hay una atractiva diferencia en el programa del Frente Nacional para 2017: pide el establecimiento de fronteras para los productos que compitan deslealmente en materia de salarios, condiciones laborales y reglas medioambientales y la nacionalización de empresas energéticas estratégicas y algunos bancos  ¿dónde hay que firmar eso?

Al referirse a Marine Le Pen y su partido incluso los más sesudos medios de comunicación occidentales no dudan en hablar de ultraderecha, un término que, en su caso y en la actualidad, se me antoja excesivo y un tanto desviado. Yo lo describiría como un populismo nacionalista o un nacionalismo populista -tanto monta- que anda sobrado de un mensaje falso y simplista que en otras longitudes geográficas -las latitudes son similares- han ayudado a extender los informativos de la Fox estadounidense y los tabloides británicos: los inmigrantes son los culpables de los problemas de las clases populares en asuntos como el paro, los recortes de servicios sociales y la inseguridad ciudadana.

Muchos se escandalizan de que esto esté ocurriendo en el país identificado con las luces de la Ilustración, la toma popular de La Bastilla y mayo del 68, pero olvidan sombras como el Terror revolucionario, Vichy y el colaboracionismo con Hitler  o la demagogia maoista que contaminó a lumbreras como Jean-Luc Godard y Jean-Paul Sartre. No es tan difícil de entender estudiando un poco de Historia Contemporánea. También olvidan que no es una novedad que el Frente Nacional sea el primer partido de Francia: ya lo fue en las Europeas de 2014.

La foto que Marine quisiera borrar
Marine Le Pen heredó la presidencia del Frente Nacional en 2011, con la intención de sacar a ese partido de la marginación política y terminar con su imagen de fuerza diabólica a la que no cabía acercarse bajo ninguna circunstancia. Además del imprescindible rejuvenecimiento de los cuadros dirigentes eliminó la retórica e imaginería fascistas, lo hizo  más tolerante en cuestiones de sexualidad y formas de vida, defendiendo los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Lo siguiente fue expulsar del frente nacional a su padre por seguir negando el Holocausto -esto no es un pecado menor: en su reciente película Negación (Denial, 2016) Mick Jackson equipara el negacionismo con la justificación y defensa de los autores e impulsores del genocidio-, pero le queda mucho para presentable: Marine debe enfrentarse a lo que en psicoanálisis se llama matar al padre. No hablo de un parricidio, claro, pero debe hacer más creíble su golpe de timón social rompiendo con un pasado demasiado reciente en el que a Jean-Marie no se le escuchaban críticas al capitalismo neoliberal y,  al contrario, quería reducir el peso del estado en la vida económica,  rebajar los impuestos que, según decía, asfixiaban a las empresas y  reformar una legislación laboral que calificaba de "rígida"; pero también hay que oirla condenar y renegar de una tradición ultraconservadora francesa de más de un siglo, que arranca desde el antisemitismo del affaire Dreyfuss durante la Tercera República y pasa por el colaboracionismo, el mariscal Petain arrodillado ante Hitler y el terrorismo de la OAS. Renunciar al apellido paterno habría sido otra opción bienvenida.

La islamofobia que caracteriza al mensaje de Marine Le Pen es absolutamente impresentable, como lo es identificar musulmanes con crimen y terror y proponer que los cristianos  tengan preferencia para entrar en Europa. algo que he oido a algún prelado y algún político en España y a algunos gobernantes en Hungría, Eslovaquia y Polonia. Respecto a lo primero, son los propios terroristas de Dáesh y Al Qaeda quienes invocan el nombre de Alá al cometer sus crímenes; por otro lado, no menos repugnante que la islamofobia es que una autodenominada Policía de la Sharía actúe impunemente en las  noches de algunas ciudades europeas con importante presencia de inmigrantes amedrentando a jóvenes y sobre todo a chicas que no vistan con el debido decoro, consuman alcohol o desafíen cualquier otro precepto coránico. Sin ir mucho más lejos, en España el centroizquierda, cuando ha gobernado, ha preferido introducir la enseñanza del islam y otras doctrinas en las clases, como hace el centroderecha con el catolicismo, a dejar la enseñanza de la religión fuera del ámbito educativo, como aconseja un sano laicismo.
  
Francia es un país con crisis de autoestima desde que dejó de ser el país de la grandeur: La solución de las élites francesas fue convertir a su país en la locomotora de la construcción europea,  pero alemania se hizo demasiado poderosa tras su reunificación. ahora los franceses se sienten unos segundones incluso en la Unión. Marine Le Pen tiene razón al decir que la unión europea es un Titanic que ya ha chocado con el iceberg; en su seno no hay salvación posible. El triunfo del no en los referéndum francés y holandés sobre la Constitución Europea demostró que no todos nos tragábamos la cantinela sobre las bondades de un modo de construcción europea que ahora es percibido como dañino por millones de sus supuestos beneficiarios. La prometida Europa social, humanista y solidaria ha terminado siendo capitalista a ultranza y cruel con los débiles, los que ya están dentro y los que llaman a su puerta,. una Europa dura para los que viven de su trabajo e ideal para los que manejan el dinero.
Pero las élites del centroizquierda y el centroderecha siguen haciendo oídos sordos.



¿Susto o muerte? 

Hasta que la primera vuelta le expulsó de la partida, muchos daban por seguro finalista al corrupto François Fillon; el republicano acabó por copiar lo peor del programa del Front National -cierre de fronteras, islamofobia- y lo peor del no-partido centrista En Marche! -ultraliberalismo económico, sumisión entusiasta a la Europa de los mercados-
Si por un momento dejamos a un lado la cuestión inmigratoria y nos centramos en la económica y social,  Macron, el Albert Rivera francés, no resiste la comparación -algunos trabajadores ya le han plantado cara-. Marine habla de defender las pensiones y la jornada laboral semanal de 35 horas y mantener la contratación pública, él de despedir a más de un millón de empleados públicos y de recortes, recortes, recortes... Como ministro de Economía en el gobierno de Vals, Macron redactó la reforma laboral que sacó a la calle a sindicatos y trabajadores indignados y que Le Pen -y no sólo ella- quiere ahora derogar. Las bolsas y la Banca estarían encantadas con su victoria el 7 de mayo.

