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sábado, 5 de agosto de 2017

Economía "colaborativa": capitalismo corrupio

Protesta vecinal contra la invasión de pisos turísticos en la Barceloneta
Quedaron atrás las hecatombes hipotecaria y financiera que hace casi una década dieron lugar a una gran recesión económica y una crisis social sin precedentes en el llamado mundo desarrollado en lo que llevamos de siglo XXI y en la segunda mitad del XX. La propia recesión, en términos macroeconómicos, parece algo ya superado; aunque la crisis social se mantiene e incluso se ha recrudecido con más desigualdad, empobrecimiento, desprotección social, pérdida de derechos laborales y una extrema precarización del trabajo. A estas consideraciones se nos había olvidado sumar otra novedad cuyas consecuencias serán -están siendo ya- trascendentales para nuestra forma de vida: la revolución tecnológica y robótica que, aparte de poner en peligro puestos de trabajo de humanos no especializados -esto era inevitable y no es una tragedia, no volvamos al ludismo de la primera revolución industrial-, da lugar a plataformas y aplicaciones informáticas que no producen, sólo intermedian,  supuestamente entre particulares que no siempre son simples particulares, también hay fondos de inversión camuflados.

A los nuevos dueños del mundo -Google, Apple, Facebook y Amazon- que en la revolución tecnológica made in Silicon Valley sustituyeron a otros gigantes empresariales más anticuados, se suman los robots y las aplicaciones manejadas desde un teléfono móvil o una tableta, que han permitido que aparezcan y crezcan sin control marcas como Uber, Cabify, BlaBlacar, AirbnbWallapop o Deliveroo. La mayor parte de estas plataformas de intermediación o empresas estériles atrae clientes, sobre todo jóvenes, por los presuntos mejores precios y una despistadísima ilusión de rebeldía contra los negocios de siempre. Además Deliveroo y las similares Glovo y JustEat responden a un proceso de asocialización y homogeinización de las clases medias-bajas que quieren consumir pero lo quieren todo ahora,  hecho y sin salir de casa, renunciando a placeres como ir de compras o salir a comer que no saben valorar y hasta les resultan incómodos. Hablo de lo que de una forma deliveradamente imprecisa llaman economía colaborativa. Cuando comprobamos que el capitalismo especulativo de la década de 2000 genera crísis y ruina y que el capitalismo salvaje de la década de la austeridad trae pobreza y desigualdad, esta economía colaborativa que nos venden como un capitalismo cool necesita un epíteto que llegue más lejos expresando lo indomito y fuera de control: para adjetivar esta clase de capitalismo aún más feroz he pensado en corrupio, un adjetivo que no existe fuera de la expresión fiera corrupia pero que les dará una idea de por donde voy.

Las empresas de economía colaborativa entran a competir en sus respectivos sectores de actividad -transporte, logística, compraventa- autoproclamándose lo nuevo frente a los monopolios y oligopolios de viejos dinosaurios y al neoproteccionismo, aunque secretamente trabajen por convertirse en nuevos oligopolios. Hablan de compartir servicios, pero bajo ningún concepto compartirán los jugosos beneficios en juego, de los que no hablan, salvo para prometerles el oro y el moro a quienes vendan sus trastos viejos en Wallapop o alquilen su apartamento a través de Airbnb. ¿Por qué me recuerda esto tanto a las estafas piramidales?

Todos los casos no son idénticos. Ni en España ni -supongo- en otros países  hay norma alguna que prohiba a unos particulares compartir los gastos de un viaje en vehículos particulares; hacerlo, sea a través de Blablacar o de cualquier otra forma de contacto, no es competencia desleal a las empresas que transportan viajeros, siempre que el propietario del automóvil cuente con los seguros obligatorios y no supere las tarifas máximas recomendadas por la plataforma o red social, es decir, no pretenda hacer negocio; así lo ha dictaminado la justicia española. En esto, nada que objetar.

Protesta de taxistas contra la competencia de Uber
¿Quién tiene razón, si es que alguien la tiene al cien por cien, en el duro conflicto que se está dando entre el sector del taxi y las plataformas de transporte urbano Uber y Cabify, que en España ha dado lugar a manifestaciones y huelgas del sector tradicional e incluso actos de violencia? Por un lado el taxi ha sido siempre un sector refractario a los cambios donde además de especular con las licencias se producen abusos laborales con los asalariados, y por otro, si las plataformas han llegado para quedarse, ¿por qué las administraciones no hacen cumplir las proporciones de VTC y reglas de competencia que ellas mismas dictan?

