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viernes, 5 de junio de 2015

Sacrificios ¿necesarios?




En la romería del Rocío que acaba de terminar,la de 2015, se han empleado más de dos mil caballos, burros y bueyes. Se ha sabido de la muerte de un número de caballos sin determinar, según distintas fuentes de diez a veinte
-la Guardia Civil sí ha hecho pública la denuncia interpuesta al propietario de un trailer y su detención por transportar a once de estos animales  sin licencia y en malas condiciones higiénicas-,
Un caballo de la Hermandad de Huelva
que no llegó a El Rocío
pero lo que es un dato contrastado es que desde la romería de 2007 a la de 2014 perecieron más de un centenar de caballos, obligados a recorrer jornadas de sesenta kilómetros con uno o más jinetes a los lomos en lo que es un sobreesfuerzo agotador. Asociaciones animalistas han publicado esta primavera fotografías y vídeos en los que se comprueba el maltrato que sufren los equinos, que sucumben al calor, la falta de agua y el agotamiento.

Es a la Junta de Andalucía a quién corresponde velar por el cumplimiento de su propia Ley de Protección Animal a través del Plan Romero, que no sólo sirve para garantizar la seguridad de peregrinos y visitantes y la limpieza posterior de los caminos que transitan. Siempre son los más débiles e indefensos quienes pagan el pato de unas tradiciones festivas y religiosas que no tienen en cuenta que parte de su vistosidad y atractivo se la deben a ellos, lo que, por lo menos, les hacen merecedores de cuidados y respeto. Triste es que mueran caballos -tomo prestada una reflexión que no es mía, la he leído y la comparto por completo-, pero también es desalentador que algunos tarados que van encima vuelvan a casa sanos y salvos.


El eterno -hasta el pasado 24 de mayo- Perico Rodri despidió caballos y carretas onubenses en su vigésimo año como alcalde de Huelva y las recibió en la vuelta como alcalde saliente, aunque se ahorró el triste espectáculo de la muerte por desfallecimiento en la misma puerta del ayuntamiento de un caballo que regresaba de la romería, hecho que sí ocurrió en una ocasión anterior. Las dos hermandades onubenses regresaron sin sus hermanos mayores, ambos enfermos; la de Emigrantes había sufrido una fuerte subida de presión tras tener que mediar y poner paz en peleas a puñetazos entre romeros beodos. Fue el penúltimo acto de Rodri en la alcaldía antes de entregar el bastón de mando;  el último fue la destrucción masiva de documentos municipales. Su incruento sacrificio, como el de Barberá, el de Aguirre, el de Cospedal, sí es necesario; el cruel sacrificio de las pobres bestias no lo es.
Fila de contenedores llenos de papeles comprometedores





domingo, 31 de agosto de 2014

El califa en lugar del califa

Se llama Abu Bakr al-Baghdadi; se hace llamar califa de lo que también se autodenomina Estado Islámico, cuya existencia ningún otro país, ni civilizado ni silvestre, reconoce. Su caso recuerda al de Napoleón quien, tras arrebatarla de las manos del Papa, se impuso a sí mismo la corona imperial. Un papa -es decir, un portavoz de la falsa verdad- es precisamente lo que ambiciona este Al-Baghdadi colocar entre sus trofeos de caza, aunque sean cuales sean las aspiraciones de este personaje y sus fanatizados acólitos, que han querido dejar atrás en crueldad y barbarie a las huestes del finado Osama Bin Laden, su futuro parece tan incierto como el del desaparecido mulah Omar.

Sin embargo, el exacerbado fanatismo de sus fieles no puede ser motivo de tranquilidad para este califa, a quien no faltarán maquiavélicos visires que, como Iznogud, conspiren para ser el califa en lugar del califa. De momento sólo el ejercicio férreo del terror y la persecución contra quienes disientan de un Corán leído con ojos inyectados en sangre constituyen la argamasa de ese Estado Islámico; eso y el más o menos encubierto apoyo de algunas potencias regionales como Catar -paraíso de nuestros futbolistas millonarios-, la Turquía de Erdogan, hasta hace poco el Egipto de Mursi y quién sabe si el wahabismo saudi cuyos príncipes son tan queridos por nuestra monarquía. Argumentos, además del tradicional victimismo musulman, se los ha dado en abundancia la represión contra los suníes ejercida por el depuesto Al Maliki. En un reciente artículo Juan Goytisolo destacaba las inteligentes jugadas del sirio Bachar Al Assad, primero renunciando a su inútil arsenal químico y en la actualidad presentándose ante Estados Unidos como un mal menor que, con todos sus abusos y arbitriariedades, es preferible a los bárbaros que le combaten, a quienes la exsecretaria de Estado Hillary Clinton a toda costa quería armar. Pese a quien pese y nos guste o no, hoy por hoy los regímenes de Siria e Irán son los últimos diques de contención frente al avance del yihadismo.

Pero nos cuesta tanto ser conscientes del peligro de esa yihad y ese Estado Islámico. Sus crucifixiones de infieles y sus matanzas en masa de combatientes enemigos parecen no afectarnos. Poner bajo sospecha a unos musulmanes es algo que no nos atrevemos a hacer por miedo a que nos tachen de racistas. Es bien reciente el caso de la red pakistaní que sometía y prostituía a cientos de menores ante las narices de los pusilánimes policías y fiscales de Roterham. Es  loable que los progresistas españoles y de todo el mundo clamen que sen sometidos a la Justicia los asesinos de José Couso, pero al mismo tiempo no pueden guardar silencio ante la ejecución de Jim Foley y el secuestro de Steven Sotlof. No parece políticamente interesante preocuparse por estos periodistas víctimas del Estado Islámico como tampoco hubo airadas reacciones internacionales cuando los talibanes y los servicios de inteligencia pakistaníes acabaron con Daniel Pearl. En Irak y en Siria alguien tiene que dejárselo claro a estos poseedores de la única verdad, también el ruido de las bombas si no basta la ancestral sabiduría de los yazidíes: Así no habló Zaratustra.

viernes, 25 de julio de 2014

La guerra por whatsapp

Foto: eldiario.es


ola ke ase, vamos a bombardear, sus vais de casa o ke ase? Esta es la caricatura de un supuesto mensaje en el que el ejército israelí advierte por whasapp a unos vecinos de Gaza de un inminente ataque para que corran a refugiarse lejos de sus casas. Cuentan que estas advertencias se hacen a diario mediante llamadas y mensajes SMS. Netanyahu y los suyos deben acogerse así al dicho el que avisa no es traidor, como si los gazatíes tuvieran algún lugar donde huir.

