martes, 9 de julio de 2013

Las malas compañías

Niño, no vayas con malas compañías,  que te llevarán por el mal camino, te advierten tus padres convencidos de que, si te vuelves una oveja negra, será por culpa de la influencia de los amigotes, no por tus propias tendencias ni sus posibles negligencias.  Las malas compañías, o más concretamente la torpeza a la hora de escoger sus amistades, es una de las cosas que tienen en común Julian Assange y el extécnico de la NSA estadounidense  Edward  Snowden.

Otras muchas cuestiones les separan.  El fundador de Wikileaks no es un espía arrepentido; Snowden no tiene acceso a abogados vip como Baltasar  Garzón; pero a ambos les pierde buscar cobijo cerca de individuos y países que pueden comprometer su credibilidad.

Esas amistades resultan especialmente peligrosas  para dos adalides de la libertad de expresión cuando se buscan en dictaduras que la pisotean -China y  Cuba en  el caso del exespía americano- o en democracias con tics autoritarios que la combaten -Rusia y Venezuela en el mismo caso y Ecuador en el  del  australiano-. Ambos con su valentía han logrado importantes avances en  el conocimiento de la verdad y han hecho temblar a un poder al que le preocupan más sus secretos, incluso los vergonzosos,  que la vida humana.  Uno de sus muchos problemas es que no se puede ser consecuentes y a la vez  considerar paladines de las libertades al siniestro Putin o a los herederos de  Chávez. Pueden gustarme algunas políticas de Rafael Correa, pero cuando en su país la disidencia se expresa en voz alta, en tinta impresa o imágenes en movimiento, Correa la acosa como los demás.

Todo esto ocurre en una sociedad hipócrita  que parece haberse caído de un guindo cuando, pese a vivir obsesionada por la privacidad en Facebook y en sus emails, se entera de que los espías se dedican a lo que su nombre indica, espiar, y no a deshojar margaritas -éste es de los míos, éste de  los otros,  ésta es de los míos.. -. Nos ciega el glamour de unos gestos plausibles y nos olvidamos de esos que se erigen en héroes de la demagogia para perpetuarse en los sillones. Si las embajadas urdieron telarañas de terror, si los Estados Unidos controlan los aspectos más recónditos de mi vida, si las corporaciones manejan mis gustos y aficiones para dirigirme con precisión sus drones de publicidad, prefiero no ser informado desde un paraíso de opacidad. Convirtámonos nosotros mismos en voyeurs y escudriñemos cada rincón en busca de la verdad, hagamos nuestro trabajo, no lo encarguemos a los demás para echarnos a dormir, pero sin dejarnos seducir por cantos de sirena. La curiosidad no hace daño a nadie, fue la apatía la que mato al gato.

miércoles, 3 de julio de 2013

LGBT, SA


Estamos ya en plena semana orgullosa en Madrid y otras urbes y, pese a que la 22ª  Edición del DRAE ya integra plenamente la palabra gay, en esta época de eufemismos hay que recurrir a la sopa de siglas -LGBT en este caso- para ser politicamente correctos y que ninguna tribu se sienta ninguneada. Nomenclaturas al margen, siempre me desagradó profundamente este carnaval -a medio camino de  Venecia y Cádiz-   lleno de tíos musculosos depilados y en tangas, bailando encima de carrozas y besándose ante las cámaras. Estoy de acuerdo en que la reivindicación sea festiva, y reconozco que los súbditos de  Roma, en Pascua, celebran una semana entera del orgullo católico sacando a la calle sus propias carrozas, algunas tan sospechosas como la Última Cena -trece maromos ahí subidos sin ninguna tía tienen más de despedida de solteros o de quedada de osos que de cuchipanda sagrada-,   pero considero que alguien  se puede sentir orgulloso de una tierra, una familia, unos antepasados, una cultura o de su trabajo -lo que no quiere decir un oficio; yo no siento satisfacción alguna de pertenecer al mismo gremio que Pedro J. Ramírez, Francisco Marhuenda o Emilio Romero, Satanás lo tenga en su infierno-, pero no de una tendencia sexual y/o afectiva, que además es compartida con ejemplares de variadas especies.

Es cierto que el Orgullo reúne multitudes, aunque los métodos de recuento de participantes sean tan poco fiables como los de asistentes al Rocío -llueva, truene o reviente una balsa tóxica, siempre son un millón-, pero la masa no siempre tiene la razón, pues también la tendría la extrema derecha con sus circos antiabortistas y sus saraos papales. 

