“María, sólo te falta ser la Virgen que representes (sic)”; “María, contigo hasta morir” Así berreaba el del megáfono a los doscientos jubilados que Federico y Pedrojota congregaron a las puertas de la Rúe del Percebe 13 –perdón, Génova 13-. Qué entrañable escena, ni el oficio de Cassen, Elvira Quintillá y López Vázquez o el genio de Azcona la habrían mejorado. Todo tan liberal, tan español, lástima que a la segunda jornada del Triduo por Santa María San Gil y el Beato Ortega Lara sólo fueran cinco feligreses –y treinta periodistas -. Pero eso no desanimará a las huestes del liberalismo dispuestas a desenmascarar a quien traiciona los principios.
Cuando Zaplana y Acebes hacían mutis, se invitaba a Aguirre a largarse, se arrinconaba a Costa y Pizarro, y se redimía a Gallardón la cosa no pasaba de una lucha por las ideas o por los despachos, pero fue aparecer María San Gil y la rebelión se tornó guerra santa: 2008 es Año Mariano, contra Mariano y con María. En los ojos de los liberales brilla ahora el fulgor de quienes han mirado cara a cara a la Divinidad. San Gil congrega devotos, la proclaman guardiana de las esencias, Piedad y Dolorosa, lo mejor que tenemos. María es España y ya no es Andalucía sino las Vascongadas la Tierra de María Santísima.
Los descreídos como yo aún no vemos la luz, de ciegos que estamos sólo encontramos en María San Gil y su altivez de supernumeraria a una radical iluminada, una ultra, una fanática cuya visión de la cuestión vasca, calcada del apocalíptico Mayor Oreja, sólo puede acabar en la entrada triunfal con los tanques en San Sebastián. Al referirse a ella incluso los tertulianos progres introducen la misma manida coletilla: “La admiración que María merece por los motivos que todos sabemos”. ¿Haber superado un cáncer? Sinceramente me alegro pero ¿hemos de votar a Kylie Minogue? Vio asesinar a su lado a Gregorio Ordoñez… Solidaridad, cariño, lo que todas las víctimas merecen, pero se lo dijo bien clarito uno de sus compañeros del PP vasco: “María, todos llevamos escolta”. Las víctimas que hacen política ya nos han demostrado hasta qué punto pueden equivocarse.
Con fervor las hordas liberales han puesto la guinda en la milimetrada estrategia de su Año Mariano proporcionándole a San Gil el San Juan que en la imaginería acompaña a María: José Antonio Ortega Lara rompiendo el carné de la gaviota como San Pablo cayendo del caballo. Pero estamos en las mismas, un año y medio en un zulo merecerá que te cuiden y te mimen el resto de tu vida, pero no te aporta ni un gramo de autoridad en el campo de las ideas. Claro que los descreídos no tenemos nada que hacer si hasta Rosa Díez, aspirante a Juana de Arco, le dedica por carta un agur que confiesa sacado de la “Salve a María” en euskara. Ha nacido una religión.
Cuando Zaplana y Acebes hacían mutis, se invitaba a Aguirre a largarse, se arrinconaba a Costa y Pizarro, y se redimía a Gallardón la cosa no pasaba de una lucha por las ideas o por los despachos, pero fue aparecer María San Gil y la rebelión se tornó guerra santa: 2008 es Año Mariano, contra Mariano y con María. En los ojos de los liberales brilla ahora el fulgor de quienes han mirado cara a cara a la Divinidad. San Gil congrega devotos, la proclaman guardiana de las esencias, Piedad y Dolorosa, lo mejor que tenemos. María es España y ya no es Andalucía sino las Vascongadas la Tierra de María Santísima.
Los descreídos como yo aún no vemos la luz, de ciegos que estamos sólo encontramos en María San Gil y su altivez de supernumeraria a una radical iluminada, una ultra, una fanática cuya visión de la cuestión vasca, calcada del apocalíptico Mayor Oreja, sólo puede acabar en la entrada triunfal con los tanques en San Sebastián. Al referirse a ella incluso los tertulianos progres introducen la misma manida coletilla: “La admiración que María merece por los motivos que todos sabemos”. ¿Haber superado un cáncer? Sinceramente me alegro pero ¿hemos de votar a Kylie Minogue? Vio asesinar a su lado a Gregorio Ordoñez… Solidaridad, cariño, lo que todas las víctimas merecen, pero se lo dijo bien clarito uno de sus compañeros del PP vasco: “María, todos llevamos escolta”. Las víctimas que hacen política ya nos han demostrado hasta qué punto pueden equivocarse.
Con fervor las hordas liberales han puesto la guinda en la milimetrada estrategia de su Año Mariano proporcionándole a San Gil el San Juan que en la imaginería acompaña a María: José Antonio Ortega Lara rompiendo el carné de la gaviota como San Pablo cayendo del caballo. Pero estamos en las mismas, un año y medio en un zulo merecerá que te cuiden y te mimen el resto de tu vida, pero no te aporta ni un gramo de autoridad en el campo de las ideas. Claro que los descreídos no tenemos nada que hacer si hasta Rosa Díez, aspirante a Juana de Arco, le dedica por carta un agur que confiesa sacado de la “Salve a María” en euskara. Ha nacido una religión.
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