Otra historia es lo que está ocurriendo con Airbnb, y merece especial atención en un país como éste en el que el 11% del PIB vive del turismo. Su estrategia de entrar sin llamar ha sido similar a la de otras plataformas colaborativas, pero esta firma se mueve en un sector muy susceptible, sobre el que unos -determinadas administraciones, partidos, asociaciones empresariales y periodistas-  son partidarios de abrir todas las puertas para, dicen, no matar a la gallina de los huevos de oro, pero la población en general, los barrios y las ciudades son quienes sufren las consecuencias de la masificación de visitantes y del turismo low cost, el de borracheras o el de cruceros de visto-y-no-visto en forma de molestias, perdida de identidad local y calidad de vida, precios prohibitivos y falta de acceso a la vivienda. En muchos casos ni siquiera son particulares para ayudarse a vivir en condiciones, sino negociantes, empresas y fondos buitre quienes sacan partido a sus propiedades con la mediación de Airbnb, que llega a permitir situaciones de ilegalidad. No me busquen apoyando o justificando a unos frikis que con la callada complicidad de la Generalitat enarbolan una bandera de turismofobia con pintadas, vandalismo y agresiones contra los turistas y quienes los traen, y que además no dan una los muy torpes -se les ve dañando inofensivos hoteles, autobuses y bicicletas, no apartamentos turísticos ilegales, segways y palos selfies-, pero tengo claro que hay que poner límites a la masificación, el urbanismo destructivo y el laissez faire ultraliberal.

Se habla ya de la uberización de la economía y con ella de la sociedad al referirse a una nueva ola de desregularización y mercantilización de bienes privados, un hipercapitalismo más competitivo que nunca al margen del mercado y el Estado.

Aquel día los repartidores de Deliveroo en Madrid no repartieron
El modelo capitalista imperante no está en condiciones de defendernos de que la robotización y la uberización del trabajo nos deje con menos empleo y de menos calidad. De hecho el fenómeno conlleva rebajas de calidad de vida, sustituye trabajo asalariado por trabajo autónomo -o falsamente autónomo como el de los repartidores de Deliveroo-, un mundo laboral en el que, para competir -fíjense en que no se habla de producir- hay que trabajar sin pausas, en cualquier momento del día o de la noche: el sueño más húmedo del capitalismo hecho realidad. Aún así los promotores y máximos beneficiarios de esta cuarta revolución industrial se ufanan de que apuestan por las energías renovables y sin carbono, sacan todo el partido a Internet como principal medio de comunicación social, descentralizan y desjerarquizan la economía y reconstruyen las relaciones humanas y los vínculos sociales... si ellos lo dicen. Pero quien crea la aplicación puede hacerlo desde cualquier sitio, a cualquier hora y durante las horas que sea preciso sin descansar, estar asegurado ni cotizar, quien la explota no tiene que afrontar cargas sociales. El conductor de Blablacar no tiene sus horas de manejo controladas en un tacógrafo como sí las tiene un conductor profesional; el repartidor de Deliveroo ha de estar todo el tiempo disponible y conectado; un piso de Airbnb no ha de cumplir normas de accesibilidad.

No me busquen en ese nuevo mercado; no uso aplicaciones de móvil, le pago mi compra a un cajero humano y no paso por una caja automática, voy a gasolineras donde un empleado me llene el depósito, no uso la máquina de check-in automático en un aeropuerto, le pido el café al camarero de un bar, no a un aparato electrónico.



domingo, 21 de febrero de 2016

El limpiacristales de Dubai (reprise)


La vida es peligrosa, no por los hombres que hacen el mal
 sino por los que se sientan
a ver qué pasa
(Albert Einstein)


Cuando en la pasada nochevieja todos pudimos ver las imágenes de un pavoroso incendio devorando un gigantesco rascacielos en el mayor y más rico de los Emiratos Árabes Unidos recordé una entrada que publiqué allá por 2010 en este mismo blog y que he decidido rescatar y actualizar porque me pareció escalofriantemente vigente. Estaba inspirada en una fotografía publicada por el Daily Mail que mostraba a un hombre de aspecto asiático que limpiaba, colgado en el vacío sin arnés ni más sujección que su mano izquierda, las ventanas exteriores del piso 34 de un rascacielos en Dubai. Del paraíso petrolero para multimillonarios iba a Punta Umbría y a la estafa de aquel listillo que por entonces prometía sueldos de ensueño -3600 euros semanales, por jornadas de doce horas, eso sí- a quienes acudieran al emirato a colocar cristales en las torres,
una tarea para la que el emir de turno y su constructor de cabecera andan sobrados de esclavos orientales que se juegan el tipo a cambio de una miseria. 350 incautos creyeron en el timador y -algunos incluso venidos de lejos- llegaron a rellenar un extraño formulario en el que les pedían que contaran su último sueño -¿también los húmedos? me pregunto- y colocaran por orden de preferencia valores como trabajo, respeto, compromiso y honor.