Como cuando en 2002 los partidos decidieron unir fuerzas en torno al poco presentable Jacques Chirac frente a Jean-Marie Le Pen, ahora centroderecha y centroizquierda piden el voto para Macron para evitar que la hija de Le Pen llegue a la presidencia. Me pregunto si harían lo mismo si el finalista fuera Fillon y me temo que la respuesta es sí. En su más reciente novela, Sumisión, Michelle Houllebec plantea cómo sería Francia tras las elecciones presidenciales de 2022, cuando todas las fuerzas políticas a excepción del Frente Nacional han aupado al Eliseo a un candidato islamista para evitar que Marine Le Pen fuera presidenta.

Mélenchon: ¿oportunidad desperdiciada?
El candidato de la izquierda Jean-Luc Mélenchon en todo momento ha carecido del apoyo de los socialistas gobernantes porque a los partidos socialistas les da miedo el socialismo; ha caído en la primera eliminatoria pero se ha desmarcado del cuasi unánime cordón sanitario y ha pedido a los integrantes del movimiento que le apoya, la Francia Insumisa, que decidan, sin consignas desde arriba, qué hacer en la segunda vuelta. Si la decisión es el voto el blanco o la abstención, Mélenchon será acusado de cómplice del fascismo. El diario oficial del establishment español ha corrido a proclamar que Mélenchon y Le Pen son lo mismo y muchos corean el bulo.

En el populismo -para el sistema dominante en la Europa del siglo XXI ser populista equivale a ser luterano en la España de los Austrias- y en las posiciones críticas hacia la Unión Europea dicen basar la supuesta similitud de los programas. Pero lo que dice Mélenchon es Esta Europa la cambiamos o la dejamos, que es bien distinto.

Cuando el año pasado el fantasma Trump se convirtió en una amenaza corpórea en los Estados Unidos, el Partido Demócrata se equivocó de plano oponiéndole una candidata que era puro establishment como Hillary Clinton, cuando sólo un verdadero progresista como Bernie Sanders hubiera podido plantar cara a Trump con posibilidades de victoria.

Las radicales son las únicas respuestas creíbles para las víctimas de la mundialización: unas clases medias que desde la crisis de 2008 en Occidente se han proletarizado y un proletariado que se ha visto condenado al paro, la precariedad y la pobreza, opuestas a unas élites egoistas.

En Fancia y en buena parte de Europa el sistema sólo tolera en sus márgenes movimientos de protesta, pero tiembla cuando barrunta que puedan alcanzar el poder. Por desgracia los franceses no pueden enmendar el haber dejado fuera de juego a Mélenchon y su Francia Insumisa el 23 de abril, pero ¡quién dijo miedo? Si después del 7 de mayo Marine Le Pen ocupa el Eliseo, no sera una buena noticia, pero tampoco se acaba el mundo.




sábado, 15 de abril de 2017

La guarida del lobo


Atentado del Domingo de Ramos en una iglesia copta
Khalid Massood, el terrorista que causó seis muertos y decenas de heridos el pasado 23 de marzo en el puente de Westminter y en las inmediaciones del Parlamento de Londres -donde finalmente fue abatido-, se crió en Birmingham con el nombre de Adrian Russell hasta que se convirtió al islam con el que sería su nombre definitivo mientras trabajaba en Arabia Saudí como profesor de inglés. Y claro, Russell o Massood, como prefieran, en dicha monarquía no se convirtió al sufismo o a cualquier forma de islam tolerante, sino a la predominante en Arabia Saudí, el reaccionario y fanático wahabismo, la corriente integrista y violenta de esa religión, la que importó el autodenominado Estado Islámico y que, mientras el Corán proclama el respeto a las religiones del Libro, considera un apóstata merecedor de la muerte a cualquier musulmán que no comparta su visión sectaria, además de a los infieles,  como los 44 cristianos coptos asesinados por Dáesh en Egipto durante la misa del Domingo de Ramos -salvo a aquellos infieles con los que se hace negocio-.  Los españoles estamos entre esos infieles: Vendemos, compramos y armamos al criminal régimen saudí sin que se nos caiga la cara de vergüenza.

Amistades peligrosas
La amistad y complicidad -siempre interesada- entre los gobiernos españoles y la tiranía decapitadora saudí comenzó en la década de 1960, en el esplendor de los planes de desarrollo franquistas, siguieron con las ostentosas vacaciones marbellíes del difunto rey Fahd y el resto de la familia Al Saud que tantas páginas llenaron en las revistas del corazón y se han consolidado durante los reinados de Juan Carlos y Felipe de Borbón, que dan a los sátrapas saudíes un tratamiento casi familiar, Jeques, miembros de la familia real y adláteres financian en España y el resto de Occidente la construcción de mezquitas en las que colocan a imames próximos al wahabismo, igual que abren emisoras - a menudo piratas- de televisión afines y que desde los también wahabíes Catar y Emiratos se patrocinan  y adquieren equipos de fútbol. Por el lado español Arabia Saudí es considerada tierra sagrada para hacer negocios. Aunque se trate de negocio armamentista, se puede vender el alma a cualquiera a cambio de un puesto de trabajo generado. Vimos hace poco en televisión al alcalde de Cádiz defendiendo lo indefendible. Poco o nada importa que se trate de armar y enriquecer a un régimen cuyo sistema penal es idéntico al del Califato y que está invadiendo y llevando el terror y la muerte al vecino Yemen. Para colmo, ejercer la objección de conciencia a participar en la venta de armas a esos tiranos te puede convertir en un apestado.

Orinando contra el viento
a alta velocidad
La corona, las empresas españolas de infraestructuras y esa ocurrencia llamada Marca España están dispuestas a reir cualquier gracia a los Al Saud si en ello ven cualquier ocasión de hacer caja. La que nos venden como inversión estrella de España en el territorio saudí, el tren de alta velocidad proyectado entre Medina y La Meca, además de que puede ser inviable por las condiciones climáticas extrenas del desierto arábigo, amenaza con costarnos un dineral a los bolsillos españoles por las temerarias expectativas de negocio de las empresas inversoras y su más que probable rescate por el Estado.