No es un Sorolla,
es un ob jetivo militar israelí
Resulta creíble que el mejor servicio de inteligencia del mundo, el Mosad, tenga fácil acceso a los números de teléfono de todos y cada uno de los vecinos de Gaza. No tiene explicación entonces que se confundan objetivos terroristas o fundamentalistas con un hospital de discapacitados, una escuela de las Naciones Unidas o unos niños que juegan en la playa. Todo el mundo tiene derecho a evitar que el vecino le lance cohetes encima, pero no destrozando su casa con la familia dentro. Además carece de lógica la justificación de que es un ataque contra terroristas islámicos: Si su vocación es el martirio ¿por qué darles gusto? 

Cuentan también que los israelíes, antes debombardear, recurren al viejo método de lanzar octavillas al enemigo ¿Cuál de las docenas de variedades dialectales de la lengua árabe escogerán? ¿Han tenido en cuenta el bajo nivel de alfabetización de la franja? Cuando en 1912 Italia atacó Libia para conquistarla, comenzó por lanzar cientos de octavillas, que estaban impresas en árabe arcaico. Los árabes se lanzaron a recogerlas creyendo que eran billetes de banco, y no entendieron ni palabra de lo allí escrito. A partir del día siguiente los italianos tiraron bombas de verdad, cuyo lenguaje entiende todo el mundo.

Seamos menos frívolos. Unos diez mil palestinos han buscado refugio en las instalaciones de la UNWRA, el organismo de las Naciones Unidas que se encarga de suministrarles medicinas, educación y alimentos en las sitaciones de emergencia. Entretanto el único órgano de la institución con poder ejecutivo, el Consejo de Seguridad, es tan inoperante como siempre en estos casos. Cuando se trata de frenar o condenar una acción de Israel, el veto de Estados Unidos paraliza cualquier decisión, como ocurre con el veto ruso si la afectada es Siria. Ante tanto brazo cruzado ¿qué hacer? ¿quedarse en casa para que los cascotes te caigan encima o salir despavorido en busca de un refugio que no existe?


miércoles, 14 de mayo de 2014

Casandra y Jeremías

Según la mitología griega, Casandra, hija de Priamo y Hécuba, fue dotada por Apolo con el don de la clarividencia; pero también la condenó a que nadie creyera sus profecías. Así, cuando en el Siglo XIII antes de Cristo Casandra vaticinó que una coalición de ciudades aqueas atacaría y destruiría Troya, en castigo por el rapto de Helena de Esparta, ninguno de sus conciudadanos hizo caso de sus augurios y no evitaron que la ciudad de Asia Menor fuera derrotada y pasara a la Historia y la leyenda. Seis siglos después se repitió la historia en Judea; el profeta Jeremías -autor del libro de la Biblia que lleva su nombre así como del de las Lamentaciones- tampoco fue creído y sufrió persecución cuando vaticinó que Yaveh castigaría la violencia y corrupción del pueblo elegido -Hablan de paz, pero no hay paz- permitiendo la invasión de los babilonios de Nabucodonosor. Éstos destruyeron el Templo de Jerusalén, mataron al rey y esclavizaron  a los judíos. De nada sirvieron sus lamentaciones a Jeremías, que acabó  refugiándose en Egipto junto a muchos congéneres en uno de los varios éxodos del pueblo hebreo.


En sus memorias El mundo del pasado el escritor austríaco Stefan Zweig, un judío vienés nacido en el imperio austrohúngaro y fallecido en Brasil, adonde huyó del nacionalsocialismo, cuenta que pasó su vida advirtiendo y luchando contra las guerras que le tocó vivir, las dos mundiales, trabajando por la unidad de Europa y denunciando el auge de los movimientos totalitarios, xenófobos y racistas. También furon desoidas sus advertencias, nadie tomó en serio el militarismo teutón, la amenaza hitleriana, el mundo se precipitó en la barbarie y toda su obra fue prohibida y destruida en el nuevo reich, incuida su colaboración con uno de los músicos favoritos del führer, Richard Strauss -el libreto de la ópera
La mujer silenciosa-. Zweig fue enormemente popular en su tiempo -los bachilleres germánicos hacían cola en las librerías para comprar su Momentos estelares de la humanidad, claro que entonces los estudiantes de secundaria leían literatura, no jugaban Candy Crush-; pro también fue otro  de esos profetas condenados a no ser escuchados, de hecho su primera obra para la escena fue la tragedia Jeremías. Como aquellos a quienes Mariano Rajoy tacha de cenizos, quienes pensamos que después de haber tocado fondo podemos permanecer mucho tiempo en las profundidades, no necesariamente empezar la ascensión -lo llaman recuperación-. Casandra, Jeremías, Zweig y algunos más: unos cenizos.


viernes, 20 de abril de 2012

La guerra: Instrucciones de montaje


Los más radicales defensores del pensamiento neoliberal niegan que fueran las políticas expansivas e intervencionistas promovidas por Franklin D. Roosevelt las que permitieron abandonar el pozo de la Gran Depresión de 1929
Defienden que fue la Segunda Guerra Mundial la hoguera en la que se quemó la crisis. Su teoría calla que la guerra en sí misma es un acto de intervencionismo estatal y de inversión pública cuyos principales beneficiarios son las empresas privadas de los sectores del armamento, la construcción, la seguridad, etcétera. 
Es decir, es la guerra el hecho que saca a la luz cómo funciona realmente el
liberalismo: El Estado concebido como esfuerzo colectivo para enriquecer al sector privado pero evitando todo control estatal sobre ese mismo sector. En esta nueva gran depresión la guerra es también la solución final, es la única receta que conocen quienes aplican tratamientos de austeridad y contención sabiéndolos destinados al fracaso. Por otro lado las guerras, frías o cruentas, son un perfecto Macguffin para desviar la atención de los pueblos de los problemas reales.

Como para que estalle una guerra hace falta generar un mínimo de tensión, si ésta no existe o es insuficiente, uno o los dos bandos crean dicha tensión. Los ejemplos del pasado son innumerables, desde el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo hasta las inexistentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein. La guerra que hoy se considera inevitable -o eso interesa que creamos- es contra Irán. Poco importa que en la Casa Blanca haya un presidente moderado. Entre Benjamin Netanyahu y los cabilderos judíos, armamentistas y hasta las aseguradoras sanitarias pueden prender la chispa en cualquier momento y arrastrar a los gobiernos a la guerra. Con la moral colectiva de los Estados Unidos concentrada en una nueva cruzada patriótica, nadie se fijará en que se sepulta para siempre el proyecto de una sanidad universal o la legalización de inmigrantes. Negocio redondo.




