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sábado, 13 de enero de 2018

El norte indomable



En octubre de 2016 el vendedor ambulante de pescado Mouhcine Fikri, de 31 años, murió en Alhucemas triturado por un camión de la basura cuando intentaba recuperar la mercancía que le había confiscado la policía, pez espada cuya captura está prohibida en esa época del año. Su muerte, que recuerda a la inmolación del vendedor tunecino Mohamed Bouazizi a finales de 2010 que desató la primavera árabe meses después, provocó en Alhucemas cierres de comercios y manifestaciones que se extendieron a otras ciudades como Casablanca, Fez, Tánger, Nador, Marrakech, Uchda, Agadir y Rabat. Pero no estamos ante otra revuelta nacional democratizadora como aquella. Ésta. que más de un año después se mantiene, aun siendo también una demanda de más democracia, nace y se concentra en el Rif, una región con zonas montañosas y zonas verdes del norte de África, con costa en el Mediterráneo, que abarca desde la región de Yebala hasta Kebdana (Nador) en la frontera con Argelia. Se trata de una región tradicionalmente aislada y desfavorecida. Sus habitantes son bereberes, también llamados agmaziges, aunque esta etnia, la más antigua y numerosa del norte de África, muy anterior a las invasiones árabes, se extiende desde el desierto egipcio hasta el Atlántico y en el pasado llegó a Canarias, pues eran agmaziges los habitantes autóctonos de las islas, los desaparecidos guanches. Algunos lingüistas emparentan el idioma bereber con otras lenguas no menos extrañas como el euskera y el turco, aunque no parece muy creíble porque la norteafricana sí es una lengua de origen indoeuropeo, en concreto de la rama camítica. La rebeldía y la protesta son actitudes y comportamientos naturales en esta tierra, por eso da tanto miedo en Rabat y cuando el Rif se levanta tiembla el trono de Marruecos. Hablaré de esta revuelta rifeña del siglo XXI  cuyas raíces no están en la muerte de un vendedor ambulante hace quince meses, sino en el agravio, el abandono y la represión que viene sufriendo esta región desde al menos el siglo XIX, por no remontarnos más atrás pues esto no es un ensayo histórico.

En las manifestaciones de Alhucemas y otras ciudades rifeñas no suele verse una sola bandera de Marruecos. Sin embargo, abundan los símbolos amaziges. También aparecen, aunque mucho menos, los emblemas de la República del Rif (1921-1926), fundada por Muhammad Ibn 'Abd el-Karim El-Khattabi (Abdelkrim) tras aplastar a los colonialistas españoles en Annual. Viendo esas banderas, podría pensarse que los manifestantes aspiran a la autodeterminación o a la separación respecto al reino de Marruecos pero, de hecho, la palabra separatista es considerada un insulto por los rifeños. Identidad, tierra y lengua son las tres columnas sobre las que se asienta el orgullo bereber y según Nasser Zafzafi, el desempleado devenido activista que, casi involuntariamente, lidera este movimiento de indignados (lo que le ha costado convertirse en preso político), sus reivindicaciones no deberían hacer temblar al Estado marroquí: son sociales, económicas y culturales, porque se trata de decir basta a “una política de marginación, discriminación y vulneración sistemática de los derechos humanos” del Estado respecto al Rif 

Abdelkrim fue una estrella internacional
en la prensa de su época
Lo que históricamente ha alimentado la rebeldía rifeña es el sentimiento de humillación de los más débiles ante las tropelías del Estado, lo que en el árabe dialectal marroquí se conoce como la hogra, un concepto que, por miedo al contagio, aterroriza a los medios españoles bienpensantes. Vale que hay zonas de Marruecos más pobres y con menos inversión de fuera que el Rif pero “allá ellos sí quieren seguir siendo sumisos y vivir en la Edad Media”, dicen representantes destacados de estas protestas. Probablemente lo que explica tanta ira acumulada está en la historia del Rif: Entre 1921 y 1927 el Ejército español empleó en el Rif gases asfixiantes prohibidos, entre ellos el gas mostaza. Casi un siglo después, la mayor parte de  enfermos de cáncer atendidos hoy en día en el hospital de oncología de Rabat proceden de la misma zona bombardeada por la aviación española. Precisamente la construcción de un hospital oncológico en el norte del país es una de las peticiones de los indignados.

Cada vez que se trata de aplacar los disturbios rifeños, los españoles, franceses o los marroquíes lo han hecho a través de guerras sucias y de una represión brutal. En 1958, tras la independencia de Marruecos, las provincias del Rif se sublevaron contra el monarca Mohamed V. El entonces príncipe Mulay Hassan, padre del actual rey, se encontraba al mando de las fuerzas armadas y desde un helicóptero dirigió la represión en la que Hassan usó napalm. Los muertos se calculan en ocho mil. Convertido ya en rey, Hassan II volvió a aplastar otra rebelión rifeña en 1984. Se trataba de las revueltas del pan, que habían comenzado tres años antes, movilizaciones y huelgas contra la escasez y la carestía de los productos básicos (a la crisis económica internacional se había unido un elevado gasto militar del Estado, sufragado mediante la presión fiscal y los recortes, para hacer frente a la guerra del Sáhara). La respuesta del régimen marroquí fue utilizar del aparato policial y judicial para perseguir y acabar con toda amenaza que pudiera venir de la oposición política. Para ello no se dudó en emplear contra la población civil artillería, tanques, helicópteros y ametralladoras, todo valía para sofocar las manifestaciones. Uno de los protagonistas de aquellas revueltas dice de las de ahora “Nosotros le plantamos cara a Hassan II en los años ochenta. Pero no conseguimos nada. Estos chicos del Hirak (Movimiento), sin embargo, son más inteligentes que nosotros porque piden cosas concretas que llegan al pueblo: un hospital, una universidad. Nosotros andábamos perdidos con causas internacionales y también en discusiones teóricas como la Guerra Fría, la teoría del socialismo o cómo tenía que ser la relación entre los sindicatos y los partidos. Pedíamos también la independencia de Palestina, pero estos chavales reclaman soluciones a los problemas del día a día”.

Hassan II nunca visitó el Rif y condenó a la región a la pobreza más profunda. La única salida fue la producción de hachís y la emigración. En 1999 llegó al trono su hijo, Mohamed VI, y decidió emprender su primer viaje oficial a Alhucemas, pero durante su época como príncipe heredero en el norte sólo era visto montado en motos de agua en las exclusivas playas de Kabila.

Noches de Alhucemas
De nada ha servido prohibir las manifestaciones y encarcelar incluso a los periodistas que las cubren; los rifeños no han parado de salir a la calle, pero la mayor crisis del reinado de Mohamed V ha acercado más a los gobiernos español y marroquí: el CNI están ayudando al gobierno que preside Saadeddine Othmani a identificar los apoyos que los rebeldes reciben desde España. El Rif siempre ha sido un quebradero de cabeza para ambos reinos ¿por qué creen que cuando Marruecos dice reclamar Ceuta y Melilla lo hace con la boca pequeña? Ambas ciudades históricamente ocupadas por Españas y en concreto el comercio y el contrabando con ellas son válvulas de escape imprescindibles para que no estalle la olla a presión rifeña, En cambio la monarquía alauita no tolera que se dude de la marroquinidad del Sáhara Occidental: aunque el nacionalismo liderado por el Frente Polisario tiene una imagen más cool y atrae a famosos y familias españolas solidarias con sus niños, es débil, carece de aliados potentes y está desperdigado. El Rif es una roca.

