En los EE.UU. se venden ya más libros electrónicos que de tapa dura, pero en España su implantación está fracasando. Y no se crean nada cuando les digan que la culpable de que nos quedemos al margen de esa revolución es la piratería -hoy más bien es la única alternativa-, ni tampoco un apego fetichista al papel. Confieso haber padecido síndrome de Diógenes cultural; podía montar con los ojos vendados una estantería 'Billy' para acumular más y más libros, discos y películas, pero con la música y el cine acabé por curarme. Guardo los viejos vinilos, cedés y deuvedés, pero han dejado de aumentar y desde hace unos años todo lo tengo en digital. Por eso mismo, y pese a que adore el tacto y el manejo de un libro, sé que ese fetichismo también tiene cura.
Sin embargo a los españoles una estúpida alianza entre el Gobierno y los libreros nos va a dejar al margen del salto al libro electrónico, que ha entrado en el Diccionario de la RAE pero no en el mundo real. Ponen en la calle un producto incómodo para el comprador, caro y con restricciones que estimulan a ir a un sitio pirata más que comprar el libro... La cosa se llama Libranda, el pretendido portal del libro electrónico en español y catalán. El engendro nació con una declaración de intenciones de su directora, Arantza Larrauri, que lo dice todo: “Evitar la piratería es el gran reto”, no la compatibilidad de formatos, no ofrecer un catálogo de obras amplio, no brindar precios competitivos frente al libro tradicional... Resultado: En Libranda no se venden libros, has de peregrinar trabajosamente desde el portal a las webs de los libreros y pasar por un farragoso registro; la oferta de títulos es ínfima; publica con un mecanismo anticopia, el DRM de Adobe, incompatible con los dos lectores líderes del mercado, el iPad de Apple y el Kindle de Amazon, y cuyo encriptamiento los piratas han hecho saltar al primer intento -¿gran reto o gran hazmerreir?-. Los precios son apenas más bajos que en el libro de tapa dura, y tributan el 18% de IVA, no el superreducido de los libros en papel.
¿Son tan estúpidos o lo hacen mal adrede? Es lo segundo, no les quepa duda. Han visto que se les acaba el chollo. En Amazon ya cualquier escritor puede autoeditarse sin intermediarios y se promociona mediante las redes sociales. Con el libro electrónico ya no sirve eso de que el autor se lleve un ínfimo 5 ó 10 por ciento. Nuestros editores, que, por algo será, no se han molestado en reclamar al gobierno la rebaja del IVA, plantean un boicot encubierto; buscan que la opción electrónica no pase de minoritaria y al cabo de unos meses dirán que lo han intentado pero los españoles somos unos piratas sin remedio. Los autores seguirán a dos velas y a los lectores no nos quedará otra que aprender idiomas o recurrir al mercado 'paralelo'.
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