Quédense con esta cara. Este tipo tan formalito es el mismo con pinta bakala de la foto de más abajo cuando, en julio de 2006, se puso en huelga de hambre en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona, ante la sede de la Generalitat -durante 24 horas, tampoco hay que pasarse- para reivindicar la escolarización de su hija en español. Tachó entonces de "xenófoba y profundamente discriminatoria" la conducta de la asociación de padres del colegio de Sitges en el que estudia su hija. Desde entonces su cruzada por el bilingüismo se fue endureciendo y el cruzado, de nombre -españolísimo, hay que reconocerle- Carmelo González, fue llevando más y más lejos su reivindicación contra el modelo lingüistico impulsado por el Govern, jaleado siempre por El Mundo y toda la Santa Alianza. Ciutadans quiso aprovechar su tirón entre la fauna ultra presentándole como candidato al Congreso, pero pronto el partido de Albert Rivera le resultó a Carmelo excesivamente tibio y Carmelo se salió por la derecha.
Dos años después Carmelo ha sufrido la involución neuronal que un significativo sector de la ciudadanía padece como fruto del inmoderado consumo de los editoriales de Pedrojota, la filípicas de Fedegggico y la pseudociencia y el ocultismo de César Vidal. El resultado más reciente es que su mujer, que llegó a estampar su firma entre el millar de apoyos que obtuvo a su campaña por el español, se ha hartado y ha pedido el divorcio. Pero ¡Ay!, para El Mundo -que viene publicando una saga copleccionable sobre la supuesta persecución lingüistica- y Libertad Digital la conyuge no es más que el brazo ejecutor del separatismo, "demostración palpable de lo perverso que es el sistema lingüístico impuesto por el Gobierno catalán” -editorializa Ramírez-, y no es que no pueda aguantar ni un día más a semejante fanático en casa, es que lleva a cabo una pérfida estrategia para anular al martir del bilingüismo.
Vean las alegaciones que contra Carmelo presenta su santa en la demanda de divorcio: Dice la señora que su marido está "obsesionado" contra todo lo que tenga que ver con el catalán , lo cual, dice, podría provocarle problemas a la hora de cuidar a sus dos hijos, "no permite a sus propios hijos relacionarse con ninguna persona o amigo que hable en catalán" y le acusa de "haberse enemistado con la dirección del centro escolar" al que acude su hija. Carmelo "prohibía escuchar emisoras en catalán, tenía vedado el cava en su casa y otros productos etiquetados en catalán" y se enfureció porque su mujer "organizó el cumpleaños de su hijo en un centro que sólo se anunciaba en catalán". Queda meridianamente claro que Carmelo es todo un luchador por el bilingüismo.
Desde ya hay que pedir al juez que acepte de inmediato la demanda de divorcio y que la libre de este orate, y que lo remate con una orden de alejamiento que lo confine a Santo Domingo de la Calzada. Lástima que ella no sea una Heather Mills que desplume a Carmelo hasta el último céntimo -no le iba a faltar trabajo de tertuliano en Intereconomía, Veo TV o Popular TV, hambre no va a pasar la criatura-. Pero siempre podremos brindar con un buen cava cuando el juez libre a sus hijos de la influencia de este gilipollas.
Dos años después Carmelo ha sufrido la involución neuronal que un significativo sector de la ciudadanía padece como fruto del inmoderado consumo de los editoriales de Pedrojota, la filípicas de Fedegggico y la pseudociencia y el ocultismo de César Vidal. El resultado más reciente es que su mujer, que llegó a estampar su firma entre el millar de apoyos que obtuvo a su campaña por el español, se ha hartado y ha pedido el divorcio. Pero ¡Ay!, para El Mundo -que viene publicando una saga copleccionable sobre la supuesta persecución lingüistica- y Libertad Digital la conyuge no es más que el brazo ejecutor del separatismo, "demostración palpable de lo perverso que es el sistema lingüístico impuesto por el Gobierno catalán” -editorializa Ramírez-, y no es que no pueda aguantar ni un día más a semejante fanático en casa, es que lleva a cabo una pérfida estrategia para anular al martir del bilingüismo.
Vean las alegaciones que contra Carmelo presenta su santa en la demanda de divorcio: Dice la señora que su marido está "obsesionado" contra todo lo que tenga que ver con el catalán , lo cual, dice, podría provocarle problemas a la hora de cuidar a sus dos hijos, "no permite a sus propios hijos relacionarse con ninguna persona o amigo que hable en catalán" y le acusa de "haberse enemistado con la dirección del centro escolar" al que acude su hija. Carmelo "prohibía escuchar emisoras en catalán, tenía vedado el cava en su casa y otros productos etiquetados en catalán" y se enfureció porque su mujer "organizó el cumpleaños de su hijo en un centro que sólo se anunciaba en catalán". Queda meridianamente claro que Carmelo es todo un luchador por el bilingüismo.
Desde ya hay que pedir al juez que acepte de inmediato la demanda de divorcio y que la libre de este orate, y que lo remate con una orden de alejamiento que lo confine a Santo Domingo de la Calzada. Lástima que ella no sea una Heather Mills que desplume a Carmelo hasta el último céntimo -no le iba a faltar trabajo de tertuliano en Intereconomía, Veo TV o Popular TV, hambre no va a pasar la criatura-. Pero siempre podremos brindar con un buen cava cuando el juez libre a sus hijos de la influencia de este gilipollas.
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