En el ámbito doméstico, en estos ciento y pocos días de Gobierno Rajoy también suenan tambores de guerra. La nacionalización -poner lo privado al servicio de lo público, el pecado más nefando para el liberalismo- de una filial de Repsol nos ha metido en una guerra fría contra Argentina. Esos partidos que cazan votos abanderando los intereses de pequeñas empresas y autónomos, a la hora de la verdad solo son uña y carne con las grandes, aquellas cuyos consejos de administración reservan asientos para los líderes de los grandes partidos y los gobernantes cuando abandonen la política. Cuando un ministro dice que ser hostil a Repsol es mostrar hostilidad a España nos toma por imbéciles y demuestra ser un corrupto que está donde está sólo para beneficiar intereses privados, pero cobrando de lo público.



Después la propaganda se encarga de que una buena parte de los españoles estén dispuestos a creer que Repsol, Telefónica, ACS o Inditex son España, aunque escondan impuestos a España, se surtan de mano de obra barata fuera de España y cobren tarifas abusivas a los españoles. 
No importa que fuera tal el patriotismo de Repsol que antes de la nacionalización estaba a punto de vender YPF a Sinopec -es decir, al Partido Comunista Chino-; la mayoría de los medios españoles lo ha ocultado. Aquí el mensaje es: Más madera, es la guerra. Si Margaret Thatcher venció a sus mineros y sindicatos con sangre argentina como munición, treinta años después de las Malvinas los muchachos de Rajoy disparan balas dialécticas contra Argentina, y con eso y el Rey disparando a elefantes, nadie se preocupa de que en las retaguardias nos roben la salud, la educación y la vejez.

Y si la guerra fría contra Argentina se desinflara pronto, hay otra más cruenta aguardando, el fantasma de la secesión de Cataluña. Que eleven tanto el tono del enfrentamiento nacionalista dos partidos como PP y CiU, que se apoyan mutuamente y hacen equipo en el recorte de derechos y el saqueo a la ciudadanía debería hacernos pensar que hay gato encerrado. Ambos sirven a los mismos intereses económicos, unos intereses que no entienden de fronteras ni banderas. Pero conforme la situación económica de los ciudadanos se vaya agravando y antes de que degenere en un estallido social, apuesten lo que les quede a que se irá elevando la tensión nacionalista hasta que la cuerda esté por romperse. 
Habrá una proclamación del Estat Catalá por un lado, una recentralización de competencias por otro, las portadas se llenarán de proclamas patrióticas, sonará ruido de sables, incluso habrá alguna escaramuza cruenta, y el pueblo agitará enseñas de colores en nombre de la indisoluble unidad de la patria o de los derechos históricos y la identidad nacional ¿Quién será el traidor que hablará de crisis pudiendo partirse la cara con el enemigo? ¿A qué mal español -o catalán- le importa más el precio de las medicinas que su bandera? Así se solucionan las crisis según el ideario de quienes nos gobiernan.  

domingo, 15 de abril de 2012

Elefantiasis


"La foto es lo que más detesto. El recochineo. Ahí, posando. Presumiendo de haber destruido la belleza y la vida. Siempre que veo una de esas fotos me dan ganas de hacerme yo una con alguno de ellos detrás. La napia contra un árbol. Pumba, pumba. Toma foto, chaval. Meterle a escopetazos las fotos por el ojete" (Arturo Pérez-Reverte)



¿Abrirá España alguna vez la veda para la caza mayor? La imagen de un Jefe de Estado sonriente ante un elefante derribado en una remota sabana, mientras su país se precipita en el Maelström de la crisis, debería bastar y sobrar para dar comienzo a la temporada de monteríaabatir todo lo que nos sobra, nos cuesta un riñón y nos avergüenza.

Pero me temo que ni siquiera se abrirán las ventanas para que se vaya el olor a cerrado y veamos qué se cuece dentro de un régimen sostenido por la adulación, el peloteo y la autocensura. Este 14 de abril en el que por segunda vez un rey cayó -éste en un sentido más literal que el abuelo- buscaba información en un digital nacional y me encuentro con la foto de marras, un hermoso ejemplar de una especie en extinción a la que ante todo hay que proteger de la aristocracia hace, a su pesar, de telón de fondo para el satisfecho y campechano cazador blanco -de corazón negro, debe pensar su nietecito herido al enterarse de que si el yayo no fue a verle al hospital fue porque prefirió irse a cazar elefantes-. 
La princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein,
amante del Rey, organiza cacerías
en África para nobles y multimillonarios
A los pocos minutos no sólo ha desaparecido la foto del diario español -que al día siguiente la coloca en portada de la edición de papel, de locos- sino que la propia web de Botsuana que ofrece paquidermos a 45.000 euros la escopeta ha sido bloqueada; bendito caché de Google que siempre conserva las pruebas del delito.

El oso Mitrofán
Ni siquiera vivir en un país que considera cultura la tortura y muerte de un animal en un espectáculo me hace entender como deporte el dar muerte a animales, pero estaría dispuesto a admitir cazador como animal doméstico si a quien entre sus títulos ostenta la presidencia de honor de WWF, no se le conociera todo un historial de cacerías de osos en parques naturales de Rumanía y Rusia -pobre Mitrofán, triste icono republicano-, antílopes, búfalos y guepardos; incluso de la propia especie y misma sangre -aunque aquello, aseguran, fue accidental-. Si además no fuera el español que ha sufrido mayor número de accidentes y ni uno solo laboral, me tragaría que, puesto que los jóvenes en paro le quitan el sueño, se marchó a cazar elefantes para darles de comer.


Dicen que la Familia vive su particular annus horribilis pero ¿y el de sus súbditos?, avergonzados a diario por el encubrimiento a un yerno tramposo, por las felicitaciones a un príncipe saudí que se libra de una condena por violación,  por la opacidad de las cuentas, por los regalos extemporáneos o por las intercesiones en favor de oligarcas amigos de la Casa que se nos venden como gestiones por el interés de la economía nacional.
  Aunque en esto le acompaña un gobierno que nos hace creer que Repsol es España y que, según la Momia Guanche, ofender a una petrolera es ofendernos a todos.