También recordé a los personajes principales de aquella estupenda película palestina titulada Paradise Now (Hany Abu-Assad, 2005) que fue candidata al Oscar. Aquellos dos jóvenes desesperados que malvivían en las inmundas barracas que las monarquías y dictaduras petroleras destinaban a los trabajadores semiesclavos que edificaban sus imperios de lujo y derroche se planteaban inmolarse como hombres-bomba en Tel Aviv en pos del paraíso prometido a los mártires. El infierno ya les rodeaba en la Tierra.

Ignoro qué habrá sido de aquellos que quisieron ser limpiacriastales en Dubai. Es posible que cinco años después, si es que han encontrado un trabajo más acá de Dubai, se acuerden de aquel tal Garrido cuando regresen a casa, el cuchitril compartido que su sueldo le permite, agotados tras una jornada laboral interminable y mal pagada y sientan el futuro colgando del vacío como el limpiacristales de la foto, temiendo siempre que la próxima soldada -¿nómina? no lo creo- será la última.

Será peor en el mañana, cuando sus hijos, si los tienen, sólo puedan aspirar a empleos como el de limpiacristales de Dubai. a los que se aferrará cumpliendo lo que le pidan porque si los pierden no habrá subsidios al desempleo, nadie los defenderá pues ya no habrá sindicatos y tendrán miedo a enfermar porque la sanidad será de pago.

Entonces esos hijos se plantearán dirigir a sus progenitores mensajes cargados de reproches como los de Franz Kafka en su Carta al padre, no sólo por haber sido tan ilusos para creer en el sueño de Dubai que al menos no le costó un euro, sino también por tragrse el veneno de otros estafadores: editorialistas, telepredicadores, economistas de salón. Recriminará a toda su generación haber permitido que le hicieran una crisis, y otras que vendrían después, para demoler su edificio de derechos y garantías.

Los hijos y los nietos de aquellos aspirantes a limpiacristales acusarán a sus antecesores de cavar sus propias tumbas y, más profundas aún, las de quienes vendrían después, cuando contemplaban indiferentes, cuando no celebraban, que la Ley se cebara con quienes defendían como sabían los derechos laborales y de huelga, mientras ellos permitían que recortaran salarios y derechos y les atacaran con toda la violencia de que el poderoso piquete del liberalismo es capaz, sin tener en cuenta que más pronto que tarde les tocaría a ellos y sus hjos el turno de pasar por la picadora de carne.

Cómo pudimos ser tan estúpidos. Cómo no supimos medir la escasa distancia entre el joven camarero que trabaja once horas y el limpiacristales de Dubai; entre éste y el niño que escarba en el vertedero de Sao Paulo. Fue tan fácil desandar el camino.

















jueves, 29 de marzo de 2012

Playlist nº 40 Canciones para una huelga


There is power in a factory, power in the land 
Power in the hands of a worker
 But it all amounts to nothing if together we don't stand 
There is power in a Union 

 The Union forever defending our rights
 Down with the blackleg, all workers unite
 With our brothers and our sisters from many far off lands
 There is power in a Union

(Billy Bragg)

Canciones sobre la huelga y la lucha. Canciones sobre el trabajo esclavo y los accidentes laborales. Sobre la explotación de los jóvenes y las mujeres. Sobre la  solidaridad y la unidad. Sobre  combatir por los derechos, sobre los sindicatos y una de sus más odiosas enemigas (Margaret Thatcher), sobre los esquiroles y sobre el sindicalismo futuro.


They offered me the office, offered me the shop


They said I'd better take anything they'd got
Do you wanna make tea at the BBC?

Do you wanna be, do you really wanna be a cop?



Career opportunities are the ones that never knock

Every job they offer you is to keep you out the dock

Career opportunity, the ones that never knock


(The Clash) 



From the playground to the wasteground
Hope ends at 17
Sweeping floors and filling shelves
Forced into government schemes
11 years spent to dig out ditches,
Forget your schoolday dreams
Guarantees and lie-filled speeches,
But nothings what it seems
Qualified and patronised and with everything to lose.


