martes, 28 de julio de 2009

Último artículo publicado en Granada Hoy

Los niños que no amaban a las mujeres

"Sabíamos que el dinero era un pretexto y que lo haríamos de todas for
mas, pero el paripé de nuestras apuestas calmaba el miedo. La pobre gata no se defendió; no tenía uñas. La señora Quimet cuidaba mucho sus cortinas”. La escena de Léolo, el extraordinario filme de Jean-Claude Lauzon, describía el descubrimiento del sexo entre la ignorancia y el horror” por unos preadolescentes que apuestan a quién es el valiente capaz de violar a una indefensa gata. No sé si hubo apuestas en Isla Cristina, Baena y Priego, pero sí que fueron mujeres, crías apenas, las víctimas de estas violaciones colectivas. cometidas por menores A menudo en el juzgado los agresores declaran que "lo que hacían les repugnaba, pero no participar cuestionaba su hombría dentro del grupo". Esa prueba de masculinidad es el común en estos casos que tanto cacareo fútil levantan; no se trata, por tanto, de derivas sociales o de pérdida de valores, sino de viejos conocidos: el sexismo y el machismo.



A nadie parece interesar esa relación sino las emociones primarias que provocan estos hechos; Los medios, acumulando noticias similares y análisis simplificadores, facilitan a políticos sin escrúpulos que recojan los frutos de esas emociones colectivas. Los mismos dirigentes del Partido Popular que tras el asesinato de Marta del Castillo espolearon el debate sobre la cadena perpetua ahora, tras varias violaciones colectivas cometidas por menores, piden ahora meter a niños en las cárceles. Logran su objetivo: Según una encuesta en la web de este periódico 94 de cada 100 lectores endurecería la Ley del Menor. Junto a las reformas legales nos cuelan su discurso contra el modelo educativo o la ideología de género. Oigo a un tertuliano -ese repugnante fascista bajo palio llamado Juan Manuel de Prada- culpar a un modelo de escuela “en el que se reparten condones a los chavales”. ¿Han oído a dirigentes del PP o leído a muchos articulistas preocupados por las víctimas? ¿Por su sentimiento de culpa, por su siempre pisoteado derecho a la intimidad, por la vergüenza y el estigma permanente, más profundo aún si los violadores son de parecida edad, del mismo entorno o incluso con vínculos afectivos? En Isla Cristina muchos se preguntan qué hacía la víctima de madrugada con varios chicos, obviando incluso la discapacidad psíquica de la niña.

Lo fácil es buscar culpables en Internet, el colegio, los padres... Pero si necesitan referencias ahí va una: Todo un país parece estar leyendo la trilogía de novelas de Stieg Larsson –que sólo conozco de oídas y por la versión cinematográfica de la primera entrega- sin enterarse de lo que, más allá de la intriga policial, realmente hablan: el machismo de siempre. En ‘Millennium’ los hombres violan, golpean y matan a las mujeres porque pueden hacerlo, porque ellos son más fuertes y ellas están a su disposición, para complacerles. Eso es lo único que han aprendido esos niños de Córdoba y Huelva, y eso es lo que nadie quiere ver.

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