Éstas sí que son amistades peligrosas, pero qué importa mientras den dinero.





domingo, 18 de diciembre de 2016

Guerra y paz en Macondo

Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro,
y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén
entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación,
hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta
dónde estaban los límites de la realidad.
(Gabriel García Márquez)

Una patrulla de las FARC
Cuando el 3 de octubre pasado los votantes -una minoría de los convocados- por una exigua diferencia de sufragios dijeron no al acuerdo de paz negociado por el gobierno colombiano y las FARC en Oslo y La Habana la sociología atravesaba una racha de fallos garrafales de las encuestas y las previsiones abierta en el Reino Unido con la victoria en referéndum del Brexit y que ha continuado en los EE.UU. con la victoria electoral de Donald Trump. De la mayor parte de estos fenómenos se han hecho múltiples análisis que prueban por qué no fueron tan sorpresivos, pero es curioso que en un país como el nuestro tan vinculado a América Latina no nos hayamos esforzado más en buscar explicaciones creíbles a lo ocurrido en Colombia, y menos aún desde que el premio Nobel de la Paz otorgado a Juan Manuel Santos ha disuadido a casi todos de hacerse unas preguntas cuyas respuestas no gustarán a casi nadie.

La mayoría de españoles, y no colombianos en general, no pueden explicarse que alguien pueda pronunciarse contra la paz y un medio de conseguirla que contaba con un amplio acuerdo. Cierto es que el exceso de expectativas puestas en el acuerdo sometido a plebiscito y la casi obscena manipulación de la información para obtener el sí quiero de los colombianos obligó a los promotores de la paz, tras recibir un doloroso no, a ser más humildes y a eliminar aquel aspecto de lo negociado que más rechazo causaba entre las víctimas: la impunidad para los crímenes de guerra, y a llegar a un acuerdo corregido que finalmente se firmó en Bogotá el 24 de noviembre sin tanta parafernalia y fue ratificado después por la Cámara de Representantes y el Senado de la nación,
pero lo que pocos analistas extranjeros tuvieron en cuenta en octubre es que lo que los colombianos han vivido durante más de medio siglo es una guerra de aniquilación que se ha mantenido tanto porque, además de doscientos cincuenta mil muertos y seis millones de desplazados,siempre ha habido ganadores: en primer lugar la extrema izquierda armada que son las propias guerrillas de las FARC y el ELN -esta última plenamente activa a día de hoy-, por otro lado la ultraderecha de los paramilitares auspiciados por los caciques locales y los usurpadores de tierras, ambos bandos generosamente financiados mediante el narcotráfico y ambos armados hasta los dientes por potencias y gobernantes con intereses heredados de la guerra fría. Sus respectivos botines se han medido en la superficie de tierra incautada -robada- al Estado -entre unos y otros el quince por ciento de la superficie total de Colombia-; las víctimas han sido  principalmente civiles acusados, casi siempre sin pruebas, de trabajar para el bando enemigo y campesinos cuya tierra estaba en el camino de la deseada expansión territorial. A esta alianza de facto entre contrarios se han unido después cristianos ultraconservadores que mantienen un sueño de refundación de una patria de pesadilla ubicada en algún lugar de un pasado que se creía superado.

Crimenes de los paras
Si el rechazo a los crímenes de las FARC se ha convertido en aborrecimiento a cualquier forma de paz con ellas, igualmente detestable es la utilización  porparte de los políticos del daño causado  -algo que también sabemos hacer en España- para conseguir adeptos contra los acuerdos, argumentando una gran mentira -que otros líderes podrian negociar una paz mejor-, cuando ellos no necesitan negociar paz alguna: ya han ganado la guerra. Lo prueba su sangriento boicot a la Ley de Restitución de Tierras de 2011: se cuentan ochenta asesinatos de personas que han buscado recuperar sus tierras. El rechazo a devolver lo robado está íntimamente conectado al rechazo a la paz.

Sobre esa ultraizquierda sólo diré que me niego usar para ella ese nombre de regusto romántico que es guerrilla: son simplemente una banda terrorista como ETA, las Brigadas Rojas, la Baader-Meinhoff  o Septiembre Negro cuyo fanatismo, crueldad y daño causado sólo ha superado Sendero Luminoso en América Latina, y Dáesh y las franquicias de Al Qaeda en el resto del mundo. Su guerra ha generado una cadena interminable y retroalimentada de crimen, venganza, odio y traumas personales. Si sumamos  una arrogancia tan grande como sus crímenes, entenderemos que aquellos a quienes los guerrilleros despojaron de su casa y sus familiares, secuestrados, mutilados o asesinados, no quieran oir hablar de perdón, pese a lo cual las FARC pretenden pasar por este trance sin pagar mucho por sus crímenes. Da la sensación de que Colombia quisiera imitar la transición y la evolución de España, un país que sabe mucho de impunidad.

Pero ahora la amenaza de la extrema derecha es más peligrosa, porque va a estar ahí al margen de cualquier acuerdo incluso después de que las FARC entreguen las armas y se integren a la normalidad. El terrorismo de Estado que representan los escuadrones de la muerte ya existían antes de que las FARC se echaran al monte. El paramilitarismo lo creó el presidente John Kennedy cuando en 1962 envió a Colombia una misión militar encargada de  lanzar la guerra sucia contra el enemigo interno al estilo de la teoría del dominó de aquellos tiempos de la guerra fría. Por tanto no es cierto que las actuaciones de los paramilitares sean una respuesta a las de las FARC: Ellos ya estaban ahí y no van a desaparecer cuando la banda se desmovilice; de hecho sus abogados y lo más duro y reaccionario de la cúpula militar pide a los escuadrones de la muerte que se mantengan preparados para atentar contra los comandantes guerrilleros cuando éstos se integren al sistema. Además los siguientes pasos de los paramilitares estarán condicionados por sus negocios y acuerdos con los narcos.

Ya he señalado antes que la extrema derecha cristiana ha vertido bidones de gasolina en la pira donde se quema Colombia. Sus tentáculos alcanzan todos los rincones y esferas del poder: uno de los grupos integristas más influyentes en Colombia es la fraternidad creada por el obispo francés Marcel Lefevre, excomulgado por Juan Pablo II y recomulgado por Benedicto XVI. A esta orden pertenecen funcionarios del Estado tan poderosos como el procurador Alejandro Ordóñez, famoso por intentar procesar a mujeres que abortaron siguiendo los supuestos legales en el país o recurrieron a la píldora del día después y por organizar quemas de libros -Marx, García Márquez y hasta biblias no católicas- al estilo del Berlín de 1936. Ni que decir tiene que Ordóñez fue un entregado activista del no en el plebiscito de octubre.