No choice or chance for the future
The rich enjoy less tax
Dress the girls in pretty pink
The shit goes to the blacks
A generation’s heart torn out
And covered up the facts
The only thing they’ll understand
Is a wall against their backs
The only hope now left for those - with everything to lose.

In desperation empty eyes,
Signed up and thrown away
There’s drugs replacing dignity,
The short sharp shock repaid
There’ll be no money if you dare to question
Working the tory way
The truth is up there carved in stone,
Where 21 dead now lay
A family’s loss for a few pounds saved
With everything to lose.


(The Style Council)



domingo, 25 de marzo de 2012

Huelgoescéptico



Me siento huelgoescéptico ante la convocatoria del próximo jueves 29. Tengo serias dudas de que la huelga general sirva para algo, y sin embargo el día 29 yo voy a la huelga. 
Derribar, o al menos domesticar, la reforma laboral es el objetivo de los sindicatos, un objetivo destinado al fracaso, pero aún así hay que intentarlo. Eran otros los tiempos en que las persianas echadas derribaban decretazos. No se hacía contra un gobierno para el que la lucha contra el déficit es una cruzada, con Europa y Goldman Sachs jaleando “¡Mariano, resiste, que tú puedes!”. Un presidente del Gobierno no se habría atrevido a alardear ante sus socios de que una reforma laboral extremadamente agresiva -"Ya verás, te va a gustar!"- le costaría una huelga general. Se diría que es el propio Rajoy el convocante de la huelga, y sin embargo iré a la huelga.

Dudo de que se note cuando cinco millones y medio de potenciales huelguistas no pueden secundarla ni tampoco pueden no secundarla. Por no hablar de los trabajadores en activo que, por culpa de la reforma laboral, se verán coaccionados y amenazados con el despido barato por ejercer un derecho que, en la agenda de la contrarrevolución en marcha, toca ahora cuestionar.
Temo a la desidia de una población que piensa que nos enfrentamos a medidas coyunturales para combatir la crisis de las que nos reiremos cuando vuelvan los buenos tiempos, y no a un nuevo régimen en las relaciones laborales que entierra para siempre un siglo de conquistas sociales y más de un precepto constitucional.
Temo también por la extrema debilidad en que pueden quedar los sindicatos si la huelga fracasa. Algo de razón lleva el discurso de que las organizaciones sindicales se han convertido en paquidermos burocratizados, demasiado dependientes del poder que las financia, pero son la única barandilla que aún nos protege del abismo. Son el último enemigo a batir, por eso el búnquer político, empresarial y mediático ha lanzado contra los sindicatos su despiadada y sucia campaña de desprestigio. Existe un precedente histórico, cuando en los ochenta Margaret Thatcher, santa patrona del fundamentalisno neoliberal, dobló la cervíz de las unions, que nunca más levantaron cabeza.
Voy a la huelga general pese a que no creo que sea la respuesta más adecuada, y no por dura, sino por todo lo contrario. Creo más en lo que propone un grupo recién creado en Facebook: Darle un buen sopapo al jefe; pero no al propio, que trae consecuencias, sino al ajeno, mediante un sistema de intercambio en el que un desconocido te propone el jefe al que hay que zurrarle. Tentador ¿verdad? Mejor vamos a la huelga y si acaso ya hablamos. 

domingo, 18 de marzo de 2012

Contra el miedo




The Lonesome Death of Hattie Carroll

But you who philosophize disgrace 
And criticize all fears
Take the rag away from your face
Now ain't the time for your tears.

(Bob Dylan: The Lonesome Death of Hattie Carroll, 1963)
 
Bien sabe quien me conoce que detesto el optimismo seráfico de los papanatas. Aquí mismo he bramado contra esa calamidad del pensamiento positivo, tan grata a los poderosos pues mantiene a los esclavos esclavos pero contentos. Aprecio el pesimismo ilustrado y la crítica a la condición humana que en España es casi una corriente filosófica, desde Quevedo a Unamuno. Pero no es lo mismo una sociedad crítica y escéptica que una hundida en el derrotismo e inmovilizada por la incertidumbre y el miedo. Desde que empezó la actual crisis es en ese miedo en el que nos quieren instalados para que, amilanados y dóciles, no osemos plantar cara a la contrarrevolución de los cleptócratas y sus políticos a sueldo.

No puedo ni debo criticar el miedo y a quien lo siente, pero sí denunciar a quienes lo propagan. En esta larga víspera de Armagedón, con la incertidumbre y el miedo al futuro dominando todos los órdenes de nuestra vida, miramos alrededor y la única certeza es que no habrá arma que quienes manejan los hilos no empleen para minar toda resistencia, desde dejarnos sin casa o sin trabajo hasta la violencia y la guerra. Y mientras nos mantienen ocupados en garantizarnos lo básico, aplican su programa de tinieblas: el fundamentalismo religioso y moral, la censura, el recorte de libertades.

