Proclamaron el Fin de la Historia con la caída del Muro y hoy reeditamos la Guerra Fría. Pregonan el fin del capitalismo ahora que la planificación estatal salva a los especuladores con el dinero de sus víctimas y el Partido Comunista Chino es destacado accionista de Morgan Stanley; ya veremos. Pero hay que anunciar el fin de las ideologías –y de la clase obrera- cuando se escucha La Internacional entonada por Juan Antonio Mérida, portavoz del Gobierno Municipal de Granada y, por tanto, de una derecha derechista con avaricia.
No sé si se habrán revuelto en sus tumbas el mecánico Pierre Degeyter y el embalador Eugène Portier, que compusieron en 1871 un himno que les representaba como trabajadores, acostumbrados ya a que el suyo haya sido canto de opresión –himno nacional de la URSS hasta 1943-, o mensaje institucionalizado por la socialdemocracia, que lo entona con sonrojo y la boca pequeña -Ver a un impasible Felipe González con cara de circunstancias, sin mover los labios ni levantar el puño, mientras se interpretaba en los cónclaves del PSOE era el más claro mensaje que podían enviar los conversos a la religión del mercado-; o que vuelve a agarrarse a ella cuando –primer gobierno de Zapatero- le interesa vender al electorado aparentes giros a la izquierda. A La Internacional le devolvieron la dignidad los estudiantes pekineses que la coreaban antes de ser masacrados en Tian'anmen. Entonces fue más que nunca un himno de libertad.
Las variaciones en la letra de La Internacional son un claro termómetro de la división de la izquierda. La que el portavoz Mérida entonó el lunes pasado fue la versión vigente hasta la Segunda República y mantenida por los comunistas, la de “Arriba, parias de la Tierra; en pie, famélica legión”, fiel a la original en francés, donde los “parias” son “proscritos”, pero diferente a la socialista –o latinoamericana- y la anarquista que comienzan por “Arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan”. Pero una vez apropiada por la derecha, las posibilidades son infinitas y a cual más deprimente. ¿Y si un día son los niñatos de Operación Triunfo quienes la cantan con ese sentimentalismo poligonero a lo Andy y Lucas que les caracteriza?
Viene a ser lo mismo lo que ha hecho Juan Antonio Mérida, un auténtico tiro de gracia, es como si la FAES comprase los derechos de La Internacional; ya nunca será la misma. Lo de menos es que Mérida cantara a los “parias de la Tierra” para explicar que no considera ofensivo llamar parias a los granadinos más pobres como hizo en el pleno que aprobó los impuestos. Hay términos que son ofensivos según de quién vengan: Sí, paria a mucha honra, pero tú cuidadito con llamarme así. Hay quien proclama su orgullo marica cada 28 de junio o todos los días, pero según quién le llame maricón le suelta dos hostias, y con razón.
No sé si se habrán revuelto en sus tumbas el mecánico Pierre Degeyter y el embalador Eugène Portier, que compusieron en 1871 un himno que les representaba como trabajadores, acostumbrados ya a que el suyo haya sido canto de opresión –himno nacional de la URSS hasta 1943-, o mensaje institucionalizado por la socialdemocracia, que lo entona con sonrojo y la boca pequeña -Ver a un impasible Felipe González con cara de circunstancias, sin mover los labios ni levantar el puño, mientras se interpretaba en los cónclaves del PSOE era el más claro mensaje que podían enviar los conversos a la religión del mercado-; o que vuelve a agarrarse a ella cuando –primer gobierno de Zapatero- le interesa vender al electorado aparentes giros a la izquierda. A La Internacional le devolvieron la dignidad los estudiantes pekineses que la coreaban antes de ser masacrados en Tian'anmen. Entonces fue más que nunca un himno de libertad.
Las variaciones en la letra de La Internacional son un claro termómetro de la división de la izquierda. La que el portavoz Mérida entonó el lunes pasado fue la versión vigente hasta la Segunda República y mantenida por los comunistas, la de “Arriba, parias de la Tierra; en pie, famélica legión”, fiel a la original en francés, donde los “parias” son “proscritos”, pero diferente a la socialista –o latinoamericana- y la anarquista que comienzan por “Arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan”. Pero una vez apropiada por la derecha, las posibilidades son infinitas y a cual más deprimente. ¿Y si un día son los niñatos de Operación Triunfo quienes la cantan con ese sentimentalismo poligonero a lo Andy y Lucas que les caracteriza?
Viene a ser lo mismo lo que ha hecho Juan Antonio Mérida, un auténtico tiro de gracia, es como si la FAES comprase los derechos de La Internacional; ya nunca será la misma. Lo de menos es que Mérida cantara a los “parias de la Tierra” para explicar que no considera ofensivo llamar parias a los granadinos más pobres como hizo en el pleno que aprobó los impuestos. Hay términos que son ofensivos según de quién vengan: Sí, paria a mucha honra, pero tú cuidadito con llamarme así. Hay quien proclama su orgullo marica cada 28 de junio o todos los días, pero según quién le llame maricón le suelta dos hostias, y con razón.
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