Desde que Mohamed V visitaba la Alhambra y departía amigablemente con el general Franco hasta que los borbones y los alauíes se tratan cariñossamente de primos, la derecha española y su prensa han exaltado una amistad, a veces inventada y siempre interesada entre los dos reinos separados por el Estrecho con la que no han podido ni la guerra de Ifni ni la marcha Verde ni la guerrita de Perejil. Por eso sus cabeceras tratan de desprestigiar y difamar las protestas rifeñas atribuyéndole una violencia que nunca han ejercido, pero, por mucho que les duela, el Hirak sigue vivo e incluso podría extenderse al resto de un país cuyo rey  y cuyo gobierno no puede seguir ni un minuto más sin mirar a su indomable norte.




lunes, 11 de diciembre de 2017

определение (El cine de octubre)

Eisenstein, el hombre-celuloide

En octubre de 1919, según la leyenda,  Lenin realizó una visita secreta al laboratorio del gran fisiólogo I. P. Pavlov para descubrir si su obra sobre los reflejos condicionados del cerebro podía ayudar a los bolcheviques a controlar el comportamiento humano. "Quiero que las masas de Rusia sigan un modelo comunista de pensamiento y de reacción -explicó Lenin- Había demasiado individualismo en Rusia en el pasado. El comunismo no tolera las tendencias individualistas. Son dañinas. Interfieren con nuestros planes. Tenemos que abolir el individualismo." Pavlov quedó sobrecogido, Parecía que Lenin quería hacer con los seres humanos lo que él ya había hecho con los perros. "¿Quiere usted decir que le gustaría uniformizar a la población de Rusia? ¿Que le gustaría conseguir que todos se comportaran de la misma manera?", preguntó. "Exactamente -contestó Lenin-. "El hombre puede ser corregido. El hombre puede ser convertido en lo que deseamos que sea." En 1917 Vladimir Illich señaló el cine como para nosotros [los bolcheviques] de todas las artes, la más importante. Desde el principio, en un país agrícola, con enormes distancias, deficientes vías de comunicación y un ochenta por ciento de analfabetismo -esta última la lacra que más rápida y eficientemente supo combatir la revolución- los revolucionarios leninistas fueron  conscientes del inmenso poder didáctico, culturalizador y movilizador de la imagen en movimiento.Se ha cumplido un siglo desde los procesos revolucionarios de 1917 ((la revolución democrática de febrero que acabó con la autocracia zarista, la orgía de anarquía y saqueos de febrero y el golpe de Estado del glorioso octubre que dio lugar a la dictadura bolchevique, fechas todas del calendario juliano vigente en Rusia hasta 1918) y, dada la importancia del cine para la experiencia revolucionaria abierta en 1917 y cerrada en 1991 con la desaparición de la URSS, me dispongo a recorrer, si no un siglo de historia rusa -no es el lugar ni la ambición, sí setenta años de cine soviético.

Revolución y vanguardia

El hombre-cámara
La revolución de octubre estuvo inmediatamente seguida de la guerra civil. que entraba en los planes de Lenin, pero que él no desencadenó. Junto a la hambruna de 1921-22 supuso un largo período de inactividad para todo lo que no fuera guerra y lucha por la supervivencia. No obstante, la guerra fue retratada por el balbuceante arte cinematográfico y permitió el desarrollo del documental, que la hizo llegar en imágenes a todo el país; esto ocurrió sobre todo en el bando rojo, pues los retrógrados oficiales blancos no veían más allá de sus charreteras y sus títulos nobiliarios y no entendían el poder propagandístico del cine. Además esta experiencia adquirida en el cine documental se unió al estado de efervescencia creativa que el movimiento revolucionario llevó al arte -son años de futurismo, constructivismo, suprematismo y otras osadías-: Estado proletario y vanguardia artística recorren un camino común que celebra el triunfo ideológico, se mueve en la absoluta libertad y aspira a construir un lenguaje autónomo opuesto a la cultura burguesa para la más importante de las artes, un lenguaje en el que verdad y vanguardia no estaban enfrentadas. Esa comunión entre documental y experimentación se sublima en Vértov y El hombre de la cámara (Человек с киноаппаратом. Dziga Vertov, 1929), un hito del cine sin guión, trama ni actores -ni intertítulos, pese a ser muda-; Vértov lo llamó cine ojo. El cine soviético había comenzado a existir y tenía su propio lenguaje.

El triunfo de la teoría del montaje

El acorazado Potemkin 
Durante las primeras décadas de cine soviético tras la guerra civil, el naciente culto a la personalidad de Stalin y la consagración de la estética del realismo socialista promovida, cuando no impuesta, desde el Estado, no convivieron demasiado bien con la experimentación. Ésta estuvo plasmada en la obra del director cinematográfico y teatral de origen judío Sergei Eisenstein. Su principal aportación fue la teoría del montaje de atracciones (no me creo esta traducción del ruso, ni que hablara de instalar una feria), que publicó en 1923: el espectador -dice- debe ser sometido a estímulos de acción psicológica y sensorial mediante mecanismos de montaje para provocarle un choque emotivo. El producto artístico -dice Einstein- arranca fragmentos del medio ambiente según un cálculo consciente y voluntario para conquistar al espectador. ¡resulta evidente que Eisenstein estaba construyendo los cimientos de todo lo que vendrá después!. Esta teoría la pone en práctica por primera vez en La huelga (Стачка, 1924), al final de la cual alterna en la sala de montaje imágenes de una masacre de huelguistas con otras de terneros sacrificados. Un año después Eisenstein recuerda un episodio de la revolución de 1905 en Ucrania en una de las cumbres de toda la historia del cine, considerada patrimonio universal en gran parte del mundo,El acorazado Potemkin (Броненосец Потёмкин, 1925), retrato fiel a la historia real -o a la leyenda, quién sabe- de la rebelión de los marineros del buque insignia de la armada zarista en el Mar Negro. La figura de las masas y la causa colectiva se magnifican en forma de álbum fotográfico. La matanza en las escaleras del puerto de Odessa -que fue así, según los historiadores- según el montaje de Eisenstein, es parte de la iconografía del siglo XX. La película sufrió censura en la URSS de Stalin: se suprimió la introducción de León Trotsky. Octubre (Октябрь,1928), pese a sus pretensiones casi documentales, no es sino un encargo para celebrar el décimo aniversario de la revolución bolchevique cuyo estreno fue retrasado por algunas presiones. A pesar de su título, la película narra los hechos trancurridos en Petrogrado desde la revolución de febrero y durante el gobierno provisional, con la caída de los Rómanov, el derribo de estatuas y la crisis humanitaria, para culminar con el golpe del 25 de octubre, que es narrado como un levantamiento popular que no existió. Siguiendo la filosofía comunista, no hay personajes principales; aunque aparezcan imágenes de Lenin y Trotsky, sólo la guardia roja y los marineros de Krondstadt son más visibles en un vertiginoso montaje que hace parecer como una heróica revuelta de masas el poco épico episodio del asedio al Palacio de Invierno, obviando su chusca culminación en el saqueo de la envidiable bodega de Nicolás II que Kérensky había heredado.
Octubre