Será que la escopeta nacional, que es de gatillo fácil, es un valor eterno; y la montería, en Cabañeros o en Botsuana, es la misma cace un rey o un invicto generalísimo. Será que al Azor y al Fortuna sólo los diferenciaban los metros de eslora, que la herencia genética de este régimen es la causa de su elefantiasis.

domingo, 14 de agosto de 2011

In Berlin, by the Wall...

El Muro en Bernauerstrasse

In Berlin, by the Wall
You were five foot
Ten inches Tall
It was very nice
Candelight and Dubonnet on ice
(Berlin, Lou Reed 1973)

El 13 de enero de 1961, hoy se ha cumplido medio siglo, grupos de trabajadores estrechamente vigilados por los vopos del gobierno de la República Democrática Alemana, entonces presidida por Walter Ulbricht, bajo la estrecha vigilancia de la URSS de Nikita Kruschev, comenzaron la construcción del sistema de muros de ladrillo y hormigón, alambradas electrificadas y torres de vigilancia que se conoció como el Muro de Berlín; para la propaganda comunista, Antifaschistischer Schutzwall o Barrera de Protección Antifascista. La estructura constaba de dos partes: El muro propiamente dicho que separaba el sector de Berlín ocupado por la URSS del que estaba bajo administración de Francia, el Reino Unido y los EE.UU. y posteriormente fue parte de la República Federal de Alemania; y los 115 kilómetros de barreras que separaban el territorio de la RDA de Berlín Occidental, convirtiendo a este sector en una isla acosada. En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, miles de alemanes del Este, armados de martillos, picos y todo lo que encontraron, comenzaron la destrucción del Muro, una tarea con más carga simbólica que otra cosa, puesto que la policía de la RDA abrió horas antes los puntos de acceso ante la imparable demanda de cambio de los ciudadanos de Berlín Este.  En Bernauerstrasse, donde hoy se ha conmemorado el cincuentenario de la construcción del Muro, murió Ida Siekmann, que al saltar desde un tercer piso en uno de los bloques cuyas ventanas miraban al Oeste, se convirtió en la primera víctima mortal de entre 125 y 270 personas, según distintas fuentes de estudio, que perdieron la vida intentando escapar del paraíso socialista.

Bernauerstrasse

Aunque buena parte del Muro de Berlín fue derribado y sus fragmentos -y falsificaciones- se convirtieron en codiciada memorabilia durante los años 90, todo su trazado está marcado en el piso de las calles del Berlín reunificado, y permanece en pie algo más de un kilómetro y medio de muro, la mayor parte de la cual es el lienzo de pared junto al río Speer que se conoce como East Side Gallery y que, totalmente cubierto de grafitos, constituye la mayor y más fascinante muestra de arte pictórico callejero de todo el mundo.

East Side Gallery

Muchos pueden preguntarse el sentido y la efectividad de, en plena era de las comunicaciones y de las armas de alcance global, dividir ciudades y aislar a grupos de población con los sistemas de murallas propios de las ciudades de la Antigüedad. El Muro de Berlín simbolizaba un fracaso, el de un régimen que prometía el paraíso en la Tierra y sólo lograba que sus víctimas quisieran abandonarlo en masa. Pero las dós últimas fotos de este post, las únicas que no son mías, les darán la respuesta. Los muros levantados por el gobierno de Israel en Cisjordania y por el estadounidense en la frontera entre EE.UU. y México -muros que, al contrario que el de Berlín, pretenden frenar la entrada, no la salida- continúan siendo terriblemente efectivos.

Niederkirchnerstraße

El Muro de Berlín y toda la simbología que conlleva ha inspirado todo tipo de obras artísticas, musicales, cinematográficas y literarias. Aquí dejo enlaces a algunas de esas obras inspiradas por el muro:

La tragedia de una pareja de yonkies con un trasfondo de miseria y malos tratos se inscribe perfectamente en el Berlín dividido. El Muro es citado expresamente en la canción del título, una miniatura adaptada de una canción más larga de las primeras grabaciones de Lou Reed como solista.

Heroes puede considerarse pieza central del tríptico de discos producidos y compuestos junto a Brian Eno -entre Low y Lodger- o como la tercera pieza de su trilogía berlinesa -Tras Station to Station y Low. Ese período dió lugar a una serie de colaboraciones entre algunos de los artistas más inquietos del pop y frutos discográficos como The Idiot de Iggy Pop, Peter Gabriel II, Sacred Songs de Daryll Hall y Exposure de Robert Fripp.
Imprescindible novela publicada en la RDA poco después de la construcción del Muro, que aporta una insólita visión sobre la división desde el Este, nada complaciente con el discurso oficial, pero que, no obstante, fue un éxito de ventas, críticas y premios en la Alemania comunista.
East Side Gallery

La obra maestra de Wenders es una fascinante reflexión sobre la separación, el destino y el sacrificio por amor en el que el Berlín dividido es más importante que los ángeles y humanos que la protagonizan. La búsqueda de la geografía destruída de Postdamer Platz es una secuencia que en sí misma resume la tragedia de la división alemana.

Esta premiadísima película (Oscar a la mejor película de habla no inglesa) es un detallista, riguroso y duro retrato del tyerror basado en la desconfianza, la delación y la vigilancia estricta de los ciudadanos que supuso el régimen germano oriental.
Otras referencias para entender la historia y significado del Muro:

Documental de animación de 10 minutos producido por Deutsche Welle

Friedrichstraße 43–45, 10969 Berlin-Kreuzberg
El Museo del Muro situado junto a Checkpoint Charlie es una exposición permanente que da más de lo que promete a primera vista. Su fascinante, inagotable y a veces bizarro muestrario de las distintas formas en que los berlineses del Este intentaron burlar la división y el Muro, a veces con éxito, otras con final trágico, merece una visita tranquila. No decepciona.

Las fotos del Muro de Berlín y de la East Side Gallery son de mi álbum en Flickr Berliner Mauer, y fueron tomadas en invierno de 2008.