Santos y Uribe: eran otros tiempos
Aunque la cara del no a los acuerdos es la de un político que ha pretendido erigirse en la voz de las víctimas mientras tiene abiertos ciento ochenta y cinco procesos internacionales por delitos de lesa humanidad, y aún así su popularidad en el país no ha descendido un ápice: me refiero al presidente de Colombia entre 2002 y 2010 y actual senador Álvaro Uribe. Los éxitos macroeconómicos de su mandato no pueden silenciar las atrocidades cometidas a la sombra de este amigo de José María Aznar que puede estar entre los políticos más nefastos de América Latina: a casi 3.500 ascienden los asesinatos de Estado cuyas víctimas han sido falsamente catalogadas como guerrilleros por parte de miembros de las fuerzas armadas. Uribe alentó esta escabechina indiscriminada mediante una directiva de 2005 que promovía la caza de recompensas: ordenaba pagar casi cuatro millones de pesos por cada guerrillero muerto. El número de falsos positivos -campesinos, víctimas de la guerra, molestos rivales o gente que pasaba por allí- es incontable. Treinta dos mil personas desaparecidas en ese periodo siguen en paradero desconocido sin que nadie lo investigue; también en eso imitan a España. Un hermano del propio Uribe está siendo procesado por haber sido uno de los lideres del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia. El mismo expresidente y senador fue alcalde de Medellín y gobernador de esta provincia en los años de esplendor del cártel que dirigía Pablo Escobar.

En Colombia los los líderes del rechazo a la paz son los ganadores de la guerra, y mientras el torturado país latinoamericano da un pso adelante y otro atrás en su merecidas aspiraciones de una vida mejor va teniendo que aprender que para que sea posible un acuerdo las partes han de ceder y que no hay acuerdo perfecto.


domingo, 21 de febrero de 2016

El limpiacristales de Dubai (reprise)


La vida es peligrosa, no por los hombres que hacen el mal
 sino por los que se sientan
a ver qué pasa
(Albert Einstein)


Cuando en la pasada nochevieja todos pudimos ver las imágenes de un pavoroso incendio devorando un gigantesco rascacielos en el mayor y más rico de los Emiratos Árabes Unidos recordé una entrada que publiqué allá por 2010 en este mismo blog y que he decidido rescatar y actualizar porque me pareció escalofriantemente vigente. Estaba inspirada en una fotografía publicada por el Daily Mail que mostraba a un hombre de aspecto asiático que limpiaba, colgado en el vacío sin arnés ni más sujección que su mano izquierda, las ventanas exteriores del piso 34 de un rascacielos en Dubai. Del paraíso petrolero para multimillonarios iba a Punta Umbría y a la estafa de aquel listillo que por entonces prometía sueldos de ensueño -3600 euros semanales, por jornadas de doce horas, eso sí- a quienes acudieran al emirato a colocar cristales en las torres,
una tarea para la que el emir de turno y su constructor de cabecera andan sobrados de esclavos orientales que se juegan el tipo a cambio de una miseria. 350 incautos creyeron en el timador y -algunos incluso venidos de lejos- llegaron a rellenar un extraño formulario en el que les pedían que contaran su último sueño -¿también los húmedos? me pregunto- y colocaran por orden de preferencia valores como trabajo, respeto, compromiso y honor.

También recordé a los personajes principales de aquella estupenda película palestina titulada Paradise Now (Hany Abu-Assad, 2005) que fue candidata al Oscar. Aquellos dos jóvenes desesperados que malvivían en las inmundas barracas que las monarquías y dictaduras petroleras destinaban a los trabajadores semiesclavos que edificaban sus imperios de lujo y derroche se planteaban inmolarse como hombres-bomba en Tel Aviv en pos del paraíso prometido a los mártires. El infierno ya les rodeaba en la Tierra.

Ignoro qué habrá sido de aquellos que quisieron ser limpiacriastales en Dubai. Es posible que cinco años después, si es que han encontrado un trabajo más acá de Dubai, se acuerden de aquel tal Garrido cuando regresen a casa, el cuchitril compartido que su sueldo le permite, agotados tras una jornada laboral interminable y mal pagada y sientan el futuro colgando del vacío como el limpiacristales de la foto, temiendo siempre que la próxima soldada -¿nómina? no lo creo- será la última.

Será peor en el mañana, cuando sus hijos, si los tienen, sólo puedan aspirar a empleos como el de limpiacristales de Dubai. a los que se aferrará cumpliendo lo que le pidan porque si los pierden no habrá subsidios al desempleo, nadie los defenderá pues ya no habrá sindicatos y tendrán miedo a enfermar porque la sanidad será de pago.

Entonces esos hijos se plantearán dirigir a sus progenitores mensajes cargados de reproches como los de Franz Kafka en su Carta al padre, no sólo por haber sido tan ilusos para creer en el sueño de Dubai que al menos no le costó un euro, sino también por tragrse el veneno de otros estafadores: editorialistas, telepredicadores, economistas de salón. Recriminará a toda su generación haber permitido que le hicieran una crisis, y otras que vendrían después, para demoler su edificio de derechos y garantías.

Los hijos y los nietos de aquellos aspirantes a limpiacristales acusarán a sus antecesores de cavar sus propias tumbas y, más profundas aún, las de quienes vendrían después, cuando contemplaban indiferentes, cuando no celebraban, que la Ley se cebara con quienes defendían como sabían los derechos laborales y de huelga, mientras ellos permitían que recortaran salarios y derechos y les atacaran con toda la violencia de que el poderoso piquete del liberalismo es capaz, sin tener en cuenta que más pronto que tarde les tocaría a ellos y sus hjos el turno de pasar por la picadora de carne.