Una cuestión históricamente más interesante es la que el realizador aborda en Lo viejo y lo nuevo (Старое и новое, 1929). Se trata del eterno conflicto entre tradición y cambio en el campo, fundamental en un país mayoritariamente rural como Rusia. Ante las acusaciones oficiales de formalismo que se dirigen a todo artista que sigue anteponiendo el experimento y la libertad creativa al didactismo, cada vez más peligrosas en un régimen que resucita cada día más la autocracia y el culto al líder y persigue encarnizadamente la desviación, Eisenstein renuncia a la vanguardia y pone las bases del realismo socialista, que será la estética oficial de los tiempos de Stalin y sus sucesores. La película vende la moto de la colectivización agraria que el régimen impuso con sangre y hambre a los campesinos. Diez años tardó Eisenstein en completar una nueva cinta. Aleksander Nevski (Алекса́ндр Не́вский, 1938) se estrenó cuando el culto a la personalidad de Stalin estaba en lo más alto, se habían celebrado los Procesos de Moscú y las relaciones con la Alemania de Hitler estaban muy tensas (antes del vergonzoso pacto Molotov-Von Ribentropp). Todo ésto se refleja muy bien en este drama histórico que loa la heróica resistencia del príncipe de Novgorod a la invasión de los caballeros teutónicos del Sacro Imperio. Hay paralelismos claros entre las figuras de Nevski y Stalin y en la indumentaria de los teutones se ven cascos que recuerdan a los usados por los alemanes en la Primera Guerra Mundial y esvásticas. Volveré a la película al hablar de la música. Seis años más tarde Eisenstein presenta la primera parte de su díptico sobre el zar Iván el Terrible (Иван Грозный, 1944), rodada en Kazajistán por la invasión nazi. Su visión de Iván IV como un héroe nacional le valió la aprobación del líder del PCUS. Estéticamente fascinan su blanco y negro muy contrastado y sus decorados impresionistas. Los problemas vinieron con el inmediato rodaje de la segunda parte, La conjura de los boyardos (Ivan Groznyy II: Boyarsky zagovor,1958). La película no fue aprobada por el gobierno, a quien no molestó que en la primera parte el zar recurriera a menudo de desatar el terror de la oprichnina (Lenin había tenido la cheka y Stalin el KGB). Sin embargo, no le gustó que en esta segunda parte Ivan fuera retratado como un tirano paranoico; tuvo que esperar doce años para su estreno, muertos ya Stalin y el propio director. Esta segunda parte, un summun de originalidad inventa un género cinematográfico en sí misma; introduce el color en secuencias como la del baile, que parece sacada de un musical de la Metro.
Iván el terrible


Si hay un elemento que une Aleksander Nevski e Ivan el terrible, ese es la música o qué pasa cuando el más grande compositor de la Unión Soviética y su más importante cineasta se unen para producir dos obras maestras. Sergei Eisenstein y Sergei Pprokófiev unieron fuerzas en 1937 y ya ambos habían sido acusados de tendencias formalistas. A pesar de Stalin y del realismo socialista, Eisenstein y Prokófiev lograron en estos dos films una de las más perfectas -¿la más perfecta?- síntesis de la imaginería visual y la música. No recuerdo un momento en que la unión de imagen y música provoquen una emotividad mayor que cuando, casi al final de Aleksander Nevski la cámara de Eisenstein recorre el campo de batalla sembrado de cadáveres a los sones de la sobrecogedora música que Prokófiev escribió para esa panorámica, que no recojo en vídeo al final de este pequeño ensayo como pretendía, aunque sí he podido encontrar la secuencia de la batalla sobre el hielo. Eisenstein se había propuesto en 1930 realizar la epopeya cinematográfica de la revolución mexicana, muy admirada por los bolcheviques. ¡Que viva México! (Да здравствует Мексика!) fue un proyecto inconcluso y la mayor tragedia personal y profesional para Eisenstein. El escritor estadounidense Upton Sinclair, que había auspiciado el proyecto, logró recuperar y montar parte del material filmado en una reconstrucción que se estrenó en el Festival de Moscú de 1979.

Compañero de Eisenstein en manifiestos e investigaciones sobre el montaje fue Vsévolod Pudovkin, quien con la adaptación del popular relato de Máximo Gorky La madre (Мать, 1926) inició una trilogía y llevó por primera vez al cine el ideario formal del realismo socialista antes de que lo hiciera su amigo en Lo Viejo y lo nuevo´.

Realismo estatalista

Lenin en octubre (Lenin v oktyabre. Mijail Romm, 1937) fue uno de los primeros films supervisados personalmente por Stalin tras depurar a varios censores y una de las primeras película sonoras en la que actores profesionales representaban a personajes históricos. Es un ejemplo emblemático del realismo socialista que el Komintern paseó por el mundo. Poco antes Felicidad (Schastye. Aleksander Medvedkin. 1935) supuso un curioso ejercicio de nostalgia pues vuelve al cine mudo y a los sencillos temas campestres sin la propaganda de Lo viejo y lo nuevo.

Hay que dar otro salto, esta vez hacia adelante, a la desestalinización de Jrushchov para encontrar otra joya del cine soviético: el clásico del cine bélico Cuando pasan las cigüeñas (Летят журавли. Mijail Kalzotov, 1957) , una justa Palma de Oro en Cannes que refleja el sufrimiento del pueblo soviético en la Segunda Guerra Mundial -para ellos la Gran Guerra Patria-, a la que aportó la mitad de las víctimas mortales. De los mismos años es el director Grigori Kozitzev, que se especializó en adaptar clásicos literarios: Don Quijote  (1957) y Hamlet (1964). También lo es La balada del soldado (Ballada o soldate. Grigori Chukhrai, 1959), una historia de amores de juventud en un contexto bélico.

Años de deshielo


Empezando la década de los setenta nos encontramos con una auténtica rara avisSol blanco del desierto (Béloye solntse pustyni. Vladimir Motyil, 1970) fue un curiosísimo híbrido de comedia, acción, musical y drama tan exitoso que los cosmonautas la ven ritualmente antes de sus vuelos espaciales. Su canción principal se convirtió en un gran éxito. Algo posterior es el lúcido tapiz de costumbres y relaciones interpersonales e intersociales de la oscarizada Moscú no cree en las lágrimas (Москва Слезам Не Верит. Vladimir Menshov, 1980)

Ya  con  Gorbachov en el Kremlin se desarrolló la obra de un realizador a tener en cuenta y muy de moda en su tiempo, Elem Klinov. De obligada visión son sus films Ven y mira (Idi i Smotri, 1985), la mirada de un niño sobre los crímenes nazis en la Bielorrusia ocupada a la que se le nota demasiado el encargo, y la anterior Agonía (Agoniya, 1981), ésta una biografía de Rasputín tan enloquecida como el propio favorito de la zarina. Pequeña Vera o Pequeña fe, que el ruso admite el juego de palabras, (Ма́ленькая Ве́ра. Vasili Pichul, 1988) fue una de las películas de más éxito del cine soviético, tal vez por contener sus primeras escenas de sexo explícito; un típico caso de cine malo beneficiado por los aires de libertad de la Perestroika ¿se acuerdan del cine del destape?

Permítanme hacer aquí un alto para mencionar la obra de un mítico realizador japonés, pero es que no se puede contar la historia del cine soviético sin mencionar Dersu Uzala (Akira Kurosawa, 1975). Se trata de una producción de la URSS que adapta un libro del ruso Vladimir Arsenev y que está rodado en la taiga siberiana, donde el cazador Dersu vive en total simbiosis con una naturaleza salvaje. Se trata de una hermosa historia de amistad y sencillez que cosechó los mejores galardones internacionales.