El Muro de Cisjordania (2002)


Muro fronterizo entre México y los EE.UU. (1994)




martes, 26 de julio de 2011

Conservadores y antisistema


Cuando el 23 de julio Anders Behring Breivik voló las oficinas gubernamentales del centro de Oslo, matando a ocho personas, y posteriormente asesinó a 68 jóvenes participantes en un campamento de verano del Partido Laborista en la isla lacustre de Utoya, se hizo una primera atribución del atentado a extremistas islámicos a partir de una falsa reivindicación. La derecha global, la de las guerras contra el terror, encantada. Resultó que no había sido cosa del moro, pero la derecha mundial, más encantada todavía porque ahora se hablaba de un antisistema. A ver que tardan en vincularlo al 15-M, vaticinaban algunos. A eso se agarran fervientemente desde los medios ultras españoles -La Gaceta-Intereconomía, Libertad Digital, Periodista Digital...- incluso después de que quedase meridianamente claro que aquel ario de pura cepa que como ellos detestaba la España de Rodríguez Zapatero era uno de sus cachorros, un fruto de la papilla de odio, racismo, cristianismo de cruzados, desprecio a los principios democráticos y justificación de la violencia que vienen suministrando a manos llenas a sus seguidores. Lo diré sin ambages: Uno de los suyos.

Anders Behring Breivik
Ahora esos mismos medios se afanan en hacer ver que el asesino de Oslo es simplemente un majara, un psicópata aislado con ideas de copypaste -Arcadi Espada dixit- y sólo el rojerío más recalcitrante se empeña interesadamente en establecer conexiones con las ideologías del lado oscuro. No es ahora, sino hace unos días cuando el bunker tenía toda la razón: Anders Behring Breivik es, efectivamente, un antisistema, como ellos mismos, como Rupert Murdoch y sus medios, como Dominique Strauss-Kahn ejerciendo el derecho de pernada, como los economistas que desde las universidades estadounidenses inoculan el veneno neoliberal en gobiernos y opinadores, como los tertulianos de la copa de vino en la mano y la ponzoña en la lengua, como el Tea Party, como los partidos del odio que emergen en el Norte de Italia, en Francia, Holanda, Rusia, Austria o la propia Noruega, como los partidos de la derecha convencional -esa que confunde populismo y democracia- que no dudan en tomar la misma deriva con tal de no ceder terreno, como las agencias de calificación y los especuladores que han organizado el mayor y más peligroso golpe de estado contra el sistema democrático, como los empresarios, corporaciones y cabilderos envalentonados que han emprendido una contrarreforma que sólo puede acabar en una restauración de nuevas formas de esclavitud o servidumbre, como tanto canalla como anda suelto y armado de micrófono, ordenador o mando en plaza.

Pero a la caverna le interesa vendernos la imagen del loco, a quien no hay que dar publicidad. No sea que alguien identifique sus ideas con las de la propia caverna.

Timothy Mc Veigh y Jared Lee Loughner







Porque si Anders Behring Breivik, con sus pamplinas templarias y todo, fuera solo un loco, si fuera tan simple, Timothy McVeigh, autor de los atentados de 1995 en Oklahoma City, lo sería también, y no un exmilitar ultraderechista que odiaba al Gobierno, adoraba las armas y creía en la supremacía blanca y cristiana. Y sería un simple orate el seguidor del Tea Party Jared Lee Loughner, que en enero pasado acabó con la vida de seis personas cuando intentaba asesinar en Tucson a la senadora demócrata por Arizona Gabrielle Gifford, a quien Sarah Palin situó bajo la mirilla de un rifle en un ingenioso mapa de los EE.UU. en el que localizaba a los enemigos progresistas a eliminar. No, ninguno de ellos es un psicópata, desequilibrados y fanáticos sin duda, un narcisista patológico que se muere por ser el ídolo de todos los pirados del mundo en el caso de Breivik, pero no locos aislados. De Breivik se van probando sus contactos y conexiones con ultraderechistas de distintos puntos de Europa. Se trata, sí, de antisistema. Antisistema que han llevado al extremo de la violencia indiscriminada el discurso que de forma más o menos matizada mantienen otros antisistema: Murdoch, Palin, Bossi, Aznar, Heider, Le Pen, Friedman, Rodriguez Braun, Espada, Sostres, Vidal, Wolfowitz, Mayor Oreja y tantos otros en los ámbitos de la política, la economía, la universidad y los media. En los más inteligentes apenas encontraremos rastros de fanatismo religioso o racial, no pierden el tiempo en tonterías, pero sí alimentan en los demás ese tipo de sentimientos para servirse del odio que generan.

Los medios de Rupert Murdoch son una fuerza antisistema. Es antisistema un modelo financiero que malgasta, se juega y pierde nuestro dinero y posteriormente recibe más dinero del nuestro para recuperarse. Es una premisa antisistema que ninguna autoridad democrática se imponga y vigile los movimientos del capital. Destruye el sistema el que los gobiernos electos se sometan a cualquier indignidad para salvar el culo a los inversores. No hay nada más antisistema que una religión que impone sus principios a quienes no la profesan y encima cobra del Estado por ello. Si un sistema exige que los trabajadores pierdan sus empleos y recorten sus sueldos y los ciudadanos se queden sin sanidad o educación gratuitas, es que es una falsificación del sistema, es que lo han destruido y reemplazado por otra cosa. Es antisistema que cuando los antisistema ponen en práctica su hoja de ruta se pretenda defendernos con la excepcionalidad: Si la prensa se extralimita, leyes mordaza, leyes antiterroristas si hay matones sueltos, estados de alarma ante una huelga...

Y es la presencia, la influencia y en casos tan extremos como el de Noruega, la acción de los antisistema lo que por oposición lo convierte a uno en un conservador. Nos vemos en la obligación de conservar los logros del estado del bienestar, el derecho a la negociación laboral, las pensiones, la educación, la salud, la libertad de expresión, la igualdad de oportunidades, una democracia hoy devaluada que alguna vez se aproximó a la verdadera representatividad. Quien iba a decirnos que nos veríamos defendiendo el capitalismo, entendido según los principios keynesianos de mercado regulado y vigilado por los poderes públicos, el capitalismo que cree en que el trabajador bien pagado es un motor económico, admitir que mientras era el modelo dominante fue la garantía de la prosperidad y una cierta justicia social, frente a los unabomber de la desregulación, los terroristas del dinero que defienden que el capitalismo es bueno para todos menos para ellos mismos, que exigen que el Estado esté detrás, subvencionando, rescatando o amparando con leyes su impunidad.