Aceptarás cualquier trabajo si tienes miedo a perderlo
Un pueblo confiado, educado y saludable es peligroso, porque quiere más. Lo quieren con miedo a enfermar y no poder sufragar los tratamientos, con miedo a perder su casa, a no poder pagar la educación de sus hijos. Nos convencen de que no es sostenible un sistema basado en la solidaridad y nos quieren con mala conciencia, creyendo que abusamos de las urgencias, las medicinas o las escuelas o que somos unos privilegiados por tener un empleo y debemos pagarlo con menos sueldo, menos descanso, menos derechos para las mujeres, peor atención a los mayores. Aceptarás cualquier trabajo si tienes miedo a perderlo. Te quieren pobre porque pobre y con miedo a ser más pobre eres más manejable.

En democracia el Poder teme al pueblo y no al contrario

Desde que comenzó esta gigantesca estafa planificada tratan de convencernos de nuestra responsabilidad por vivir por encima de nuestras posibilidades. Si, por ejemplo, los andaluces en una encuesta admiten como necesarios ajustes y recortes, es que la estrategia del miedo logra sus objetivos, y con miedo no hay democracia. En democracia el Poder teme al pueblo y no al contrario. Nos deben temer a nosotros. Debemos mantenernos airados, esperanzados y con confianza en nuestra fuerza, que también se alimenta de odio. Contra el temor debemos actuar. Hay muchas formas; yo de momento, al contrario que en ocasiones anteriores, este 25 de marzo no me voy a quedar en casa. Pondré lo que esté de mi parte para que Andalucía sea un rompeolas donde esa marea de miedo se estrelle.

domingo, 26 de febrero de 2012

¡Viva Las Vegas!

 
En el Sands Casino de Las Vegas Frank Sinatra grabó en 1966 un memorable directo junto a la Orquesta de Count Basie y con la dirección musical de Quincy Jones. Frankie, además de cantante excepcional y solvente actor, era un mafioso, como los dueños del Sands. Hoy los Sands se extienden por el mundo dirigidos por el magnate Sheldon Adelson, benefactor del ala más extremista del Partido Republicano, que ha fijado su mirada de halcón en España para obsequiarnos con su macroproyecto Eurovegas. Madrid y Cataluña se disputan el regalito.

17.000 millones de euros en inversiones y doscientos mil empleos son una bicoca, y la inefable Pilar Rahola se queja de que desconfiemos y de que este país sea “así de estupendo, cuanta más hambre tiene, más ata los perros con longanizas”. No aprendemos: Ni 15-M, ni corrupción a saco en los telediarios, ni burbujas y pelotazos, ni el cacareado cambio de modelo productivo; nada detiene al burro cuando le ponen la zanahoria delante, se apellide el pollino Aguirre, Mas o Sebastián. Con ellos, el respetable, que sigue en el todo vale por un empleo, sea un cementerio nuclear en terreno inundable o esta alianza entre las instituciones públicas y el crimen organizado. Crimen organizado, sí. Un dato: Los casinos de Adelson en Macao están controlados por intermediarios directamente relacionados con la triadas mafiosas. Roberto Saviano, que de mafias algo sabe, ha advertido de que “Si aprueban el Eurovegas, Cataluña (o Madrid) se convertiría oficialmente en el centro del reciclaje mafioso de Occidente”.



Lo que nos trae Mr. Adelson es una zona franca del juego al margen de toda norma. Lo deja claro en la docena de exigencias que plantea. Lo de menos es el que se permita fumar o la entrada de menores y ludópatas. Es no pagar impuestos o Seguridad social durante años, es suelo público sin Ley del Suelo, es que el Estado avale los créditos que pida. Es que no haya convenios colectivos, es cambiar la Ley de Extranjería – y aún hay ilusos que creen que darán trabajo a españoles-. Son infraestructuras a cargo de la Administración y manga ancha para el blanqueo de capitales. Combatiendo el dinero negro y el fraude fiscal escaparíamos a la crisis, pero lo que nos venden es corrupción a la luz del día y con fuegos artificiales que la celebren.

