Lo es porque lo que la decisión de PRISA tras la venta de Cuatro a Telecinco se basa en las pérdidas económicas y una audiencia relativamente baja, algo discutible cuando se han obtenido picos del 6% durante la crisis de los controladores; y los criterios de audiencia y rentabilidad no pueden aplicarse a un servicio todo-noticias de la misma forma que a la televisión convencional. No, tampoco un grupo privado debe hacerlo, pues se trata, además de un servicio público, de una marca de prestigio cuyo sostenimiento Prisa puedepermitirse de sobra con sus empresas más rentables: la Ser, El País, las editoriales y esa rentabilísima presencia en Latinoamérica que la ha llevado a tener tan buenas -y turbias- relaciones con el poder en Colombia.
Es malo también por el desperdicio de trabajo y profesionales. La cadena creada por el acuerdo entre Jesús de Polanco y Ted Turner ha venido realizando un trabajo necesario, único hasta que TVE reforzó la oferta del 24h en TDT, con hitos como la sensacional cobertura del 11-S, y si la forma en que presta ese servicio es criticable, la existencia de ese servicio es siempre defendible.
Es también una mala noticia laboral. De algunos de sus periodistas se podrán criticar muchas cosas, y con razón; todos sabemos que Iñaki Gabilondo, que no sólo era cercano, sino parte del poder socialista, acabó sacrificando información en favor de opinión y convirtiéndose en un radio-tele-predicador, especie de némesis de Jiménez Losantos, pero tampoco se le puede negar el mito que supo ganarse a lo largo de los años. Antonio San José, Juan Pedro Valentín o José María Calleja son otros ejemplos. Pero no son esos nombres los que deben preocupar, sino el difícil encaje de los otros 180 trabajadores que se supone absorberá Telecinco, ya veremos por cuanto tiempo.
Y también es muy malo porque en un par de años, con el casi seguro regreso del PP al poder, y por tanto, al control de la televisión pública, la oferta de información televisiva irá de la derecha a la extrema derecha, con las poco estimulantes excepciones de Telecinco, sus crímenes, desastres naturales y tremendismos variados, y La Sexta, sus vídeos sacados de Youtube y sus noticias robadas a Meneame. ¡Qué alegría! Elegiremos entre El Gato con Botas Mario Conde en Intereconomía, los egotrips de PedroJota en Veo y las homilías provida de 13, el canal con los colores del Vaticano. Eso mientras duren esos costosos -y ruinosos- juguetes audiovisuales, que ya no son rentables a un poder que ya no tiene pasta para comprar medios con subvenciones y ve como la influencia de los medios se va escapando por Internet.
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