domingo, 30 de agosto de 2009

Telefónica se gasta en Urdangarín lo que se ahorra en atención al cliente


Los Borbones, el Diez Minutos y mi ADSL

El uno de julio llamé por primera vez -han seguido muchas más llamadas- al 1004 -engañosamente conocido como Servicio de Atención al Cliente de Telefónica- para solicitar algo tan sencillo como un traslado de mi línea telefónica y mi línea ADSL, puesto que pensaba mudarme. Dos meses han p
asado, han mediado mudanza y vacaciones, y plenamente instalado en mi nueva casa, hasta el 24 de agosto, el lunes pasado, -después de varias llamadas en las que un comercial llegó a decirme que mi sollicitud había estado paralizada pero no sabía por qué- no apareció por casa el técnico encargado de instalar la línea telefónica -he perdido el antiguo número al cambiar de barrio cuando si hubiera cambiado de compañía me habrían mantenido el número allá donde fuera-. De la línea ADSL el técnico no tenía constancia alguna. Si la ha pedido, ya le avisarán, me dijo.

Durante los dos días posteriores indagué en el 1004 qué pasaba con mi conexión a Internet y fue la cuarta comercial que me atendió al teléfono la que supo darme una respuesta -a dos les colgué directamente tras escuchar al otro lado un acento latinoamericano, sonará xenófobo pero sé por experiencia que si un comercial no es la persona adecuada para resolverte un problema de índole técnica, menos aún si me está hablando desde Cartagena de Indias o Tegucigalpa-. Me aseguró la empleada que mi petición estaba en trámite y cualquier día estos el técnico me llamaría cual distribuidora Avón para romper con mi ciberaislamiento. Como comercial que era, tras responder a mi demanda intentó venderme una garantía técnica por si se me rompía el ADSL que aún no tenía, a lo que, naturalmente respondí que cuando tuviera el Emule echando humo ya hablaríamos.

Pero va a ser que no; consulto mis servicios contratados en la web de Telefónica y me aparece exclusivamente la línea RTB básica -al menos no me seguirán cobrando como estos dos últimos meses por servicios de los que
ya no disfrutaba-; en el apartado de gestiones pendientes no hay ni rastro de mi ADSL. Igualmente ha desaparecido el dominio que tenía en propiedad, vinculado a Telefónica -espacioexterior.org- y el espacio extra de alojamiento web que también tenía contratado, y con ellos todas las cuentas de correo asociadas a dicho dominio y la gigantesca web sobre cine fantástico que creé hace seis años y que, aunque es cierto que la tenía abandonada por falta de tiempo desde hace años, me apetecía seguir teniendo colgada en el cementerio de elefantes de Internet como reliquia arqueológica. Me he dado de plazo esta semana aguantando conversaciones kafkianas con comerciales para pasarme a otro estafador -perdón, proveedor- si no me lo solucionan y me reponen todos mis servicios -antes tenía también Imagenio, pero no tengo ningún interés en recuperar esa horrorosa y deficiente plataforma de televisión-. No se trata de una cuestión de engaño o mala fe sino de inoperancia, puesto que ponen en manos de personal mal pagado y sin formación gestiones que, por simples que sean no son capaces de realizar.

¿Y los Borbones qué pintan en todo esto?




Lo tendrán meridianamente claro si leen el Diez Minutos. Bueno, como sé que eso es mucho pedir, he escaneado el reportaje de seis páginas -pinchar en la imagen para ver a tamaño real- que la revista del corazón -je, je, no es ningún vicio inconfesable, ni la compro ni la leo en la peluquería, la incluyen los sábados los periódicos del Grupo Joly- dedica a los duques de Palma, es decir, la hija menor del Rey, Cristina, y su marido Iñaki Urdangarín en Washington donde Telefónica, que ha dado al ex jugador de balonmano un sueldazo de un millón de euros como presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica en Latinoamérica y Estados Unidos, una casa de seis mil euros mensuales de alquiler en un barrio exclusivo y plazas escolares para los cuatro niños que cuestan más de 35 mil euros -aunque la escolarización no está claro si la paga Telefónica o la ponemos nosotros. En lo que sí vamos a escote los súbditos del Reino Borbónico es en los gastos de sueldos y residencia de los escoltas. Algo he salido ganando, ya puedo ponerle cara a Telefónica y exigirle a la próxima comercial guatemalteca que me atienda que me pase con Urdangarín.

Sobre este nuevo capítulo de la red parasitaria de los Borbones y sus negocietes con la empresa privada escribe Íñigo Landa en una entrada de su blog que no tiene desperdicio -salvando el error de que Urdangarín jugaba al balonmano y no al baloncesto como escribe Íñigo- y que recomiendo leer completa, junto al genial nuevo escudo borbónico que ha diseñado:


Suma y sigue (La campaña mediática sobre la austeridad de los Borbones)


por Íñigo Landa

Mientras hoy desayunamos con la noticia de que, prácticamente, la mitad de los españoles son "mileuristas" y mientras nos dan a conocer que el 67% de las viudas-os cobran unas pensiones que rozan los umbrales de la pobreza, las revistas del corazón se centran en que Cristina e Iñaki ya se han instalado en su nueva casa en Bethesda.

Desde el 18 de agosto, los "duques" se encuentran con sus hijos en Washington, donde fueron recibidos por personal de la embajada española. La familia llegó a su actual destino desde el aeropuerto en un coche conducido por Iñaki. Allí vivirán, como mínimo, durante los dos próximos años. El duque desempeñará el cargo de presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica en Latinoamérica y Estados Unidos, algo que, para un jugador de baloncesto es prácticamente impensable y que, al igual que sus negocios (como los de su cuñado "temporal") no hubiese conseguido si no hubiese sido quién es.


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