Por el aro de Adelson sólo pueden pasar tontos del culo o sinvergüenzas, o quienes son ambas cosas a la vez. Miguel Sebastián, paradigma de la falta de escrúpulos en los gobiernos de Zapatero, fue el primer impulsor. Ana Botella advierte de que sólo se apuntará si en el proyecto se implica y lo lidera el gobierno Rajoy y no se traspasan determinadas líneas rojas, pero es un íntimo colaborador de su marido en FAES, el secretario de Estado de Comercio Jaime García-Legaz, quien representa al Gobierno en las negociaciones. Para Esperanza Aguirre todo es negociable, se cambian las normas que haya que cambiar y se crea una isla legislativa y fiscal. Una ciudad sin ley dentro de España. Para Artur Mas, es un proyecto que atraería a Cataluña "turismo de calidad", muy diferente del "turismo de borrachera" y dispuesto a dejarse mucho dinero. Sólo hay que ir a Las Vegas –o ver el cine que la retrata- para descubrir la calidad de los borrachos que atrae. Cierto es que el modelo intenta atraer a los millonarios chinos y rusos, pero con ellos también vienen los negocios más oscuros.

Políticos, gacetilleros y todo el comité de recepción de Mr. Marshall aplauden la creación de empleo, aunque sea un empleo basura que convierte la reforma laboral de Rajoy en el no va más de los derechos laborales. Se han llenado la boca defendiendo la cultura del esfuerzo para ahora sacralizar la ruleta y el blackjack. Han elevado a los altares la familia tradicional para que ahora veamos a Aguirre o Mas como madames de los innumerables establecimientos de prostitución que sin duda incluirá Eurovegas. Seremos putas o esclavos pero contentos de corear junto a imitadores de Elvis el “Viva Las Vegas”.


domingo, 12 de febrero de 2012

Malthusianos



I am man who drives a local bus
I take miners to work, but the pits all closed today.
It's easy to see that you are one of us.
Ain't it funny how we all seem to look the same?
I'm getting put down,
I'm getting pushed round,
I'm being beaten every day.

 



Según la teoría del clérigo anglicano Thomas Malthus -recogida en Ensayo sobre el principio de la población (1798)- los habitantes del planeta crecen exponencialmente mientras los alimentos crecen en proporción aritmética.
Como cura que era, se oponía a cualquier método de contracepción y proponía condenar a los pobres a una economía de subsistencia porque si mejoraban sus condiciones de vida se entregaban al vicio y la población se incrementaba aún más. La reforma laboral aprobada por el gobierno de Rajoy es malthusiana, y como las teorías de aquel cura zoquete, es una sarta de majaderías.

Claro que la CEOE la aplaude, y con ella toda una clase dominante que, como un poblado aislado en la selva, ha degenerado hacia el cretinismo tras siglos de consanguinidad. Sólo unos mentecatos idearían una reforma que no sólo hunde al asalariado en la miseria, sino que al empresario inteligente -en España eso es casi un oxímoron-, al que busca crecer y para crecer contrata, fomenta y valora la calidad de sus asalariados, a ese le lleva a la ruina frente a la competencia desleal del empresario sinvergüenza, el malthusiano, el que busca convertir su empresa y todo el país en un solar, llevarse la pasta al extranjero y vender lo que quede a los chinos, o a quien venga.

Es una reforma inútil que no sólo no aliviará el paro sino que deja sitio para perder unos tres millones de empleos más, de los que no salen en la EPA: extranjeros que se vuelven a sus países y españoles que se van, y no siempre a trabajar, pues a muchos de los nuestros ya les ven por las calles de Oslo como al senegalés que pide de rodillas en la puerta de Zara. Es estúpida porque no trae el cambio de modelo económico ni laboral aEspaña. Seguiremos igual: sólo con un alto nivel de crecimiento se creará empleo, y de baja calidad; pero se nos impide crecer al abrir la puerta a una bajada generalizada de sueldos en un país con precios europeos y salarios africanos. Con más pobres una economía no crece. Despedir rápido y barato, única obsesión de esos zopencos de la CEOE, es su receta contra la crisis. Acabásemos.