Pese a los ingenuistas, iluminados y frikis que han desenfocado el movimiento, descubrimos que la protesta social surgida en España el 15 de mayo es un movimiento en pro del sistema, de un sistema de democracia, libertad, prosperidad y justicia, un movimiento conservador de los valores, los derechos y la decencia. Los antisistema están enfrente, dando clases en la Universidad de Chicago, debatiendo en El Gato al Agua o emprendiendo cacerías humanas en una isla. En medio, los partidos convencionales tienen la obligación de dejar bien claro de que lado están. Guiñar el ojo estratégicamente o hacer estudiados gestos de simpatía como los del candidato Pérez Rubalcaba no basta. No son los Rubalcaba que tantas veces hincaron la rodilla ante los antisistema los que detienen a los antisistema antes de que hagan de las suyas.

domingo, 1 de mayo de 2011

Informe sobre ciegos


El sábado murió Ernesto Sábato. Murió ciego como Borges, su némesis literario y político. A
demás de su admirable obra narrativa y ensayística, Sábato será recordado también como presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas que en su informe 'Nunca más' documentó el terror desatado por las Juntas Militares argentinas desde 1976. Aquel extenuante descenso a los infiernos certificó el plan de exterminio de parte del pueblo al que los militares decían servir. En su novela 'Sobre Héroes y Tumbas' Sábato incluyó su famoso 'Informe sobre ciegos', que habla de las actividades de la Secta Sagrada de los Ciegos, ejerciendo el gobierno del mal sobre la Tierra. Sábato pone el relato de dicha conspiración de tinieblas en labios de su protagonista, Fernando Vidal Olmos, un ser dado al cinismo, fanático y paranoico cuyo discurso apocalíptico se asemeja al de los tiranos de nuestro tiempo. Más tarde, en 'Abaddón el Exterminador', Sábato libera un quinto jinete del Apocalípsis abatiéndose sobre cuanto de bueno tiene el ser humano.

Viñeta de la adaptación al cómic del Informe sobre ciegos por Alberto Breccia


No cuesta identificar los ángeles exterminadores de las ficciones de Sábato y los ángeles de la muerte a las órdenes de Videla y Massera, con el ejército sirio que asesina primero y después masacra a los asistentes a los funerales por los asesinados, o el libio que ha matado ya a treinta mil compatriotas en nombre de un perturbado; con todos los que responden con sangre al pueblo que le sacude el trono.

Pienso en nuestro pasado, sometido al espurio revisionismo de los historiadores neofranquistas, leyendo 'El holocausto español' de Paul Preston, nuestro propio 'Nunca más'.
Es un mastodóntico recuento de las atrocidades que se cometieron antes, durante y después de nuestra Guerra Civil; en ambos bandos pero sin buscar equidistancias dado que el terror franquista fue inmensamente mayor y peor que el republicano. Con la épica que al recuento de horrores otorgó Solzhenitsyn en su 'Archipiélago Gulag', el provocador rigor de Preston irritará a un Ejército que se ganó sus medallas masacrando a su propio pueblo; a una Iglesia partícipe de las mayores abyecciones; y también a quienes minimizan que la represión de las milicias izquierdistas causó mas bajas en su bando que la propia guerra. Sábato, Preston, pero también el Vasili Grossman que en 'Todo fluye' enumera las variedades de canalla que generó el estalinismo: informantes, envidiosos que acusan en falso, fanáticos, trepas que barren a quien les estorba. Y el Martin Amis que en 'Koba el temible' se pregunta por qué a la izquierda europea los crímenes, las hambrunas premeditadas y los campos de la muerte de Lenin y Stalin no le provocan la indignación y el estremecimiento que produce el nazismo. Y lo que vemos en directo sobre Siria, Libia, Yemen... Seremos ciegos si obviamos informes tan demoledores sobre cómo el poder se ejerce contra el pueblo y sobre los cadáveres del pueblo.


jueves, 24 de marzo de 2011

Las lecciones de Libia

Pocos casos como el de la revuelta libia, la guerra civil y la intervención contra Gadafi sacan a la luz tanta porquería, tanta miseria, tantos intereses bastardos entrelazados. La política mundial y las relaciones internacionales son -¿Ya habéis olvidado Wikileaks?- un gran pozo negro, un cieno pestilente en el que casi nada y nadie - aquí no cabe el 'casi'- está limpio. Libia, el régimen de Gadafi, sus enemigos de anteayer, cómplices ayer y hoy de nuevo antagonistas, el saqueo y los negocios de las materias primas y las armas son sólo grumos en el detrito de tamaño cósmico que la raza humana deyecciona en su inexorable camino hacia la extinción. Dicho esto es cierto también que las ansias de libertad y la lucha por conseguirla son, como las creaciones artísticas y de la imaginación, las ilusiones a las que la especie se aferra para justificar su paso por el planeta, y sirvan o no -va a ser que no- para salvarnos de nuestro patético destino es a ellas a las que debemos aferrarnos si queremos levantarnos cuando mañana amanezca. El hecho de que al mal no se le pueda combatir con el bien porque éste último ni está ni se le vislumbra en el horizonte no quiere decir que renunciemos a darle -o ayudar a darle- al malvado patadas en la boca hasta saltarle los dientes. Me van a perdonar por no ser pacifista, por pensar que si pones la otra mejilla sólo consigues dos manos marcadas en la cara, por creer que, aunque sea acudiendo a otros miserables, si borramos a un miserable de la faz de la tierra algo habremos ganado.

Como todo es tan confuso, como hay tanto ruido y todos hablan y opinan tanto, me ha costado ponerme a escribir sobre lo que está ocurriendo en Libia salvo por algún tuiteo y para denunciar algunos silencios al principio de esta crisis. Como a los reaccionarios me los veo venir, me molestan más quienes desde la buena fe alimentan prejuicios, quienes prefieren que no se haga nada si quienes van a hacerlo están de mierda hasta los ojos -como si alguien no lo estuviera-. Esos provocan lo que alguien llamó -no recuerdo si se lo leí a Rosa Mª Artal- 'los daños colaterales de la demagogia' Creo que lo visto y oído permite extraer algunas lecciones; lo de sacar conclusiones es harina de otro costal.

Lecciones de periodismo

Desde que tunecinos primero y egipcios después decidieron tomar las riendas de su futuro, cuando intento no sólo enterarme sino además comprender lo que está sucediendo, sólo hay una fuente de la que no puedo prescindir y esa es Al Jazeera en inglés. La prevalencia de la información sobre el sesgo ideológico -que lo tiene, pues el medio inmaculado no existe, fue revelador su silencio respecto a las revelaciones de Wikileaks sobre dirigentes de Catar y otros países del Golfo- se equilibra de forma exquisita con el compromiso inequívoco de la cadena catarí con las revueltas democráticas en los países de su ámbito. Por algo los periodistas de Al Jazeera son los primeros en ser perseguidos por las dictaduras y sus emisiones cortadas antes que las de, pongamos por caso, la CNN. En el otro extremo, lo que desde luego no se me ocurre es informarme a través de Telesur, la cadena panamericana que promueve el teniente coronel Hugo Chávez, aquel que regaló a Muamar Gadafi la espada de Simón Bolívar en premio por su compromiso revolucionario. Ni Telesur ni Gramma Digital, las dos fuentes más repetidas en cuanto se tira del hilo de los tuiteros, blogueros y representantes políticos más hostiles frente a la intervención internacional en Libia, son un ejemplo de credibilidad en este momento histórico. Tampoco la neutralidad ha sido nunca una de sus aspiraciones prioritarias; en eso no
engañan ni pretenden engañar a nadie.

