miércoles, 15 de mayo de 2013

15-M, dos años para no cambiar ni de nombre




 No me  gustan las efemérides.  Tampoco ésta del segundo aniversario del  15-M. 15-M,  otra de tantas fechas apocopadas -11-S, 20-N...- que se van  sumiendo en el pozo del olvido.   Conmemorar el 15 de mayo de hace dos años me recuerda que en 2012 se celebró el vigésimo anivesario de la  Expo'92. Fue como recordar con un pedo  un ataque colectivo  de gases veinte años antes; gases innobles,  livianos, gases inocuos cuyo hedor se propagó desde la Isla de la Cartuja a toda  España. El colmo de lo posmoderno: Una simulación celebrando una simulación. Pero no debo hablar siempre en tercera persona. Anque del 15 de mayo ni me enteré y fui crítico desde el principio, después yo estuve en alguna de aquellas plazas. Sentados sobre el frío suelo creímos que podíamos  cambiar el mundo por Twitter. Las redes sociales lo  han sabido agradecer,  poniendo altavoces a la efemérides de hoy y amplificando las paupérrimas manifestaciones del domingo y el lunes. En plena ensoñación revolucionaria olvidamos que aquella pluralidad multicolor era una farsa, que el movimiento exigía su propia uniformidad; había que ser propalestinos, negar el  Holocausto, apoyar los nacionalismos y admirar regímenes como el de  Cuba y el de Venezuela, tan duchos a la  hora de aplastar la libertad. Para SER 15-M  había que pensar 15-M, hablar  15-M y hasta  vestir 15-M, no diferenciarte de la norma revolucionariamente correcta, como si siguieras  aquellos anuncios de las  sombrererias franquistas que advertían de que los rojos no usaban sombrero, no diferenciarse para no ser tomados por uno de los putrefactos de Lorca y Dalí. Entre las ristras de carteles con frases ingeniosas echaba en falta los de SE VENDE que oferta cualquier papelería.

La decepción comenzó una mañana electoral de junio. Los acampados en la plaza del Ayuntamiento de Granada se levantaban saludando al sol con una biodanza.  Hippies de inocencia perdida comenzaron a venerar a los hechiceros de la homeopatía,  a seguir la monserga de los hierbajos medicinales y  a abominar de la malvada medicina tradicional. Hoy se cierran los hospitales y se despide a los médicos. Ecologistas dejaban las plazas enterradas en basura. Víctimas de la ESO que amenazaban a sus padres se tornaban en cultos pacifistas e izaban a los altares en vida a ateos como Sampedro o Vinçenc Navarro a quienes no se habían molestado en leer.  Proletarios con iPad cambiaron las barricadas por las acampadas , que son más cómodas ¿Fue casualidad que eligieran la festividad de San Isidro Labrador, el patrón de los señoritos, que se echaba a la siesta mientras unos ángeles le hacían todo el trabajo? La verborrea revolucionaria confundía el debate con las interminables asambleas y con el vicio español de acallar a quien disiente gritando más alto.

El desapego se fue ensanchando y aquel invierno, tras una cena de Navidad con otros periodistas, nos burlamos de los indignados canturreando el omnipresente que no, que no nos representan. Claro que nos representan, bobos, nos representan mal y nos traicionan, pero son nuestros representantes.

Pero los escasos amagos de participación nos llevaban a la época de los grupúsculos de extrema izquierda y las siglas más largas que las candidauras. Las pocas acciones emprendidas después -las fracasadas tomas y asedios del Congreso-  bordearon peligrosamente las fronteras invisibles del totalitarismo.

¿Qué ha cambiado en estos dos años?  Cuando nació el 15-M la burbuja imobiliaria había pinchado ruidosamente, siguiendo las leyes de la Física. Ya no había un mono capaz de cruzar España saltando de grúa en grúa. En cambio  la burbuja revolucionaria se desinfló lentamente, con una inaudible pedorreta, como un globo a medio hinchar. Donde se alzaban prepotentes edificios hoy quedan solares llenos de cascajos entre los  que crece la maleza. Aún estaban las tiendas ancladas a las plazas cuando la derecha arrasó en las elecciones. Las persianas de la tiendas están echadas, las ventanas tapiadas. A la amnistía fiscal siguió una amnistía de la memoria que la blinda ante la autocrítica. Ahora viene la amnistía al hormigón en las playas. Confiamos a programas de televisión destapar asuntos turbios. Es cierto que las corruptelas salen a la luz más que nunca, pero se cuentan con una mano quienes han pasado por los tribunales.

En 2011 los revolucionarios del Norte de África pasaron de ser esclavos de militares corruptos a ser discípulos de fanáticos religiosos. Por fortuna, nuestra revolución de juguete fue un fracaso. Gracias a ello, seguimos viviendo en una democracia, llena de defectos e injusta, pero democracia. 15-M, sic transit gloria mundi.

Próxima entrada: "El cuerno de la abundancia (en pocos días)

viernes, 26 de abril de 2013

El caballero inexistente

  Seis millones era el rubicón.   Con 6,2 lo hemos sobrepasado de sobra. Pero al hombre que nos gobierna y a quien ni 10  ni cien millones devotos, que en un mal día se nos escaparon , legitima como nuesto representante, le resbalan por el cristal de su mundo de plasma y por el parapeto de su pizpireta vicepresidenta.                                                   Ha ampliado a sí mismo la irresponsabilidad que la Ley reserva al jefe del Estado. Alguien hoy mismo le comparaba con el rey Edipo, proclamando que las calamidades que afectan a su pueblo son dictadas por unos dioses caprichosos, y que él sólo pasaba por aquí, limitándose a cumplir su inevitable voluntad. Yo también lo asemejaría a El caballero inexistente de Calvino, convencido de obrar bien alejándose de  una realidad incomprensible y desagradable a la vista.

