Esta Navidad hay que brindar por la debacle de la Ley Sinde, pero no porque se queden sin regular las descargas de material sujeto a derechos, ya que eso más pronto o más tarde deberá estar legislado, esperemos que mejor. Hay que celebrar que por ahora se evita que el cierre de medios de expresión pueda estar en manos de una agencia gubernamental, con la intervención de los jueces como mero trámite, pues eso equivale al restablecimiento de la censura. Pero sobre todo celebrar que al Gobierno le hayan dado en las narices con la misma puerta de atrás por la se está acostumbrando a legislar.
Vemos a menudo que las leyes de acompañamiento a los presupuestos son el coladero de todas las medidas impopulares que afearían las cuentas oficiales; las disposiciones adicionales a las leyes permiten colar de rondón asuntos que nada tienen que ver con el cuerpo de lo que se legisla. Esta práctica, o el probable uso del decreto sin consenso previo para recortar las pensiones, dicen muy poco de la calidad democrática del gobierno de Rodríguez Zapatero, que a cada nuevo revés reacciona con más autoritarismo. Seguimos en estado de alarma, y todo el mundo lo atribuye a la crisis de los controladores, pero lo que no todos saben es que las medidas que modificaban la jornada de trabajo de dicho colectivo se aprobaron horas antes del plante camufladas como disposición adicional a un decreto ley de medidas liberalizadoras de la fiscalidad y para la creación de empleo. Si las incluyen en la Ley de Erradicación de la Tuna habría dado igual. De igual modo, se compensará a las compañías adjudicatarias de las autopistas de peaje de las pérdidas causadas por su mala gestión empresarial con 80 millones de euros de nuestros impuestos, y semejante regalo se incluye ¡en la Ley del Servicio Postal Universal!. Será que el cheque se les envía por correo.
La Ley Sinde es otro ejemplo. Al ir encajonada en la Ley de Economía Sostenible, pese al nombre del engendro, la ministra de Cultura se come el marrón pero el paladín es el titular de Industria Miguel Sebastián. Es el personaje más siniestro del Gobierno, conocido por sus manejos desde que colocó a su novio Maurici Lucena de director general del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial. Por los papeles de Wikileaks sabemos que, atendiendo a presiones de la embajada estadounidense, Sebastián convocó un concurso fuera de plazo a medida de la firma californiana Solar Reserve para construir una planta termosolar de 50 megavatios en La Mancha. Wikileaks reveló también que la Ley Sinde-Sebastián responde a los intereses de la industria audiovisual norteamericana y a las presiones de la Embajada. Por la puerta de atrás anda el Gobierno convirtiendo en leyes los intereses de las élites financieras y empresariales, incluso las extranjeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario