martes, 28 de enero de 2014

Lewis Hine, regreso a la isla de Ellis

Autorretrato de Lewis Hine
Lewis Wickes Hine (1874-1940), sociólogo y fotógrafo estadounidense, no pasó a la historia como fotoperiodista ni  como artista; fue ambas cosas y ninguna, aunque durante su vida laboral fue evolucionando de lo primero a lo segundo. Hine fue considerado un precursor del documentalismo fotográfico, pero su trabajo iba más allá. No aspiraba a la neutralidad e  invisibilidad del fotógrafo de prensa, aunque carecía de pretensiones esteticistas. Lewis Hine siempre tomó partido, y lo hizo por los más débiles; fue un progresista en diversas acepciones del término: Era hombre de izquierdas y atento seguidor de un progreso tecnológico siempre relacionado con el humanismo.

La fotografía de Lewis Hine se liga habitualmente a la emigración y la adaptación de sus protagonistas a las duras condiciones de vida de los barrios más pobres de Nueva York y Chicago. De este tema son muy célebres las fotos de individuos y familias europeas que arriban a Ellis Island en sueño americano. Esta islita, cercana a Liberty Island en Nueva York, era el filtro definitivo desde donde los emigrantes lograban entrar en los Estados Unidos o eran devueltos a sus países de origen; era donde el joven Vito Corleone veía sellado su visado en El Padrino Segunda Parte -The Godfather Part 2. Francis Ford Coppola, 1974-. Hine siguió a los emigrantes para retratar sus vidas en los tennement -viviendas comunitarias de alquiler- en otra de sus series fotográficas más populares. Pero su obra más valorada y divulgada es la denuncia de las condiciones del trabajo infantil, realizada con sus impresionantes fotos para el National Child Labor Commitee -NCLC-. Hine también glorificó el trabajo adulto mediante la simbiosis entre el esfuerzo manual y la máquina en las icónicas fotos de su único libro, Men at work. No menos conocidas son sus fotografías de la construcción del Empire State Building; Lewis Hine era un hombre menudo y enjuto que apenas podía transportar su pesado equipo -una anticuada cámara, los portaplacas y un trípode de madera-, y se las ingenió para fotografiar equilibrios imposibles que desafiaban el peor de los vértigos.
Emigrantes serbios en la isla de Ellis

Sus críticos despreciaban lo que consideraban su descuido del positivado, sus impresiones en papel barato y los excesivos contrastes, inadecuados a una fotografía artística pero ideales para los periódicos. Hine tampoco compartía el apego total a la realidad y el purismo de muchos fotoreporteros: Prefería esperar y forzar escenas en aras del dramatismo y la intensidad de lo que deseaba transmitir.  Hizo escasos candid shots y, en general, sus personajes miraban de frente al objetivo. Lewis Hine fue reportero en la Primera Guerra Mundial y a menudo retrató a refugiados balcánicos, gitanos, tullidos y mendigos. Al final del conflicto acalló a quienes se negaban a considerarle un artista con fotos como la de un soldado americano junto al Partenón, uno de sus trabajos más ambiciosos esteticanente.

Repartidor de periódicos de cinco años
Construccion del Empire State Building
El legado de Hine, que murió pobre y sin trabajo, lo posee la George Eastman House, y tuve ocasión de conocerlo en la exposición que con estos fondos organizó en Madrid la Fundación Mapfre en enero de 2012. Es muy difícil encontrar en el panorama internacional una obra fotográfica más humana y menos sensacionalista que la de Lewis Hine

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