Confieso que me escandalicé más bien poquito cuando el Consejo de Administración de RTVE decidió meter las narices en las escaletas de los informativos. Por experiencia sé qué no hace falta tener acceso a complejos sistemas informáticos, algo que se puede hacer muy cuesta arriba para el coeficiente mental de muchos políticos, para alterar parrillas y decidir qué noticias se van por el retrete y cuáles abren telediarios. Un teléfono lo maneja cualquiera y en los medios públicos los despachos de los directores y jefes de informativos siempre han tenido línea directa con Ferraz o Génova, como en el ámbito casero el teléfono rojo conecta hoy con Torre de la Pólvora y mañana con Aben Humeya. Yo también uso el famoso iNews y, cierta vez mi entonces jefe me conminó a evitar las bromas y motes con que, sólo para uso interno, solía titular mis noticias de radio porque, decía, “nunca se sabe quién mira las escaletas”.
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El intento de implantar la censura previa en RTVE demuestra el escaso valor que hoy se concede al periodismo, trata de institucionalizar lo que ya es práctica habitual y ha venido claramente dirigida desde fuera de Torrespaña.
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Pero no, no se trata de otra cosa que de otro paso más para que el modelo bipartidista se instale en todos los ámbitos. Así se dejen los ojos en tanto guiño, desde el 15-M PP y PSOE no han hecho sino pactar menos derechos, menos libertad, menos representatividad, menos democracia. En la misma línea de sus chalaneos para endurecer el bipartidismo en la ley electoral y la reforma constitucional, el ¿frustrado? asalto a RTVE ha sido una paletada más en el reparto del pastel.