Cómo pudimos ser tan estúpidos. Cómo no supimos medir la escasa distancia entre el joven camarero que trabaja once horas y el limpiacristales de Dubai; entre éste y el niño que escarba en el vertedero de Sao Paulo. Fue tan fácil desandar el camino.

















jueves, 3 de diciembre de 2015

¿Quién sembró vientos? (Ahora las tempestades las recogemos todos)




"Perdonar a los yihadistas corresponde a Dios,
 enviarlos con él es cosa mía"
(Vladimir V. Putin)


1. Asumiendo las propias responsabilidades

Era aún secretaria de Estado en la administración Obama cuando Hillary Clinton se enfrentó a su jefe a cuenta de la guerra civil en Siria; entonces ella defendía con vehemencia los ataques aéreos y bombardeos masivos para derribar el régimen de Bashar Al-Ásad y ayudar a toda la oposición, incluidas las facciones regionales de Al Qaeda. El presidente de los EE.UU. se negó entonces a hacerlo y probablemente fue esta oposición, y no los problemas de salud alegados, lo que motivó la salida del cargo de la exprimera dama. Ahora, cuando la única preocupación de Clinton es obtener la nominación de su partido para ser candidata a ocupar la presidencia -algo para lo que lo que importan son las propuestas y cuestiones internas-, se siente más libre para asumir errores y aciertos del pasado y se diría que hasta más lúcida y razonable en materias internacionales. Recientemente  ha reconocido que no eran los bombardeos, sino la financiación de los rebeldes moderados sirios lo que habría frenado la ex pansión del autoproclamado Estado Islámico y fue mucho más allá, repasando en una entrevista los graves errores históricos cometidos por la geoestrategia de Norteamérica y por extensión de Occidente, desde una atolondrada descolonización que llenó Asia Occidental de fronteras trazadas con tiralíneas, sostuvo corruptas dictaduras que servían dócilmente a los intereses occidentales, alimentó a la bestia armando a los muyahidines afganos -después talibanes- frente a la Unión Soviética -Nosotros creamos al Qaeda, viene a conceder-; y sigue con la destrucción total de la administración y el ejército iraquíes, que abonó el terreno para la aparición y el crecimiento del Dáesh.

La lista de meteduras de pata occidentales llega hasta hoy mismo: Arabia Saudí, amiga del alma de Occidente -y de los actuales monarcas borbónicos de España- es la mejor cliente de nuestra industria de armamento, tierra natal del clan Bin Laden y cuna del sunismo wahabista cuyo Islam rigorista es el mismo fanatismo religioso que mueve a los yihadistas que asesinan en Europa -¿seguro que no lo financian también?; Catar y los Emiratos Árabes Unidos patrocinan abundantemente -y hasta compran- clubes de fútbol europeos..¡Vaya! parece que el califato apesta más a petróleo que las playas gallegas tras el hundimiento del Prestige y que el mundo occidental no se limita a consumir ese petróleo y consentir a los jeques todos sus caprichos, sino que ha encendido algunas mechas del polvorín.

2. Islam contra Islam

En los terribles atentados que asolaron París el 13 de noviembre cayeron muchos musulmanes, y no me refiero a los terroristas; además hemos visto a menudo cómo la mayoría de las víctimas del terror islamista son también mahometanos. Hace décadas que asistimos a sangrientos enfrentamientos entre chiitas y sunitas en lo que se parece a una guerra civil árabe. En un documentado aunque opinable artículo publicado en el semanario Ahora, el experto francés en geopolítica Pascal Boniface mantiene que vencer el terrorismo de Dáesh pasa necesariamente por una intervención terrestre de los países suníes del entorno, y cita específicamente a los estados de la Península Arábiga y Turquía, pues los islamistas rentabilizarían la presencia de uniformes iraníes, rusos, estadounidenses o europeos presentándola como una agresión chií o una nueva cruzada.

¿Así se combate al Dáesh?
3. Más luces que bombas sobre Oriente Próximo

Bernard-Henry Levy describió en su ensayo de investigación Quién mató a Daniel Pearl el asesinato de un periodista judío setadounidense por parte de Al Qaeda y las alcantarillas de la inteligencia pakistaní -el siniestro IS de Pervez Musharraf -otro protegido de los Estados Unidos-, e igualmente citó a los Emiratos y Dubái como el paraiso para blanquear y coordinar la financiación del yihadismo mediante el sistema de trueque islámico tradicional, que no deja huellas. La historia fue llevada al cine en Un corazón invencible (A mighty heart. Michael Witerbottom, 2007)

3. El enemigo en casa

Entre esos países a los
que Boniface anima a participar en una coalición de estados musulmanes suníes para enviar tropas a Siria hay uno que parece muy poco fiable para combatir al Estado Islámico. En el extremo occidental de la OTAN y llamando a las puertas de la Unión Europea está una Turquía cada día más parecida al viejo Imperio Otomano. Hasta ahora sus únicas aportaciones al conflicto han sido comprar petróleo al Dáesh para a continuación revenderlo, perseguir con saña a la única fuerza que lo combate con eficacia -los pashmergas kurdos-  y derribar un cazabombardero ruso que apenas rozó su espacio aéreo cuando atacaba a los yihadistas. Uno de los tripulantes de aquel avión sobrevivió y fue salvajemente asesinado por grupos de turcomanos, una minoría iraquí y siria que se concentra en torno a Mosul, el nucleo más poblado en manos de los terroristas. De todo ello cuesta poco concluir que la Turquía del sultán Tayyip Erdogan en realidad es aliada y cómplice de Dáesh.

La vida en Mosul

4. Ciberterrorismo (y otras tácticas) vs. terrorismo

Ya hemos oido a menudo que hay tácticas mucho más efectivas que los bombardeos para frenar a los yihadistas de Siria e Irak y se suele hablar de su afixia económica y de la eliminación de sus fuentes de financiación. Algo se hace en ese sentido desde los aviones que han atacado sus pozos y refinerías y a los camiones que transportan su petróleo. Pero habría que ir mucho más allá, frenando la venta de armas e incluso imponiendo un embargo en toda la zona y haciendo un vacío comercial a las naciones sospechosas de financiar y apoyar la yihad -eso también va por el amigo saudí-.

Claro que no es sólo una batalla económica. El Dáesh tiene en su dominio de Internet y las redes sociales una de sus mejores armas de propaganda, captación, amenaza y miedo; tendremos que dar les batalla también en ese terreno. Recientemente la agrupación de hackers Anonymous anunció inminentes ataques a las webs y cuentas de Twitter y Facebook vinculadas a Dáesh. Espero que los gobiernos se lo hayan tomado en serio.  No sólo contamos con los muchachos de la máscara de Guy Fawkes en un posible ataque de ciberterrorismo; sin ir más lejos nuestro CNI tiene una unidad experta en el tema. Además no debemos olvidar la forma en que se venció a ETA: los golpes policiales, la infiltración en sus filas -aunque no sería nada fácil colar lobos en el califato- y la colaboración con Francia. Conviene recordar esto último ahora que el gobierno español tacañea con la ayuda que Francia demanda y prefiere no comprometerse hasta después de las elecciones.