Conviene recordar, para vergüenza de estos medios, cuál fue su primera interpretación sobre lo que ocurría en Túnez, Egipto o Bahrein en los primeros días de las revueltas. Eran 'revoluciones de colores' auspiciadas por la CIA, que buscaban crear regímenes afines a Occidente, cuando era precisamente Occidente y los intereseses de sus empresas y gobiernos el mejor sostén de los dictadores contra quienes se levantan los pueblos árabes. En Occidente hubo miedo, no apoyo, a las revueltas: En España y casi toda Europa los medios conservadores estuvieron aireando el supuesto peligro islamista intentando enfriar las simpatías hacia las revoluciones. La posición de Al Jazeera no ha variado en todo este tiempo. Sus periodistas han seguido sobre el terreno los levantamientos y han prestado un gran servicio a los manifestantes y fuerzas democráticas. La identificación ha sido total en el caso de los rebeldes libios que buscan derrocar a Gadafi y ahí es donde el posicionamiento de Al Jazeera ha sido más arriesgado -junto a su reciente negativa a retransmitir discursos de determinados dirigentes de Hezbolá-. La cadena se la juega al no ponerse en contra de los ataques aliados a las fuerzas de Gadafi, ataques que los alzados en armas contra el régimen ven con alivio -les va la vida en ello- y no como una intolerable intromisión imperialista. A quienes ven en ello una claudicación hay que recordarles que Al Jazeera es tan crítica hoy como ayer tanto con la invasión ilegal de Irak como con la amparada por Naciones Unidas pero igualmente nefasta de Afganistán. No se le pueden dar muchas lecciones de coherencia y menos desde medios de comunicación ligados a regímenes como el de Chávez o de Raúl Castro que guardan no pocas similitudes con los que el pueblo árabe hace tambalearse. ¿Miedo al contagio?
Gaspar Llamazares

Lecciones de la calle

En las calles españolas ha reaparecido una pancarta, la del "No a la guerra"; desde el palco de invitados del Congreso se escucha de nuevo el mismo grito. Es, desde luego, una pálida sombra del clamor que llenó las calles hace ocho años, tras la foto de Las Azores. Es cierto que en esta ocasión Izquierda Unida es prácticamente la única fuerza organizada que se opone abiertamente a la intervención aliada en Libia y lo es también que hoy los españoles no se movilizan ni cuando les quitan sus sueldos, sus derechos y su futuro. Por tanto no es raro que sean pocos. Y aún así son demasiados si tenemos en cuenta que quienes en los propios países árabes se manifiestan en contra de los ataques son... Nadie.
No hay apenas artículos en la prensa árabe abiertamente críticos con la intervención, si acaso se recogen los reparos sobrevenidos de la Liga Árabe. Las calles de las ciudades árabes, que estallan en llamas por una simple caricatura sospechosa de sacrilegio, que se levantan contra las agresiones israelíes o por las revelaciones de Wikileaks sobre los abusos de las fuerzas estadounidenses en Bagdad o Kabul; esas mismas calles están ahora vacías salvo, claro está, que sean las calles donde se producen las revueltas ¿Cómo es posible que salgamos a protestar aquí por aquello contra lo que los propios afectados no protestan?¿Nuestro pacifismo nos vuelve más papistas que el Papa?
 
Cualquier ambivalencia acerca de ese régimen se fue, se fue, se fue. Es brutal, corrupto, engañoso, demencial. (Helena Sheeham, activista irlandesa de extrema izquierda invitada por Gadafi a la que la rebelión sorpendió en Trípoli)

Lecciones de la Historia

Ya se ha escrito mucho sobre las similitudes y diferencias entre el caso libio y otros acontecimientos históricos en los que se ha debatido sobre la conveniencia de la intervención extranjera en conflictos locales. La comparación con Irak es en el caso de la izquierda tan solo una torpe excusa, tan irresponsable como ignorante, para desempolvar consignas que hace años les -nos- dieron visibilidad en las calles. Hay una excepción, la de quienes comparan Libia no con el Irak de 2003 sino el de 1991 -la excusa era liberar un territorio de un tirano chiflado, hubo amplio apoyo
internacional y hasta se habló de llevar la democracia a Kuwait-; es cierto que ahora se podrían cometer los mismos errores, que no se puede prever en qué y cuando acabará la intervención, pero también lo es que entonces en 'nuestro bando' sólo estaban unos príncipes podridos de millones, no un pueblo exigiendo ser libre. En cuanto a la derecha la comparación con Irak 2003 es una forma de intentar justificar miserias del pasado proclamando que España también va a la guerra con el pacifista Zapatero. No merece más líneas.

Se ha hablado mucho de Ruanda, y del sitio de Sarajevo, como ejemplos de los efectos de que el mundo se quede de brazos cruzados ante una masacre programada. No podemos saber qué habría ocurrido de permitirle a Gadafi aplastar la rebelión; todavía está por ver que no lo haga. Pero cuando avanzaba hacia Bengasi su hijo advertía de que se iba a registrar la ciudad casa por casa, lo cual permite hacerse una idea bastante aproximada de lo que esperaba a los rebeldes.

Otro momento histórico cuya equiparación con Libia se ha debatido respecto a la oportunidad -o legitimidad- de la intervención extranjera en conflictos locales es la Guerra Civil Española y las consecuencias del no intervencionismo de las potencias democráticas europeas en la victoria final de la rebelión militar. A quienes se empeñan en negar las similitudes, las palabras de Gadafi vaticinando que su entrada en Bengasi sería como la de Franco en Madrid deberían bastarle para convencerles, aunque entre 1936 y 1939 el papel de rebeldes y leales fuera justo el contrario. Pero el parecido entre ambas situaciones no se queda ahí. Del mismo modo que ya hay una intervención extranjera del lado del régimen -miles de mercenarios subsaharianos, el inmenso arsenal vendido al ejército del coronel por las potencias que hoy le atacan...-, entonces Inglaterra , Francia y los Estados Unidos se cuidaban muy mucho de poner las manos sobre España -con la honrosa excepción de las Brigadas Internacionales- y el bando democrático sólo contó con el apoyo armamentístico que Stalin les vendió en condiciones muy ventajosas para la industria soviética, y mientras, la Legión Condor sobrevolaba impunemente la Península, barcos alemanes bombardeaban Alicante o Almería y el Corpo Truppe Volontarie de Musolini metió nada
menos que a 140.000 soldados italianos en nuestro país. Con mucha menos gente ya es invasión. Luego, tal vez una intervención extranjera del bando de los rebeldes libios sea simplemente una cuestión de equilibrar la balanza de la internacionalización del conflicto que ya se daba con anterioridad.

