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A los festivales de cine lo que le sobran son políticos. Si algo ha estado de más en Retroback es la omnipresencia del alcalde -y sus desternillantes intentos de pronunciar 'Audrey Hepburn'- dejando bien claro que era 'su festival'. Pero que nadie le quite el mérito a llenar a rebosar las salas de cine con películas como las de la actriz homenajeada disponibles más que de sobra en deuvedé; despertar el interés por el cine de Franjú o Melville o descubrir a Eugenio Martín a sus p
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En Andalucía las instituciones han sido como Atila cuando han luchado por controlar los festivales de cine, o cuando los políticos han arrebatado el timón a los técnicos: El más antiguo y prestigioso, el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, es un muerto en vida desde que los políticos dilapidaron la labor de su fundador José Luis Ruiz; el ansia de los políticos malagueños por fotografiarse junto a los famosetes de los seriales están supeditando el Festival de Cine Español a los intereses de las televisiones; el Festival de Cine Europeo de Sevilla da bandazos desorientados en medio de la pelea institucional por controlarlo. En Granada la Junta tiene su Festival, Cines del Sur, dando lecciones de coherencia a otros certámenes andaluces; y funciona porque los criterios técnicos y profesionales de sus responsables se han sobrepuesto a las presiones políticas. No estaría de más si las otras instituciones también se volcaran en él, poniéndose a trabajar y no a darse codazos por salir en la foto. Su responsabilidad política es apoyar cuanta iniciativa interesante surja sin importar de dónde viene la idea, y después dejar el trabajo en manos de quienes saben. Hagamos caso a Eugenio Martín, 'Tengamos la guerra en paz'.
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