En Europa se habla por fin de crear una especie de FBI de la Unión, y pocas cosas puede haber más efectivas en esta lucha que la constitución de una inteligencia europea única y coordinada, lástima que de inteligencia no anden sobrados los líderes europeos.


5. ¿Es esto una guerra?

Inmediatamente después de los atentados del 13 de noviembre en París Manuel Vals, primer ministro francés, proclamó urbi et orbe que Francia estaba en guerra. Parece obvio que la matanza perpetrada por un grupo de fanáticos con múltiples conexiones religiosas y políticas no cabe en las acepciones de la palabra crimen,  pero no es tan simple: es imposible dudar de que Siria vive desde hace años una guerra, y de que de uno de los bandos que combaten en ella salió la decisión de asesinar a los asistentes a un partido de fútbol, a quienes salían, comían y se divertían en los alrededores de la Plaza de la Bastilla y a quienes seguían un concierto de rock en Le Bataclan, pero ni Francia ni Europa son Siria, ni sus ciudadanos huimos de un frente bélico; ni el Estado Islámico es un estado ni sus comandos asesinos son soldados, por muchas bombas y kaláshnikovs que usen. Por lo tanto, denominar guerra a estas matanzas no pasa de ser una metáfora propagandística e interesada. Hablar de un atentado terrorista y no de un acto de guerra en casos como éste es más riguroso; lo contrario es dar la razón a quienes pretenden estar haciendo una guerra santa contra infieles y herejes.

Además los bombardeos aéreos no son la respuesta que la amenaza de Dáesh demanda; más que responder, posponen la respuesta: una declaración formal de guerra obligaría a emplear tantos recursos militares como fueran necesarios para ganarlos, y los bombardeos son cualquier cosa menos eso.

En unas declaraciones televisivas, el profesor Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos Y Acción Humanitaria, coincidía en que, hoy por hoy, la sola acción militar sólo logra aplazar la necesidad de plantar cara al problema y en que las intervenciones militares puntuales han de ir acompañadas de soluciones políticas, económicas y de coordinación de las inteligencias nacionales.

y 6. ¿Asumir también responsabilidades ajenas?

En el primer apartado de este artículo me refería a la responsabilidad que las políticas que Occidente ha aplicado en Oriente Próximo durante en el último siglo tienen en la creación, crianza y engorde de los monstruos que ahora quieren devorarnos. Ha habido errores garrafales e imperdonables, pero basta de flagelarnos y atribuirnos las culpas de otros. Los responsables del terrorismo son los terroristas.
Como era previsible, las reacciones tras la matanza de París han sido de todos los colores, muchas tan lamentables como previsibles: la de Xabier García Albiol es ambas cosas: para él la culpa de todo la tienen la inmigración y el multiculturalismo. Respecto a este último concepto incluso puedo coincidir con el líder del PP de Cataluña; pero creo que al concepto progre de multiculturalismo -que implica tolerancia con separación en guetos- debemos oponer interculturalidad -mezcla en la igualdad y el respeto- y no absorción como él plantea.  En el extremo contrario, el de la lucidez, destacaría las declaraciones al programa El Intermedio del rector de la mezquita Evry-Courcournnes, Khalil Merroun. En un perfecto español Merroun negaba que las mezquitas, incluso las de barrios conflictivos, sirvieran de imán para atraer a jóvenes al terrorismo: "esos jóvenes no van a escuchar las prédicas de la mezquita; se ven atraidos por el imán Google" dice. "Si vienes con nosotros no te faltará nada; y si mueres, te garantizamos el paraíso". El rector llama a los suyos a que, si se sienten atacados o insultados recurran a la Justicia del estado de derecho en el que viven, no intenten hacer justicia por su mano. Yjustifica las  decisiones del presidente Hollande: "Si mi pueblo es atacado, debo responder. Estaré haciendo una yihad, que sigifica un esfuerzo"". Le da una lección de patriotismo a todos los Lepen sin hablar de4 freno a la inmigración o cierre de fronteras.
¿No a la guerra?, un artículo de Rubén Amón publicado días atrás en El País se refería al buenismo del manifiesto de varios intelectuales y alcaldes de la órbita podemita y las manifestaciones que, bajo el lema No en nuestro nombre, se celebraron en toda España el 28 de noviembre defendiendo que "la pedagogía del peace and love no puede extrapolarse a la emergencia que representa la voracidad del califato islámico en su expansión ideológica, propagandística y territorial".

 El periodista británico John Carlin lo denunció hace poco en un artículo que comenzaba citando una escena de la comedia fantástica Mars attacs! (Tim Burton, 1996): Con medio mundo liquidado por los invasores marcianos, su líder y dos guardaespaldas se encuentran frente al presidente estadounidense -Jack Nicholson- éste, acorralado en su despacho, apela al buen rollito universal, "¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?".Entonces el jefe marciano lo fulmina con su pistola de rayos, se acerca al cadáver y lo despacha con un burlón saludo militar. Carlin continúa imaginando al superprogre líder laborista británico Jeremy Corbin actuando igual que el presidente Nicholson en caso de verse arrinconado por un terrorista del Dáesh; incluso le invitaría a tomar el te. Y extiende esta hipotética actitud agran parte de esa progresía de discurso antiimperialista maniqueo que sólo ve la culpa de estos males actuales en los errores occidentales anteriores. ¿Para qué hacerse preguntas más complicadas pudiendo echar mano de respuestas más simples?. De acuerdo, algunos de aquellos vientos los sembramos nosotros, pero otros salieron de mezquitas, madrazas y campos petrolíferos. Va siendo hora de que otros recojan las tempestades, y no me rfiero a ninguna tormenta del desierto.




viernes, 3 de julio de 2015

Producciones Leguineche


José Luis López Vázquez rotulaba una carita sonriente en la superficie de una naranja:
-La bandeja tenía que ser de plástico, pretensada como las de Iberia... y con las firmas de los futbolistas.
-¿No le ponemos un disco de flamenco? (Luis Ciges)
-No, que encarece. No, no toque, que es para el registro: Promoción España Mundial Menú: Camiseta, paella, sangría, gazpacho, naranja, turrón... todo típicamente español ¿comprendes? Voy a registrar la bandeja. Mundiales del 82, afluencia masiva de turistas; clientes potenciales: un millón, ganancia por bandeja: cien pesetas, ganancia total de la operación: cien millones de pesetas, pero para eso tengo que patentar el invento o se lo lleva una multinacional.