El caso aparte de Tarkovski

Pocos creadores más libres ha dado el siglo XX que el cineasta ruso Andrei Tarkovski. Por sus extremas minuciosidad y autoexigencia -siete películas en 25 años de una carrera truncada por la muerte temprana-. Por su escaso interés por la comercialidad. Por su negativa a acatar los dogmas que le acabó llevando al exilio. El éxito en festivales y en Occidente de La infancia de Ivan  (Иваново детство, 1962) le dió  más inconvenientes que ventajas para rodar su segunda película, la monumental -y excesiva- Andréi Rublev (ндрей Рублёв, 1966). Después aceptó dirigir Solaris (Солярис: Solyaris, 1972) porque necesitaba seguir trabajando. La película se estrelló fuera de la URSS porque las autoridades soviéticas metieron la pata lanzándola como la respuesta rusa a 2001, una odisea del espacio (2001, a space Odissey. Stanley Kubrick, 1968). La Solaris de Tarkovski es una hermosa película, en las antípodas de la ciencia ficción convencional, pero el cine jamás podrá plasmar la riqueza descriptiva de la maravillosa novela de Stanislaw Lem, aunque esta versión esté muy cerca de trasladar su espíritu.

En ningún momento vemos el rostro de Alekséi, el protagonista de El espejo (Zérkalo, 1975), pero la de Tarkovski no es una pulícula de estructura narrativa ni de pretensiones didácticas, sino de sentimientos, a ratos demasiado hermética. Después, regreso a la ciencia ficción con Stalker -La zona en algunos países hispanohablantes- (Стáлкер. 1978), una distopía postapocalípticaque tuvo que ser vuelta a filmar después de que un accidente en el laboratorio destruyese la primera versión; sospechoso en una película argumental y formalmente incómoda para el régimen.

La muerte le llega a Andrei Tarkovski tras rodar en Suecia al margen de la industria soviética y estrenar en Cannes su obra más elevada cinematográfica y místicamente, Sacrificio (Offret, 1986), una película que logra concentrar en el espacio temporal de un único día solar todos los miedos que atenazaban al hombre en el momento álgido de la guerra fría y en el borde del precipicio del holocausto atómico. Ningún cineasta podría aspirar a un testamento tan sublime.

La desintegración

Apartir de 1991 debemos dejar de hablar de cine soviético -desaparece la propia URSS- y referirnos a las distintas nacionalidades que la integraban, fundamentalmente la rusa. Por eso debemos dudar si la magnífica Urga (Nikita Mikhalkov, 1991) es la última película soviética o la primera del actual cine ruso. Es admirable su estudio de contrastes entre vida rural y vida urbana que también había interesado a muchas de sus antecesoras soviéticas. Mikhalkov, que antes ya había asombrado al mundo con Ojos negros (Ochi ciornye, 1987), se ha convertido en el cineasta de referencia de la Rusia actual, pero esa ya es otra historia.

Vladimir Putin dijo una vez que quien quiere reinstaurar el comunismo [y la Unión Soviética] no tiene cabeza y quien no lo echa de menos no tiene corazón. Junto a la literatura de Solzhenitsyn, Pasternak, Grossman y Ehrenburg, la gran aportación de la Unión Soviética a la cultura mundial durante sus setenta años de existencia es el cine. Y eso no podemos olvidarlo por más muros que se levanten y se derriben.


lunes, 21 de agosto de 2017

Berlín a vista de ángel (30 años sobrevolando Tiergarten)



Se cumplen ahora treinta años desde que el jurado del festival de Cannes otorgara su premio al mejor director a  Wim Wenders por El cielo sobre Berlín. Con justicia este alemán nacido en 1945 es una de las figuras más controvertidas del cine europeo -y no únicamente: también ha rodado en y para los Estados Unidos-: ha sido capaz de lomejor y de lo peor. Aunque desde mi propio punto de vista  uno de los momentos más inspirados de su filmografía es esta historia de ángeles que vacilan entre su espiritualidad y la carnalidad mientras insuflan su aliento protector sobre los hombres y enfrentan la realidad y los cambios de una ciudad en cuyo asfalto, cuyas piedras y cuyos rincones se contiene la historia de Europa. No todos estarán de acuerdo conmigo.

Dos ángeles guardianes, Cassiel y Damiel, tienen asignada la ciudad de Berlin, con el Muro aún en pie dividiéndola en dos. Están allí desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sin poder cambiar el curso de los acontecimientos, llenos de compasión e impotencia, intentando insuflar esperanza a los humanos que ven más perdidos, pero no siempre consiguiéndolo. Son invisibles, aunque no para los niños, que aún se hacen preguntas que los adultos han dejado de cuestionar, y algunos adultos sencillos. Son testigos de la torturada historia de la ciudad y espías de las historias y pensamientos cotidianos de sus gentes; hasta que a uno de ellos se le ocurre enamorarse y sacrifica su inmortalidad por una joven trapecista y por el derecho a sentir como los humanos.

El cine debe intentar otra vez serle útil a los hombres, dijo Wim Wenders con ocasión del estreno de Der Himmel Über Berlin (estrenada en español como El Cielo sobre Berlín y también como Las Alas del Deseo), una pelìcula que lleva al extremo su cuestionamiento del lenguaje cinematográfico y de la narración tradicional apuntado en El estado de las cosas (Der stand der dinge, 1982). La presencia de una trapecista como desencadenante del amor y el deseo humano no es una metáfora casual: El Cielo sobre Berlín fue un salto mortal sin red, por el riesgo permanente de que se rompiera el equilibrio entre documento, fábula, reflexión filosófica y observación sensual de la realidad, y por el empleo de un texto volunariamente literario con imágenes al mismo tiempo inverosímiles y metafóricas. La permanente amenaza es caer en la pedantería y la vacuidad, un umbral que Wenders traspsa en algunas de sus obras de los años 90 y 2000. Sin embargo en aquella ocasión se mantuvo el justo equilibrio y El Cielo sobre Berlín se convirtió en un film tan insólito como embriagador.

Uno de los grandes misterios de esta historia creada por Wenders y el poeta y novelista Peter Handke es que sabe ser a la vez profundamente optimista y muy triste.

Vemos al comenzar la película a un ángel -Damiel, interpretado por Bruno Gantz- contemplando la ciudad de Berlín desde la estatua dorada de Niké que corona la Siegessäule o columna de la Victoria de Tiergarten. Sus alas se diluyen para que pueda caminar por las calles berlinesas y escuchar los pensamientos de los mortales. Daniel, inmortal y carente de entidad física, está intrigado por el mundo material y finito, desea lo terrenal, los placeres y los dolores de los humanos.

Damiel busca ser un ángel caído y encuentra a una mujer que ilumina su búsqueda, una trapecista de circo que maniobra vestida de ángel. En ella las alas son ficticias, un disfraz. El ángel se convertirá en humano para ser un extranjero junto a ella. La trapecista, una apátrida solitaria, ama Berlín porque en esta ciudad se siente siempre desterrada, pero todo le es familiar aquí, incluso cuando el circo cierra y ella queda de nuevo sin rumbo.

