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He de reconocer en mi caso que sí se da un posicionamiento apriorístico a su favor, y que no estaría escribiendo contra el linchamiento judicial de un personaje público si no se tratara de alguien que desde su arresto domiciliario ha sido capaz poner en pie una genialidad como El escritor (The Ghost Writer, 2010) -recuerdo otro caso de famoso arrestado, Augusto Pinochet, cuya unica aportación al mundo era la mierda que cagaba, y con quien las leyes de extradición se aplicaron de forma mucho más laxa-. Pero es Roman Polanski, un artista o intelectual -inclúyase en la categoría que se prefiera- en estado de gracia, que ha hecho de su producción cinematográfica reciente alta cultura europea y toda una referencia de seriedad, rigor y dominio del lenguaje del cine.
Ahí se acaban los favoritismos, en mi propia admiración, porque si alguien ha padecido justo lo contrario,
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Para todos los que aún no entienden o no admiten que la doble vara de medir se usa para dar latigazos en la espalda a Polanski es obligatoria la lectura del artículo en el que el director rompe su silencio. Ahí están todos los argumentos legales, morales y humanos, todas las pruebas de los delitos en los que están incurriendo los jueces de California en esta feroz cacería, de que solo la ignorancia sobre lo ocurrido puede justificar que tantos se hayan unido al linchamiento.
¡No puedo seguir callado!
por Roman Polanski - 2 de mayo de 2010
Desde hace siete meses, el 26 de septiembre de 2009, fecha de mi detención en el aeropuerto de Zurich cuando me dirigía a recibir un homenaje por el conjunto de mi trabajo de manos de un representante del Ministerio de Cultura suizo, no he querido manifestarme y he pedido siempre a mis abogados que limitaran sus comentarios a lo imprescindible. Quería que tanto las autoridades judiciales de Suiza y Estados Unidos como mis abogados pudieran trabajar sin polémica por mi parte. He decidido romper el silencio para dirigirme a ustedes sin intermediarios y en mis propias palabras.
Y me permito recordar también el primero de los artículos que uno de los pensadores que ha apoyado de verdad a Polanski en este tiempo, Bernard-Henri Levi, dedicó a quienes -en su caso desde Francia- se unieron al coro que sentenciaba a Polanski a pagar por sus pecados.
A Roman Polanski por Bernard-Henri Levi - 1 de noviembre de 2009
Pasan los días y Roman Polanski sigue en prisión, se acuesta y se levanta en prisión, ve a su mujer una hora a la semana en el locutorio de una prisión, mientras sus hijos de 11 y 16 años, si aún tienen el valor de ir a la escuela, afrontan las miradas de unos compañeros que han oído en casa que el papá de los pequeños P., ese señor con el que a algunos se les caía la baba cuando se codeaban con él "por hijo interpuesto", ese padre que otros se jactaban de conocer cuando lo veían en la tele durante la entrega de los César, ése, es finalmente un criminal, un violador, un sodomita, un pedófilo.
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