Probando, uno, dos... probando -sólo faltaba el sip de las pruebas de sonido previas a un concierto-. Ahora sí ¿tampoco? Paramos y cuando se oiga seguimos. Ante un par de comisarios europeos y los periodistas la ministra de Innovación del gobierno Zapatero veía demorarse más de media hora su rueda de prensa en la Semana de las Regiones Innovadoras de Europa porque en  algún punto de la compleja intendencia de la Presidencia Europea se había descontrolado una clavija y,  pese al esfuerzo de una nube de técnicos estresados, no había forma de que el sonido llegase a cámaras y grabadoras. Por momentos parecía que la cosa marchaba pero no;  transcurrido un buen rato de intentos infructuosos y  dicho lo fundamental -si es que algo de lo dicho tenía fundamento- el sonido volvía a fallar, aunque los periodistas, deseosos de acabar cuanto antes, simulábamos oir estupendamente y nos llevábamos el pen-drive europeo, la pegatina, el lápiz, el boli, la libreta y el pin europeos.

Era el primer semestre de 2010, hace ya más de un lustro,  y España ostentaba la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Esta anécdota real ocurría en el lustroso y carísimo Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada en una época en la que habíamos dejado de ser ricos, y entronca treinta años después con la escena de ficción recogida arriba de Nacional III -Luis G. Berlanga, 1982-. En el esperpento berlanguiano aparecía la idea de estar permanentementemente preparando un evento -entonces el Mundial de Fútbol España-82- alrededor del que brotan como setas cientos de Producciones Leguineche: empresas, consorcios, individuos deseosos de prosperar a la sombra de esos acontecimientos, revestidos de un rutilante barniz de innovación, pero sin que el fantasma de la chapuza nacional nos abandone nunca, porque por cada idea -buena o sólo aparente- hay cien listillos y caraduras carentes de ellas que logran subirse al carro. Gabinetes, asesores, catering... del medio millón diario treinta en total- que cuesta una Presidencia Europea a quien le toca desglosemos algunas cifras: 2'99 millones de euros para un proveedor de muebles de diseño; 2'57 millones para enlaces y azafatas; 883.00 euros a la adecuación de espacios; 637.652 para intérpretes; 65.778 para la redacción de documentos web y otros 147.900 para su traducción; cien mil euros en corbatas y pañueos... hay más, pero en aquel momento me preguntaba sobre todo cuánto habría costado el logotipo de aquella presidencia: unas letras eu como salidas de un cuaderno Rubio de caligrafía; como López Vázquez pintando naranjitos con un rotulador.

Éste es el país de Pepe Gotera y Otilio -unos chapuceros de los que debemos enorgullecernos, no como esos fantasmas de Super Mario y su hermano Luigi-, así que mejor no imaginarnos con peligrosos juguetes explosivos en las manos. La misma Europa que racanea y saca beneficios con cualquier ayuda a Grecia vuelca el cuerno de la abundancia sobre Ucrania -sobre todo en suministros militares, claro-, y en colaboración con el amigo americano crea una fuerza de intervención inmediata a las puertas de Rusia y nosotros corremos entusiastas a ponernos al frente. La consecuencia inmediata es que Rusia decide rearmase y apuntar todos sus pepinos a Occidente. Nos protege el escudo antimisiles de Rota, con el queganamos un dinerito, dirán Morenés y sus amiguitos para tranquilizarnos. Eso es precisamente lo que me da miedo, pues nos convierte en objetivo prioritario de los pérfidos rusos. Y eso que les mandamos a la Virgen de Fátima para que se cnvirtieran; habrá que enviarles a Fátima Báñez.


Inspirado en un artículo publicado en Granada Hoy en marzo de 2010










lunes, 30 de marzo de 2015

Si esto es la izquierda...



El Parlamento Europeo aprobó días atrás, durante un pleno celebrado en Estrasburgo, una resolución de condena a las violaciones de los derechos humanos en la Venezuela de Nicolás Maduro, con mención expresas a las detenciones del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma y el líder opositor Leopoldo López, éste un civil en manos de un tribunal militar, y al asesinato a manos de la policía de un adolescente de catorce años. El documento fue aprobado por una amplia mayoría y entre quienes se pronunciaron en contra estuvieron los eurodiputados españoles de Izquierda Unida, Podemos, Compromis e ICV. A la hora de justificar su negativa Javier Couso echó manos de un imaginario intento de golpe de estado contra Maduro y unos también fantasiosos jóvenes disparando a la policía con armas largas. Por su parte Podemos alegó, con razón, que la sugerencia a la Comisión de adoptar medidas lo es a estudiar sanciones, que es bien sabido que siempre las sufren el pueblo de los estados sobre las que recaen, y no se conoce ningún caso en el que hayan servido para solucionar una situación; habría que recordarles que toda propuesta es susceptible de enmiendas, modificaciones y vetos parciales durante su tramitación parlamentaria, y por tanto no hay por qué dejar sin censura alguna comportamientos antidemocráticos tan obvios como los del gobierno bolivariano, independientemente de quién proponga la condena y con qué espurios intereses.

Leopoldo López encarcelado en Muro Verde, Caracas
Por un lado he de decir que no me sorprende la actitud adoptada por IU en materias internacionales como esta, tras haber oído en ocasiones a algunos de sus dirigentes criticar al gobierno legítimo de Ucrania y defender a los separatistas prorrusos y conociendo sus simpatías declaradas por el castrismo; lo mismo pienso respecto al partido del círculo, dadas sus peligrosas amistades bolivarianas que podrían haber rellenado sus monederos; más me decepciona la actitud en esta cuestión de los representantes de ICV y Compromis, fuerzas a las que considero inequívocamente honestas y consecuentes y excelentes alternativas de gobierno en sus respectivos territorios. Por otra parte cada día estoy más habituado a la incultura histórica y política de la derecha mediática española, que se empeña en  hablar de la dictadura venezolana; no, tarugos, Venezuela no es una dictadura; es una democracia, de bajísima calidad, tendente al autoritarismo, pésimamente gestionada y  llena de arbitrariedades, pero que periódicamente celebra elecciones supervisadas por observadores internacionales que certifican su limpieza y su legitimidad; del mismo modo que el franquismo no fue un régimen totalitario sino autoritario, cuartelero y meapilas -hay que leer más historia-, y sé que esta analogía no gustará a nadie, como la Historia de la guerra civil de Eslava Galán. En fin, resumiendo, veo en estas materias algo despistadas a las izquierdas españolas. Y si esto es la izquierda, una de dos, o está desorientada o mi brújula ha perdido el Norte. Sólo sé que jamás se me  ocurriría buscar la Estrella Polar en el cielo de Caracas.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Meterse en jardines, pisar charcos

