miércoles, 7 de abril de 2010

Playlist nº 20: Hombres-lobo de Londres

No vayáis por el páramo



El hombre lobo de Joe Johnston, tan digna y bienintencionada como poco innovadora y torpemente escrita, cierra de momento la historia de la cinematografía licantrópica, las múltiples revisiones del monstruo más romántico de cuantos formaron la galería de los grandes filmes de terror que en los años treinta del siglo pasado llevaba la marca de Universal. Era el monstruo a su pesar, con doble identidad como Jekyll y Hyde y con el drama existencial la inútil búsqueda de la felicidad y las contradicciones que el cómic desarrolló en la figura del superhéroe.

El mito del lobisome ha dado lecturas bien diferentes: la triste y folletinesca de Lon Chaney Jr. en aquellos clásicos Universal, la sangrienta y erótica de Hammer y de Paul Naschy, el mito rural de Pedro Olea, la parodia de Abbott y Costello -con el propio Chaney-, Michael Landon o Michael J. Fox o la vacuidad hi-tech del enfrentamiento entre licántropos y vampiros de la saga Underworld, así como otras revisitaciones más o menos prescindibles como la que protagonizó Jack Nicholson. El mito del lobo humano tiene el componente añadido de estar directamente extraído de las supersticiones populares. En mi pueblo la figura del lobisome fue empleada por los contrabandistas para aterrorizar a la gente y encerrarla en sus casas evitando testigos molestos en la época del estraperlo.

Fue en los años ochenta cuando el cine rescató la imagen del hombre lobo como el último gran mito romántico, muy cercano al de La bella y la bestia y nos dejó las mejores muestras del subgénero. Fue con obras maestras como Aullidos, de Joe Dante o En compañía de Lobos de Neil Jordan. A punto de cumplir tres décadas brilla entre todas ellas una cinta de John Landis que cambió, para bien y para mal, el cine de terror moderno: Un hombre lobo americano en Londres. Comedias de terror ha habido muchas, pero en ninguna como ésta los momentos paródicos se integran con los de verdadero terror sin anularlos. Su extraordinario uso de los efectos visuales -de época predigital- y su tono tan sobrecogedor como desenfadado le valieron a Landis el encargo de realizar el archifamoso vídeo de Thriller para Michael Jackson.



De aquella mítica película han quedado frases y situaciones convertidas en citas recurrentes: la reacción de los parroquianos de La oveja degollada cuando unos extraños entran en su pub, el caos en Piccadilly Circus cuando el lobo ataca en el cine porno o la famosa advertencia: "Seguid siempre por la carretera, no vayáis por el páramo". Y la música. Landis recurrió a sólo cinco temas musicales, y tres de ellos eran versiones del Blue Moon de Rodgers & Hart, la arrolladora de The Marcels y las sentimentales de Sam Cooke y Bobby Vinton. Junto a ellas la inmensa Bad Moon Rising de Creedence... y el Moondance de Van Morrison. En este playlist están todas ellas junto a otros temas que podrían haber estado, particularmente una de las más grandes canciones de la historia del pop, Werewolves of London del inolvidable Warren Zevon -siento no haber encontrado la gran versión que Flamin Groovies grabaron de ella en 1979-. La más reciente es la tremenda Flesh Blood, tema central de Hombre Lobo, uno de los dos discos que Eels lleva editados en lo que llevamos de año. Y por favor, no me preguntéis por qué no está La Unión.





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