Déficit
(México, 2007)
35mm. Color. 79’. Drama
Dirección: Gael García Bernal
Guión: Kyzza Terrazas
Intérpretes: Gael García Bernal, Luz Cipriota, Fermín Martínez, Tenoch Huerta Mejía, Giovanna Zacarías, Camila Sodi, César Braga
Lo mejor del debut como director de Gael García Bernal es que su falta de pretensiones no le impide afrontar con rigor temas de hondura. La fiesta claustrofóbica en la que conviven amos y vasallos en sus mundos paralelos recuerda a El Ángel Exterminador pues, como en el clásico de Buñuel, sólo los sirvientes pueden abandonar la mansión en la que los amos parecen condenados a permanecer hasta alcanzar un incierto punto límite. El déficit es que García Bernal muestra demasiado pronto sus cartas y sólo el reducido metraje y la notable pericia que demuestra en la puesta en escena nos salva de que acabemos perdiendo interés. El arranque es poderoso pero enseguida se nos desvelan todas las claves: El retrato de una generación deficitaria en valores e ilusiones y sobrada de hedonismo, y la constante contraposición de dos mundos aparentemente bien avenidos pero en los que siempre ha de quedar claro quién manda y quién obedece. Esas relaciones quedan claras en los primeros instantes sin que al avanzar la narración se nos aporte mucho más.
(México, 2007)
35mm. Color. 79’. Drama
Dirección: Gael García Bernal
Guión: Kyzza Terrazas
Intérpretes: Gael García Bernal, Luz Cipriota, Fermín Martínez, Tenoch Huerta Mejía, Giovanna Zacarías, Camila Sodi, César Braga
Lo mejor del debut como director de Gael García Bernal es que su falta de pretensiones no le impide afrontar con rigor temas de hondura. La fiesta claustrofóbica en la que conviven amos y vasallos en sus mundos paralelos recuerda a El Ángel Exterminador pues, como en el clásico de Buñuel, sólo los sirvientes pueden abandonar la mansión en la que los amos parecen condenados a permanecer hasta alcanzar un incierto punto límite. El déficit es que García Bernal muestra demasiado pronto sus cartas y sólo el reducido metraje y la notable pericia que demuestra en la puesta en escena nos salva de que acabemos perdiendo interés. El arranque es poderoso pero enseguida se nos desvelan todas las claves: El retrato de una generación deficitaria en valores e ilusiones y sobrada de hedonismo, y la constante contraposición de dos mundos aparentemente bien avenidos pero en los que siempre ha de quedar claro quién manda y quién obedece. Esas relaciones quedan claras en los primeros instantes sin que al avanzar la narración se nos aporte mucho más.
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