Paralelamente en la Biblioteca de Berlín la efigie de ojos vacíos de Homero, símbolo universal del cronista y que, en su inocencia, puede ver a los ángeles que la pueblan, intenta en vano dar forma a una epopeya de la paz, convertirla en el presente asumiendo las heridas del pasado. El propio Muro representa el pasado. Reflexiona sobre el Ángel de la Historia representado en un cuadro de Paul Klee: está condenado a contemplar eternamente los horrores y la destrucción del pasado como una única e interminable catástrofe, lo que le impide volver la mirada al futuro. Abandonado entre las ruinas de una ciudad rota por el Muro, busca inútilmente la plaza de Postdam, los cafés  y todos los lugares destruidos por la guerra.


El ángel encontrará un inesperado aliado en el actor nortemericano Peter Falk -enormemente popular por supersonaje del dsastrado detective Colombo en una serie de televisión de los años setenta-. Falk se interpreta a símismo como la estrella de una película sobre los últimos días del nazismo que se rueda en un antiguo búnker berlinés; pero el actor acabará revelando a Damiel su condición de antiguo ángel que, como muchos otros, decidió ser humano, lo que confirma al protagonista que no ha tomado un camino equivocado y su sueño de carnalidad es posible. Falk animará al ángel a buscar el encuentro con la trapecista, para la redención de ambos, y a descubrir por sí mismo qué le aguarda en su nueva vida mortal.

Lo irrepetible condena al infierno la imitación. El Cielo sobre Berlín se convirtió en manos de Hollywood en City of angels (Brad Silberling, 1998). El remake, protagonizado por Nicolas Cage, es un absoluto despropósito. Descargado de toda sustancia, los guionistas convierten el asunto de los ángeles quedesean ser humanos en una absurda comedia romántica a la medida de la reina del género, Meg Ryan, y donde en el original había reflexión ponen bobería new-age. Lo malo es que no es mucho mejor el regreso de Wim Wenders al tema, los personajes y los lugares de El Cielo sobre Berlín cinco años después para volver a reflexionar sobre Europa a la luz de la nueva coyuntura tras la reunificación alemana. Con un título que parece sacado de Barrio Sesamo, la secuela ¡Tan lejos, tan cerca! (In weiter ferne, so nah!, 1993) contiene todos los vicios que caben en la obra del cineasta alemán, y caben bastantes. Aunque en 1987 Wenders no podía imaginar qué poco durarían el Muro y la partición de la ciudad, El Cielo sobre Berlín, una obra completa en sí misma, terminaba con un Continuara..,  y la historia de Cassiel, el otro ángel guardián, no había sido contada. No nos perdíamos nada: un autohomenaje lleno de pedantería que no redimen las breves apariciones de algunos grandes nombres del cine e incluso celebridades como Lou Reed y Mijail Gorbachov. El mensaje buenrollista de este último sobre la paz mundial me recordó desagradablemente a otra infausta secuela de obra maestra: 2010, Odisea dos (2010: The year we make contact. Peter Hyams, 1984).
La Postdamerplatz, entonces y ahora

Los malos remakes y secuelas no malograron ni ocultaron lo evidente: En 1987 Wim Wenders describió como nadie la ciudad que reúne todas las cicatrices de la historia europea, poco antes de que esa misma ciudad volviera a nacer con el derribo del muro y la reunificación. Con la perspectiva d unos pocos años después El Cielo  sobre Berlín cobró una dimensión enteramente diferente, como si aquel Ángel de la Historia hubiera mirado por primera vez al futuro. Pero es la mirada llena de comprensión y ternura hacia los individuos de Wenders y Handke -esos ángeles que escuchan atentos los pensamientos, sufrimientos y quejas de los transeuntes, esa desterrada que quiere ver rostros- lo que evita que los acontecimientos históricos, por trascendentes que sean, entierren la vigencia de la fábula. A ratos manejan conceptos peligrosamente elevados para que en una obra cinematográfica se puedan desplegar sin la máscara de la metáfora y aun así salen airosos de lo que podría haber sido un monumental ridículo -para algunos críticos lo es-. Hay, naturalmente, espacio para la alegoría: toda una idea de Europa y su historia reciente, pero también hay lírica, metafísica, incluso teología,al desnudo, sin avergonzarse de buscar la trascendencia. Todo ello, sumado a la elegantísima puesta en escena, a la hermosa fotografía-en blanco y negro y en color, según andemos entre ángeles o mortales-, dotando de atemporalidad a una fábula muy de su tiempo, y sumado a la fascinación que producen todas sus imá genes, da como resultado una de las películas más conmovedoras y necesarias del moderno cine europeo.


El Cielo sobre Berlín
título original: Der Himmel Über Berlin
República Federal Alemama-Francia, 1987
Producción: Wim Wenders y Anatole Dauman
Dirección: Wim Wenders
Guión: Wim Wenders y Peter Handke
Fotografía (B/N y Color): Henri Alekan
Dirección artística: Heidi Ludi
Música: Jürgen Knieper
Intérpretes: Bruno Gantz, Otto Sander, Peter Falk, Solveig Dommartin
,  Curt Bois y Teresa Harder










jueves, 19 de noviembre de 2015

La matraca de siempre


Tras la elección de Margaret Thatcher como primera ministra del Reino Unido en la primavera de 1979, el desempleo se triplicó, después de que ya ocurriera lo mismo -también con la inflación- durante el trienio anterior liderado -es un decir- por el laborista James Callahan. En el caso de la Iron lady, hasta 1982 el paro paso de 1,2 millones a 3,6 millones de personas, y se mantuvo por encima de los tres millones hasta 1986. A lo largo del mismo periodo de la revolución conservadora, el número de parados de larga duración aumentó hasta superar el millón de personas. Se calculó que había treinta y cinco personas compitiendo por cada vacante. Durante este periodo también se reemplazó el empleo a tiempo completo por trabajos a tiempo parcial y cursos universitarios -muchos igualmente a tiempo parcial- que supuestamente servirían para reconvertir la mano de obra, con el fin de situarla a la altura de los requisitos del nuevo orden económico.  A lo largo de este periodo las estadisticas gubernamentales se politizaron más que nunca; con veintinueve cambios en la forma de calcular las cifras de desempleo se consiguió que, en la práctica, fuese imposible establecer el total real. Cientos de millares de personas desaparecieron de las listas del paro, con lo cual cada vez era más difícil acceder a subsidios y, además, sólo se contabilizaba como auténticos parados a quienes los percibían, en lugar de contabilizar a todos los solicitantes ¿les suena?
(datos extraídos de la novela de Irvine Welsh Skagboys -Ramdom House 2012, Anagrama 2014-).

La cartilla del paro británica
(la célebre UB40)
Cada vez que las derechas, con toda su carga intrínseca de ultraliberalismo económico y monetarismo, acceden al poder político -el económico siempre lo han manejado-  lo hacen con la promesa, el compromiso, el leitmotiv o la cantinela de que sólo sus fórmulas económicas y [anti]sociales rueden sacar al afortunado país que les vote del caos y la ruina en que lo dejaron las izquierdas.

El citado ejemplo histórico del thatcherismo demuestra que una y otra vez la prepotencia y la autoconfianza de estos alumnos y herederos de  la Escuela de Chicago se estrella de bruces con la terca realidad. Claro que cuando el inevitable fracaso queda patente, queda el recurso de falsear las cifras, como en la Gran Bretaña de Maggie, o de culpar a una herencia recibida muy difícil de asumir, igual que en la España de Mariano. Ellos no tienen la culpa de que la realidad sea tan irredenta y no se amolde a sus infalibles recetas. Aún hay muchos -también en nuestro país- que se tragan y repiten como papagayos el cuento de que, si las limpias de corrupción, las derechas son más eficaces, al menos en la gestión económica. Citan el milagro de la era Aznar olvidando, o ignorando, la privatización de empresas públicas regaladas a amiguetes o aquella nefanda Ley del Suelo que convirtió toda tierra en urbanizable dando lugar a la burbuja inmobiliaria.