Dice la letra de la reforma que uno de sus objetivos es controlar el fraude y la economía sumergida -hoy por hoy ese empleo sumergido es lo único que garantiza la supervivencia a miles de desempleados-, pero alienta el fraude al permitir las
horas extras en los contratos a tiempo parcial.
Al camarero con contrato de cuatro horas que hace once por el mismo precio ya no lo estarán explotando, estará haciendo horas extras. Del otro fraude, el de los 88.000 millones ocultados al fisco, el de un empresariado y una banca que están saqueando el país no se habla, porque son esos saqueadores quienes han diseñado la reforma que Malthus habría soñado.

domingo, 27 de noviembre de 2011

RD 1543/2011

Foto: Sebastiao Salgado


The Jam: Smither-Jones

Put on your slippers, turn on the TV
It's all a part of feeling groovie
It's time to relax, now you've worked your arse off
But the only one smilin' is the sun tanned boss
Work and work and work and work till you die
There's plenty more fish in the sea to fry

En la jornada de reflexión del 19 de noviembre, con nocturnidad,
entró en vigor el Real Decreto que el gobierno socialista publicó en el BOE del 18 y que creaba el nuevo acuerdo de aprendizaje. No se le llamó contrato pues ese término lleva aparejados derechos laborales que dicho acuerdo no protege. A los beneficiarios, jóvenes de hasta 25 años, no se les fija límite de jornada, festivos y permisos, trabajarán sin vacaciones, sin indemnización y sin prestación de desempleo al término de la no-relación laboral. Esta mano de obra joven se paga a 426 euros al mes, de los que el trabajador debe restar 6 para la Seguridad Social, concepto que al empresario le cuesta tan sólo 34 euros.
Terminado el acuerdo de aprendizaje, el joven vuelve a la lista del paro desde la que le pueden llamar para la misma empresa una o más veces hasta que cumpla los 26 años, y cuando los cumpla hay más peces en el mar para freír, de modo que un patrono podrá tener mano de obra joven, a 426 euros el esclavo -perdón, el aprendiz- hasta que se retire a las Seychelles con las ganancias. Al no existir relación laboral, si no te pagan o, qué sé yo, te acosan sexualmente, no puedes acudir a los juzgados de lo social ni tienes derecho a asistencia letrada gratuita. Pero no todo iba a ser malo: Si lo establece así el convenio en vigor, la empresa debe contratarte al final de la práctica, claro que no hay ni un sólo convenio en el país que lo establezca y ningún empresario va a aceptar incluir tal cláusula en los convenios por firmar, lástima.

Subrayo la fecha porque al día siguiente de que entrara en vigor esta joya de la iniquidad neoliberal, algunos votantes -muy pocos, a tenor de los resultados- volvieron a encomendarse al PSOE por temor a los recortes sociales y laborales que nos traerá el gobierno del PP; y porque hasta la medianoche anterior el candidato Pérez Rubalcaba nos trataba de convencer de que era de izquierdas que te cagas. Ahora los gacetilleros andan muy atareados con que si Rubalcaba, que si Chacón; las Teresa Jiménez de toda España siguen sin conocer ni de lejos lo que es la autocrítica y pretenden que se han dado el batacazo por culpa de la crisis. No se quieren enterar de que no es ni la coyuntura ni son los nombres, que es la marca la que está podrida, es el proyecto el que no le sirve a la gente de este país, a la que se le hurta información porque los medios apenas publican que el gobierno saliente culminó siete años de talante y progresismo condenando a los jóvenes al trabajo esclavo, o que, ya en funciones, el mismo gobierno ha indultado al banquero delincuente Alfredo Sáenz, número dos del Santander condenado por denuncia falsa contra unos empresarios. No, sordina a esas noticias, no sea que descubramos que al final PP y PSOE son, parafraseando a Felipe González, la misma mierda.


domingo, 27 de marzo de 2011

Alternativas amistosas



No sé si el presidente del Gobierno es aficionado al póquer, pero a tirarse faroles nadie le gana. Prometió el pleno empleo justo antes de precipitarnos al abismo y el tahúr pretende ahora que de su manga afloren cuatro millones de empleos sumergidos. Un veinticinco por ciento del PIB reconoce el Ejecutivo que está en la economía “B”. Obsesionado con el equilibrio presupuestario, el gobierno Zapatero ha jugado del lado de la crisis para engordar la economía sumergida, hoy lo único que separa de la mendicidad a muchas familias. Puede sonar razonable el establecimiento de un mayor control en los perceptores de prestaciones o subsidios, incluidas las prejubilaciones -¡glups!, tiembla algún socialista andaluz-, pero ante la falta de alternativas, a quien se agarra a una obrilla de tres días o una semana en "B" en la agricultura explíquenle cómo si no evita el desahucio o alimenta a sus hijos. En que necesitará treinta y siete años cotizados para jubilarse prefiere no pensar.

Pero ¿y las empresas? En las últimas semanas el presidente flota en su idilio con los mercados y se codea con los grandes, esos cuarenta patricios –tantos como colegas tenía Alí Babá- que como él han ignorado la economía productiva, aunque nos quieran más productivos, han jugado en el casino global de la especulación y cha
poteado a gusto entre tiburones como ellos. Piden a Zapatero más de lo mismo y más rápido, es decir, esas reformas ineludibles que sólo han traído más paro y desigualdad.

