En los más de treinta años que lleva gobernando Andalucía, el PSOE, en lugar de expropiar y poner a rendir los latifundios, educó a los andaluces para guardeses de esas fincas, un oficio en el que les hace la competencia la Guardia Civil, que en los pueblos de la Andalucía profunda identifica y ahuyenta a mirones y entrometidos de las tierras de Cayetana de Alba.
Aquí mejor que los campos cultivamos el victimismo cuando un nacionalista de alta cuna o una pija del barrio de Salamanca desbarran sobre cualquiera que cecee o aspire las eses finales. Energúmenos como Durán y Mato han ayudado a los socialistas andaluces a escribir la canción del otoño, el mantra machacón y pegadizo de los recortes del PP, que como panda de harekrishnas acuden a recitar a la puerta de los colegios, entre los improperios más de una madre que no tiene la prima de riesgo para fiestas.
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No, aquí no se recorta. Tan solo 140.000 euros de la aportación de la Junta a los servicios sociales municipales en Granada. Solo 900 camas de hospitales andaluces que desde el verano siguen cerradas -será por lo persistente de los calores-. Solo la reducción del 43% del presupuesto para el Programa de Zonas con Necesidad de Transformación Social -en Granada Zona Norte y Santa Adela-. Sólo esos recortes por omisión: no contratar, no cubrir bajas, no pagar. Se paga a dos años dicen y quieren decir que hace dos años que no pagan. Además de públicas y gratuitas, la educación y la sanidad han de ser dignas y los servicios sociales básicos deben llegar a tiempo. Casi doscientos mil andaluces comen a diario gracias a Cáritas porque han sido expulsados del sistema de protección de las instituciones.
La última ocurrencia es culpar del aumento del paro a los recortes en las comunidades que controla el PP, pero el discurso de precampaña de que son los otros quienes recortan ya no se lo traga ni el niño de Pepiño Blanco, el del dichoso vídeo que camina hacia el British Council de Somosaguas acompañado de esa fámula que, tras dejarle en el cole, hará unas horas más en casa de alguna de aquellas ministras que posaban para Vogue ataviadas de alta costura española.