Está todo meridianamente explicado en el documental de Michael Winterbottom La doctrina del shock (The shock doctrine, 2009) y en el libro homónimo de Naomi Klein que lo inspira (2007).

Los partidarios de esa carnicería económica y social siguen firmes en sus mandamientos: desregulación de las relaciones laborales, fobia e implacable persecución a los sindicatos, férreo control de salariosy prestaciones, privatización de empresas, externalizacion y recorte sistemático de los servicios sociales, promoción de los planes de pensiones, sanidad y enseñanza privadas, adelgasamiento del estado hasta el extremo que sólo le quede aliento suficiente para subvencionar y salvar a la libre empresa, derogar cualquier obstáculo a la libre competencia salvo el monopolio y el oligopolio privados. Su santoral lo forman entre otros Margaret Thatcher, Henry Merrit Paulson -secretario del Tesoro de Richard Nixon y George W. Bush- y el psiquiatra Ewen McGregor, pero su dios supremo e infalible es Milton Friedman, un Nobel de Economía tan merecido como el de la Paz de Henry Kissinger.

En la España de hoy, además de las políticas del gobierno Rajoy -las adoptadas al dictado de la troika y las de iniciativa propia-, tenemos bastantes ejemplos de estos hartibles que, a través de medios de comunicación que les pagan generosamente, ejercen de modernos evangelistas del capitalismo sin domesticar, todo su santoral y sus páginas de Linkedin: Daniel LacalleJuan Ramón RalloCarlos Rodríguez Braun... Dios los confunda aún más. Se les llena la boca con la palabra libertad: libertad para despedir. libertad para competir pagando sueldos sudasiáticos, libertad de matricular a los niños en caros colegios privados sostenidos con dinero público, libertad de no pagar impuestos e irse de rositas, Libertad Digital... y dale con la misma matraca.













domingo, 1 de noviembre de 2015

Cada día quedan menos (un holocausto alpujarreño)

Órgiva y El Carrizal hoy
Cuando la democracia  y la paz -o los sucedáneos de cada momento- han sido la norma y el entorno durante buena parte de nuestras vidas, el exterminio de toda una famila es una posibilidad que sólo concebimos unida a remotas guerras servidas por los telediarios o al equivocado fatalismo con que asistimos a los accidentes en carretera. Raranente están preparadas nuestras mentes para asumir la sistemática tala de un árbol familiar por causa de las ideas de quienes lo formaron.

Antonio López era electricista en Lanjarón; en febrero de 1936 fue elegido alcalde por el Partido Socialista. El 11 de agosto los rebeldes franquistas se llevaron a Antonio y dos de sus siete hijos junto a muchos de sus vecinos. Le obligaron a ver morir a Felix y Antonio, aquellos dos hijos, antes de fusilarle y sepultar su recuerdo junto a sus cuerpos fríos en el barranco del Carrizal. Unas semanas antes otro de sus hijos, Miguel, había sido asesinado en Torvizcón. La rabia homicida de los vencedores no se sació y persiguió a la familia hasta que seis años después de acabada la Guerra Civil otro hijo de Antonio, José María, fue acribillado a balazos en las tapias del cementerio de San José de Granada. Los asesinos robaron sus vidas y también sus pobres pertenencias: su pequeño taller de Lanjarón fue saqueado. Algunos de los muertos dejaron hijos, y al frente de la familia quedó la valerosa Dolores Mingorance, que tras sufrir años de prisión se fue consumiendo lentamente. Maribel, su nieta, cuenta que cuando murió Dolores no llegaba al metro de altura, encorvada bajo el peso del holocausto familiar. De pena no se puede morif -decía- si yo he sobrevivido al asesinato de un marido y cuatro hijos.

Los López Mingorance
De los hijos del matrimonio López Mingorance sólo una hija, Purificación, asistió al  cambio de siglo. Aunque residía en Barcelona, cada Día de Difuntos no faltaba para colocar unas flores en la cruz que a finales de 1975, cuando desapareció el principal sostén de aquella sanguinaria tiranía, lo que quedaba de la familia erigió en El Carrizal. Lo hizo hasta 2006, pues falleció en mayo de 2007. Cada día quedan menos. Con ella en el modesto homenaje siempre estaba su sobrina Maribel, cuyos recuerdos son los que durante décadas le han transmitido en voz baja lo supervivientes y cuya voz se quiebra con el recuerdo de su madre Isabel, que ni siquiera tuvo tiempo para acudir al humilde homenaje anual: apenas sobrevivió al franquismo. Maribel y su tía fueron los primeros familiares de los muertos del Carrizal que presentaron una denuncia en los juzgados. Pedían lo elemental: que se busque e identifique a los suyos si es posible o que al menos un hito más perdurable que su pobre cruz sometida a los vientos impida que quienes allí yacen sean sepultados por segunda vez. Sospechaban que la construcción de la autovía Granada-Motril y los diques de Rules sacaron a la luz restos y los hallazgos se silenciaron con tierra y hormigón como a veves ha ocurrido con los restos arqueológicos, en siniestra equiparación entre una vasija romana y una vida aniquilada. Hasta la fecha nadie ha dado explicaciones sobre los efectos -¿daños?- colaterales de esas obras, ya terminadas.

El barranco del Carrizal, donde yace lo mejor de la Alpujarra, guarda, siempre según estimaciones, unos cuatro mil cuerpos, muchos hoy cubiertos por olivares y tierras de labor, entre víctimas de la comarca y otras de la Desbandá de Málaga. Las instituciones andaluzas se comprometieron a impulsar la búsqueda e identificación de los represaliados de la Guerra Civil cuando lo soliciten los familiares; de eso se ha hecho bien poco, y menos desde que el gobierno Rajoy puso en en vía muerta la Ley de Memoria Histórica. Al menos este año la Junta de Andalucía señalizó  el barranco como Lugar de Memoria e instaló un monumento conmemorativo en el lugar de la vieja cruz, que unos vándalos pintarrajearon: ¡ROJOS NO!.

Peor han sonado los insultos a los muertos escupidos recientemente por cargos del Partido Popular:   el senador Villarrubias asegurando que no quedan más fosas que descubrir, o las barbaridades que les han costado sendas demandas a Pablo Casado y Rafael Hernando...  Puedo entender a Javier Cercas cuando en su reciente El impostor califica el término memoria histórica como un oxímoron porque -dice- mientras la memoria es individual y subjetiva la Historia es colectiva y aspira a ser objetiva. De acuerdo, pero los recuerdos, el dolor y los sentimientos de un individuo o individuos pueden ser más importantes que toda la Historia.

A aquellos individuos, los López Mingorance, sus parientes y sus vecinos, les queda poco más que las viejas fotos; las he visto, son rostros de miradas serenas, no feroces, pero que acusan a un régimen de muerte y terror que nos gobernó durante interminables décadas y al que sólo se puede sepultar enterrando el olvido, dejando que las tumbas cuenten su historia.

Actualización de un artículo publicado el Granada Hoy en octubre de 2003





lunes, 30 de marzo de 2015

Si esto es la izquierda...