Dicho esto,  es el carácter cobrado por estas celebraciones de próspero negocio para hoteles, transportistas y bares lo que me resulta molesto. No escarmiento, criticar  en estas páginas el mercantilismo de un concepto inexistente como turismo gay y  la feria gay de Torremolinos ya me costó la  reprimenda de un carguillo de una diputación y que éste me tachara de homófobo.  No soporto que luchar por la igualdad se reduzca a convertirse en carnaza  para el mercado. Convénzase, no existe una literatura gay, un cine gay, y los cruceros gays son abominables -ser iguales pero en lo hortera-. Nuestra obligación termina en luchar por la libertad y  la igualdad -igualdad de oportunidades , no aquella equality, as if a wedding vow que criticaba Bob Dylan en My back pages-, no nos conformemos con los tópicos que hablan de homosexuales refinados,viajeros y de alto poder adquisitivo. Eso es visibilidad que cotiza en  bolsa. Estos festejos  le hacen a uno añorar cierta clandestinidad -no persecución, ojo-. En cuanto a las prácticas eróticas los homosexuales tomaron la delantera con el cruising en caminos apartados -mucho más extendido  que el cancaneo  de los heteros- y en la tranquilidad de los cuartos oscuros. No todo consiste en extender instituciones muy cuestionadas como el matrimonio. La convivencia no se legitima mediante gestiones burocráticas, si acaso obtiene ventajas fiscales y familiares, lo que no deja de ser injusto.

Tampoco me gusta una práctica como el outting de personajes públicos ni la obligatoriedad de salir del armario.   Una sociedad que  en las redes sociales se obsesiona con la pérdida de la privacidad pretende saberlo todo de los demás y no respeta que la vida privada se constituye de opciones personales que a nadie incumben , ni deben servir para el lucro de nadie. Podéis luciros como pavos reales para deleite de los editores de telediarios, nadie tiene derecho a impedirlo ni a poner ostáculos. Pero no olvidéis que la conquista de la libertad y de la igualdad tienen poco que ver con el capitalismo.


jueves, 27 de junio de 2013

¡Y un Jamón!


Los supermercados  El Jamón nacieron en la provincia de Huelva en los años noventa. Desde entonces se han extendido por  Andalucía occidental, ocupando practicamente toda la comunidad salvo el antiguo  Reino de Granada y compitiendo por el territorio con las cadenas   Covirán, El Árbol, la multinacional Spar y las grandes superficies. Se trata de una cadena privada aunque integrada en el grupo del Instituto de  Fomento de Andalucía, oficial. La empresa ha sabido capear los vientos de crisis.  En la actualidad posee 168 establecimientos y desde 2009 ha creado 280 puestos de trabajo, con lo que suma más de cuatro mil empleados. Además prevé obtener 255 millones de euros de beneficios a final de  2013.

Sin embargo, y a pesar de su envidiable situación, El Jamón  pretende imponer a sus trabajadores un drástico recorte de sus de derechos laborales, con una reducción salarial en torno al 20% y eliminación de horas extraordinarias. La decisión ha provocado una gran conflictividad laboral y la huelga parece inevitable. Sus propietarios han anunciado a los medios de comunicación una expansión aún mayor por Huelva y Sevilla y la irrupción en el mercado portugués. Pero no sería de extrañar que estos gorrinos  opten ahora por la deslocalización y por irse junto con los comercios a  Marruecos aprovechando que allí los haluf como ellos son intocables. Y ello a pesar de lo política y religiosamente incorrecto que sería vender carne halal con un nombre como El Jamón.

En el mismo diario gratuíto, Viva Huelva,  podemos leer también que el  Fondo Monetario Internacional exige a España nuevas vueltas de tuerca para endurecer aún  más la reforma laboral. Desde que reina la dinastía de los Merkel, austeridad y despido barato son dogmas de catecismo, obligatorios para creyentes y para escépticos.

Llama la atención que en plena bonanza los responsables de El Jamón derramen lágrimas de cocodrilo. No quiero imaginar cómo llorarían en el peor escenario posible para ellos, una ligera reducción de las ganancias que les impidiera dejarse ver a diario en sus yates frente a la marina de El Rompido. Sabido es que la condición de quejica es connatural a la de empresario y  que los ricos lloran su ruína por la borda de su velero.


jueves, 20 de junio de 2013

Speaking in silver




Para quien aún no lo sepa, se llama speaking in silver o fromlostiano a una forma de inglés inventado consistente en traducir literalmente al inglés frases hechas o dichos  exclusivos del español. Así, De perdidos al río se diría From lost to the river o, más difícil  todavía, Didn´t you want soup? then take two cups sería la traslación improbable de ¿No  querías caldo? pues dos tazas.  El fromlostiano se circunscribe practicamente a lectores de El Mundo Today y  Meneame.net y otros gamberretes de la lengua.