No obstante, su extrema futilidad, su insoportable levedad no es irrelevante sino dañina. P or esto la posibilidad de un levantamiento de los desesperados, hasta ahora para los líderes de la izquierda sólo un temido efecto secundaerio de las políticas de Rajoy, es hooy una creíble y  legítima forma más de borrarle del mapa y sepultar en el vertedero de la Historia a este caballero inexistente.

sábado, 30 de marzo de 2013

Kim, apunta los misiles a Ibiza

Veo en un reportaje en televisión que la llaman  la  isla del dinero. ¡Mardito parné!. Y  me entero de que quienes manejan el negocio turístico de ese infecto paraíso son el exministro de Aznar Abel Matutes y su familia,  y sus mejores clientes los multimillonarios rusos , la oligarquía de siempre atendiendo a los nuevos oligarcas a costa del sudor de los  pringados de siempre, veinteañeros que tienen lo  que se merecen, pues podrían huir del paro  de la península, sobre todo si son universitarios, hacia unos buenos sueldos en Europa, si no  estuviesen deslumbrados por el brillo de la hojalata y la falsa modernidad del lujo más obsceno -y siempre ajeno- y la barahunta electrónica, sordos por  los alaridos de David  Getta y otros pinchadiscos incapaces que se hacen pasar por artistas, tan modernos que han de recurrir a la música disco del siglo pasado para levantar a las masas. Matutes y los suyos  nos venden  Ibiza como alternativa civilizada y creadora de  riqueza al turismo beodo de Salou, cuando ambos son igual de nocivos. Me parece insignificante que se preocupen por una eventual secesión de Cataluña  cuando a la indisoluble unidad de España lo que le sobra es esa isla mediterránea. Es el momento, Un, de descargar sobre ella toda tu fuerza atómica, de hacerles a todos correr como los conejos  que dan nombre a una de las Pitiusas. El  hambre de  los norcoreanos no te perdonaría que malgastases tu carísima fuerza nuclear teniendo un objetivo tan claro, dándole además al capitalismo en toda la boca. Lanza un ataque naval contra los cruceros de Balearia y hazles compartir destino con la armada francoespañola en Trafalgar. Es hora de hacer limpieza, brillante camarada.

domingo, 24 de marzo de 2013

Una mierda de Baltasar


Durante mi infancia en Huelva la única, o al menos la más conocida, tienda de artículos de broma era Baltasar. Situada en la calle entonces llamada  18 de Julio -hoy Berdigón-, su  producto estrella era la mierda de Baltasar, un realista  y popular zurullo de plástico.   Como otros establecimientos de su ramo sucumbió,  no por la crisis -no aguantó tanto-, sino por ell cambio de costumbres  y la competencia del progreso tecnológico.  Por tanto, no llegó a tiempo de suministrar la tinta invisible con la que se imprimen hoy los programas de los partidos políticos, para que en cuanto  se ganan unas elecciones, no quede memoria de las falsas promesas sobre las que se construyó la victoria.

La desaparición de  Baltasar será la excusa de que no sea una mierda de plástico, sino un  zurullo auténtico, tierno y oloroso, el que propongo regalarles   a los detentores de ese poder basado en mentiras,  a quienes  no dudan en  hacer caer el peso de la mentira sobre los muertos, quienes se    empeñan en cerrar los ojos, y que todos  los cerremos, cuando se anuncia tormenta, o a quienes ejercen impunemente el derecho de pernada sobre los pueblos y se apoyan con prepotencia en la Ley para saquearlos.

martes, 22 de enero de 2013

Intervenir o tirar la toalla

La eterna y cansina cantinela jipi-cripto-pacifista renace condenatoria no cuando unos fanáticos dinamitan los cimientos de nuestra forma de vida, sino  siempre  que una democracia occidental se siente obligada a responder con contundencia a uno de esos ataques.  Para los defensores de es retórica suicida, la pobreza  o los históricos abusos de las superpotencias y un empacho de mal entendido progresismo, justifican la pasividad y la rendición ante el avance del extremismo. El intento de conquista de  Mali y de África Central por los islamistas es el más claro ejemplo al que estamos asistiendo. Occidente sólo actúa cuando hay intereses económicos que defender, repiten como loros en Twitter y los blogs los contrarios a cualquier  intervención. Olvidan que en  España sufrimos las consecuencias del no intervencionismo con tres años de guerra y casi cuarenta de dictadura. La última moda, y penúltima mentira, es atribuir la presencia francesa y africana en Mali a ambiciones sobre el supuesto uranio de su subsuelo. Miren por donde, la aportación maliense a las reservas mundiales de uranio es del 0,01%, la mitad que   la insignificante aportación española. En la zona sólo Níger posee reservas apreciables del mineral radiactivo y su explotación es muy poco accesible para las posibles ambiciones de Al Qaeda.    El ensayo "Subdesarrollo y esperanza en  África      Subsahariana" del economista español   Carlos Sebastián  demuestra que ni la herencia colonial, ni la sequía, ni los métodos de los laboratorios y empresas europeas, ni el expolio de los recursos naturales, lo que mantiene a África dentro del pozo es su propia corrupción, un problema que no debe sonarnos extraño en España. En Mali es esa corrupción y el abandono de sucesivos gobiernos lo que ha levantado a los tuaregs y las gentes del Norte en busca de una identidad y les ha arrojado en brazos de los integristas que les someten y que esclavizan y violan a sus mujeres. A nosotros nos toca plantar cara, de verdad, no con  pactos y retórica, a los corruptos porque Mali y Al Qaeda están ahí al lado.