El Parlamento Europeo aprobó días atrás, durante un pleno celebrado en Estrasburgo, una resolución de condena a las violaciones de los derechos humanos en la Venezuela de Nicolás Maduro, con mención expresas a las detenciones del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma y el líder opositor Leopoldo López, éste un civil en manos de un tribunal militar, y al asesinato a manos de la policía de un adolescente de catorce años. El documento fue aprobado por una amplia mayoría y entre quienes se pronunciaron en contra estuvieron los eurodiputados españoles de Izquierda Unida, Podemos, Compromis e ICV. A la hora de justificar su negativa Javier Couso echó manos de un imaginario intento de golpe de estado contra Maduro y unos también fantasiosos jóvenes disparando a la policía con armas largas. Por su parte Podemos alegó, con razón, que la sugerencia a la Comisión de adoptar medidas lo es a estudiar sanciones, que es bien sabido que siempre las sufren el pueblo de los estados sobre las que recaen, y no se conoce ningún caso en el que hayan servido para solucionar una situación; habría que recordarles que toda propuesta es susceptible de enmiendas, modificaciones y vetos parciales durante su tramitación parlamentaria, y por tanto no hay por qué dejar sin censura alguna comportamientos antidemocráticos tan obvios como los del gobierno bolivariano, independientemente de quién proponga la condena y con qué espurios intereses.

Leopoldo López encarcelado en Muro Verde, Caracas
Por un lado he de decir que no me sorprende la actitud adoptada por IU en materias internacionales como esta, tras haber oído en ocasiones a algunos de sus dirigentes criticar al gobierno legítimo de Ucrania y defender a los separatistas prorrusos y conociendo sus simpatías declaradas por el castrismo; lo mismo pienso respecto al partido del círculo, dadas sus peligrosas amistades bolivarianas que podrían haber rellenado sus monederos; más me decepciona la actitud en esta cuestión de los representantes de ICV y Compromis, fuerzas a las que considero inequívocamente honestas y consecuentes y excelentes alternativas de gobierno en sus respectivos territorios. Por otra parte cada día estoy más habituado a la incultura histórica y política de la derecha mediática española, que se empeña en  hablar de la dictadura venezolana; no, tarugos, Venezuela no es una dictadura; es una democracia, de bajísima calidad, tendente al autoritarismo, pésimamente gestionada y  llena de arbitrariedades, pero que periódicamente celebra elecciones supervisadas por observadores internacionales que certifican su limpieza y su legitimidad; del mismo modo que el franquismo no fue un régimen totalitario sino autoritario, cuartelero y meapilas -hay que leer más historia-, y sé que esta analogía no gustará a nadie, como la Historia de la guerra civil de Eslava Galán. En fin, resumiendo, veo en estas materias algo despistadas a las izquierdas españolas. Y si esto es la izquierda, una de dos, o está desorientada o mi brújula ha perdido el Norte. Sólo sé que jamás se me  ocurriría buscar la Estrella Polar en el cielo de Caracas.

lunes, 16 de marzo de 2015

Los mundos (reales) de Art Spiegelman

Sin la sombra de las torres
Acaba de editarse en español Sin la sombra de las torres, la novela gráfica cuyo original publicó en 2004 el historietista neoyorquino de Queens Art Spiegelman. Spiegelman proviene del cómic underground o alternativo -eso que durante unos años se llamó en nuestro país cómix en jerga-; en ese ámbito hay que inscribir su obra de 1972 Prisionero del planeta Infierno, realizada a los veinticuatro años tras el suicidio de su madre, superviviente de Auschwitz y Dachau. Fue entre 1980 y 81 cuando publicó su obra maestra, Maus, el primer cómic que se alzó con el Pulitzer y obtuvo también un premio Eisner, considerado el Nobel de la historieta. Maus, dibujada a una sola tinta, está referida a la Alemania de Hitler y representa como ratones a los judíos, mientras los nazis son gatos sedientos de sangre; eso en su parte histórica, basada en lo que contó a Art su padre, un judío polaco emigrado a Estados Unidos; parte de la historieta se desarrolla en el Queens de los últimos setenta y se centra en las discusiones que padre e hijo mantenían durante su elaboración.
Berlín, ciudad de piedras
 y ciudad de humo
Temática y estilísticamente se emparenta con la trilogía incompleta del dibujante Jason Lutes de la que se han publicado hasta ahora Berlin, ciudad de piedras y Berlín, ciudad de humo, ambientadas en la República de Weimar.

Sin la sombra de las torres, cómic dibujado a todo color,  se sitúa en los días que siguieron a los atentados de Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001. A partir de traumas y vivencias personales de incredulidad, desorientación y búsqueda de seguridad, Spiegelman reflexiona sobre la destrucción del sueño americano, la paranoia que se instala en la población y no ahorra críticas a la administración Bush. Es otra manifestación de cómo Spiegelman propone el arte como la mejor herramienta para superar los traumas de la catástrofe y la guerra. Las novelas gráficas e historietas de Art Spiegelman son  mucho más que entretenimiento; sus historias son historias de la Historia con mayúscula.
Maus

domingo, 15 de marzo de 2015

El retorno de los putrefactos

 Los putrefactos fue uno de los escasísimos trabajos conjuntos de Salvador Dalí y Federico García Lorca, realizado durante la época en que ambos convivieron, junto a Luis Buñuel y Pepín Bello entre otros, en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En aquel momento el libro no llegó a ver la luz, pues si bien el pintor entregó las ilustraciones y caricaturas que le correspondían, el poeta granadino se limitó a completar los textos y comentarios que las acompañaban y no escribió el prólogo al que se había comprometido. Fue ya en 1995 cuando la mentada institución y la Casa Museo Federico García Lorca de la Huerta de San Vicente publicaron al fin la obra y organizaron una exposición de originales y documentos que pudo visitarse en Madrid y Granada. En aquella edición incluyó la directora de la Huerta de San Vicente la dedicatoria que aquí reproduzco.


Dedicatoria de Los putrefactos por Laura García Lorca
Según la despiadada -más que irónica- visión de Lorca y Dalí, putrefactos son los anticuados, cursis, retrógrados, blandos y patéticos -los que hoy  llamaríamos casposos-. Por eso mismo el título de este artículo no es adecuado: los putrefactos no han regresado ni están de vuelta, porque nunca se han ido; siempre han estado entre nosotros. Putrefacta entre putrefactos fue la España de la dictadura franquista, un régimen asentado en la corrupción y el robo, que apestaba a cerrado y sacristía -como la definió y la anticipó Machado-, a pies de gris -como se quejaba el Jarabo que interpretó Sancho Gracia para Juan Antonio Bardem y Pedro Costa; aquella España con los hombros cubiertos de caspa de militar chusquero, embadurnada de beatería y del conservadurismo interesado de quienes tenían muchos privilegios heredados que defender.    También esta democracia de hoy está plagada de putrefactos; cada mañana desayunamos con nuevos casos de putrefacción de todos los colores, sean populares valencianos y mallorquines o socialistas andaluces ERE que ERE, con cospedales y blesas, con Betis y Osasuna, estamos lo bastante entretenidos para no precisar echar la vista atrás, ni acordarnos de Soficos, Matesas o aceites de Redondela; para ilustrarnos nos bastan las fotografías de prensa o las imágenes de los noticieros; no nos hacen falta aquellas caricaturas de  trovadores cubistas y lectores de La Veu de Catalunya, pero ¡que grande es repasar tanta genialidad y mala uva!
Ni Picasso se libró de las puyas de Lorca y Dalí


miércoles, 31 de diciembre de 2014

La estrategia del cangrejo



No sé si el cangrejo es una metáfora adecuada para la involución. Basta observar a este humilde crustáceo para comprobar que el cangrejo camina de lado, no hacia atrás, como sí lo hace nuestra democracia en manos del gobierno de Mariano Rajoy. El año que termina y éste que comienza están siendo pródigos en la apertura de puertas a las tinieblas de un pasado que creíamos superado. Una información de eldiario.es ofrecía hace unos días un amplio listado de normas nuevas y viejunas destinadas a sumir este país en un abismo de derechos perdidos  y libertades recortadas. 