Cuando entramos en la posmodernidad sin haber pasado por la modernidad, se extendió como mancha de  aceite el empleo del eufemismo ¿Recuerdan? en aquella forma de orwelliana neolengua hablábamos de desaceleración o de crecimiento negativo. Nunca debíamos  pronunciar la palabra crisis por si era como nombrar a Candyman y se aparecía -No es cierto, delante del espejo  sólo mentas a la madre del perfumero que te vendió  la crema antiarrugas a base de moco de troll, y ni ella ni el cabrón de su hijo se dignan a dejarse ver-.

Ahora vivimos en una especie de pos-posmodernidad -en una evolución  hacia ninguna parte, ya sólo entendemos de estrellas Michelín y de la guía Peñín. Ni cavernícolas ni hombres de las tabernas, a un sitio donde tapear lo llamamos gastrobar; ignoro si porque la comida te produce problemas gástricos o porque conviene tener mucho estómago para entrar, y el eufemismo ha dado paso al barbarismo -basicamente se trata de anglicismos porque, por  suerte, a nadie le ha dado por importar barbarismos procedentes del chino-. El empleo masivo del anglicismo reina, sobre todo, en el mundo de los negocios, especialmente en consejos de administración y juntas generales de accionistas. En esos templos de la libre empresa conviene hablar con cuidado.  Has de ponunciar decenas de veces palabras como briefing o target, y ni se te ocurra pedir un momento, que  voy a desayunar -tú haces un break para el lunch,; no sales a comer,  encargas un catering- , ni digas tampoco que después del trabajo vas a correr un ratito -de eso nada, tú haces running-. A este paso, en el próximo Domund la iglesia católica asegurará que ella no invita a practicar la caridad; lo suyo es crowdfounding. Quedará divina de la muerte y la gente lo atribuirá al nuevo estilo del papa Francisco.

Próxima entrega: ¡Y un jamón! (en breve)

sábado, 15 de junio de 2013

El retorno de la criatura de la Laguna Negra



Aunque nos  quite el sueño y despierte en nosotros atávicos terrores que ya quisiera Lovecraft, la criatura ha vuelto,  y esta vez amenaza con quedarse. Tras su meditada entrevista en el programa Espejo Público, José María Aznar no se limita a amagar un retorno a la política, sino que, como el malvado visir Iznogud, planea ser el presidente en lugar del presidente.   Pero algo terrible ha ocurrido a su rostro en todo este tiempo en las profundidades. Como el retrato de Dorian  Gray, su cara parece haber recogido toda la vileza, la miseria y la fealdad concentradas en su alma. Sin embargo,  al contrario cue aquella vulnerable criatura de La mujer y el monstruo, él no regresa por amor.  Debería volver cuanto antes al fondo y arrastrar consigo a Ana Botella hasta el lodo.

Hoy como entonces se pretende en posesión de la verdad y la sabiduría. Cierto es que Mariano  Rajoy, otrora obediente discípulo,  preside un gobierno oligofrénico -ninguno de sus ministros superaría una sola de las cuatro reválidas  que ellos mismos han reinstaurado-, pero fue  Aznar el primer jefe de gobierno en incluir en su ejecutivo y sus altos cargos a miembros de una peligrosa secta de pedófilos  -junto a Rodríguez Zapatro ilegalizó Batasuna, pero no se atrevieron a hace lo mismo con los Legionarios de Cristo-, y fue él quien recuperó del franquismo la figura del ministro perteneciente a otra secta nociva, el Opus Dei.


Ahora, este mesías de tres al cuarto asegura tener un  programa de  gobierno, y su profeta, Pedro J. Ramírez, lo proclama. De alguna forma el presunto periodista debía recompensarle por haber ordenado a la Policía Nacional la distribución de El Mundo durante la exitosa huelga general de 2002 -la del decretazo-.

Es una cuestión de salud pública y de cordura frenar su carrera a ninguna parte. Si cumple su amenaza de intentar volver al timón debe encontrar rivales capaces, en hipotéticos cara a cara, de mirarle de frente y llamarle mentiroso. Porque, no nos engañemos más, no fue su implicación en la segunda Guerra del golfo, sino sus mentiras y las de los suyos sobre la identidad de los asesinos de casi doscientas personas, lo que precipitó su derrumbe en 2004. Cualquier método legal es válido para obligarle a hundirse de nuevo, y para siempre, en la Laguna Negra, pero no se me ocurre ninguno tan efectivo como el voto.