Veo con estupor que ‘Gran Hermano’ llega a su duodécima edición.


En España hay no pocos escritores que sobreviven ganando concursos literarios de pueblo. Aunque ya casi no se convocan oposiciones, nos pasamos la vida concursando o siguiendo a quienes concursan, y eso a nuestros gobernantes no se les escapa. Por eso los noticiarios se parecen a la final de un concurso, con una comparsa de políticos y figurantes abrazándose satisfechos frente a otra comparsa con cara de decepción. Por eso la información deportiva ha exportado uno de sus titulares más tópicos: “No pudo ser”.
Como en un video-juego, Córdoba pasa a la siguiente pantalla en su empeño por ser capital cultural, pero Málaga no pasa de nivel.


Y cuando no concursamos, conmemoramos. Vivimos en un permanente cumpleaños infantil en McDonalds. El Milenario del Reino de Granada mañana, aquel interminable Quinto Centenario de ayer, el Bicentenario de las Cortes de Cádiz hoy... Hay hasta una Sociedad Estatal con sus despachos y burócratas para organizar todos esos cumpleaños que fijan en el calendario un horizonte para la utopía, cuando se terminarán todas las obras, cuando viviremos en Jauja. Concursando y conmemorando, proclama la propaganda, se crea riqueza y empleo. Y es cierto, brotan como setas empleos de gerentes de consorcio, asesores, jefes de protocolo y pelotas que se hacen ricos con nuestra pasta.