martes, 14 de octubre de 2008

Solidaridad con Rajoy

El mundo es un coñazo

Los de su bando lo ven como la más clara señal del fin de los tiempos: En nada se puede ya confiar si al líder de la gente de orden la Fiesta Nacional le parece un coñazo, necesitamos un duce, un orgulloso caudillo, un Haider a 140 km/h, no un registrador de la propiedad. Los del bando contrario le subrayan el feo y
lo comparan con su sobreactuación patriótica del año anterior, como si la actuación y la impostura no formaran parte de la esencia misma del político. Los micrófonos son traidores, lo sabemos desde Bernstein y Woodward, pero si, igual que en el Despacho Oval, en Moncloa se registraran las conversaciones, algún día escucharíamos a Zapatero decirle a Sonsoles: "Mañana tengo el coñazo de los banqueros, a ver que pide ahora esa panda de mangantes y a ver cómo hace Solbes para que el personal no se dé cuenta de que ayudar a la Banca le va a costar seis mil euros a cada contribuyente". Y si los micrófonos se volvieran en contra de quienes los sostienen tendríamos frecuentes pilladas de Pedrojota y sus secuaces cronometrando relojes para soltar al unísono la próxima fantochada sobre moritos etarras o la persecución lingüistica en Cataluña.

Hay que solidarizarse con Mariano Rajoy no por haber sido pillado, sino por decir lo que casi todos pensamos: Los desfiles militares son un coñazo, la Fiesta Nacional es un coñazo, la Patria, un coñazo total... Un coñazo la cantinela del ejército democrático y oenegé, un coñazo la carcundia que va a los desfiles y abuchea a los políticos, un coñazo la Legión y su autoafirmación heterosexual cambiando a la cabra por macho cabrío, un coñazo la ministra de Defensa, un coñazo el desfile de los aliados de la OTAN. Los himnos son un coñazo; las banderas con el toro de Osborne dan grima; las tomas de posesión, un full; las ruedas de prensa de los políticos, un pestiño desde el "buenos días a todas y todos"; la nadalitis, la alonsitis, la seleccionitis con su deriva patriótica, un horror; las homilías patríoticas de los arzobispos en el 12 de octubre, un asco; Dios es un coñazo.

Rajoy se lamentaba en corrillo de un nada apetecible compromiso laboral, dejarse ver en un coñazo de desfile, encima en día de fiesta, y es que el trabajo, todo trabajo, es un gigantesco coñazo. Viva Rajoy si la música militar nunca le supo levantar, vivan los vagos que se quedan en la cama. La pereza es una virtud -y Rajoy ya ha demostrado ser un vistuoso- , el desapego a lo solemne también. España es un coñazo y me tiene muy, pero que muy harto. Es mi último día de vacaciones y me quedo en la cama en solidaridad con Mariano Rajoy. Total, puestos a protagonizar gestos inútiles...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupefacto me quedé cuando lo oí. Mis amigos insisten en que, en efecto, el pobre no ha dicho más que lo que todos pensamos ¡Pero es que es Rajoy! ¡El del patriótico pasmo ante el telepromter del año pasado!