Seguramente alguien que usted conoce trabajó para Iberia, Unión Fenosa o La Caixa y ahora tiene problemas para pagar la hipoteca; jubilados de Telefónica a los cincuenta años; despedidos de FCC o de Endesa a los cincuenta y cinco tras veinte años de servicio... Con quienes les pusieron en la calle se reúne nuestro presidente para hablar de reformas y de economía sumergida. Agárrense. Para acabar con la economía “B” no les amenaza Zapatero con el refuerzo de la inspección. No, para ellos guante de seda: Habrá incentivos y facilidades para regularizar los empleos sumergidos. Alternativas amistosas las llama el exhuelguista Valeriano Gómez.

Según la Federación Na
cional de Trabajadores Autónomos
hay un millón de empresas fantasma, principalmente en la construcción y sectores afines, que no cotizan a la Seguridad Social ni pagan sus impuestos a Hacienda; hay cuatro millones de empleos sumergidos pero no llegan a doscientos cincuenta mil los expedientes abiertos. En la hostelería asegurar a un trabajador por media jornada haciéndole trabajar hasta doce horas no es excepción sino norma, además de un torpedo en plena línea de flotación de la Seguridad Social. Pero mientras el déficit no se resienta y Europa aplauda, nuestro presidente –y el que le sucederá- seguirá en su nube. ¡Qué ganas de votar le entran a uno!


viernes, 11 de marzo de 2011

Volando vamos

Ya han soltado a la bestia. Ahora el mundo verá de qué estamos hechos los españoles. La llama de la revolución está viva, arderán los aeropuertos y tomaremos la Plaza de Tahrir, la de Oriente o el Mercadona más próximo, para reivindicar la más sagrada de nuestras conquistas sociales: El vuelo low-cost. La ira popular se sacudirá de encima la tiranía de quienes amenazan con chafarnos las vacaciones de Semana Santa. Desde Facebook, Twitter, columnas y tertulias -nunca apreciaremos suficientemente a los economistas de Onda Cero- los adalides del liberalismo movilizan al pueblo contra ese residuo de la Historia que es el derecho de huelga. El mensaje cala incluso entre quienes padecen aerofobia, solidarios con el pueblo en vacaciones. No toleraremos que nadie pretenda anteponer intereses de casta -eso de cobrar un buen sueldo o que tu empresa no se malvenda a cualquier mafioso ruso- al inviolable derecho a disfrutar de un daiquiri en la Riviera Maya o comerte el fuet de la tía-abuela en un apartado villorrio asturiano. Se van a enterar éstos de Aena y sus obsoletos sindicatos. ¡Viva Wisconsin!


Nos rebelamos contra unos privilegiados, lo que son quienes hoy se meten en el bolsillo más de mil euros al mes, o pretenden cotizar por sus siete u ocho horas de trabajo, insolidarios con la mayoría que no se queja de su contrato a media jornada y el resto en negro. Unos privilegiados, eso es lo que son todos los que pueden permitirse el lujo de ir a la huelga y que sólo les descuenten el día y ni les despidan ni nada.  Además esta gentuza se pone en huelga cuando más daño hace, en lugar de dejarlo para la temporada baja o los días de niebla, cuando no pueden volar los aviones. Afortunadamente ese mal llamado derecho ya sólo es patrimonio de funcionarios y empleados públicos.

  Su chantaje vacacional no es desconsiderado sólo con los ciudadanos que se van de puente, estos irresponsables también dañan al sector turístico, cuyo empresariado se verá obligado a bajar sueldos y recurrir a becarios e inmigrantes sin contrato. Dañan a un gobierno dispuesto a acabar con ese Estado inflado, contra ese cáncer que es lo público, para llevarnos al paraíso liberal donde no habrá huelgas ni convenios, donde primarán los criterios de eficiencia y beneficio, donde el probo empresario impondrá su razón sobre la grosería proletaria, donde los únicos privilegios vitalicios serán los heredados. Aena es uno de los obstáculos. Privatizándola
el sacrosanto mercado fijará las tasas aeroportuarias, y se podrán cerrar todos esos onerosos aeropuertos de provincias que no dan beneficios. Puede que entonces nuestro indignado pueblo tampoco vuele en jueves santo porque los billetes son caros o no hay aeropuerto cerca. Se quedará en casa chupándose procesiones, pero será libre al fin.