En julio de 1947, el Éxodo, un viejo buque de pasajeros destinado a la chatarra, zarpó desde la costa de Francia hacia Palestina con más de 4.500 hombres, mujeres y niños judíos, todos supervivientes del Holocausto. Antes de que el barco llegara a las aguas territoriales de Palestina, buques destructores británicos -la potencia colonial que gobernaba en la zona- lo rodearon. Se suscitó un enfrentamiento en el que un tripulante y dos pasajeros judíos resultaron asesinados. Docenas sufrieron heridas de bala y otras lesiones. Esta noche unidades de élite del Ejército de Israel han atacado en aguas internacionales la 'Flota de la Libertad', un grupo de seis barcos —tres de ellos turcos—, que transporta a más de 750 personas con diez mil toneladas de ayuda a Gaza: equipos médicos, productos de primera necesidad y elementos para reconstruir la capital de la franja, machacada durante la pasada Navidad por el propio ejército de Israel.
Contra civiles desarmados que iban a ayudar -contraviniendo las órdenes y las leyes de los antiguos ocupantes de Gaza, sí, justo como hizo el Éxodo hace 63 años ante los ocupantes británicos- las tropas mejor preparadas del planeta han abierto fuego indiscriminadamente asesinando al menos a 19 personas. A la masacre los israelíes han sumado el crimen de la mentira y la insidia. El viceministro de Asuntos Exteriores de Israel, Danny Ayalon, ha asegurado que los activistas tenían vínculos con Al Qaeda y con las organizaciones islamistas palestinas Hamás y Yihad Islámica.
A ningún otro pueblo en el mundo se le ha olvidado la Historia como al israelí, a pesar de que su estado racial y religioso se asienta y justifica en su historia de persecuciones y diásporas. En unas pocas generaciones las víctimas de ayer se han mimetizado con sus verdugos. La experiencia lleva a pensar que una vez más los crímenes y excesos del gobierno y el Ejército de Israel -frente a los que la rebeldía y la oposición entre el pueblo judío es mínima- obtendrán la impunidad. Y menos dudas aún pueden caber hoy en día sobre la comparación que más molesta, indigna e incomoda a los sionistas: Los israelíes son los nuevos nazis.
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