
Poco se puede arreglar lo que no tiene arreglo, cuando la falta de medios, ideas y soluciones reales para afrontar un problema que se va de las manos se pretende ocultar recurriendo a los manuales de psicología progre. La ocurrencia ha sido nada menos que abrir una línea de teléfono para que los potenciales maltratadores se desahoguen a través de ella. Este teléfono de Gila ¿Estará atendido por personal femenino entrenado para recibir impasible todo tipo de amenazas e improperios? ¿Se privatizará el servicio y como ocurre con el 112 y el 061 estará a cargo de empresas de telemarketing que aprovecharán para venderle al maltratador un modem USB? ¿Será el siguiente paso proveer a los maltratadores en potencia de muñecas hinchables para que se desahoguen usándolas como punching-balls? Antes de acusarme de frivolizar con un tema tan serio plantéense si no es más frívolo el Gobierno con semejantes majaderías.
El Ministerio de Igualdad nace padeciendo la insustancialidad común a cierto socialismo de la era Zapatero y pretende que la realidad se transforma cambiando el lenguaje. Su titular, Bibiana Aído, en su preocupante levedad, acude a la corrección política en su variante lingüistica y puede acabar acusada de maltrato por los miembros y miembras de la Real Academia Española, que debería dictar una orden de alejamiento que prohiba a la ministra acercarse a San Millán de la Cogolla. A la hora de proponer soluciones prácticas sólo produce ocurrencias, y las expresa mediante el lenguaje no sesista, con ese de seso o de sentido común, a los que, para manejarlo, es preciso renunciar en favor de la ideología (de género, claro).
Respecto a este uso del lenguaje y a la huída hacia adelante de la ministra pidiendo que miembra se incluya en el diccionario de la RAE, no ha tenido desperdicio el comentario de Alfonso Guerra. En declaraciones a Telemadrid, el presidente de la comisión constitucional del Congreso ha dicho que si una élite quiere imponer a la sociedad que se diga miembra, está perdiendo el tiempo, y haciéndoselo perder a los demás.
3 comentarios:
Pues tal y como he explicado en mi blog, a mi me parece una excelente idea. El teléfono para maltratadores está basado en la política de "reducción de daños" que tanta polémica suele causar en los sectores más conservadores. Es decir; evitar que todo vaya a peor. Puesto que ella no denuncia, y si lo hace vuelve con el... vamos a intentar por lo menos que no le pegue un tortazo. Si el hombre es capaz de llamar a ese teléfono y que una psicologa (Ó mejor un psicologo que sirva de modelo) es capaz de calmarlo... ¿No estamos consiguiendo ya buena parte de nuestro objetivo? Hemos de proteger a esa mujer ¿Es que no es legítimo intentarlo por medio de calmarle a el?
No todos los maltratadores son unas malas bestias. Detras suele haber en muchos casos una terrible historia humana, familiar ó de caracter que también hay que comprender
Como tantas veces, Les Luthiers llegaron antes:
http://www.youtube.com/watch?v=htqHWZ2zi9Q
Me parece muy interesante tu reflexión, Jon, el problema que veo a este tipo de iniciativas es que su efectividad entra dentro de lo puramente teórico, no creo que haya mucha constancia empírica de que un servicio de asistencia telefónica vaya a disuadir a un potencial maltratador.
Por otro lado habrá que poner en una balanza el número potencial de beneficiarios, los costes del servicio y ver si realmente merece la pena desviar esfuerzos a programas de tipo experimental en un contexto de crisis económica y limitaciones presupuestarias, teniendo en cuenta siempre que la prioridad debe estar en proteger a la víctima y es ahí donde debe ir el dinero, los medios y los esfuerzos
Publicar un comentario