Y eso que no abrí fuego yo, que fue mi compañera Maite, de RNE, quien primero se topó con el tono de perdonavidas de los organizadores cuando preguntó de dónde se sacaban el supuesto perfil del turista gay -ya saben, gastoso, universitario, joven y culto-, si lo obtenían preguntando a los visitantes sobre su orientación sexual; ni siquiera pude hacer más de una pregunta, por las prisas propias de tener que contarlo en la radio al momento, por ser una rueda de prensa concelebrada en la que cada intervención era seguida por su traducción al inglés, y porque de pronto los periodistas autóctonos nos vimos rodeados de una intimidante fauna de reporteros invitados a las jornadas -las cejas perfiladas, los jerseys de colorines ajustados, las libretas en que tomaban nota de todo, la mirada de reojo del iniciado al profano y, claro, las acreditaciones les delataban- que te observaban como a un intruso de la prensa generalista, ignorante y portador de atávicos prejuicios, ¡y quien sabe si hasta heterosexual!.
Y uno va y pregunta lo típico, si todo esto del turismo gay -o mejor dicho LTGB, que hay que ser cursis- no tiene como consecuencia el aislacionismo, la endogamia, la renuncia a cambiar al conjunto de la sociedad y en definitiva el gueto. Y lo pregunta no opinando, que en una rueda de prensa lo que yo opine a nadie interesa, sino recordando las críticas que desde algunas asociaciones de nada desdeñable presencia -Colegas- se hacen hacia carnavales consumistas como Expogay o el propio concepto de turismo gay. Me responde -se notó que venía preparado para ello- el vicepresidente del Patronato de Turismo José López Gallardo diciendo nada menos que esas críticas responden a que entre las asociaciones y colectivos gays hay mucha homofobia encubierta, y revelan en quien las hace una homofobia con matices de progresismo (sic). O sea, que según el concejal de Laroles, si no te gustan los cruceros gays, no te gastas un dineral en depilación, no seleccionas a tus compañeros de viaje o los camareros de tu restaurante en función de su opción sexual, si no viajas con agencias LGTB y no llevas la bandera arcoiris colgada de la mochila -o mejor de la maleta Luis Vuitton- de nada sirve que te molen los de tu sexo, serás un homófobo retrógrado, un gay homófobo, un oxímoron.
Claro, una vez uno se ve convertido en oxímoron, no vuelve a preguntar, ni siquiera a otros oximorones como estos socialistas mercantilistas, y se limita a recoger la respuesta del político para que se retrate con sus palabras. Y uno se da cuenta de que su pecado ha sido cuestionar la invención de la que el concejal en cuestión se siente más orgulloso, pues todo comenzó cuando a López Gallardo en una rueda de prensa veraniega, hará dos años, se le ocurrió comentar que Granada como destino turístico había sido citada en algunos reportajes de revistas gays foráneas. Eso dicho en el desierto informativo de agosto fue amplificado por las agencias y de inmediato corrió como la pólvora el insensato bulo de que Granada era una ciudad codiciada por los turistas gays. Recuerdo a la pobre redactora de Canal Sur que cubría el turno desesperada porque desde Sevilla su descerebrado editor le conminaba a echarse a la calle a las cuatro de una tarde tórrida a buscar a gays con los que ilustrar el reportaje y algún restaurante de ambiente -el único de Granada estaba cerrado por vacaciones- que demostrara que a los pies de la Alhambra florecía la nueva Sodoma, aunque los patronatos de turismo de media España anden pretendiendo lo mismo de sus ciudades.
En fin, que el invento del concejal que pasó de la Alpujarra a la World Travel Market ha acabado en esta convención de 27 turoperadores de 14 países para vender eso del turismo segregado. Los políticos, el mentado y el delegado de Turismo de la Junta, repiten los datos con los que estos mercaderes les han embaucado para que desde los poderes públcios se promocione su negocio, que disfraza como, con una media de ingresos por hogar superior a los 60.000 euros anuales, el doble de la media -ni mileuristas ni parados en el paraíso arcoiris, que los EREs son para heteros-, y que invierten el 47% de sus ingresos en consumo, ocio y tiempo libre - es decir que a ningún gay se le va más de medio sueldo en pagar la hipoteca-. Y el argumento que lo desenmascara todo: "El 78% prefiere comprar productos que se dirijan directamente a la comunidad LGTB". De eso se trata en definitiva, de que les compremos a los mismos mercaderes que han organizado el tinglado con apoyo del poder socialista, y la participación directa de algún destacado dirigente político en Chueca, S.A.. Recordemos a Pedro Zerolo animando a participar en la horrorosa Expogay de Torremolinos, pero recordemos mejor lo que en alusión a dicho encuentro decía Gonzalo Serrano, de Colegas: "Los homosexuales ni son mejores ni consumen más que otros sectores. Si estamos luchando por la igualdad al final lo que se lanza desde estos eventos es que somos diferentes, gastamos diferente y que nos preocupan cosas diferentes y eso ni siquiera es la verdad". Entonces Javier Checa, el organizador de Expogay le respondió que "las personas van encaminadas a una sociedad sectorial, de comunidades, y a esta solo quiere que se les respete". ¿Qué os decía el lunes del multiculturalismo y el gueto?
¿Por qué lo llamarán amor cuando quieren decir pasta?
1 comentario:
Si quieres un ejemplo de oxímoron, en este caso, maricón y no gay, rastrea el personaje de Franco Grillini, portavoz de los homosexuales italianos.
El oxímoron está en que Grillini, según apunta Francesco Merlo (FAQ Italia, Bompiani, 2009), es un fundamentalista al contrario, es decir, es un homosexual tal como lo imagina Rocco Buttiglione, que es el archicatólico que se imagina Grillini.
Publicar un comentario