¿Por qué los periódicos, las radios y las televisiones, incluida la pública andaluza no informaron de que durante veintidos días cincuenta inmigrantes argelinos e indios estuvieron en huelga de hambre en la Plaza de España de Melilla? Se negaban a ser internados de nuevo en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, en el que no contaba el máximo de cuarenta días de los centros de la Península –la derecha europea y los socialistas españoles no habían aprobado aún la Directiva de la Vergüenza-. No era noticia esa huelga de hambre –recordemos los ríos de tinta que hizo correr la del etarra pijo De Juana Chaos- como no lo fue la feroz represalia policial que llevó a comisaría a los inmigrantes dos días después del fin del ayuno.
¿Por qué es a través de los blogs que ha podido difundirse el histórico discurso del fotógrafo Gervasio Sánchez en la entrega del Premio Ortega y Gasset? ¿Incomodó por igual a derecha e izquierda que Sánchez denunciara que el gobierno Zapatero ha duplicado la venta de armas a países en conflicto y que fabricamos en España cuatro tipos de bombas de racimo? Ningún periódico recogió el discurso que se tragaron impasibles políticos de todos los signos.
¿Por qué el mayor retroceso en derechos y libertades que se da en Europa desde la posguerra, la aprobación de la Directiva sobre Inmigración, y el apoyo de los socialistas españoles –con tres honrosas excepciones- sólo fue tema principal en las portadas de ese día en un único diario de ámbito nacional, concretamente Público?
¿Hay que volver a recordar que nadie hizo al principio ni puñetero caso al periodista Matías Vallés, que desde Diario de Mallorca destapó el escándalo de los vuelos secretos de la CIA rumbo a Guantánamo y sus escalas españolas? Los medios nacionales despreciaron las rigurosas informaciones de Vallés en su periódico de provincias hasta que las recogió el New York Times. ¿Es ignorancia o hay intencionalidad si, mientras al escape radiactivo de Ascó y su intento de ocultarlo por parte del CSN se le dio gran bombo, las alarmantes informaciones sobre vertidos, escapes y residuos en los complejos químicos de Huelva, Tarragona y Algeciras son sistemáticamente obviadas o sepultadas bajo una losa de contrainformación oficial?¿Quién está haciendo de editor común de lo que leemos? ¿Es cierto que los pactos de silencio sobre algunos temas ganan la batalla incluso a la competencia por la audiencia y el pastel publicitario?
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