Fray Jorge Fernández Díaz
Nos las prometíamos muy felices con la defenestración de Alberto Ruiz Gallardón y su reforma de la Ley del aborto, pero olvidávamos que su sucesor prepara ya un duro retoque en lo referente a las chicas de 16 y 17 años. En principio puede parecernos razonable que una menor de edad  necesite autorización paterna para una dedcisión tan importante pero, al margen del drama que se viva en cada caso, por un lado está la petición de la ONU en sentido contrario y por otro se trata de una medida innecesaria cuando nueve de cada diez menores que han pedido interrumpir su embarazo lo hicieron acompañadas por sus padres. La citada in formación continúa enumerando barbaridades que el gobierno ha sacado adelante o ha incluido en su agenda: por ejemplo, la nueva Ley de enjuiciamiento criminal permitirá a la policía intervenir teléfonos particulares sin autorización judicial en casos urgentes. Lo mismo regirá para las comunicaciones postales y por correo electrónico. La ya aprobada Ley de seguridad ciudadana abunda en ejemplos de políticas represivas y contra la disidencia; el gobierno del Partido Popular no duda en falsear datos sobre conflictividad para buscar justificación a esta norma sin demanda ciudadana; así esta ley mordaza establece multas exorbitantes por evitar desahucios, realizar escraches o participar en manifestaciones no autorizadas; este mismo engendro legal legaliza la devolución en caliente de los inmigrantes que crucen ilegalmente las fronteras españolas.

 En otro orden de cosas se establece que si te metes en un marrón en el extranjero los gastos de repatriación correrán por tu cuenta cuando te hayas saltado la lista de riesgos asumibles y regiones recomendables para viajar que publica el Ministerio de asuntos exteriores; es decir, que si te secuestran en México o pillas el ébola en Sierra Leona, tú te las apañas; no haber ido o haber contratado un seguro privado de viajes. Acercándonos a asuntos más relacionados con la moral tenemos la entrada en vigor de la LOMCE consagra la religión como asignatura evalable y apoya a los centros privados que segregan a niños y niñas.  La Ley de parques nacionales que hemos heredado del exministro Arias Cañete consagra la puesta de los espacios protegidos a disposición de los particulares aficionados ala caza, actividad que, como se sabe, es muy querida por las élites políticas y económicas. La nueva Ley de propiedad intelectual, inspirada por los grandes grupos mediáticos nos ha dejado sin las noticias de Google, al imponer un canon obligatorio inasumible por un servicio gratuito y sin publicidad. El gobierno que dejó morir de inanición económica la Ley de memoria histórica cuando beneficiaba a los rojos  sufraga la búsqueda, traslado e inhumación en España de los voluntarios franquistas de la División Azul que desaparecieron en la antigua URSS, adonde acudieron a batallar a las órdenes de Hitler.
Así vieron a la División Azul los cromos de la época
Además la nueva Ley de reproducción asistida excluye explícitamente a lesbianas y mujeres solteras. Tampoco en lo económico este gobierno de la recuperación y el fin de la crisis está dispuesto a darnos alegrías, aunque se acerquen elecciones por partida doble: El IVA se mantiene como está, inuyendo ese IVA cultural del 21% que estrangula nuestras industrias creativa y del espectáculo; toca privatizar AENA y engrosar el gasto público asumiendo el rescate de las autopistas de peaje ruinosas; en definitiva, que si estos merluzos -ya hemos visto que como símil no sirve cangrejos- nos pillaron en crisis, ahora nos llevan a las más elevadas cimas de la miseria y la involución. Librarnos de ellos, siempre por vías pacíficas y democráticas, es una prioridad.

jueves, 25 de diciembre de 2014

La fanática doncella de Orleans

El 30 de mayo de 1431, en la plaza del Mercado Viejo de Ruán, a los diecinueve años, Jehannes Darc, conocida como la Pucelle -la doncella-, murió en la hoguera a la que un tribunal de la Inquisición la había condenado. Algunos siglos después fue canonizada y proclamada patrona de Francia por la Iglesia que, poco antes de su ejecución, la había expulsado de su seno y más tarde incoó una causa de anulación contra el proceso que la condenó.

Cierto es que aquel proceso fue una farsa con la sentencia dictada de antemano -como probaron la posterior causa de anulación y los documentos que han llegado a nuestros días- y que sus actas fueron falsificadas por orden del obispo Pierre Cauchon que lo dirigió,  pero no es menos cierto que el personaje histórico y la legendaria peripecia militar de Juana de Arco, la mujer que liberó la sitiada ciudad de Orleans y entronizó a Carlos VII en Reims, ha sido ampliamente mixtificado. No ha sido la menor mixtificación considerarla una heroína feminista por vestir ropas de hombre y dirigir ejércitos de hombres además de pretender interpretar un papel clave en la política de su tiempo y liberar Francia de la ocupación inglesa. No era esto lo que inquietaba a la sociedad feudal, al menos no tanto como que no fuera un rey o un papa, ni siquiera un señor, sino una campesina iletrada de diecisiete años quien se proclamaba una elegida y enviada por Dios, contraviniendo el  orden natural de las cosas. Aparte de todo eso, la santa heroína de Francia tiene al menos tantas sombras como luces. En primer lugar la Pucelle fue una fanática religiosa que aseguraba tener desde su adolescencia visiones divinas en las que ángeles y santos le hablaban y dirigían los pasos de su peculiar aventura. Por otro lado tras victorias militares como la liberación de Orleans y otras ciudades y políticas como la coronación en Reims, su obsesión belicista contra los ingleses y sus aliados de Borgoña la dejó sola y cada vez más aislada frente al pactismo del rey Carlos, que prefirió hacerse con París y la Isle de France mediante acuerdos de paz con los borgoñones. También es significativo que Juana se rodeara de personajes poco recomendables: entre sus compinches de armas estaba nada menos que  Gilles de Rais, el barón de Rais, quien antes de morir en la horca e inspirar el personaje de Barba Azul, secuestró, violó y asesinó a más de doscientos niños y niñas. Del mismo modo que Juana de Arco es venerada hoy en todo el mundo católico y no sólo en Francia pese a las muchas aristas y rincones oscuros del personaje, hemos sabido también que la mezquita de la M-30 de Madrid alberga un nido de yihadistas sin que sus imanes hagan nada por evitarlo ni por denunciar una forma perversa del islam consistente en perseguir y asesinar a los no musulmanes -y también a los musulmanes en Siria, Irak, Yemen o Pakistan- y en aspirar al martirio. Es cierto que Juana de Arco es un personaje fascinante que ha inspirado una película excepcional como la de Carl T. Dreyer y otra más dudosa como la de Luc Besson, pero en nuestros tiempos no deberíamos aceptar los mitos sin rechistar.

Vídeo: Orchestral Manouvres in the Dark: Joan of Arc - Maid of Orleans
La Juana de Arco de Dreyer