Plaza Syntagma, Atenas.
Febrero de 2012


Los jardines de la disidencia, la última novela del estadounidense Jonathan Lethem -Literatura Random House, 2014- dibuja, a traves de la trayectoria de tres generaciones de un par de familias, la geografía y la historia de la contestación norteamericana desde mediados del siglo XX hasta estos inicios del XXI. Esa historia comienza con el triste devenir del comunismo americano, que vivió sometido a la implacable persecución de Joseph McCarthy y J. Edgar Hoover -para la que haber luchado en la Brigada Lincoln o simpatizado con la República Española no eran motivos de sospecha sino pruebas de cargo para una condena- y se diluyó como un azucarillo en el café de la decepción y el desconcierto cuando Nikita Kruschev, en el XX Congreso del PCUS, denunció las purgas y los crímenes del estalinismo; continúa con la generación beat y la contracultura, el floreado hippismo -sobre el que no escatima ironía- y la protesta contra la guerra del Vietnam; ya en el ocaso del siglo la solidaridad con los movinientos de liberación  de America Latina -el Chile de Allende y el sandinismo-; y por último las acampadas que culminaron en el reciente Occupy Wall Street.

Los jardines de la disidencia
Estos años, particularmente los últimos, no sólo han conocido la disidencia en Norteamérica sino en todo el mundo, aunque en algunos casos y lugares los resultados no han sido los esperados ni tan siquiera han sido positivos -las primaveras árabes, la plaza Maidan en Kiev, Hong Kong-; y por aquí hemos debido prestar especial atención a la rebelión de la plaza Syntagma en Atenas y a nuestro 15-M, movimiento al que me he referido varias veces en este blog, unas con esperanza, otras con decepción, pero siempre con escepticismo. Algo más que unos lemas ingeniosos nos debe haber quedado de lo  ocurrido en Grecia y España en 2011 cuando los griegos tienen un gobierno que planta cara a la hasta ahora intocable oligarquía económica que controla Europa -aunque sea dejando en el camino compromisos y ambiciones sanas y legítimas- y aquí el sistema se ve contaminado por formas y formaciones diferentes -Podemos, aun con el lastre de su soberbia y sus amistades bolivarianas, y la Izquierda Unida de Alberto Garzón, con el de unas malas expectativas electorales en las encuestas-, que acarician la posibilidad de ser determinantes. Podemos limtarnos a prestarles -nunca darles- la confianza del voto, pero con eso no basta, ni mucho menos. Mientras tanto y después tenemos mucho más que hacer, muchos trenes que coger, mucho barro con el que mancharnos. Hay que tenerlos vigilados, estar en todos los fregados, meterse en todos los jardines, pisar todos los charcos.

domingo, 31 de agosto de 2014

El califa en lugar del califa

Se llama Abu Bakr al-Baghdadi; se hace llamar califa de lo que también se autodenomina Estado Islámico, cuya existencia ningún otro país, ni civilizado ni silvestre, reconoce. Su caso recuerda al de Napoleón quien, tras arrebatarla de las manos del Papa, se impuso a sí mismo la corona imperial. Un papa -es decir, un portavoz de la falsa verdad- es precisamente lo que ambiciona este Al-Baghdadi colocar entre sus trofeos de caza, aunque sean cuales sean las aspiraciones de este personaje y sus fanatizados acólitos, que han querido dejar atrás en crueldad y barbarie a las huestes del finado Osama Bin Laden, su futuro parece tan incierto como el del desaparecido mulah Omar.

Sin embargo, el exacerbado fanatismo de sus fieles no puede ser motivo de tranquilidad para este califa, a quien no faltarán maquiavélicos visires que, como Iznogud, conspiren para ser el califa en lugar del califa. De momento sólo el ejercicio férreo del terror y la persecución contra quienes disientan de un Corán leído con ojos inyectados en sangre constituyen la argamasa de ese Estado Islámico; eso y el más o menos encubierto apoyo de algunas potencias regionales como Catar -paraíso de nuestros futbolistas millonarios-, la Turquía de Erdogan, hasta hace poco el Egipto de Mursi y quién sabe si el wahabismo saudi cuyos príncipes son tan queridos por nuestra monarquía. Argumentos, además del tradicional victimismo musulman, se los ha dado en abundancia la represión contra los suníes ejercida por el depuesto Al Maliki. En un reciente artículo Juan Goytisolo destacaba las inteligentes jugadas del sirio Bachar Al Assad, primero renunciando a su inútil arsenal químico y en la actualidad presentándose ante Estados Unidos como un mal menor que, con todos sus abusos y arbitriariedades, es preferible a los bárbaros que le combaten, a quienes la exsecretaria de Estado Hillary Clinton a toda costa quería armar. Pese a quien pese y nos guste o no, hoy por hoy los regímenes de Siria e Irán son los últimos diques de contención frente al avance del yihadismo.

Pero nos cuesta tanto ser conscientes del peligro de esa yihad y ese Estado Islámico. Sus crucifixiones de infieles y sus matanzas en masa de combatientes enemigos parecen no afectarnos. Poner bajo sospecha a unos musulmanes es algo que no nos atrevemos a hacer por miedo a que nos tachen de racistas. Es bien reciente el caso de la red pakistaní que sometía y prostituía a cientos de menores ante las narices de los pusilánimes policías y fiscales de Roterham. Es  loable que los progresistas españoles y de todo el mundo clamen que sen sometidos a la Justicia los asesinos de José Couso, pero al mismo tiempo no pueden guardar silencio ante la ejecución de Jim Foley y el secuestro de Steven Sotlof. No parece políticamente interesante preocuparse por estos periodistas víctimas del Estado Islámico como tampoco hubo airadas reacciones internacionales cuando los talibanes y los servicios de inteligencia pakistaníes acabaron con Daniel Pearl. En Irak y en Siria alguien tiene que dejárselo claro a estos poseedores de la única verdad, también el ruido de las bombas si no basta la ancestral sabiduría de los yazidíes: Así no habló Zaratustra.