Tenemos otro ejemplo aún más evidente, pero menos comentado, en la Segunda Guerra Mundial. El no intervencionismo estadounidense -muy arraigado en la opinión pública norteamericana- estuvo a punto de dar la victoria a Hitler. Incluso después de que los japoneses hubieron atacado territorio de los EE.UU. en Pearl Harbor, el Departamento de Defensa tuvo que recurrir a una intensísima propaganda -la magnífica serie de documentales Por qué luchamos dirigida por Frank Capra es un ejemplo- para convencer a su país de que había que entrar en guerra contra el Eje. Antes, ya que hablamos de taparnos la nariz cuando nuestros aliados apestan, el miserable Stalin se había repartido Polonia con Hitler en su vergonzoso Pacto de no agresión, lo que no fue obstáculo para que, una vez que Alemania invadió la URSS, los aliados occidentales aceptaran a los soviéticos como amigos de conveniencia, conscientes de que el pueblo y el ejército rusos eran imprescindibles para derrotar a los nazis. Estoy seguro de que los rebeldes que han estado a punto de perder la guerra contra Gadafi tampoco tienen demasiados remilgos ni se preguntan ahora por el pasado de quienes les ayudan.



El no intervencionismo, por último, nunca ha sido una doctrina pacifista. La utopía pacifista -además de una quimera- es necesariamente universal y exige que una parte de la Humanidad acuda siempre en socorro de otra cuando ésta sufre opresión. Ya sé que en la práctica sólo se suele acudir a ayudar a los opresores o a sustituirlos por otros, pero como principio esa universalidad hace que lo menos pacifista del mundo sea el ahí te las apañes solo.

Lecciones de hipocresía

El meollo de la cuestión. Como alguien señalaba con acierto en Twitter, la llamada 'Operación Amanecer de la Odisea' -ni Bunbury hubiera igualado tamaña grandilocuencia- debía haberse llamado 'Operación Amiguito del Alma'. El algodón no engaña y la prueba está en miles de fotos, es tan reciente que dan arcadas sólo de pensarlo: Gadafi en El Pardo, Gadafi financia la campaña electoral de Sarkozy, Gadafi vende petróleo y gas, Gadafi compra armas, Gadafi y sus hijos invierten el dinero robado a los libios en la Costa del Sol, Gadafi ya no es un malvado terrorista sino un freno a Al Qaeda... Es todo tan repugnante y están tan manchados de mierda Sarkozy, Cameron, Blair, Zapatero, Berlusconi, Clinton y una interminable lista de empresarios... Pero todo eso que hace que miremos con total desconfianza y asco a los promotores de la intervención no sirve para descalificarla. No, queridos demagogos, no es por petróleo, porque el petróleo ya lo tenían con Gadafi y el futuro es impredecible -Se nos olvidan los aviones llenos de trabajadores de petroleras europeas en los primeros días de la rebelión saliendo de Libia, donde vivían tan ricamente. No, queridos demagogos; no se puede decir No a la guerra ahora, cuando la guerra empezó hace un mes y la empezó
Gadafi. Hay que ser casi tan hipócritas como los examiguitos de Gadafi para en una misma pancarta llevar los lemas "Con las revueltas de los pueblos árabes" y "No a las intervenciones". Porque corréis el riesgo de que se os pregunte "Y entonces qué harías tú" ante lo que la única respuesta no balbuceante que he leído ha sido "Yo no tengo la varita mágica para resolver la situación". Queridos amigos pacifistas, os parecéis mucho más de lo que pensáis a la llamada "comunidad internacional"; nunca estáis cuando se os necesita.

Sí, es cierto, hay cientos de resoluciones de la ONU sin cumplir -Israel tiene el record-, y guerras de todo tipo de las que nadie se acuerda. Da hasta risa pensar que los mismos EE.UU. que no reconocen al Tribunal Penal Internacional puedan entregar a Gadafi a ese mismo Tribunal. Si aquí interviene Occidente -tarde, muy tarde, que no se nos olvide- no es, evidentemente, por motivos humanitarios. Una guerra larga o una rebelión derrotada pero con rescoldos activos puede poner en peligro el flujo de petróleo y gas; están las necesidades de índole electoral, sobre todo para Sarkozy, y está el ejemplo de Egipto y Túnez, revoluciones que comenzaron sin Occidente y asustando a Occidente, pero que se encauzan hacia inofensivas transiciones a la española; una vez más el gatopardiano "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi". Son intereses bastardos, como siempre y al servicio de los de siempre. Pero ¿Yqué pasa con los afectados? ¿Estarán los libios mejor o peor sin Gadafi? ¿Acaso no han salido ganando egipcios y tunecinos echando a Mubarak y
Ben Alí? Y sobre todo está la lección para el resto de los tiranos árabes: Mubarak y Ben Ali se equivocaron no aplastando a sangre y fuego las rebeliones, pensarán si Gadafi se sale con la suya. Desde el momento en que han comenzado los ataques sobre Libia, en Yemen los militares empiezan a rebelarse contra el dictador y a proteger a los manifestantes. En Siria, hasta ahora inmune a las revueltas, ya se dan los primeros movimientos contra la dinastía baazista.

No es la legitimidad de atacar al régimen de Gadafi lo que hay que discutir, sino la necesidad de ir más allá de la llamada exclusión aérea. Como no soy pacifista creo que Gadafi merece tener el mismo fin que aquellos tiranos a los que derroca el pueblo, el mismo que Ceaucescu o Musolini. Pero eso, como todo respecto a su futuro, son los libios quienes tiene que decidirlo, o deberían serlo. Si Gadafi gana la guerra nada podrán decidir, si la pierde mediante una intervención extranjera, no está claro que se les deje decidir, pero es seguro que peor no van a estar. Mejor, probablemente.