Silvio Rodríguez - Sueño con serpientes
La canción de Silvio Rodríguez da vueltas en mi cabeza desde que en Andalucía se habla de reptiles que, como en las viejas novelas de buscadores de tesoros, silban alrededor de un botín, el hurtado al millón de parados andaluces. Un exdirector general lo llamó fondo de reptiles, dinero ponzoñoso que te pagaba la prejubilación sin jamás haber pisado la empresa que te hacía pensionista de por vida.
Por las rendijas del sistema, mayores cuanto más se deteriora éste, se cuelan cientos de culebras a las que se debe un favor, o que simplemente pertenecen a una casta a la que no se deja tirada. Saurios a quienes se busca teta libre en la vaca de la Administración Pública, ofidios reptando de un cargo a otro, arrastrándose por la perversa maquinaria que inventa puestos, patronatos y fundaciones a medida para cobijar a quienes llevan décadas sin otro oficio que la política, incluso para que las crías de las serpientes no sepan lo que es el paro que afecta a la mitad de los jóvenes andaluces o los trabajos basura de los que malvive la otra mitad.
La canción de Silvio Rodríguez da vueltas en mi cabeza desde que en Andalucía se habla de reptiles que, como en las viejas novelas de buscadores de tesoros, silban alrededor de un botín, el hurtado al millón de parados andaluces. Un exdirector general lo llamó fondo de reptiles, dinero ponzoñoso que te pagaba la prejubilación sin jamás haber pisado la empresa que te hacía pensionista de por vida.
Por las rendijas del sistema, mayores cuanto más se deteriora éste, se cuelan cientos de culebras a las que se debe un favor, o que simplemente pertenecen a una casta a la que no se deja tirada. Saurios a quienes se busca teta libre en la vaca de la Administración Pública, ofidios reptando de un cargo a otro, arrastrándose por la perversa maquinaria que inventa puestos, patronatos y fundaciones a medida para cobijar a quienes llevan décadas sin otro oficio que la política, incluso para que las crías de las serpientes no sepan lo que es el paro que afecta a la mitad de los jóvenes andaluces o los trabajos basura de los que malvive la otra mitad.
“La mato y aparece una mayor”, cantaba Silvio. Cada nueva infección diagnosticada al moribundo es fruto de la anterior. El escándalo de Mercasevilla gangrena órganos vitales del PSOE andaluz; pero el monstruo ha engendrado otro mayor sacando a la luz esa manteca reptílica robada a quienes peor lo pasan. Y en el entramado de las falsas prejubilaciones, ¿quiénes se retratan junto al gobierno socialista?: Los sindicatos mayoritarios, colaboradores necesarios y accionistas de la rapiña. Así se conecta esta plaga de reptiles con otra, la que ha tomado al asalto la función pública, primero con la externalización, las administraciones paralelas como la mejor herramienta del clientelismo. Después vino la reforma por la que los cuadros con mayor perfil político acceden cómodamente al funcionariado obviando la meritocracia. Desde años atrás asistimos en empresas públicas con pedigrí a la consolidación laboral por paquetes de centenares de individuos que nunca pasaron una criba de méritos o formación. PSOE, CC.OO. y UGT han querido ser amas de llaves en la entrada y salida al codiciado tesoro de un sueldo de por vida.
Al soldado que agoniza en el campo de batalla todo se le vuelven gusanos. Andalucía asiste a un estertor, un fin de época, una descomposición total del régimen que confundió lo oficial con lo real, la política con el usufructo del Poder, la responsabilidad que éste implica con el derecho a ejercerlo. Así se ha alimentado este nudo de víboras, que por primera vez es llamado por su nombre: A una de las serpientes el resentimiento le ha hecho hablar con crudeza de otros reptiles. El Poder, ciego y en descomposición, responde con circunloquios y paráfrasis. Es un uróboros condenado a devorarse a sí mismo por la cola.
Al soldado que agoniza en el campo de batalla todo se le vuelven gusanos. Andalucía asiste a un estertor, un fin de época, una descomposición total del régimen que confundió lo oficial con lo real, la política con el usufructo del Poder, la responsabilidad que éste implica con el derecho a ejercerlo. Así se ha alimentado este nudo de víboras, que por primera vez es llamado por su nombre: A una de las serpientes el resentimiento le ha hecho hablar con crudeza de otros reptiles. El Poder, ciego y en descomposición, responde con circunloquios y paráfrasis. Es un uróboros condenado a devorarse a sí mismo por la cola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario