sábado, 14 de febrero de 2009

Bolonia, profesores vs. pedagogos

La enseñanza como asistencia social



Si veis la mejor película que se pueda encontrar estos días en las carteleras, La Clase (Entre les Murs. Laurent Cantet, 2008) -en próximas entradas en el blog hablaré de este extraordinario largometraje- tendréis para reflexionar sobre el fracaso de la Educación Secundaria, la obligatoria y el Bachillerato, como sistema de transmisión de conocimientos, integración en la comunidad y desarrollo individual y su transformación en un sistema de asistencia social cuyo principal objetivo es servir de muro de contención de conductas antisociales, un muro en el que los ladrilllos y la argamasa son -contra su voluntad- los profesores y en muchos casos los propios alumnos. El debate abierto en toda Europa respecto al Plan Bolonia que, dada la fuerte contestación hacia la aplicación en la Universidad de un modelo neoliberal fracasado en Economía, está siendo objeto de la más concienzuda campaña de adoctrinamiento por parte de gobiernos como el español apoyado por lobbies, colectivos profesionales mimados y rectores encantados en convertir sus universidades en boyantes negocios.

Pero el debate sobre el futuro de la Universidad está dejando de lado las consecuencias que tendrá
en los niveles educativos inferiores y especialmente en los profesores de enseñanza media que, al fin y al cabo, se forman en la Universidad. Un artículo publicado esta semana en Público por Carlos Fernández Liria, profesor titular de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, titulado Bolonia y la Pedagogía, habla con crudeza de cómo las autoridades educativas, y en España la ministra Mercedes Cabrera a la cabeza, han sido literalmente abducidas por los pedagogos, una casta que ha tenido el control y ha pilotado en los últimos años la pérdida de calidad y la casi desintegración del sistema educativo. Fernandez Liria explica cómo en la formación del profesorado Bolonia se traduce en la sustitución del actual Curso de Adaptación Pedagógica, de por sí, bastante nefasto, en un Master de Formación del Profesorado (MFP) que, según La profesión de profesor, un manifiesto firmado por 12 Juntas de Facultad, la Conferencia de Decanos de Filosofía, la Universidad de Valladolid, la Societat Catalana de Matemàtiques y 3.000 profesores y estudiantes "comporta una clara opción por la rebaja de la formación académico-científica del futuro profesor en su campo de conocimiento, lo que ha de repercutir negativamente en la calidad de la Educación Secundaria y Bachillerato. La formación pedagógica del profesorado no debe obtenerse a costa de dicha formación académico-científica. Y la sociedad debe ser consciente del ataque al principio democrático de igualdad de oportunidades que este tipo de medida lleva consigo. En efecto, garantizar la transmisión de la ciencia y la cultura a todos, en las condiciones intelectualmente más exigentes, es quizá la única manera efectiva de contrarrestar las formas de discriminación que generan las desigualdades socioeconómicas. La enseñanza preuniversitaria debe ofrecer los mejores estudios a todos los ciudadanos, con independencia de sus condiciones económicas, y esto requiere un profesorado excelente en las respectivas disciplinas; y en cualesquiera centros, ya sean públicos o privados."


El artículo del profesor Fernández Liria deja claro qué clase de profesores de Enseñanza Media y Bachilleraro van a salir del modelo Bolonia:
"El Máster, además, sustituye al quinto curso de formación que actualmente tiene que cursar un profesor en su materia, lo que supone un grave deterioro, que se suma a la devaluación general que el proceso de Bolonia impone a los grados respecto de las actuales licenciaturas. Eso implicará profesores de Secundaria y Bachillerato que cada vez sabrán menos matemáticas, filosofía, química, gramática o música. Ya no se aspira a un profesor que pueda enseñar conocimientos, sino a un asesor psicopedagógico de un material humano al que, en realidad, ya se da por perdido: el alumnado, en general, de toda la enseñanza pública. La enseñanza secundaria es, cada vez más, un asunto de asistencia social y no un asunto académico. En lugar de atajar las raíces políticas, económicas y sociales, se da por sentada la desigualdad: los niños pobres tendrán psicopedagogos y asistentes sociales; los ricos, en la enseñanza privada, seguirán teniendo profesores.

Pero, además, el MFP tendrá un efecto demoledor en el interior de la enseñanza universitaria. En todas las carreras para las que la enseñanza secundaria sea una importante salida profesional, la mayor parte de los alumnos optarán por cursar el MFP en lugar de uno de estudios avanzados en filosofía, lingüística, física o biología. A medio plazo, eso sentencia a muerte los másteres de casi todas las facultades teóricas y clásicas. Se trata de un desfalco académico inusitado que tiene su origen, por supuesto, en los intereses corporativos de los pedagogos, que ven así, de pronto, multiplicadas por diez sus salidas profesionales, aunque sea a costa de malherir los postgrados de Química, Física, Filosofía, Matemáticas, Historia, Económicas, Filología, etc."

El autor arremete contra los pedagogos que se han comportado como casta mimada por el Gobierno y por Bolonia y actúan de forma corporativa en defensa de los planes europeos. No hay más que ver las reaciones airadas de algunos de elllos en los comentarios al artículo:

"Ya está bien de manipular y de juntar churras con merinas con esto de Bolonia. También, ya está bien de faltar el respeto a una disciplina como es la Pedagogía. Los pedagogos no van a tener más trabajo en el mercado de trabajo con el Máster en formación del profesorado. Sencillamente es falso. Todavía no he visto un argumento objetivo en el artículo que evidencie el riesgo de mercantilizar la universidad, de q los intereses de la empresa neoliberal acabe dirigiendo el quehacer de la enseñanza universitaria pública. La pedagogía en este país, señor Fernández Liria, no tiene porqué avergonzarse de nada y es clara como el agua y sólida y rigurosa en sus argumentos sobre la idoneidad el cambio pedagógico tan necesario en la Universidad pública española."

Aunque se les vea luego el pelo de la dehesa progubernamental:

"Todavía está usted a tiempo, profesor ¿? Fernández Liria, de decir la verdad y destapar la estafa anti-bolonia y denunciar la utilización de la filosofía y de los intereses corporativos manifiestos en la tarea de manipular y hundir el sueño y la apuesta actual por la europeización y mejora de la calidad de nuestras Universidades."

Tampoco tienen desperdicio las puntualizaciones de algunos profesores como Tina Cantera, que denuncia el discurso pedagógico


"Supongo que el problema de la pedagogía en este país se acabaría cuando fuese una especialización que se pudiese cursar después de trabajar al menos tres años como profesor. He estado trabajando durante cinco años en el asesoramiento educativo y el discurso pedagógico, fundado en esa amalgama informe llamado ”metodo cualitativo” es impresentable, un conjunto de anecdotaríos simples, una subversión de la realidad a través del lenguaje, se suprime la idea de ”conflicto” por ejemplo por el de ”mejora de la convivencia”, etc, etc. Hoy día son predicadores neoliberales, en general, porque el sistema les cede ese espacio en la destrucción de los sistemas públicos de enseñanza. Es curioso: hablan de como enseñar, pero no tienen qué enseñar.Dan pena."

La verdad es que uno no tuvo muchos pedagogos cerca cuando se formó, tampoco les debo nada. A algunos profesores en cambio sí debo bastante; no sé si en unos años seguirán existiendo profesores
.

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